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Margarita Xirgu 
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Joaquín 
Dicenta Alonso nació en Madrid, en 1893, fue poeta, novelista y dramaturgo. 
Era hijo de Joaquín Dicenta Benedicto, 
el conocido periodista, ateo, utopista, republicano, anticlerical, poeta y dramaturgo. 
Era hijo de aquel Joaquín Dicenta que escribió "Juan José" 
buscando el drama de amor para encontrar los antecedentes del teatro social.

Retrato de Joaquín Dicenta padre.
Foto 
Robertoro
Su 
hermano fue el conocido actor Manuel Dicenta. 

Retrato de Manuel Dicenta, hermano de Joaquín.
Foto 
Photobucket
Joaquín 
Dicenta hijo, fue uno de los más jóvenes representantes de la bohemia 
de principio de siglo, junto a Villaespesa, Emilio Carrere, Pedro Luis de Gálvez, 
... En 1912 publicó la colección de poesías "El libro 
de mis quimeras" con prólogo de Francisco Villaespesa y comenzó 
su carrera dramática con la tragedia en tres actos y en verso titulada 
"El bufón", que se estrenó en 1913 en Madrid. Este mismo 
año publicó también el libro de poesías "Lisonjas 
y lamentaciones" y la novela corta "El baile de panaderos" que 
incluyó un artículo de J. Bueno y dibujos de Robledano. En 1915 
Joaquín Dicenta estrenó en Madrid el poema dramático en un 
acto "La leyenda del yermo".

Retrato de Joaquín Dicenta hijo.
Foto 
Vandel
  
En 
1920 estrenó el drama en tres actos "Gente de honor" y en 1921 
publicó la novela "El espectro". Ya en 1922 estrenó el 
capricho carnavalesco, en un prólogo en verso y dos actos "El carnaval 
de los viejos" y el disparate cómico en tres actos "El cuarto 
de gallina" en colaboración con Antonio Paso hijo. Joaquín 
Dicenta estrenó en 1923 el juguete cómico en tres actos "Simón 
y Manuela", de nuevo en colaboración con Antonio Paso hijo. Este mismo 
año Dicenta estrenó el drama "El héroe", identificándose 
con el héroe de su drama para condenar los vicios de la sociedad, y el 
juguete cómico en tres actos "La casa de salud" en colaboración 
con Antonio Paso hijo.
Joaquín Dicenta 
estrenó, el 23 de diciembre de 1924 en el Teatro Reina Victoria de Madrid, 
el juguete cómico "El tenedor", en colaboración de nuevo 
con Antonio Paso hijo i con Margarita Xirgu como protagonista. El 5 de febrero 
de 1925 estrenó, en el Teatro Maravillas, el juguete cómico en tres 
actos "Mi tía Javiera" en colaboración de nuevo con Antonio 
Paso hijo y que llegó a alcanzar las 117 representaciones. El 22 de abril 
del mismo año estrenó, en el Teatro Apolo, la comedia "Tutankamen, 
rey de Egipto o La momia de Tutankamen" en colaboración con Antonio 
Paso Díaz. Dicenta, como Benavente, Lope de Vega y Tirso de Molina, había 
nacido en Madrid. Por eso tenía la gracia fluida y dialogante de los naturales 
de la villa y le interesaban los episodios históricos que tuvieron, en 
otra época, el marco matritense. Así, inspirado en la triste y misteriosa 
muerte del conde de Villamediana, estrenó en Madrid en 1925 el drama en 
cuatro actos y un epílogo en verso "Son mis amores reales", que 
obtuvo el premio de la Real Academia Española. También en 1925 se 
estrenó la refundición drámatica de la zarzuela de Joaquín 
Dicenta y Manuel Paso "Rosario la cortijera" y la comedia en tres actos 
"La reina patosa" escrita por Dicenta en colaboración con Antonio 
Paso hijo. En 1925 se publicó la traducción de la obra popular catalana 
de Amichatis y Mantua "Marieta (Baixant de la Font del Gat)" en colaboración 
con Manuel Carballeda. También en 1925 Joaquín Dicenta estrenó 
el disparate en tres actos "La casa del señor cura" en colaboración 
con Antonio Paso hijo.

Portada 
de "El tenedor" de la colección "La Novela Teatral"
Centro 
de Investigación y Documentación, festival de Mérida
En 
1927 estrenó, en el Teatro Español de Madrid, el pasatiempo o fantasía 
bufo-lírico-bailable en un acto "Los cuernos del diablo" escrita 
en colaboración con Antonio Paso hijo y con música de Ernesto Rosillo. 
En 1928 Joaquín Dicenta estrenó la zarzuela en tres actos "Contrabandista 
valiente" y en 1929 el disgusto conyugal "La mujer de bandera" 
en colaboración con Alfonso Paso Díaz. En 1931 estrenó en 
Madrid el drama en verso "Pluma en el viento" y en 1932 publicó 
la novela "Héroes".

Retrato de Joaquín Dicenta hijo.
Foto 
Uniliber
En 
enero de 1933, la obra de Joaquín Dicenta, "Leonor de Aquitania", 
fue galardonada, entre las 27 obras presentadas, con el último Premio Lope 
de Vega antes de la Guerra Civil, convocado por el Ayuntamiento de Madrid en 1932 
y destinado a seleccionar un drama escrito en verso castellano, en tres o más 
actos. Como en el caso de "La sirena varada" de Alejandro Casona, una 
de las bases del concurso incluyó el compromiso de estrenar el texto ganador 
en el escenario del Teatro Español y representarla con la compañía 
titular, en aquel caso la empresa Xirgu-Borràs, dirigida por Cipriano de 
Rivas Cherif. La fascinación del autor por la personalidad de Leonor de 
Aquitania, llevó a Joaquín Dicenta a recrear teatralmente este personaje 
controvertido por su agitada vida amorosa y su trayectoria histórica, primero 
como Reina de Francia, al contraer matrimonio con Luis VII, y Reina de Inglaterra 
después, como esposa de Enrique II. Es en esta segunda época, en 
Inglaterra, en la que se desarrolla la acción, que describe las luchas 
fratricidas por el trono, la prisión de la Reina durante 15 años, 
la relación de Leonor con sus hijos, especialmente la estrecha unión 
con su preferido, Ricardo Corazón de León, y la eterna rivalidad 
de éste con su hermano Juan sin Tierra. Leonor (1122-1204) fue una mujer 
poderosa, inteligente y libre; Reina del Amor Cortés y Reina de los Trovadores 
cuando la poesía de amor nacía en Occidente... Leonor fue descendiente 
de Carlomagno, Duquesa de Aquitania y Condesa de Poitou; Reina de Francia (durante 
quince años), Regente de Normandía y Reina de Inglaterra (durante 
medio siglo). Madre de reyes y reinas: Ricardo Corazón de León y 
Juan sin Tierra, Reyes de Inglaterra; Joanna, Reina de Sicilia; y Leonor, Reina 
de Castilla. Abuela, asimismo, de al menos cuatro ilustres reinas españolas: 
Berenguela de Castilla, Reina de León; Leonor de Castilla, Reina de Aragón; 
Urraca de Castilla, Reina de Portugal; y Blanca de Castilla, Reina de Francia. 
En fin, bisabuela, sobre todo, de dos famosísimos reyes santos: San Fernando 
de Castilla y León y San Luis de Francia. Leonor de Aquitania está 
en el centro de todos los caminos del medievo. Leonor, era nieta del gran trovador 
Guillermo de Aquitania y estuvo casada con el meditabundo Rey de Francia, Luis 
VII, al que aportó casi tanto territorio como el que el Capeto poseía. 
Después de un tiempo en el que su influencia era ley en la corte de París, 
se sintió anulada por consejeros y clérigos (<<estoy casada 
con un monje>>). Entonces fue capaz de urdir la anulación de su matrimonio 
con Luis VII, para casarse, sólo un par de meses después, con su 
adversario y vasallo, Duque de Normandía y Rey de Inglaterra, Enrique II 
Plantagenet... llevándose consigo medio reino a la corona contraria, desde 
Aquitania y el Poitou. Entre ambos soberanos, Enrique y Leonor, levantaron un 
reino poderoso, temido y envidiado, con el Canal de la Mancha en medio. Navegaron 
entre tempestades, en un mundo en el que ser rey y reina suponía estar 
siempre en activo, administrando justicia o planeando alianzas, imponiendo vasallajes 
y plantando sitios. Formaban un gran equipo. Una vida que no fue pura novela, 
Enrique la traicionó, con Rosamunda, por tanto aquel pacto regio acabó. 
Y desde entonces, Leonor puso su temible talento al servicio de la intriga de 
sus hijos contra el padre, para heredar el reino (para lo cual les inspiró 
alianzas de vuelta una y otra vez con el rey Capeto). ¡Y qué hijos! 
Enrique el Joven, Ricardo Corazón de León, Juan sin Tierra... a 
todos sobrevivió, a todos impulsó, los vio ascender, alguno componer 
poemas, como Ricardo, ir a las Cruzadas (había ido ella misma, en vísperas 
de su divorcio) y ser raptado; y luego caer, en unos tiempos peligrosos como pocos, 
a la vuelta de una intriga, un accidente o una herida. Hasta Enrique II, puede 
decirse, murió del disgusto de ver a su hijo favorito, Juan sin Tierra, 
pasarse a las filas de su madre, en el momento que él lo iba a coronar. 
Vida fue, y en sus cartas deslumbra Leonor a sus contemporáneos y a los 
nuestros. En sus hechos está la pulsión que atraviesa el medievo, 
la luz de la voluntad para ejercer el poder y la piedad, para crear una corte 
delicada y culta y al mismo tiempo, arriesgada y caballeresca. Política 
(feudal), amores (a veces no tan corteses), engaños y martirios; hacen 
la trama trepidante. Incluso leemos con fruición la lista de la compra 
de la Reina. Cuando Leonor atravesó el Canal de la Mancha con Enrique en 
medio de la tempestad, arriesgó su vida para encontrar un reino húmedo 
y frío. Y encargó aceite para desterrar el sebo de las lámparas, 
y perfumes y lienzos para cubrir humedades, y vino y frutas del mediodía. 
Una mujer inigualable, libre de un modo que parece imposible -hoy como en el siglo 
XII-, una Reina de dos mundos, cuyo mayor don fue sin duda el de inspirar a los 
demás, fueran reyes o poetas. Por eso aún da mucho que hablar. Por 
otro lado, dicen que fue tan bella...
La trama 
del drama en verso, en cinco actos, los tres últimos divididos en cinco 
cuadros y un epílogo "Leonor de Aquitania" de Joaquín 
Dicenta, está dividida en:
Acto I. Las 
Cortes de Amor: En este acto hay todo un acopio de sentimientos, de amores y de 
celos. El amor de Rimbaldo, escudero de la Reina, descendiente de una noble familia 
del sur, que confiesa el gran amor que desde la infancia siente por Leonor. Los 
celos de Leonor hacia Rosamunda de Clifford, que es una dama de la Reina de la 
que se enamora perdídamente Enrique II. Leonor le pide que abandone su 
Corte de Amor, en la que ella recita unos versos de Rimbaldo y se representa una 
"tensión" entre Rimbaldo y Blondel, el trovador, a la pregunta 
de Leonor: <<¿Es el amor pecado, o es virtud el amor?>>. Como 
en todas las Cortes de Amor se nombra una Reina de la Fiesta, y Enrique II proclama 
como tal a Rosamunda, para que todos le rindan vasallaje. Este ultraje desborda 
los celos de Leonor que, vertiendo el veneno del anillo de Saladino en una copa, 
se la ofrece a Rosamunda, la cual no tarda en morir envenenada. Enrique II quiere 
apresar a Leonor por lo ocurrido, pero la defiende su hijo Ricardo, enfrentándose 
a su padre; y con gran altivez abandonan Leonor y Ricardo la sala.
Acto 
II. La prisionera: Leonor hace 15 años que está prisionera en la 
torre de Salisbury. Todos los hijos están enfrentados a su padre menos 
Juan, que es el gran traidor, ya que simula estar de parte de su madre, obteniendo 
así toda la información que necesita en su favor. Pero Enrique II 
ha firmado la paz con Felipe Augusto a condición de saber quién 
le ha traicionado. Ricardo entra en la torre disfrazado de monje confesor y en 
la conversación con su madre, se dirige a ella como "Águila 
de Aquitania" -como la llamaron en su época- recordando una profecía 
de Merlín que la representa como un águila que extiende sus alas 
sobre Inglaterra y Francia. Entra en la sala Juan y se enfrenta a su hermano Ricardo, 
una vez más por el reino de Inglaterra. Ricardo sale victorioso, arropado 
por los nobles que llegan a su encuentro, y es nombrado Rey. Promete partir para 
la Cruzada y queda Leonor liberada y Juan prisionero.
Acto 
III. El peregrino: En el Cuadro I se presenta a Ricardo muerto en una tormenta 
en el mar, al regresar de la Cruzada. En el Cuadro II Leonor no puede soportar 
la idea de que su hijo más amado haya muerto. Aparece Blondel, el trovador, 
como un peregrino, y le cuenta que Ricardo sigue vivo, prisionero en Alemania. 
Leonor decide presentarse en el Concilio que iba a nombrar Rey de Inglaterra a 
Juan, para anunciar que el verdadero Rey sigue vivo. Y en el Cuadro III Leonor 
irrumpe en la catedral y detiene el acto de coronación de Juan. Los alemanes 
piden un rescate por Ricardo que los nobles no están dispuestos a conceder, 
por lo que Leonor decide ir a su ducado de Aquitania para pedirlo, puerta a puerta.
Acto 
IV. El monje de Montierneuf: En el Cuadro I Juan hace que los aquitanos confundan 
a su madre con una bruja, con una impostora y quieren matarla. Pero llega en su 
ayuda el monje del monasterio al que todos respetan, y la muestra como la verdadera 
Duquesa de Aquitania. Todo el pueblo está dispuesto a pagar los ciento 
cincuenta mil marcos de plata para la liberación de Ricardo. El misterioso 
monje no es otro que Rimbaldo, el eterno enamorado de Leonor. En el Cuadro II, 
Ricardo aparece haciendo gala de su apodo "Corazón de León", 
pues no deja de guerrear y pelear contra todos los que no quisieron colaborar 
en su liberación, entre los que se encontraba la Orden de los Templarios. 
Avisado por un monje de que la Reina Leonor ha sido hecha prisionera y trasladada 
a Limoges, Ricardo monta en cólera una vez más y va presto en su 
búsqueda.
Acto V. La batalla: Beltrán 
es el carcelero de Leonor. Su objetivo es poder matar a Ricardo, para vengar así 
la muerte de su padre, que fue a su vez carcelero de Leonor en Salisbury, y que 
Ricardo lo había mandado ahorcar por ello. Destaca la altivez de Leonor, 
ante su vasallo. En la batalla cae herido de muerte Ricardo, que consigue no obstante 
llegar a los brazos de su madre y entregar por ella la corona de Inglaterra a 
su hermano Juan, que a su vez le pide perdón.
Epílogo: 
Cuatro años después, Leonor ha enloquecido de tanto dolor, y espera 
con pasión la llegada de la muerte. Viene a confesarla el monje misterioso, 
Rimbaldo. Pero Leonor no piensa más que en reunirse con su hijo Ricardo, 
y finalmente muere.
"Leonor de Aquitania" de Joaquín Dicenta es, en resumen, un drama que no tiene más pretensión ideológica que la de escenificar, con más idealismo que objetividad, unos acontecimientos históricos utilizando como eje principal la singular figura de su protagonista. La obra fue estrenada el 15 de marzo de 1933 en el Teatro Español, interpretada por un larguísimo reparto de la Compañía Xirgu-Borràs: Margarita Xirgu (Leonor de Aquitania), Enrique Borràs (Ricardo Corazón de León viejo), Laura Bové (Ricardo Corazón de León joven), Enrique Guitart (Juan sin Tierra), Alberto Contreras padre (Enrique II), Alberto Contreras hijo (Hugo de Nonan), Enrique Álvarez Diosdado (Beltrán de Gourdón), Miguel Ortín (Blondel de Neele), Blanca Alonso de los Ríos (Rosamunda de Clifford), Pedro López Lagar (Rimbaldo), Luis Torner (Ranulfo), María Arias (Adelaida), Fernando Porredón (Gancelmo), José Cañizares (Fortunato de Gourdón y un hombre de pueblo), Ricardo Merino (guerrero 1º), Gustavo Bertot (guerrero 2º), Fernando Aguirre (un correo), Rosario Ruíz París (mozo del mesón), José Luengas (un arriero y un noble), Amanda Nalda (una mujer), Amalia Arisa (otra), Francisco Alonso (un templario) y Isabel Plaza (un paje y un pastor).
"Leonor de Aquitania" de Joaquín Dicenta es, en resumen, un drama que no tiene más pretensión ideológica que la de escenificar, con más idealismo que objetividad, unos acontecimientos históricos utilizando como eje principal la singular figura de su protagonista. La obra fue estrenada el 15 de marzo de 1933 en el Teatro Español, interpretada por un larguísimo reparto de la Compañía Xirgu-Borràs: Margarita Xirgu (Leonor de Aquitania), Enrique Borràs (Ricardo Corazón de León viejo), Laura Bové (Ricardo Corazón de León joven), Enrique Guitart (Juan sin Tierra), Alberto Contreras padre (Enrique II), Alberto Contreras hijo (Hugo de Nonan), Enrique Álvarez Diosdado (Beltrán de Gourdón), Miguel Ortín (Blondel de Neele), Blanca Alonso de los Ríos (Rosamunda de Clifford), Pedro López Lagar (Rimbaldo), Luis Torner (Ranulfo), María Arias (Adelaida), Fernando Porredón (Gancelmo), José Cañizares (Fortunato de Gourdón y un hombre de pueblo), Ricardo Merino (guerrero 1º), Gustavo Bertot (guerrero 2º), Fernando Aguirre (un correo), Rosario Ruíz París (mozo del mesón), José Luengas (un arriero y un noble), Amanda Nalda (una mujer), Amalia Arisa (otra), Francisco Alonso (un templario) y Isabel Plaza (un paje y un pastor).
Trás el estreno, la prensa acogió 
con gran desigualdad el nuevo montaje del Teatro Español. Mientras algunos 
críticos alabaron el valor poético del drama, otros, como Fernando 
Almagro de "El Sol" o Juan Chabás de "Luz", consideraron 
poco novedoso tanto el tema como la técnica elegida por el autor, superada 
en el siglo XIX con el teatro histórico en verso. Percibieron, además 
defectos dramatúrgicos graves, entre ellos, una pretendida grandilocuencia 
poética, lentitud en la concepción de las escenas y falta de una 
firme arquitectura dramática; aspectos que influían negativamente 
en el movimiento escénico, la recitación y el ritmo de la acción. 
En este sentido, elogiaron los mismos cronistas la eficaz labor desempeñada 
por Rivas Cherif, quien logró dirigir, a pesar de estas dificultades, un 
excelente conjunto de actores, ofreciendo unas intervenciones personales muy bien 
estudiadas y medidas. Sin mayores aportaciones escénicas que las propias 
de los conocidos dramas históricos en verso, tal y como reconoció 
el propio Rivas Cherif, que llegó a calificar la obra de "trasnochadísima", 
pero con cierta aceptación del público, "Leonor de Aquitania" 
permaneció en cartel hasta el 7 de abril, superando las 35 representaciones. 
Otras críticas al contrario fueron muy favorables, como la aparecida en 
el diario "ABC" el jueves 16 de marzo de 1933 en la sección de 
espectáculos: <<Vuelve en buen hora Joaquín Dicenta a reconquistar 
su puesto en el teatro dramático, del que había desertado, y del 
que nos dio tan evidente prueba al escribir "Son mis amores reales", 
galana producción de su ingenio. "Leonor de Aquitania" es un 
drama escrito en su mocedad literaria, que por diversas razones que no son del 
caso permaneció inédito hasta hoy, que al ser galardonado con el 
primer premio del concurso del Ayuntamiento explende sus luces en la escena del 
Español. Es obra de juventud, de pujanza, de nervio. Lo dicen su arrebatado 
brío y el estruendo poético de que se acompaña. Su arpada 
versificación no es aquí simplemente atavío o ropaje, decorativas 
galas externas, sino instrumento, vehículo muy directo que se acompasa 
con exactitud al ritmo de la acción dramática. Y estos difíciles 
acordes entre el poeta y el autor dramático tienen, a mi entender, en el 
drama de Dicenta un perfecto encaje. Un extenso panorama histórico otea 
la mirada del autor, que se sitúa en la Inglaterra del siglo XII, y con 
permitida licitud poética escribe su obra idealizando la figura de doña 
Leonor. Son hechos muy notorios, de las que fuimos muchas veces espectadores, 
se confunden y tergiversan al ser interpretadas por los comentaristas, ¿qué 
podremos fiar de lo acaecido en remotas edades? La misma Historia abona esta opinión, 
pues con mucha frecuencia se ve rectificada por eruditos investigadores. Circunscribiéndonos 
a la época que Joaquín Dicenta ha evocado para escenario de su drama, 
la disparidad de juicios más profunda y contrapuesta. Se ha dicho ya todo 
en unos y otros extremos sobre aquel período obscuro y turbulento de la 
historia de Inglaterra, no desprendido todavía de las injerencias autoritarias 
del feudalismo, en que reinaron Enrique II y Leonor de Aquitania, y a la muerte 
del primero su tercer hijo, Ricardo, Corazón de León. Ambiciones, 
concitados odios, inmoderados apetitos para apoderarse del trono, fratricidas 
luchas, desenfrenadas pasiones, ruinosas alianzas, instigaciones de rebeldía, 
alentadas por la Reina en sus hijos para alzarse contra su padre y señor, 
obra implacable de sus furiosos celos, tal aparece en el lienzo de la Historia 
el aprobioso reinado, que nos presenta a la que fue Reina de Francia y después 
esposa de Enrique II, como mujer placentera y disoluta, sensible a los efluvios 
madrigalescos y a las insinuaciones galantes, y a Ricardo, Corazón de León, 
cual monstruo de tiranía y crueldad. Empero, estos condenatorios dictados 
tienen por contrapeso otras favorables opiniones y así se nos muestra a 
Leonor de Aquitania, protectora augusta de los ingenios de su corte, modelo de 
discreción y cordura, y al armipotente Ricardo, Corazón de León, 
cuyo valor indomable le da eterno fuero entre los más esforzados paladines, 
espejo de hidalguía, generosidad y diplomático de astutas artes. 
Joaquín Dicenta, poeta al fin, reivindica noblemente la empañada 
fama de sus dramáticas personas y las enaltece vinculándolas en 
un mismo afán y sentimiento: el exaltado y heroico amor maternal, que funde 
hasta la muerte las vidas de doña Leonor y su hijo, que al guerrear contra 
su padre muévele más que la codicia del poder el desquite, la reparación 
de los públicos agravios inferidos a la Reina y a la mujer. Para la consecución 
de tan alto propósito Joaquín Dicenta se ha ceñido el coturno, 
y, prestas sus armas, ha penetrado en las silentes capillas donde yacen entre 
el polvo de los siglos doña Leonor de Aquitania y Ricardo Corazón 
de León. Y al conjuro de su rotundo verbo hemos visto fulgir la flamígera 
tizona de Ricardo I de Inglaterra, que abrió paso a su esforzado pecho 
en descomunales batallas y asistido a las tribulaciones y opresoras inquietudes 
de doña Leonor. Joaquín Dicenta escribe su espectacular drama en 
tono mayor, con acentos de lírica efusión y palpitantes trémolos 
románticos. Pueden citarse como ejemplo, en el primer acto, los agudos 
conceptos acerca del amor en la ingeniosa "tensión" a propuesta 
de la Reina, tema sobre el que discurren sus leales vasallos Rimbaldo y Blondel. 
Este y otros bellos pasajes de caudalosa riqueza narrativa esmaltan y señorean 
el drama de Dicenta. Si algunas voces desmaya el interés por lo prolijo 
de la acción, que comprende desde la adolescencia de Ricardo I hasta su 
muerte, pronto se recobra y vuelve al receptor del público la perdida onda. 
El éxito por todo extremo favorable y entusiasta en muchos momentos, se 
inició ya en el primer acto al decir Margarita Xirgu, de modo magistral 
la bellísima relación de...>>
Caricatura de Ugalde de Margarita Xirgu y Enrique Borràs protagonizando "Leonor de Aquitania" de Joaquín Dicenta en 1933.
Foto ABC

Margarida Xirgu y Enric Borràs protagonitzando "Leonor de Aquitania". 
Foto ABC Sevilla
Lo 
  que no dejó Dicenta de escribir nunca, fue poesía y así en 
  1933 publicó el libro de poemas del recuerdo "El corazón viajero", 
  con análoga estructura a "La divina comedia" de Dante, con un 
  prólogo y 98 cantos estructurados en estrofas de versos endecasílabos. 
En 1935 se estrenó la película 
  de costumbres aragonesas, dirigida por Florián Rey, "Nobleza baturra" 
  basada en la obra homónima en tres actos, de 1929, de Joaquín Dicenta. 
  Fue uno de los mayores éxitos comerciales del cine de la II República, 
  la clave de su popularidad se contuvo en la combinación de drama y comedia 
  (encarnada esta última en el personaje de Perico, interpretado por Miguel 
  Ligero) todo ello aderezado con una clásica representación del folklore 
  aragonés con clásicas jotas, interpretadas por la máxima 
  estrella del momento, Imperio Argentina, a la sazón esposa del director. 
  Se trataba de la segunda y más famosa de las tres versiones que se rodaron 
  sobre la misma obra. Los intérpretes fueron: Imperio Argentina, Miguel 
  Ligero, Juan de Orduña, José Calle, Manuel Luna, Carmen de Lucio, 
  Pilar Muñoz, Juan Espantaleón, Blanca Pozas y Rafaela Aparicio. 
  La música era de Rafael Martínez, el sonido de León Lucas 
  de la Peña, la fotografía de Enrique Guerner, el montaje de Eduardo 
  García Maroto, la escenografía de José María Torres 
  y en el guión participó también el mismo Florián Rey. 
  El argumento está ambientado en el Aragón de principios del siglo 
  XX y narra la historia de María del Pilar (Imperio Argentina), una muchacha 
  honesta, cuyo buen nombre se ve mancillado cuando un antiguo pretendiente rechazado, 
  por despecho, la acusa de haber mantenido relaciones sexuales fuera del matrimonio. 
  La calumnia pronto se extiende por toda la comarca. 

Cartel de "Nobleza baturra" de 1935. 
Foto 
Cartelmania
Durante la Guerra 
Civil, Joaquín Dicenta ejerció de manera interina la presidencia 
de la Sociedad General de Autores. Al finalizar ésta, pasó varios 
años en la cárcel. Se cuenta que el día en el que iba a realizar 
su ingreso en ella, el director de la prisión, en deferencia hacia él, 
la hizo adecentar previamente como si fuera a ser visitada por alguno de los altos 
cargos del nuevo régimen. En cualquier caso, a partir de entonces, sus 
obras fueron retiradas de todos los escenarios nacionales.
En 
1945 Joaquín Dicenta estrenó, en el Teatro Alcázar, el poema 
escénico "Madre Paz", que encontró una adecuada interpretación 
en Ana Adamuz, Rafael Alonso, Josefina Robeda, Carlos Lemos y Ena Sedeño, 
entre otros. El 21 de febrero de 1947 la Compañía Lope de Vega, 
dirigida por Tamayo, estrenó el poema dramático "Cuento de 
cuentos", de Dicenta y posteriormente la representó en gira por casi 
toda España. Este mismo año Alejandro Ulloa estrenó en Barcelona 
la trilogía dramática "Hernán Cortés" de 
Joaquín Dicenta, que ya había sido premiada por la Real Academia 
Española.
El 5 de julio de 1955 se estrenó, 
en el Teatro Lara, la comedia de Joaquín Dicenta y Ernesto Vellvé 
"El hogar en la calle" y en 1956 Dicenta junto con José Cobos 
estrenó el poema dramático "La zarza sin espinas. Vida y milagros 
de San Francisco Solano", con una sola representación, en Montilla, 
con ocasión de las fiestas centenarias de los santos que la inspiraron. 
Dicenta igual que Moreto escribió vidas de santos para el teatro, escribiendo 
dramáticamente las ejemplares existencias de San Francisco Solano y Santa 
Rosa de Lima.
Aunque ya había escuchado 
alertadoras llamadas de la enfermedad que había de arrebatarle la vida, 
Joaquín Dicenta no dejó de escribir. Inédita dejó 
una tragedia titulada "Tulia", una obra de hondo aliento, largo alcance 
y del mayor esfuerzo trágico. Joaquín Dicenta se hallaba en posesión 
de numerosos premios, entre los que se contaban: el "Piquer", el "Lope 
de Vega", el "Álvarez Quintero" y había lanzado su 
pluma al viento -como el título de una de sus obras-. Unas veces, la vio 
subir y otras contempló cómo el aire serenado la dejaba reposar. 
El sábado 21 de octubre de 1967, a las 
tres de la tarde, Joaquín Dicenta murió en su domicilio de Madrid, 
a los setenta y cuatro años de edad, a causa de un derrame o trombosis 
cerebral. Solamente hacía tres meses que se encontraba en la capital de 
España, después de haber permanecido durante algún tiempo 
en Asturias reponiéndose de un amago de parálisis. Hacía 
tan sólo un mes y medio que un nuevo ataque le paralizó el lado 
izquierdo del cuerpo. 
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