Federico García Lorca.
García Lorca y el periodista Pablo Suero en 1936
(1898-1936). Escritor y poeta granadino, perteneciente a la llamada «generación del 27,,, que estudió música con Manuel de Falla y escribió numerosos libros de poemas, teatro, etc., con los que obtuvo grandes éxitos y alcanzó una extraordinaria popularidad: El maleficio de la mariposa, Canciones, Mariana Pineda, Romancero gitano, Poeta en Nueva York, La zapatera prodigiosa, Así que pasen cinco anos, Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Metí as, Bodas de sangre, Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín, etc. Al advenir la República en 1931, dada su amistad con uno de los prohombres de la misma—su paisano y antiguo maestro Fernando de los Ríos—, pudo llevar ala práctica uno de sus grandes sueños: la creación de un teatro universitario —La Barraca— que, recorriendo todo el país, le permitió llevar a conocimiento del pueblo llano lo más selecto del teatro clásico español. En 1934 alcanzó la cúspide del arte dramático de su época con el estreno de Yerma —representada por Margarita Xirgu—, a cuya obra siguieron otras que le convirtieron en una de las figuras más interesantes de la literatura española de todos los tiempos: Doña Rosita laSOLTERA, La casa de Bernarda Alba, etc. Al estallar la guerra civil se hallaba en Granada, adonde había llegado, procedente de Madrid, el día 17 de julio. Tras pasar algunos días sin salir de su domicilio por haber sido amenazado por algunos elementos de derechas que habían coadyuvado al triunfo del alzamiento militar en Granada —no obstante no estar afiliado a ninguna organización política y haberse declarado simplemente partidario «de los que no tienen nada«— se refugió en el domicilio del también poeta Luis Rosales, cuyos hermanos eran falangistas influyen-tes en la aludida ciudad, permaneciendo allí hasta que, algunos días después, Ramón Ruiz Alonso, ex diputado de la CEDA, fue a detenerlo por orden, al parecer, del gobernador civil de la provincia, teniente coronel de Intendencia José Valdés Guzmán. A continuación, después de una breve estancia en el edificio del Gobierno Civil, fue conducido a las inmediaciones de Víznar, pueblo próximo a Granada, y fusilado, sin formación de causa, junto a otras personas catalogadas como izquierdistas. Una vez cometido el crimen, los rebeldes tardaron mucho tiempo —años— en admitir la verdad del asesinato, dándose toda clase de pistas falsas sobre el hecho para eludir responsabilidades, argumentándose incluso que el poeta fue asesinado por elementos afectos a la República. Antonio Machado, que se hallaba en zona republicana, le dedicó un sentido poema, al que pertenecen estos versos:
Se le vio, caminando entre fusiles,
por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas, de la madrugada.
Mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugos
no osó mirarle la cara.
Todos cerraron los ojos;
retaron: ¡ni Dios te salva!
Muerto cayó Federico
—sangre en la frente y plomo en las entrañas—
...Que fue en Granada el crimen
sabed —¡pobre Granada!—, en su Granada.
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