REVISTA ELECTRÓNICA DE ESTUDIOS FILOLÓGICOS
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FÁBULAS ANTIGUAS DE CHINA
NOTA DEL EDITOR
En este libro se
incluyen 121 notables fábulas antiguas de China, la mayoría de las cuales
pertenecen a los siglos III y IV antes de nuestra era y a los siglos XVI y
XVII. Hasta hoy día, las fábulas siguen circulando en los labios del pueblo
chino y usándose como citas en los textos.
Los libros citados por primera vez en
cada fábula de esta edición son mencionados debajo del texto; sus autores y la
época en que escribieron las anécdotas se citan también al final de la página.
PREFACIO
Por Wei Jinzhi*
En este libro se
recogen las mejores fábulas antiguas de China, de diferentes periodos. Es fácil
notar que en esta colección las fábulas de los siglos III y IV antes de nuestra
era y las de los siglos XVI y XVII constituyen la parte más importante, porque
en esos dos periodos la fábula china llegó a su apogeo.
Durante el periodo de los siglos III y
IV antes de nuestra era, la dominación feudal de la dinastía Zhou comenzó a derrumbarse y los Estados subdivididos de
China se invadieron los unos a los otros. La tierra podía ser vendida y
comprada libremente y ciertos nobles se empobrecieron y se convirtieron en
gentes sencillas, mientras algunas de estas últimas empezaron a asimilar
cultura; por consiguiente surgió una gran cantidad de pensadores y políticos y
se desarrolló una competencia entre diversas escuelas ideológicas. Esos
pensadores y políticos no sólo habían asimilado la cultura antigua de China y
poseían abundantes conocimientos de historia, sino que también visitaban a
menudo diversos Estados, se ponían en contacto con las masas y estaban al
corriente de la vida del pueblo, y de las fábulas –alegorías inspiradas en
anécdotas de la vida y las leyendas históricas– que el pueblo usaba como una forma
de comunicación. Por eso, al satirizar o censurar a los gobernantes, al
disputar o polemizar con los sabios contemporáneos, al enseñar a sus
discípulos, y hasta al escribir libros o doctrinas, usaron a menudo gran
cantidad de fábulas populares para reforzar la persuasión de sus doctrinas. De
ellos Han Feizi, Zhuang Zi y Lie Zi
fueron los que emplearon más fábulas. Claro está que las concepciones
científicas de esos pensadores y políticos constituyeron el tesoro de la
cultura antigua de China y alcanzaron lucimiento en la historia de China; y las
fábulas que usaron esos sabios como medios de comunicación se conservaron y
asimilaron después más ampliamente gracias a sus obras, y fueron empleadas en
las luchas de la vida cotidiana. Eso ocurrió porque esas fábulas creadas y
pulidas por el pueblo no sólo poseían un manifiesto colorido en las imágenes y
un carácter típico en las ideas sino que también eran concisas, fáciles y
comprensibles para las gentes.
Después de la unificación de la
dinastía Han, en el siglo II antes de nuestra era, el dominio feudal se va
intensificando de día en día. Los gobernantes prohíben las diversas escuelas
ideológicas, haciendo de la de Confucio la ideología oficial. Tanto la elección
de los temas como el empleo del personal* se realizan
conforme al criterio de las obras clásicas de la escuela de Confucio,
considerándose las fábulas populares como despreciables charlas callejeras. En
realidad las fábulas populares satirizaban a menudo a la sociedad y a los
acontecimientos contemporáneos y desfavorecían mucho a los gobernantes; por eso
no es de extrañar que estos últimos quisieran eliminarlas. Por consiguiente
aunque las fábulas siguieron produciéndose como siempre entre el pueblo, son
muy escasas las que pasaron a los libros, y sólo unas pocas se escribieron de
manera casual. Es de notar que Liu Zongyuan, del siglo VIII, y Su Shi,
del siglo XI, escribieron unas cuantas fábulas y el último, una recopilación
titulada Miscelánea de Ai Zi. Fueron ambos literatos
famosos de China y los dos sufrieron reveses políticos. Escribieron fábulas
para satirizar a la sociedad y a los acontecimientos contemporáneos. Además, Liu Ji, del siglo XIV, que vivió
en el periodo de la dominación de China por los mongoles, conoció los tremendos
sufrimientos del pueblo y escribió Yu Li
Zi, compuesto en su mayor parte de fábulas.
Aunque estas fábulas desempeñaron un papel de medios para las luchas, carecen
de colorido popular, porque la mayoría de ellas fueron escritas por literatos y
sabios. No obstante, las mejores de ellas no son, como es natural, peores que
las del pasado.
En los siglos XVI y XVII, la
dominación de la dinastía Ming iba decayendo cada
día, los cortesanos poderosos y los eunucos se disputaban el poder y las
riquezas, las calamidades incesantes y los impuestos fabulosos hicieron más
insoportable la vida para el pueblo y surgieron así quejas y maldiciones a
granel. Los intelectuales progresistas de aquel tiempo adoptaron con frecuencia
las anécdotas populares graciosas y las redactaron en forma de fábulas para
satirizar a la sociedad y a los acontecimientos contemporáneos. Jiang Yingke, autor de Relatos de Xuetao,
y Zhao Nanking, autor de Elogio de la Risa, por ejemplo, tenían pasiones políticas, pero
fueron eliminados por los cortesanos poderosos y los eunucos, y no tuvieron
otro remedio para desahogarse que escribir fábulas satirizando las maldades de
su tiempo. Feng Menglong,
compilador de Tesoro de los Chistes,
entre otros libros, además de recolectar y adaptar muchas fábulas, recopiló
numerosas obras de otras especies de la literatura popular, que se conservan
hasta ahora gracias a su trabajo. Puede ser considerado un personaje de mérito
en la literatura popular china. En resumen, en ese periodo no sólo surgieron
muchos escritores de fábulas y todos con obras propias, sino que también éstas
están saturadas de la riqueza de la vida del pueblo. En este aspecto heredaron
y desarrollaron la excelente tradición de las fábulas de los siglos III y IV
antes de nuestra era.
Por último, se debe aclarar que todas
las fábulas recopiladas en esta colección son obras de los escritores antiguos,
y aunque muchas circulan de boca en boca entre el pueblo, y entre ellas algunas
excelentes, no han sido recopiladas en esta colección.
DE CÓMO EL VIEJO TONTO REMOVIÓ LAS MONTAÑAS
Al norte de estos montes vivía un
anciano de unos noventa años al que llamaban El Viejo Tonto. Su casa miraba
hacia estas montañas y él encontraba bastante incómodo tener que dar un rodeo
cada vez que salía o regresaba; así, un día reunió a su familia para discutir
el asunto.
- ¿Y si todos juntos desmontásemos las
montañas? – sugirió –. Entonces podríamos abrir un camino hacia el Sur, hasta
la orilla del río Hanshui.
Todos estuvieron de acuerdo. Sólo su
mujer dudaba.
- No tienen la fuerza necesaria, ni
siquiera para desmontar un cerrejón – objetó –. ¿Cómo podrán remover esas dos
montañas? Además, ¿dónde van a vaciar toda la tierra y los peñascos?
- Los vaciaremos en el mar – fue la
respuesta.
Entonces el Viejo Tonto partió con sus
hijos y nietos. Tres de ellos llevaron balancines. Removieron piedras y tierra
y, en canastos los acarrearon al mar. Una vecina, llamada Jing,
era viuda y tenía un hijito de siete u ocho años; este niño fue con ellos para
ayudarles. En cada viaje tardaban varios meses.
Un hombre que vivía en la vuelta del
río, a quien llamaban El Sabio, se reía de sus esfuerzos y trató de
disuadirlos.
- ¡Basta de esta tontería! – exclamaba
–. ¡Qué estúpido es todo esto! Tan viejo y débil como es Ud.
no será capaz de arrancar ni un puñado de hierbas en esas montañas. ¿Cómo va a
remover tierras y piedras en tal cantidad?
El Viejo Tonto exhaló un largo
suspiro.
- ¡Qué torpe es Ud.!
– le dijo –. No tiene Ud. ni siquiera la intuición
del hijito de la viuda. Aunque yo muera, quedarán mis hijos y los hijos de mis
hijos; y así sucesivamente, de generación en generación. Y como estas montañas
no crecen, ¿por qué no vamos a ser capaces de terminar por removerlas?
Entonces El Sabio no tuvo nada que
responder.
Lie Zi[1]
LA SOSPECHA
Un hombre perdió
su hacha; y sospechó del hijo de su vecino. Observó la manera de caminar del
muchacho –exactamente como un ladrón. Observó la expresión del joven –idéntica
a la de un ladrón. Observó su forma de hablar –igual a la de un ladrón. En fin,
todos sus gestos y acciones lo denunciaban culpable de hurto.
Pero más tarde, encontró su hacha en
un valle. Y después, cuando volvió a ver al hijo de su vecino, todos los gestos
y acciones del muchacho le parecían muy diferentes de los de un ladrón.
Lie Zi
DEMASIADOS SENDEROS
Un vecino de Yang Zi, que había perdido una
oveja, mandó a todos sus hombres a buscarla y le pidió al sirviente de Yang Zi que se uniera a ellos.
- ¡Qué! – exclamó Yang
Zi –. ¿Necesita Ud. a todos
estos hombres para encontrar una oveja?
- Son muchos los senderos que puede
haber seguido – explicó el vecino. Cuando regresaron, Yang
Zi preguntó al vecino:
- Bueno, ¿encontraron la oveja?
Este contestó que no. Entonces Yang Zi preguntó por qué habían
fracasado.
- Hay demasiados senderos – respondió
el vecino –. Un sendero conduce a otro, y no supimos cuál tomar; así es que
regresamos.
Yang Zi se quedó hondamente pensativo. Permaneció silencioso
largo tiempo y no sonrió en todo el día.
Sus discípulos estaban sorprendidos.
- Una oveja es una nadería – dijeron
–, y ésta no era ni siquiera suya. ¿Por qué tiene Ud.
que dejar de hablar y sonreír?
Yang Zi no respondió, y sus discípulos se llenaron de
perplejidad. Uno de ellos, Mengsun Yang, fue a contarle a Xindu Zi lo que ocurría.
- Cuando hay demasiados senderos –
dijo Xindu Zi –, un hombre
no puede encontrar su oveja. Cuando un estudiante se dedica a demasiadas cosas,
malgasta su tiempo y pierde su ruta. Usted es discípulo de Yang
Zi y aprende de él; sin embargo, parece que no ha
llegado a comprenderle nada. ¡Qué lástima!
Lie Zi
EL OBSEQUIO DE LAS PALOMAS
Era costumbre en Handan cazar palomas para regalarlas al príncipe el día de
Año Nuevo. Esto agradaba tanto al soberano que repartía valiosas recompensas.
Alguien le preguntó la razón de esta costumbre.
- El día de Año Nuevo dejo las palomas
en libertad para demostrar mi bondad – contestó el príncipe.
- Como sus súbditos saben que Ud. necesita palomas para libertarlas, todos se dedican a
cazarlas – comentó el otro –. Y el resultado es que al cazarlas, mueren muchas.
Si Ud. realmente quiere salvarlas, es mejor que
prohíba su caza. Tal como están las cosas, Ud. las
caza para libertarlas y su bondad no puede reparar el daño que ocasiona.
El príncipe asintió.
Lie Zi
EL PLÁTANO TALADO
Un hombre tenía un plátano seco.
- El conservar un plátano seco trae mala suerte – dijo su vecino.
Pero cuando el dueño del árbol lo hubo
talado, el vecino le pidió un poco de leña para el fuego.
- El viejo sólo quería leña – pensó el
hombre enfadado –. Por eso me dijo que derribara mi árbol. Somos vecinos, e
incluso así me engaña de esta manera. ¡Esto ya es demasiado!
Lie Zi
EL TÍTULO DE PROPIEDAD PERDIDO EN EL CAMINO
Un hombre del
Reino de Song paseaba por un camino cuando encontró
un título de propiedad, abandonado. Se lo llevó a su casa y lo escondió; y
secretamente calculaba con frecuencia las partidas.
- Voy a ser rico – le dijo a un
vecino.
Lie Zi
EL HOMBRE QUE NO VIO A NADIE
Había una vez un
hombre en el Reino de Qi que tenía sed de oro. Una
mañana se vistió con elegancia y se fue a la plaza. Apenas llegó al puesto del
comerciante en oro, se apoderó de una pieza y se escabulló.
El oficial que lo aprehendió le
preguntó:
- ¿Por qué robo el oro en presencia de
tanta gente?
- Cuando tomé el oro – contestó –, no vi a nadie. No vi más que el oro.
Lie Zi
EL COCHERO VANIDOSO
Un día Yan Zi, Primer Ministro del Reino
de Qi, salió en su carroza. La mujer de su cochero,
desde el portal observó cómo su marido, engreído y presumido, conducía los
cuatro caballos desde el pescante.
Cuando el cochero regresó a casa la
mujer le dijo que quería abandonarle.
El marido preguntó el porqué.
- Yan Zi es Primer Ministro de Qi –
repuso ella –. Es famoso a través de todos los Reinos. Pero hoy lo vi sumido en sus pensamientos y sin darse aires. Tú eres un
simple cochero; sin embargo te das gran importancia y estás muy satisfecho de
ti mismo. Por eso te quiero dejar.
Desde entonces, el marido se comportó
con modestia. Cuando Yan Zi,
sorprendido, inquirió el motivo de este cambio, el cochero le dijo la verdad.
Entonces Yan Zi lo
recomendó para un puesto oficial.
Yan Zi[2]
EL SEÑOR YE AMABA LOS DRAGONES
Al señor Ye le
gustaban tanto los dragones que los tenía pintados o tallados por toda la casa.
Cuando se enteró el verdadero dragón de los cielos, voló a la tierra y metió su
cabeza por la puerta de la casa del señor Ye y su cola por una de las ventanas.
Cuando el señor Ye lo vio, huyó asustado, casi se volvió loco.
Esto demuestra que el señor Ye, en
realidad, no amaba tanto a los dragones. Sólo le gustaba aquello que se le
parecía, pero en ningún caso el auténtico dragón.
Shen Zi[3]
DIEZ MIL ONZAS DE ORO
En el Reino de Qi vivía un tal Dongguo Chang quien tenía la costumbre de expresar en alta voz sus
deseos. Una vez dijo que le gustaría poseer diez mil onzas de oro. Uno de sus
discípulos le preguntó si podría ayudarlo en caso de que sus deseos se
realizaran.
- No – le contestó – necesitaré ese dinero
para comprarme un cargo oficial.
Sus discípulos se indignaron. Todos lo
abandonaron pasándose al Reino de Song.
Por haberse apegado demasiado a lo que
aún no poseía, perdió lo que tenía.
Shang Zi[4]
EL PARO Y EL GIGANTESCO ROCHO
Había una vez un
pájaro llamado rocho, de cuerpo tan enorme como la montaña Taishan
y alas como nubes que cubrían los cielos. Cuando se remontaba por los aires, se
levantaba un ventarrón; y, en cada vuelo abarcaba 90.000 li deslizándose sobre el vapor brumoso, bajo el cielo azulado. Una
vez iba volando hacia el Mar del Sur.
- ¿Hacia dónde irá? – se preguntaba un
paro riéndose –. Yo salto unos cuantos ren y luego bajo a divertirme entre los arbustos. Esto es
más que suficiente para mí. ¿A dónde más querrá ir?
Aquí se puede ver la diferencia de
punto de vista entre el grande y el pequeño.
Zhuang Zi[5]
UNGÜENTO PARA MANOS AGRIETADAS
En el Reino de Song había una familia que elaboraba un ungüento para las
grietas en las manos; por eso, de generación en generación, se dedicaban al
lavado de ropa. Un hombre oyó hablar de la cosa y ofreció 100 monedas de oro
por la receta.
- Hemos estado, por generaciones, en
este negocio de la lavandería – argumentaba la familia, mientras discutía la
oferta –. Pero jamás ganamos más que unas cuantas monedas de oro. Sin vacilar
debemos venderla.
Por entonces, el Reino de Yue invadía el Reino de Wu; y el hombre que habían comprado
la receta, se la regaló al príncipe de Wu, quien al punto lo nombró general.
Ese invierno, sus tropas entraron en un combate naval con las de Yue, derrotando totalmente al enemigo. Y el príncipe
recompensó al general con un feudo.
Así, el mismo ungüento para las manos
agrietadas pudo ganar un feudo, o simplemente aliviar a los lavanderos.
Todo depende del uso que se dé a las
cosas.
Zhuang Zi
EL PÁJARO VÍCTIMA DE LA BONDAD
Una gaviota
descendió en un suburbio de la capital de Lu. El marqués de Lu
le dio la bienvenida y la festejó en el templo, disponiendo para ella la mejor
música y los más importantes sacrificios. Pero el ave estaba aturdida y parecía
bien triste, no atreviéndose a tragar un bocado de carne o una sola copa de
vino. Al cabo de tres días, murió.
El marqués de Lu
agasajó a la gaviota como a él le gustaba ser agasajado y no como a ella le
habría gustado.
Zhuang Zi
EL ARTE DE MATAR DRAGONES
Zhu Pingman fue a Zhili Yi para aprender a matar dragones. Estudió tres años y
gastó casi toda su fortuna hasta conocer a fondo la materia.
Pero había tan pocos dragones que Zhu no encontró dónde practicar su arte.
Zhuang Zi
EQUIVOCADA
Como Xi Shi, la famosa belleza, sufría
del corazón, a menudo fruncía el entrecejo a la vista de los vecinos.
En el mismo pueblo, una niña fea la
vio, y creyendo que aquel gesto era encantador, cruzaba sus manos sobre el
pecho y fruncía el entrecejo ante todo el mundo. Pero, al verla, el rico atrancaba
sus puertas y no volvía a salir; el pobre huía llevándose a su mujer y a sus
hijos.
¡Pobrecilla! Podía admirar el ceño de Xi Shi, pero no sabía por qué era
hermosa.
Zhuang Zi
LA RANA EN EL POZO
En un pozo poco
profundo vivía una rana.
- ¡Mira qué bien estoy aquí! – le decía a
una gran tortuga del Mar del Este –. Cuando salgo puedo saltar alrededor, sobre
el brocal, y cuando regreso puedo descansar en las hendiduras de los ladrillos.
Puedo chapalear, sacando sólo la cabeza fuera del agua, hasta llenar mi corazón
de gozo; o andar sobre el lado suave con los pies sumergidos hasta los
tobillos. Ni los cangrejos, ni los renacuajos pueden compararse conmigo. Soy
amo del agua y señor de este pozo. ¿Qué más puede ambicionar un ser? ¿Por qué
no vienes aquí, más a menudo, a pasar un rato?
Antes que la tortuga del Mar del Este
pudiera meter su pie izquierdo en el pozo, sin saber cómo, ya su pie derecho se
había enganchado con algo. Se detuvo y retrocedió; entonces comenzó a describir
a la rana el océano.
- Tiene más de mil li de ancho y más de mil ren de
profundidad. En otros tiempos había inundaciones nueve años de cada diez; sin
embargo, el agua del océano no aumentaba. Después hubo sequía siete años de
cada ocho, sin embargo, el agua del océano no disminuía. Se ha mantenido igual
a través de los años. Por eso me gusta vivir en el Mar del Este.
La rana, en el pozo insignificante, se
quedó atolondrada y sintió algo de vergüenza.
Zhuang Zi
LA CARPA EN EL CARRIL SECO
Zhuang Zhou no tenía dinero. Un día fue a ver al Marqués Guardador
del Río para pedirle prestado un poco de grano.
- Está muy bien – dijo el marqués –.
Pronto habré recogido los impuestos de mi feudo; entonces le prestaré
trescientas monedas de oro. ¿Qué le parece?
Zhuang Zhou, muy indignado, le contó esta historia: Cuando ayer
venía hacia acá oí una voz que me llamaba; mirando en torno vi
una carpa tendida en un carril seco del camino.
- ¿Qué le pasa, carpa? – le pregunté.
- Soy oriunda del Mar del Este – contestó
–. ¿No tiene Ud. un cubo de agua para salvar mi vida?
- Muy bien – le dije –. Muy pronto
visitaré a los príncipes Wu y Yue, en el Sur, y le
haré llegar el agua del Río del Oeste. ¿Qué le parece?
La carpa se indignó muchísimo.
- Estoy fuera de mi elemento habitual
– dijo –, y no tengo donde residir. Un cubo de agua me salvaría, pero Ud. no me da sino promesas inútiles. Pronto tendrá que
buscarme en la pescadería.
Zhuang Zi
DE CÓMO DOS PASTORCILLOS PERDIERON SUS OVEJAS
Dos pastorcillos,
Zang y Gu, salieron juntos
con sus rebaños y perdieron sus ovejas. Cuando el patrón preguntó a Zang qué había estado haciendo, contestó que leyendo.
Cuando interrogó a Gu, dijo que jugando a las damas.
Estuvieron haciendo cosas diferentes;
sin embargo, ambos, por igual, perdieron sus ovejas.
Zhuang Zi
TRES O CUATRO CASTAÑAS
Un amaestrador de
monos, en el Reino de Song, era muy aficionado a
estos animales y mantenía un gran número de ellos. Era capaz de entenderles, y
los monos a él. Por supuesto, tenía que apartar una porción de la comida de su
familia para dársela a ellos. Pero llegó un día en que no sobraba comida en
casa y él quiso disminuir la ración de los monos. Temía, sin embargo, que no
estuviesen de acuerdo con esto, y decidió engañarlos.
- Les daré tres castañas cada mañana y
cuatro cada tarde – les dijo –. ¿Será suficiente?
Todos los monos se alzaron en señal de
protesta.
- Bueno, ¿qué les parece entonces: cuatro
en la mañana y tres en la tarde?
Los monos, esta vez, volvieron a
ponerse en cuclillas, bastante satisfechos.
Zhuang Zi
EL PRÍNCIPE Y SU ARCO
El príncipe Xuan era aficionado a disparar flechas y le agradaba que le
dijeran que era un arquero fuerte. Pero la verdad era que no podía tender un
arco que pesara más de treinta libras. Cuando mostraba su arco a sus
acompañantes, éstos simulaban tratar de arquearlo, pero lo hacían sólo hasta la
mitad de su extensión.
- ¡Debe pesar por lo menos noventa
libras! – exclamaban todos –. Nadie, salvo Su Alteza, puede manejar un arco
así.
Y esto llenaba al príncipe de
satisfacción.
Aunque tendía un arco de sólo 30
libras, hasta el fin de su vida creyó que éste pesaba 90. Eran 30 de hecho y 90
de nombre. Por mantener fama inmerecida, el príncipe dejó la verdad por el
camino.
Yin Wen Zi[6]
PARA APRENDER A JUGAR A LAS DAMAS
El juego de damas
es un arte menor, pero aun siendo así, hay que concentrar toda la atención al
aprenderlo. Qiu, el mejor jugador de damas del país,
tenía dos discípulos. Uno de ellos seguía con plena atención lo que Qiu decía, mientras el otro, aunque también escuchaba al
maestro, no hacía más que pensar en los cisnes del cielo y ansiaba tomar su
arco y su flecha para cazarlos. Por eso no aprendió tanto como el otro. No
porque fuese menos inteligente.
Mencio[7]
EL LADRÓN DE POLLOS
Había una vez un
hombre que robaba cada día un pollo a sus vecinos.
- Es malo robar – le advirtió alguien.
- Voy a enmendarme – prometió el
ladrón de pollos –. Robaré un pollo al mes, desde ahora; y ninguno desde el
próximo año.
Si él sabía que estaba cometiendo una
mala acción debió haberse corregido de inmediato, ¿por qué esperar otro año?
Mencio
- He hecho cuanto
he podido por el Estado – dijo el príncipe Hui de Liang a Mencio –. Cuando se
pierde la cosecha en el Oeste del río, traslado la gente al Este o traigo grano
del Este para socorrerla. Si la cosecha es pobre en el Este, hago lo mismo.
Observo a los gobernantes de otros reinos y ninguno hace tanto como yo por su
gente; sin embargo, su población no ha decrecido, y la mía no ha aumentado.
¿Puede Ud. decirme por qué?
- Ya que a Su Majestad le gusta combatir
– contestó Mencio –, permítame tomar de ahí un
ejemplo. Una vez que suenan los tambores, las tropas entran en combate.
Aquellos que son derrotados abandonan sus corazas y huyen arrastrando sus
armas. Suponga que un hombre corre cien bu y otro cincuenta, ¿tiene derecho el que ha corrido
cincuenta a reírse del que ha corrido cien?
- Claro que no – replicó el príncipe
–. No se habrá alejado cien bu, pero volvió las espaldas lo mismo.
- Si Su Majestad comprende esto –
respondió Mencio –, no debiera esperar a que la
población de su Reino sea más numerosa que la de ningún otro país vecino.
Mencio
TIRAR DE LOS BROTES PARA AYUDARLES A CRECER
A un hombre del
Reino de Song le pareció que los vástagos en sus
campos no crecían bastante aprisa. En vista de ello, dio a todos y a cada uno,
un estirón; y se fue a casa casi exhausto.
- Hoy estoy muy cansado – dijo a su
familia –. He estado ayudando a los brotes a crecer.
Su hijo salió corriendo al campo y
encontró todas sus plantas muertas.
Casi todos querrían ayudar a los
vástagos en su crecimiento; pero algunos consideran todo esfuerzo inútil y no
lo intentan, ni siquiera desbrozando el campo; otros tratan de ayudarles
dándoles un estirón. Esto último, por supuesto, es peor que inútil.
Mencio
EL HOMBRE QUE TEMÍA A LOS FANTASMAS
Al sur de Xiashou vivía un hombre llamado Juan Shuliang.
Era tonto y extremadamente miedoso. Una vez que iba caminando por un camino con
un hermoso claro de luna, vio al agachar la cabeza a su sombra ante él. Se
imaginó que un espíritu maligno estaba tendido a sus pies. Al levantar los
ojos, su mirada tropezó con dos mechones de su pelo y creyó que un demonio se
encontraba a sus espaldas. Asustado, se dio vuelta y el resto del recorrido lo
hizo retrocediendo. Al llegar a su casa cayó al suelo y entregó el alma.
Xun Zi[8]
LA CURA
Ju era un célebre
médico del Reino de Qin. Había operado de un tumor al
rey Xuan, y cuidado las hemorroides del rey Hui. A ambos los había mejorado. Un tal señor Zhang, que padecía de un tumor en la espalda, rogó a Ju que lo curara.
- ¡Ahora esta espalda ya no me
pertenece, cuídela como a usted le dé la gana, doctor! – dijo al facultativo. Ju lo trató y lo sanó.
Es indudable que Ju
era excelente en el arte de curar, pero la plena confianza que Zhang le manifestara fue también un factor importante en
esta mejoría.
Shi Zi[9]
EL HOMBRE AL FONDO DEL POZO
Hubo en otro
tiempo en el Reino de Song, un tal señor Ding que no tenía pozo. Cada día, un hombre de la servidumbre
dedicaba todo su tiempo para asegurarle el servicio del agua, pues debía ir a
buscarla muy lejos. Para simplificar el trabajo, Ding
hizo cavar un pozo en el patio.
- Al hacer cavar ese pozo en mi patio,
me he ganado un hombre – le dijo a un amigo.
Este amigo se lo contó a otro, y,
pasando de boca en boca, la observación se convirtió en esto:
«El Señor Ding,
al cavar un pozo en su patio, encontró a un hombre.»
Estas palabras se divulgaron a través
de toda la región y llegaron a oídos del rey, quien hizo llamar a Ding para saber de qué manera había encontrado a un hombre
en el fondo de su pozo.
Ding le
explicó:
- Ese pozo cavado en mi patio, me
evitó el tener que acarrear el agua desde tan lejos y por lo tanto me
proporcionó dos brazos más para los trabajos de casa, ¡eso es todo!
Zi Hua Zi[10]
MARCANDO LA BARCA PARA LOCALIZAR LA ESPADA
Un hombre del
Reino de Chu cruzaba un río cuando se le cayó la
espada al agua. Al momento hizo una marca al costado de la barquilla.
- Aquí fue donde cayó mi espada –
dijo.
Cuando la barca atracó se sumergió en
el agua para buscar su espada, bajo el punto que había marcado. Pero como la
barca se había movido y la espada no, el método para localizar la espada
resultó ineficaz.
Discursos de Lü Buwei[11]
HIJO DE UN BUEN NADADOR
Un hombre iba
caminando por la orilla del río, cuando vio a alguien que estaba por arrojar a
un niño pequeño al agua. El niño gritaba, aterrorizado.
- ¿Por qué quiere lanzar a esa
criatura al río? – preguntó al paseante.
- Su padre es un buen nadador – fue la
respuesta.
No se puede concluir que el hijo de un
buen nadador haya de saber nadar.
Discursos de Lü Buwei
EL ROBO DE LA CAMPANA
Cuando la familia
de Fan cayó en decadencia, un hombre vio en su casa una campana y quiso
robarla. Era demasiado grande para transportarla en hombros, y cuando trató de
quebrarla con un martillo fue tal el estrépito que temió que otros oyeran y se
la quitaran. Rápidamente se tapó los oídos.
Tenía razón en preocuparse de que
otros oyeran el ruido; pero era estúpido tapar sus propios oídos.
Discursos de Lü Buwei
CASTIGANDO AL CABALLO
Un viajero en el
Reino de Song metió a su caballo en un arroyo porque
éste se negaba a avanzar; luego lo volvió a montar para partir. El caballo se
negó de nuevo a nadar. Lo castigó otra vez en la misma forma. Esto se repitió
tres veces.
Ni el más experto jinete habría ideado
un medio mejor de asustar al caballo; pero si no es un jinete, sino un simple
asustador, el caballo se negará a llevarle.
Discursos de Lü Buwei
LA ANCIANA INTELIGENTE
Una anciana era
amiga de una joven casada, cuya suegra sospechaba que ella había robado un
trozo de carne y por eso quería echarla de casa. La muchacha, desesperada, fue
a lamentarse a la vieja.
- ¿Dónde puedes ir? – decía esta
última –. Voy a conseguir que tu suegra te llame.
Entonces se presentó en casa de la
joven con un haz de paja.
- Mis perros están peleando por un
pedazo de carne – dijo –. Así es que quiero lumbre para encender un fuego para
darles golpes.
Tan pronto como la suegra oyó esto,
mandó llamar a su nuera.
Esta anciana no estaba dotada de
elocuencia, y el tomar un haz de paja para pedir lumbre no es la manera
corriente de producir una reconciliación; pero cuando se produce como es
debido, se logran buenos resultados.
Comentarios de Han Ying
acerca del Libro de la Poesía[12]
PINTAR FANTASMAS
Había un artista
que pintaba para el príncipe de Qi.
- Dígame – dijo el príncipe –, ¿cuáles
son las cosas más difíciles de pintar?
- Perros, caballos y cosas semejantes
– replicó el artista.
- ¿Cuáles son las más fáciles? –
indagó el príncipe.
- Fantasmas y monstruos – aseguró el
artista –. Todos conocemos a los perros y a los caballos y los vemos todos los
días; pero es difícil pintarlos como son. Por eso son temas complicados. Pero
los fantasmas y los monstruos no tienen forma precisa y nadie los ha visto nunca;
por eso es fácil pintarlos.
Han Fei Zi[13]
EL MURO DESMORONADO
Había una vez un
hombre rico en el Reino de Song. Después de un
aguacero, el muro de su casa comenzó a desmoronarse.
- Si no repara ese muro – le dijo a su
hijo –, por ahí va a entrar un ladrón.
Un viejo vecino le hizo la misma
advertencia.
Por cierto, aquella misma noche le fue
robada una gran suma de dinero.
Entonces el hombre rico elogió la
inteligencia de su hijo; pero desconfió de su viejo vecino.
Han Fei Zi
PALILLOS DE MARFIL
Cuando el rey Zhou pidió palillos de marfil, Qi
Zi se preocupó. Temía que en cuanto el rey tuviera
palillos de marfil no se contentaría con la vajilla de barro y querría vasos de
cuerno de rinoceronte y jade; y en vez de fríjoles y verduras, pediría manjares
exquisitos, como cola de elefante y cachorros de leopardo. Difícilmente estaría
dispuesto a vestir telas burdas y a vivir bajo un techo de paja; y encargaría
sedas y mansiones lujosas.
- Me siento inquieto, temo el final de
todo esto – dijo Qi Zi.
Cinco años después, en efecto, el rey Zhou tenía un jardín repleto de manjares, torturaba a sus
súbditos con hierros candentes y se embriagaba en un lago de vino. Y así perdió
su reino.
Han Fei Zi
POR QUÉ ZENG SHEN MATÓ AL CERDO
Un día, cuando la
mujer de Zeng Shen salía
para el mercado, su hijo lloró y clamó que lo llevara con ella.
- ¡Vuélvete a casa! – y para
apaciguarlo, agregó: - Cuando yo regrese mataré al cerdo para ti.
Al regresar vio a Zeng
Shen que estaba a punto de matar al cerdo.
Rápidamente lo detuvo.
- Fue un decir – protestó –, sólo para
calmar al niño.
- ¿Cómo puedes engañar al chico de esa
manera? – le recriminó Zeng Shen
–. Los niños no saben nada, pero imitan a sus padres y aprenden de ellos.
Cuando tú defraudas al niño, le enseñas a mentir. Si una madre engaña a su
hijo, éste no confiará en ella; no es la forma de educarlo.
Zeng Shen mató al cerdo.
Han Fei Zi
EL HOMBRE QUE SIMULABA TOCAR LA DULZAINA
Cuando el
príncipe Xuan del Reino de Qi
pedía un concierto de dulzaina, solía tener hasta trescientos músicos tocando
al unísono. Por esto un letrado, llamado Nanguo,
solicitó un lugar en la orquesta y el príncipe, tomándole simpatía, le asignó
un sueldo más que suficiente para mantener a varios cientos de hombres.
Después de la muerte del príncipe Xuan, subió al trono el príncipe Min,
a quien le gustaban los solos.
En vista de eso, el letrado huyó.
Han Fei Zi
EL VENDEDOR DE LANZAS Y ESCUDOS
En el Reino de Chu vivía un hombre que vendía lanzas y escudos.
- Mis escudos son tan sólidos – se
jactaba –, que nada puede traspasarlos. Mis lanzas son tan agudas que nada hay
que no puedan penetrar.
- ¿Qué pasa si una de sus lanzas choca
con uno de sus escudos? – preguntó alguien.
El hombre no replicó.
Han Fei Zi
PARA COMPRAR UN PAR DE ZAPATOS
En el Reino de Zheng un hombre decidió comprar un par de zapatos nuevos.
Se midió el pie, pero olvidó la medida en el asiento y se fue al mercado sin
ella.
Allá encontró al zapatero.
- ¡Oh!, me
olvidé de traer la medida… - dijo, y presuroso regresó a su casa.
Cuando volvió al mercado, la feria se
había terminado y no pudo comprar los zapatos.
- ¿Por qué no se los probó? – le
preguntó uno de sus vecinos.
- Me fío más de la regla – respondió.
Han Fei Zi
UNA RECETA PARA LA INMORTALIDAD
Un desconocido
hizo saber al príncipe de Yan que podría hacerlo
inmortal; y el príncipe mandó a uno de sus súbditos a aprender este arte. Pero
antes que el hombre pudiera aprenderlo, el desconocido murió. Entonces el
príncipe, furioso, ejecutó a su súbdito.
No se dio cuenta de que el desconocido
le había engañado, y culpó de tardanza a un inocente. Eso demuestra la torpeza
del príncipe; porque un hombre aprecia más que todo su vida, y si el
desconocido no supo conservar la suya, ¿cómo iba a guardar la del príncipe?
Han Fei Zi
EL PERRO QUE AVINAGRABA EL VINO
Había, en el
Reino de Song, un tabernero cuyo vino era excelente.
No engañaba en la cantidad, era cortés con sus clientes y su enseña pendía en
el lugar más visible. Sin embargo, no podía vender su vino, que llegaba a
hacerse ácido. Preguntó a Yang Qian,
un anciano a quien conocía bien, cuál sería la explicación.
- ¿Es bravo su perro? – inquirió Yang Qian.
- Sí, en verdad lo es – contestó el
tabernero –. ¿Pero qué relación tiene eso con el hecho de que mi vino no se
venda?
- La gente teme a su perro. Cuando
mandan a un niño con dinero y un jarro a comprar vino, el perro sale a su
encuentro, a morderle. Esto es lo que avinagra su vino y la razón por la que no
lo vende.
Han Fei Zi
ESPERANDO QUE APARECIERA LA LIEBRE
Era un campesino
del Reino de Song. Un día, una liebre que corría
atolondrada se estrelló contra un árbol de su campo, se desnucó y cayó muerta.
Entonces el campesino abandonó su azadón y esperó bajo el árbol que apareciera
otra liebre. No llegaron más liebres, pero el campesino llegó a ser el
hazmerreír del Reino.
Han Fei Zi
DOS CULEBRAS SE MUDARON DE CASA
Dos culebras
querían abandonar un pantano que se estaba secando.
- Si tomas la delantera y yo te sigo –
dijo la culebra chica a la culebra grande –, los hombres se darán cuenta que
nos vamos y alguno te matará. Es mejor que me lleves a cuestas, cada una con la
cola de la otra en la boca. Entonces los hombres pensarán que somos un Dios.
Y así cogidas, cruzaron la carretera.
Todo el mundo les cedía el paso, exclamando: «¡Este es un Dios!»
Han Fei Zi
EL ARCO Y LA FLECHA
Un hombre
presumía, diciendo: «Mi arco es tan bueno que no necesita flecha». Otro
afirmaba: «Mi flecha es tan buena que no necesita arco».
El hábil arquero Yi
los oyó y les dijo: - Sin arco, ¿cómo puede disparar la flecha? Y sin flecha,
¿cómo puede dar en el blanco?
Así, se valieron a la vez del arco y
de la flecha; y Yi les enseñó a los dos hombres a
disparar.
Han Fei Zi
VENDE EL JOYERO Y LE DEVUELVEN LAS PERLAS
Un hombre,
natural del Reino de Chu, decidió vender unas perlas
en el Reino de Zheng. Hizo un joyero de madera
finísima, perfumado con especias, con incrustaciones de jade y otras piedras
preciosas y, forrado en plumas de martín pescador.
Resultó que un hombre de Zheng compró el estuche, pero devolvió las perlas al
vendedor.
Este individuo puede ser considerado
un hábil vendedor de joyeros; pero, en ningún caso, se le puede reconocer como
vendedor de perlas.
Han Fei Zi
EL CORDERO QUE VISTIÓ PIEL DE TIGRE
Un cordero vistió
la piel de un tigre.
Al mismo tiempo se pavoneaba con
orgullo, balaba con alegría frente a la hierba tierna. De pronto divisó a lo
lejos a un lobo que venía, y empezó a temblar como una hoja. Había olvidado que
se encontraba bajo la piel de un tigre.
Fa Yan[14]
DISPUTA ENTRE LA BECADA Y LA ALMEJA
Una almeja estaba
abriendo su concha para calentarse al sol cuando una becada le dio un picotazo.
La almeja atrapó con rapidez el pico
del pájaro y lo retuvo con fuerza.
- Si no llueve hoy o mañana – dijo la
becada –, habrá aquí una almeja muerta.
- Si no puedes darte el lujo de
desprenderte hoy o mañana – dijo también la almeja-, habrá aquí una becada
muerta.
Como ninguna cedió, un pescador que
por ahí pasaba atrapó a las dos.
Anécdotas de los Reinos Combatientes[15]
EL ZORRO QUE SE APROVECHÓ DEL PODER DEL TIGRE
Andando de
cacería, el tigre cogió a un zorro.
- A mí no puedes comerme – dijo el
zorro –. El Emperador del Cielo me ha designado rey de todas las bestias. Si me
comes desobedecerás sus órdenes. Si no me crees, ven conmigo. Pronto verás como
los otros animales huyen en cuanto me ven.
El tigre accedió a acompañarle; y en
cuanto los otros animales los veían llegar, escapaban. El tigre creyó que
temían al zorro, y no se daba cuenta de que a quien temían era a él.
Anécdotas de los Reinos Combatientes
RUMORES ACERCA DE ZENG SHEN
Una vez, cuando Zeng Shen fue al distrito de Fei, un hombre de su mismo nombre cometió un asesinato.
Alguien fue a decirle a la madre de Zeng Shen: - Zeng Shen
ha muerto a un hombre.
- Imposible – contestó –. Mi hijo
jamás hará tal cosa.
Y tranquilamente siguió tejiendo.
Poco después, alguien más vino a
comentar:
- Zeng Shen mató a un hombre.
La anciana continuó tejiendo.
Entonces llegó un tercer hombre e
insistió:
- Zeng Shen ha muerto a un hombre.
Esta vez la madre se asustó. Arrojó la
lanzadera y escapó, saltando la tapia.
A pesar de que Zeng
Shen era un buen hombre y su madre confiaba en él,
cuando tres hombres lo acusaron de asesinato, aun queriéndole tanto, la madre
no pudo evitar dudar de él.
Anécdotas de los Reinos Combatientes
DIRECCIÓN CONTRARIA
El príncipe de Wei tomó la determinación de invadir Handan,
capital del Reino de Zhao. Aunque Ji
Liang andaba por entonces de viaje, en cuanto lo supo
regresó. Sin esperar siquiera a que se estiraran sus ropas arrugadas ni sacudir
el polvo de sus caballos, fue a ver al rey.
- Cuando regresaba – dijo –, me crucé
en el monte Taihang con un hombre que se dirigía al
Norte. Me dijo que iba al Reino de Chu. «Si es así,
¿por qué se encamina hacia el Norte? – le pregunté». «No importa – replicó –.
Tengo buenos caballos». «Sus caballos pueden ser excelentes, pero Ud. ha tomado una dirección equivocada». «Bueno, tengo
bastante dinero». «Puede tener bastante dinero, pero esta dirección es la
contraria». «Bueno, tengo un magnífico cochero». «Cuanto mejores sean sus
caballos –le dije –, cuanto más dinero tenga y cuanto más experto sea su
cochero, tanto más se alejará del Reino de Chu».
Anécdotas de los Reinos Combatientes
DIBUJANDO UNA SERPIENTE CON PATAS
En el Reino de Chu, un hombre que había hecho una ofrenda a la divinidad,
dio a sus ayudantes la copa de vino del sacrificio.
- No es bastante para todos nosotros –
dijeron los hombres –, pero es más que suficiente para uno. Dibujemos cada uno
una serpiente en el suelo, y el vino será para el que termine primero.
El hombre que acabó primero, tomó la
copa, pero sosteniéndola con la mano izquierda siguió dibujando con la derecha.
- Hasta puedo añadirle patas – dijo.
Antes que las terminara, otro de los
ayudantes concluyó su dibujo y le arrebató la copa.
- La serpiente no tiene patas – dijo
este último –, ¿por qué se las agrega?
Así diciendo, bebió el vino. Y el que
había dibujado las patas se quedó sin beber.
Anécdotas
de los Reinos Combatientes
LA LUZ PRESTADA
Una muchacha de
uno de los talleres de la ribera era tan pobre que no podía comprar aceite para
la lámpara; por eso las otras muchachas decidieron expulsarla. Cuando la
infeliz se iba, dijo a las demás:
- Porque no tenía posibilidad de pagar
la luz, siempre llegaba la primera y barría y arreglaba los asientos. Vuestra
luz ilumina las cuatro paredes, ¿por qué no queréis que yo la comparta? A
vosotras no os perjudica prestarme vuestra luz; en cambio yo os soy útil. ¿Por
qué me arrojáis de aquí?
Dándose cuenta de la verdad que había
en sus palabras, le permitieron quedarse.
Anécdotas de los Reinos Combatientes
¿QUIÉN ES EL MÁS HERMOSO?
Zou Ji, del Reino de Qi, tenía seis
pies de altura y una figura esbelta. Una mañana se vistió elegantemente, y se
contempló en el espejo.
- ¿Quién es más hermoso? – preguntó a su
mujer –, ¿el señor Xu, de la ciudad del norte, o yo?
- Tú eres tan hermoso – contestó su
mujer –, ¿cómo puede el señor Xu comparársete?
Pero ya que el señor Xu de la ciudad del norte era tan famoso en todo el país,
por lo bien parecido, Zou Ji
no creyó del todo a su mujer. Repitió la pregunta a su concubina.
- ¿Cómo se puede comparar el señor Xu contigo? – exclamó la concubina.
Más tarde, aquella mañana, llegó un
visitante y Zou Ji le hizo
la pregunta.
- Ud. es con
mucho el más hermoso – replicó este hombre.
Al día siguiente, llegó el señor Xu en persona. Tras un análisis cuidadoso, Zou Ji se convenció de que el
señor Xu era mucho mejor parecido que él. Se estudió
frente al espejo y no dudó que él era de los dos el más corriente.
Esa noche, en su lecho, llegó a la
siguiente conclusión: mi mujer dice que soy el más hermoso, porque me lisonjea.
Mi concubina lo dice por temor. Y mi huésped lo afirma porque necesita algo de
mí.
Anécdotas de los Reinos Combatientes
LA COMPRA DE UN BUEN CABALLO
Había una vez un
rey que estaba dispuesto a pagar mil monedas de oro por un caballo que pudiera
correr mil li
sin detenerse. Durante tres años trató en vano de conseguir un corcel
semejante.
Entonces alguien le propuso: -
Permítame buscar un caballo para Su Majestad.
El rey aceptó.
Después de tres meses, el hombre
regresó, habiendo pagado quinientas monedas de oro por la cabeza de un caballo
muerto.
El rey estaba furioso.
- ¡Quiero un caballo vivo! – gritó –.
¿Para qué me sirve un caballo muerto? ¿Por qué gastar quinientas monedas de oro
en nada?
Pero el hombre dijo: - Si Su Majestad
paga quinientas monedas de oro por un caballo muerto, ¿no daría mucho más por
uno vivo? Cuando la gente lo oiga, sabrá que Su Majestad está realmente
dispuesta a pagar por un buen caballo y de inmediato enviarán los mejores.
En efecto: el rey logró comprar tres
excelentes caballos, en menos de un año.
Anécdotas de los Reinos Combatientes
LA FIGURA DE BARRO Y LA IMAGEN DE MADERA
Cuando el señor Meng Chang Jun decidió abandonar
su tierra natal –el Reino de Qi– para desempeñar un
cargo en el Reino de Qin, cientos de personas trataron
de disuadirle. Pero él no les escuchaba. Entonces Su Qin,
el retórico, quiso convencerle.
- He oído todos los argumentos que los
hombres pueden discurrir – dijo el señor Meng Chang Jun –. Sólo faltan razones sobrenaturales.
- He venido sin la intención de
discutir problemas terrenales – contestó Su Qin –.
Pido audiencia para hablar de lo sobrenatural.
Entonces el señor le recibió, y Su Qin contó la historia siguiente:
«Pasando el río Zi,
cuando venía hacia acá, oí como conversaban una figura de barro y una imagen de
madera de durazno.
- Tú eras una porción de tierra en la
ribera del Oeste – se mofaba la imagen de madera –. Ahora te han modelado en
una figura; pero durante las grandes lluvias del octavo mes, cuando el río
crezca, puedes estar segura que serás destruida.
- ¿Qué hay con eso? – respondió mordaz
la figura de barro –. Vengo de la ribera Oeste, y cuando sea destruida volveré
a ser parte de ella. Pero tú estás hecha de un palo de durazno del país del
Este, tallado en imagen. Cuando vengan las grandes lluvias y el río crezca, tú
serás barrida lejos y entonces, ¿qué harás?
- El Reino de Qin
tiene entradas fortificadas a todos los lados, por lo que es como entrar en las
fauces del tigre. Si va Ud. a Qin,
temo que nunca volverá.»
Entonces el señor abandonó su plan.
Anécdotas de los Reinos Combatientes
LA LECHUZA SE MUDA DE CASA
Un día la lechuza
se encontró con la tórtola.
- ¿A dónde vas? – preguntó la tórtola.
- Me estoy mudando al Este – dijo la
lechuza.
- ¿Por qué? – demandó la tórtola.
- A la gente de aquí no le gusta mi
graznido – replicó la lechuza –. Por eso quiero trasladarme al Este.
- Si puedes cambiar tu voz, estará muy
bien. Pero si no puedes, aunque te vayas al Este, será lo mismo, porque a la
gente de allí no le gustará tampoco.
Jardín de las Anécdotas[16]
EL USO DE LAS PARÁBOLAS
Hui Zi está siempre usando parábolas –se quejó alguien al
príncipe de Liang–. Si Su Majestad le prohíbe hablar
en parábolas, no sabrá explicarse con claridad.
El príncipe asintió.
Al día siguiente, el príncipe vio a Hui Zi.
- Desde ahora – le dijo – haga el
favor de hablar de manera directa, y no en parábolas.
- Supongamos que hay un hombre que no sabe lo
que es la catapulta – replicó Hui Zi
–. Si pregunta cómo es y Su Alteza le dice que una catapulta es como una
catapulta, ¿comprenderá él lo que Su Alteza quiere decir?
- ¡Claro que no! – respondió el príncipe.
- Pero supongamos que Su Alteza le
dice que una catapulta es como un arco y que su cuerda está hecha de bambú, ¿no
le comprenderá mejor?
- Sí, será mucho más claro – admitió
el príncipe.
- Comparamos algo que un hombre ignora
con algo que conoce para ayudarle a comprender – dijo Hui
Zi –. Si no me permite usar parábolas, ¿cómo puedo
aclararle las cosas a Su Alteza?
El príncipe convino en que Hui Zi tenía razón.
Jardín de las Anécdotas
LA PARÁBOLA DEL ESTUDIO
- Ya tengo
setenta años – dijo el duque Ping de Jin a su músico
ciego, Shi Kuang –. Aunque
quisiera estudiar y leer algunos libros, creo que ya es demasiado tarde.
- ¿Por qué no enciende la vela? –
sugirió Shi Kuang.
- ¿Cómo se atreve un súbdito a bromear
con su señor? – exclamó el duque enojado.
- Yo, un músico ciego no me atrevería
– protestó Shi Kuang –.
Pero he oído decir que si un hombre es devoto al estudio en su juventud, su
futuro es brillante como el sol matinal; si se aficiona al estudio en su edad
media, es como el sol de mediodía; mientras que si comienza a estudiar de
viejo, es como la llama de la vela. Aunque la vela no es muy brillante, a lo
menos es mejor que andar a tientas en la obscuridad.
El duque estuvo de acuerdo.
Jardín de las Anécdotas
EL DRAGÓN TRANSFORMADO EN PEZ
Una vez el dragón
blanco descendió del cielo a un lago muy frío, y tomó la forma de un pez. Un
pescador, llamado Yu Qie,
le atravesó un ojo de un disparo. El dragón blanco voló al punto a quejarse al
Emperador del Cielo.
- ¿Qué forma habías tomado en esa
ocasión? – preguntó el Emperador del Cielo.
- Tomé la forma de un pez, cuando bajé
al lago.
- Entonces no tiene nada de extraño
que un pescador tratara de pescarte. ¿Cómo puedes culpar a Yu
Qie?
Jardín de las Anécdotas
LA CIGARRA, EL MANTIS Y EL GORRIÓN
El príncipe de Wu
decidió atacar el Reino de Ping. Advirtió severamente a sus súbditos que
cualquiera que lo objetara sería condenado a muerte.
Uno de sus mayordomos quiso protestar,
pero no se atrevió. En cambio, tomó una honda y unos guijarros y anduvo por el
jardín trasero hasta que sus ropas se humedecieron de rocío. Lo hizo durante
tres mañanas.
- Ven acá – le ordenó el príncipe –.
¿Qué haces para que se mojen tus ropas de rocío?
- Hay un árbol en el jardín – dijo el
mayordomo –, y en él una cigarra. Esta cigarra ahí posada, chirriando y
bebiéndose el rocío, no sabe que hay un mantis detrás. Y el mantis estirándose
cuan largo es, levanta las patas para atrapar a la cigarra, sin saber que hay
un gorrión cerca. El gorrión, a su vez, alarga su cuello para picar al mantis,
sin darse cuenta que abajo alguien espera con una honda. Estas tres criaturas
están tan ansiosas de beneficiarse con lo que tienen ante sus ojos que no
advierten el peligro a sus espaldas.
- ¡Bien dicho! – replicó el príncipe,
y desistió de su plan.
Jardín de las Anécdotas
ARMADURA
Un día Tian Zan se presentó ante el
príncipe de Ping hecho un andrajoso.
- Su vestimenta está bastante raída,
señor – comentó el príncipe.
- Hay ropas peores que éstas –
contestó Tian Zan.
- Dígame, por favor, ¿cuáles son?
- La armadura es peor.
- ¿Qué quiere decir con eso?
- Es fría en invierno y caliente en
verano; por eso no hay peor ropa que una armadura. Ya que soy pobre, es natural
que mis ropas sean andrajosas; pero Su Alteza es un príncipe con diez mil
carrozas y una incalculable fortuna; sin embargo le gusta vestir a los hombres
de armaduras. Esto no lo puedo comprender. ¿Tal vez Su Alteza busca la fama?
Pero la armadura se usa en la guerra, cuando a los hombres se les corta la
cabeza y se acribilla sus cuerpos; se arrasan sus ciudades y se tortura a sus
padres y a sus hijos; lo cual nada tiene de glorioso. ¿O tal vez va Su Alteza
en busca de ganancias? Pero si trata de dañar a otros, otros tratarán de
dañarle, y si Su Alteza pone en peligro sus vidas, harán peligrar la suya. Así
no conquistará sino tribulaciones para sus propios hombres. Si yo fuera Su
Alteza, no haría la guerra, ni por lo uno ni lo otro.
El príncipe de Ping no pudo replicar.
Nuevos Discursos[17]
EL CUERO Y EL PELO
Mientras viajaba
por el país, el marqués Wen del Reino de Wei, vio a un hombre que llevaba puesta una piel con el
pelo hacia adentro, y cargado con un fardo de leña.
- ¿Por qué usa el cuero hacia fuera
para llevar la leña? – preguntó el marqués.
- Para proteger el pelo – fue la
respuesta.
- ¿No se da cuenta, hombre – dijo el
marqués – que si se gasta el cuero, también perderá el pelo?
Nuevos Discursos
QUIEN MERECÍA EL PUESTO DE HONOR
Un hombre que
pasaba frente a la casa de un amigo notó que la chimenea era recta y que una
pila de leña había sido colocada cerca de la estufa.
- Es mejor que construya otra chimenea
con un codo – advirtió al dueño de casa – y aparte esa leña; de otra manera
puede provocarse un incendio.
Pero el dueño de casa no hizo caso del
consejo.
Tiempo después la casa se incendió;
pero por fortuna los vecinos ayudaron a apagarla. Entonces la familia mató un
buey y preparó vino para expresar sus agradecimientos a los vecinos. Aquellos
que habían sufrido quemaduras fueron colocados en los puestos de honor; y el resto,
de acuerdo a su mérito; pero no se mencionó al hombre que les había aconsejado
construir una chimenea nueva.
- Si Ud.
hubiera aceptado el consejo de aquel hombre – recordó alguien al dueño de la
casa –, se habría ahorrado los gastos del buey y del vino y habría evitado el
incendio. Ahora está Ud. agasajando a sus vecinos
para agradecerles lo que hicieron, pero, ¿es justo olvidar al hombre que le
aconsejó reconstruir la chimenea y apartar la leña, mientras trata a aquellos
que sufrieron quemaduras como huéspedes de honor?
El anfitrión se dio cuenta de su error
e invitó al hombre que le había aconsejado correctamente.
Historia de la Dinastía Han[18]
MÚSICA PARA UNA VACA
Un día, el
célebre músico Gong Mingyi tocó música clásica ante
una vaca; ésta continuó pastando como si nada. «No es que ella no la oiga, es
mi música que no le interesa» - se dijo el músico. Se puso entonces a imitar en
su qin el
zumbido de las moscas y el mugido de los terneritos. Al instante la vaca paró
la oreja, y balanceando su cola se acercó al músico para escuchar hasta el
final la música, que, esta vez tenía un significado para ella.
Mou Zi[19]
LLORANDO LA MUERTE DE UNA MADRE
La madre de un
hombre que vivía al este del pueblo murió y él lloró su muerte; pero su llanto
no sonaba triste.
Cuando el hijo de una mujer que vivía
al oeste del pueblo lo vio, fue a su casa y dijo a su madre:
- ¿Por qué no se muere pronto? Le
prometo llorarla con gran desconsuelo.
Será difícil que un hombre que desea la
muerte de su madre pueda llorarla amargamente.
Huai Nan Zi[20]
EL CIEGO Y EL COJO
Cierto país fue
invadido por el enemigo. Cuando un cojo se lo comunicó a un ciego, éste se
cargó al cojo a sus espaldas y escaparon juntos. Lo hicieron aprovechando lo
mejor de cada uno.
Huai Nan Zi
DOS PARES DE OJOS
Había una vez dos
hombres que discutían a propósito de la fisonomía del rey.
- ¡Qué bello es! – decía uno.
- ¡Qué feo es! – decía el otro.
Después de una larga y vana discusión,
se dijeron el uno al otro:
- ¡Pidámosle la opinión a un tercero y
usted verá que yo tengo razón!
La fisonomía del rey era como era y
nada podía cambiarla; sin embargo, uno veía a su soberano bajo un aspecto
ventajoso y el otro, todo lo contrario. No era por el placer de contradecirse
que sostenían opiniones diferentes, sino porque cada cual lo veía a su manera.
Wan Ji Lun[21]
LAS REDES DE “MALLA ÚNICA”
La expresión
corriente dice: «Cuando veas a los pájaros acercarse, preparen sus redes, pues
basta con una malla para cazar a un pájaro».
Seducido por estas palabras, cierto
hombre tejió redes que sólo tenían una malla cada una; jamás cazó pájaro
alguno.
Shen Jian[22]
EL REFLEJO DEL ARCO
Mi abuelo, que
era magistrado del distrito de Jixian, invitó una vez
a su secretario Du Xuan a
beber con él durante las fiestas del solsticio de verano. Un arco rojo que
colgaba en la pared norte producía en su copa un reflejo parecido a una
serpiente; pero a pesar de que Du Xuan
estaba asustado no se atrevió a negarse a beber. Más tarde le acometió un
fuerte dolor de estómago, y no pudo comer; por lo tanto adelgazó mucho. Aunque
probó toda clase de medicamentos, no se curó.
Tiempo después, mi abuelo que fue a
casa de Du Xuan por algunos
asuntos, le preguntó cómo había contraído su enfermedad.
- Por temor a la serpiente que me
tragué – le dijo Du Xuan.
Una vez de regreso, mi abuelo
reflexionó, se volvió, vio el arco, y comprendió lo que había sucedido. Envió a
un subordinado con un carruaje para que trajera a Du Xuan a su casa. Le ofreció vino en el mismo lugar, de modo
que la serpiente apareció otra vez en la copa.
- Es simplemente el reflejo de ese
arco en la pared – dijo a su secretario.
De inmediato Du
Xuan se sintió mejor y grandemente aliviado, se puso
bueno.
Temas Tradicionales[23]
EL CERDO DE CABEZA BLANCA
Una vez, en Liaodong, a un porquero le salió en su piara un cerdito de
cabeza blanca; y creyendo que se trataba de un prodigio, decidió regalárselo a
la corte. Cuando llegó a Hedong, sin embargo,
advirtió que ahí todos los puercos tenían la cabeza blanca; muy corrido regresó
a su casa.
Historia de la Dinastía Han Posterior[24]
LA ANGUILA SAGRADA
En el dique del
Pabellón de Piedra, en Kuaiji, se yergue un gran
arce. El tronco se ha podrido y está hueco; así, cuando llueve, el árbol vacío
le llena de agua. Un vendedor que pasaba por el lugar con un cargamento de
anguilas, puso, por divertirse, una de ellas en el tronco podrido.
Como las anguilas no se dan en los
árboles, cuando los aldeanos la vieron no dudaron que se trataba de una anguila
sagrada. Construyeron un templo junto al árbol, sacrificaban ganado cada día y
llamaron al lugar Templo de la Madre Anguila.
Creían los que rezaban en el altar
tendrían de súbito buena suerte, y los que ofendían al dios serían perseguidos
por la desgracia.
Cuando el vendedor volvió por este
mismo camino y vio lo que había pasado, se llevó la anguila para hacer con ella
un caldo.
Así dejó de ser sagrada.
Jardín de las Maravillas[25]
LA ESCULTURA DEL FÉNIX
El artesano Gongshu estaba cincelando un fénix. Apenas había esbozado
el penacho y las patas, y no esculpía aún el plumaje, cuando alguien dijo
mirando la obra: «Parece un búho». Y otro: «Más bien recuerda a un pelícano».
Todos rieron y estuvieron de acuerdo
al encontrar horrible la escultura, y sin talento al autor.
Cuando estuvo terminado, el fénix
lucía un soberbio penacho de color esmeralda, que se erguía vaporoso por encima
de su cabeza. Sus patas bermellón tenían reflejos deslumbrantes, sus plumas
tornasoladas parecían estar hechas del brocado que tejen las nubes cuando se
pone el sol, y su pecho era del color del fuego. Al oprimir con el dedo un
resorte oculto el pájaro mecánico alzó el vuelo con un batir de alas. Y durante
tres días se le vio subir y bajar por entre las nubes.
Todos aquellos que habían criticado a Gongshu no cesaban de elogiar su obra maravillosa y su
talento prodigioso.
Liu Zi[26]
UN LETRADO COMPRA UN ASNO
Un doctor en
filosofía y letras compró un asno y tuvo que redactar el acta de compraventa.
Después de llenar tres páginas enteras de jeroglíficos, aún no había puesto la
palabra “asno”.
Enseñanzas familiares de Yan[27]
¡EL CABALLO ESTABA AHÍ!
Wang Hao tenía una inteligencia extremadamente lenta. Una vez,
montando su caballo bayo, acompañó a la guerra al emperador Wen
Xuan del Reino de Qi. La
temperatura llegó a ser tan glacial durante la noche que, a la mañana
siguiente, el caballo bayo amaneció cubierto de escarcha. Wang
Hao ordenó entonces una batida para encontrar su
caballo, pero todos volvieron con las manos vacías.
Cuando salió el sol, la escarcha se
derritió, y Wang Hao
exclamó dándose vuelta: «¡Oh!, ¡pero si no se ha
movido de ahí!»
Historia de las Dinastías del Norte[28]
CALLEJÓN SIN SALIDA
Durante la
dinastía Zhou, la ciudad de Dingzhou
fue sitiada por los tártaros, rodeada por varias filas de soldados. Sun Yangao, jefe de los
magistrados de Dingzhou, al saber la noticia del
sitio, no se atrevió ya a volver a la casa gubernamental. Se encerró en la
suya, hizo cerrar con candado la puerta y ordenó que le pasaran por una pequeña
ventanilla los documentos oficiales que requerían su parecer. Cuando supo que
los bárbaros tomaban por asalto la muralla que rodeaba la ciudad, Sun Yangao hizo que lo encerraran
en un armario.
- Guarden bien la llave – recomendó a
sus sirvientes – y si esos bandidos se la piden, ¡en ningún caso se la den!
Zhao Ye Qian Zai[29]
LA BOLSA ROBADA
Había una vez un
hombre de muy escasa inteligencia, que se dirigía a la ciudad para tomar parte
en los exámenes oficiales. En el camino, unos bandidos le robaron su bolsa.
- ¡Los bandidos me robaron mi bolsa,
pero no podrán sacar nada! – dijo.
Y como alguien le preguntara qué quería
decir con eso, contestó:
- La llave de mi bolsa aún la tengo yo
colgada de mi cintura, ¿cómo podrán abrirla sin ella los bandidos?
Zhao Ye Qian Zai
EL POZO
Un pozo fue
horadado a orillas de un camino. Los viajeros se sentían felices de poder sacar
agua para apagar su sed. Un día se ahogó un hombre en él, y desde entonces todo
el mundo empezó a censurar a quien había cavado el pozo en aquel lugar.
Shen Meng Zi[30]
EL SERPENTARIO Y LA SERPIENTE
Un serpentario
encontró a una serpiente; se abalanzó sobre ella y la hirió a picotazos.
- ¡No me pegues! – le dijo la
serpiente –, todo el mundo dice que eres un pájaro venenoso; esa es una mala
reputación, y se debe a que te alimentas de serpientes. Si dejas de comernos,
ya no tendrás nuestro veneno, y dejarás de tener mala fama.
- ¡Me das risa! – contestó el pájaro
–, ¡ustedes, las serpientes, matan a los hombres mordiéndolos! Decir que yo
corro peligro con los hombres, sería una mentira. Yo me las como a ustedes para
castigarlas por sus crímenes. Los hombres lo saben muy bien; ellos me alimentan
para que yo los defienda contra ustedes. El hombre también sabe que mi carne y
mis plumas están contaminadas y las usa para envenenar a sus semejantes; pero
eso no es de mi incumbencia. Si el hombre mata con un arma, ¿es al arma o al
hombre a quien hay que censurar? Yo no le deseo ningún mal al género humano. En
cuanto a ustedes, viven escondidas en la hierba, reptando astutamente, listas
para picar al primer hombre que encuentren. Es el destino quien te puso hoy día
en mi camino; tus falsos argumentos no te salvarán.
Diciendo esto, el serpentario devoró a
la serpiente.
Wu Neng Zi[31]
MÁS AMOR AL DINERO QUE A LA VIDA
Los habitantes de
Yongzhou son excelentes nadadores. Una vez, el agua
del Xiangshui subió repentinamente; una barca que
transportaba a cinco o seis personas zozobró en medio del río. Haciéndole
frente al peligro, los pasajeros nadaron hacia la orilla. Uno de ellos parecía
no avanzar a pesar de nadar con todas sus fuerzas. Sus compañeros le dijeron:
- Tú eres mejor nadador que todos
nosotros, ¿por qué te quedas atrás?
- Porque tengo mil sapecas
amarradas en mi cinturón, y eso pesa – contestó él.
- ¿Por qué no las tiras? – le dijeron
los otros.
Sacudió la cabeza sin contestar, pero
el cansancio lo invadía.
Los que ya habían llegado a la orilla
le gritaron:
- ¡Eres un tonto, no te empecines!
¡Vas a ahogarte! ¿Y entonces de qué te servirá el dinero?
De nuevo sacudió negativamente la
cabeza. Poco después el agua se lo tragaba.
Recopilación de Obras de Liu
Zongyuan[32]
EL ASNO DE GUIZHOU
Nunca jamás se
había visto un asno en Guizhou, hasta el día en que
un excéntrico, ávido de novedades, se hizo llevar uno por barco. Pero como no
supo en qué utilizarlo, lo soltó en las montañas.
Un tigre, al ver a esta extraña
criatura, lo tomó por una divinidad. Escondido en el bosque empezó a
observarlo, después se aventuró fuera, permaneciendo sin embargo a una
distancia prudente. Un día el asno rebuznó largamente; el tigre, espantado,
echó a correr con todas sus fuerzas. Pero volvió para dar una ojeada y pensó
que esa divinidad no debía ser muy terrible, después de todo. Habiéndose acostumbrado
al rebuzno del asno, fue acercándose a él, sin arriesgarse, sin embargo,
todavía al ataque.
Cuando ya creyó conocerlo a fondo,
empezó a tomarse ciertas libertades, rozándolo, empujándolo, molestándolo,
hasta que el asno ya rabioso, le dio una patada. «Entonces es esto todo lo que
sabe hacer» - se dijo el tigre. Y dando un salto sobre el asno lo despedazó y
lo devoró.
- ¡Pobre asno! Por su porte parecía
poderoso, por sus rebuznos parecía temible. Si él no hubiera mostrado todos sus
talentos, el tigre feroz no se hubiera atrevido nunca a atacarlo. Pero con su
patada, el asno firmó su propia sentencia de muerte.
Recopilación de Obras de Liu
Zongyuan
LA ASTUCIA DEL CAZADOR
El ciervo teme al
lobo, el lobo teme al tigre, y el tigre teme al gran oso, que es el más feroz
de los animales. Con el cráneo cubierto de espeso pelaje parecido a una greña,
caminando sobre sus patas traseras es extraordinariamente fuerte y ataca aun al
hombre.
Al sur del Reino de Chu vivía un cazador que con la ayuda de su flauta de
bambú, conseguía imitar toda clase de gritos de animales. Armado de un arco y
de un pequeño tiesto de greda en cuyo fondo conservaba algunas brazas, se iba a
la montaña e imitaba el llamado del ciervo. Creyendo que se trataba de alguno
de sus congéneres, los ciervos se acercaban y el cazador los mataba
disparándole flechas incendiadas.
Un día, al oír el llamado del ciervo
llegó un lobo. El cazador muerto de miedo imitó el rugido del tigre. El lobo
huyó pero apareció un tigre. Aterrorizado, el hombre imitó el gruñido del gran
oso. El tigre huyó, pero, creyendo encontrar a uno de sus semejantes, un oso
enorme apareció. Al encontrar sólo a un hombre, se abalanzó sobre él, lo
destrozó y se lo comió.
Aún hoy, aquellos que emplean
artificios en vez de contar con sus propias fuerzas terminan siempre por
granjearse un destino semejante al del cazador.
Recopilación de Obras de Liu
Zongyuan
LA INGENUIDAD DEL PEQUEÑO CIERVO
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