Hay
quien me anima a hablar de los tebeos de nuestra infancia y no me
parece mala idea. En esos años 60 que tanto juego nos dieron a unos
cuantos las revistas infantiles que dominaban eran las publicadas por la
Editorial "Bruguera", desde el "Pulgarcito" y el "Tiovivo", que
parecían las dominantes hasta el "DDT", al que recuerdo de la
peluquería, pasando por las hazañas del "Capitán Trueno" y el "Jabato";
también tenían sus partidarios el viejo "TBO", con personajes
antiquísimos, como la Familia Ulises y Josechu el vasco, los famosos
inventos o las figuras alargadas del catalán Coll, sin olvidar las
"Hazañas bélicas", "Tintín" o el "Sargento Gorila". He de reconocer que
no se la razón que me ha movido a comenzar por Carpanta, ese simpático
personaje creado por el catalán Josep Escobar, creador también de los
célebres Zipi y Zape, de Petra criada para todo, Don Óptimo y Don Pésimo
y el perro Toby, entre muchos otros. Con los años nos hemos enterado
que muchos de estos dibujantes que entretuvieron nuestra niñez tuvieron
una vida complicada, así Escobar pasó año y medio en la cárcel tras ser
depurado de su puesto de funcionario de correos y acusado de militancia
izquierdista. Para los niños de entonces -imagino que como los de ahora-
todo era siempre bonito y sencillo y dificilmente te ponías a pensar
que tras los trazos de nuestros creadores favoritos había personas
humanas con sus penas y sus alegrías, de la misma manera que tampoco te
planteabas la crítica social que, según se asegura ahora, se ocultaba
tras unos personajes cómicos.
Al parecer la palabra "carpanta", según el diccionario de la lengua, significa "hambre violenta", lo que casa perfectamente con la permanente necesidad de comer del personaje en cuestión. Aseguran los estudiosos que Escobar tuvo serios problemas con la censura, pues se pretendía que en la España de Franco nadie pasaba hambre y, de hecho, dicen que a partir de un momento en las historietas de Carpanta éste no tenía nunca "hambre", sino "apetito". Pero un niño de la época no entraba en estos matices y para mí, como para tantos otros, Carpanta no era más que un pobre individuo que siempre se quedaba a dos velas en lo que se refiere a su aspiración de ponerse las botas. Recuerdo que uno sentía cierta frustración y pena por el personaje cuando veía cómo una vez más se quedaba con la miel en los labios y deseaba que por una vez el autor tuviera piedad del individuo y le dejara disfrutar de un buen banquete, como esos que se pegaba su buen amigo Protasio, que era como el contrapeso a la situación de permanente déficit alimenticio de Carpanta.
Yo me planteo que Carpanta va mucho más allá del reflejo de un hombre sin oficio ni beneficio que no tiene qué comer y ansía permanentemente llenar el buche; en nuestra sociedad siempre ha habido "Carpantas", y no tanto porque haya quien pase hambre, sino porque todos hemos conocido a individuos que se dedican a trampear por ahí, amantes de la buena vida, con paladares exquisitos y gustos por las bebidas más caras, que presumen de discernir -o aparentar que disciernen- entre un vino bueno y uno excelente, de pedir un gin-tonic o un cuba libre exigiendo tanta precisión y tantos detalles que pueden perturbar al camarero, y a la vez no son capaces de justificar su "modus vivendi", posiblemente porque no lo tienen, a pesar de lo cual son capaces de aguantar años y años de lujo en lujo. ¿Quien no ha conocido un "carpanta de la vida?", alguien cuya existencia se limita a buscar el modo de saciar sus concretos y poco elevados gustos.
Me temo que he llevado el personaje demasiado lejos, es posible que el Carpanta que nos presentaba cada semana Escobar no fuera tan complicado y, sobre todo, acababa teniendo menos éxito en sus aspiraciones que esos carpantas de traje caro -aunque a lo mejor sólo tienen uno-, calva disimulada y deportivo nacional, pero no dejó de ser uno de nuestros primeros encuentros con la jeta, el quiero y no puedo y la vida muelle. Escobar falleció en 1994, pero a muchos nos dejó unos personajes que caminaron bastantes años a nuestro paso.
Al parecer la palabra "carpanta", según el diccionario de la lengua, significa "hambre violenta", lo que casa perfectamente con la permanente necesidad de comer del personaje en cuestión. Aseguran los estudiosos que Escobar tuvo serios problemas con la censura, pues se pretendía que en la España de Franco nadie pasaba hambre y, de hecho, dicen que a partir de un momento en las historietas de Carpanta éste no tenía nunca "hambre", sino "apetito". Pero un niño de la época no entraba en estos matices y para mí, como para tantos otros, Carpanta no era más que un pobre individuo que siempre se quedaba a dos velas en lo que se refiere a su aspiración de ponerse las botas. Recuerdo que uno sentía cierta frustración y pena por el personaje cuando veía cómo una vez más se quedaba con la miel en los labios y deseaba que por una vez el autor tuviera piedad del individuo y le dejara disfrutar de un buen banquete, como esos que se pegaba su buen amigo Protasio, que era como el contrapeso a la situación de permanente déficit alimenticio de Carpanta.
Yo me planteo que Carpanta va mucho más allá del reflejo de un hombre sin oficio ni beneficio que no tiene qué comer y ansía permanentemente llenar el buche; en nuestra sociedad siempre ha habido "Carpantas", y no tanto porque haya quien pase hambre, sino porque todos hemos conocido a individuos que se dedican a trampear por ahí, amantes de la buena vida, con paladares exquisitos y gustos por las bebidas más caras, que presumen de discernir -o aparentar que disciernen- entre un vino bueno y uno excelente, de pedir un gin-tonic o un cuba libre exigiendo tanta precisión y tantos detalles que pueden perturbar al camarero, y a la vez no son capaces de justificar su "modus vivendi", posiblemente porque no lo tienen, a pesar de lo cual son capaces de aguantar años y años de lujo en lujo. ¿Quien no ha conocido un "carpanta de la vida?", alguien cuya existencia se limita a buscar el modo de saciar sus concretos y poco elevados gustos.
Me temo que he llevado el personaje demasiado lejos, es posible que el Carpanta que nos presentaba cada semana Escobar no fuera tan complicado y, sobre todo, acababa teniendo menos éxito en sus aspiraciones que esos carpantas de traje caro -aunque a lo mejor sólo tienen uno-, calva disimulada y deportivo nacional, pero no dejó de ser uno de nuestros primeros encuentros con la jeta, el quiero y no puedo y la vida muelle. Escobar falleció en 1994, pero a muchos nos dejó unos personajes que caminaron bastantes años a nuestro paso.
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