jueves, 14 de marzo de 2013

El Museo de la Baraja



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LOS ORIGENES


En un siglo en el que asistimos a impresionantes y sorprendentes descubrimientos y avances, tanto científicos y tecnológicos como sociales, y en el que podríamos llegar a descubrir, incluso, el origen del Universo, persisten otras incógnitas quizás más modestas e intrascendentes, pero igualmente elusivas, como es el origen de los naipes. Al igual que todo aquello que está envuelto en el misterio –o, más bien, en el desconocimiento– no han faltado extravagantes teorías ocultistas, iniciáticas o teosóficas, que tanto atribuyen su invención a los egipcios (y de ahí a los gitanos –“egipcianos”–, etc.), como a Buda, o al mismísimo Satanás, quien los habría creado con el luciferino fin de hundir a la Humanidad en una irrefrenable espiral de vicio y ludopatía que la apartara definitivamente del recogimiento divino y de la virtud cristiana; afán que quizás haya conseguido, aunque por otros medios algo más sutiles y sofisticados.
Estas indocumentadas teorías han calado, sin embargo, en prestigiosos intelectuales y exitosos e incautos literatos que, sin rubor alguno, no dudan en introducir alegremente en sus afamadas obras –y aclamadas por su “rigor histórico”– tarots y echadoras de cartas en tiempos tan oscuros y remotos como los de, por poner sólo un ejemplo, el rey Pedro II de Aragón (1178-1213) –del Cine, mejor ni hablamos–.
Por cierto, y aunque adelantemos acontecimientos, el hoy tan vulgarizado, mil veces rediseñado y mistificado tarot, no es sino una reinterpretación renacentista de la baraja de toda la vida –creado para un juego específico destinado al entretenimiento de la poderosa nobleza florentina– al que se la han añadido 22 naipes simbólicos, aparatosamente llamados hoy en día “arcanos mayores”, aunque originalmente se les conociera simplemente como “triunfos”; por otra parte, la utilización sistemática del tarot con fines advinatorios es un reciente invento francés que no va más allá del siglo XIX.

Lo más cómodo y socorrido en caso de duda, es atribuir la invención de cualquier artefacto, producto o sistema a la milenaria cultura china y a sus ingeniosos súbditos; incluidos, por supuesto, los escurridizos naipes. Atribución, en principio, quizás no tan descaminada.
De los chinos sabemos dos cosas ciertas: que inventaron el papel moneda, allá por el siglo VII, y que se jugaban –siguen en ello– hasta los palillos con que consumían el ineludible y cotidiano arroz. Los billetes, aunque obviamente de distinto valor, eran todos del mismo tamaño y estaban impresos sólo por una cara, lo que facilitaba que se pudiera jugar y apostar con ellos a algo así como "la carta más alta", ganando y quedándose con el billete del contrario el afortunado hijo del Imperio que presentara el de mayor valor; mecanismo que, por supuesto y como en la misma baraja, admite múltiples pro- cedimientos y combinaciones. De este inocente proceso podrían haberse derivado los distintos valores y series que dan origen a la baraja. Muy posteriormente, los siempre inquietos chinos crearon complicadísimos juegos (como el popular "mil veces diez mil") con innumerable cantidad de cartas llenas de bellísimas caligrafías, flores, pajaritos, poemas y bucólicos paisajes; mientras hoy –como en casi todo el mundo– estos naipes están acaparados por atractivas y desinhibidas señoritas de indiscutible corte oriental.
La feliz idea pudo pasar a la vecina península indostánica donde, con la habitual y excesiva ornamentación hinduista y –según algún erudito inglés de matiz colonialista– basándose en el ya conocido ajedrez, se añadirían diferentes figuras, adjudicándoles un valor determinado, jerárquico y escalonado a cada una de ellas, así como creando diferentes series (palos) combinatorias.
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Naipes chinos, impresos a principios del siglo XX, basados en el antiguo papel moneda.
Los naipes hindúes son redondos y, generalmente, pintados a mano sobre cuero o cartón endurecido, variando su imaginería y com- posición dependiendo del juego al que estén destinados; siendo el "d'asavatara" es el que más se aproxima a nuestro actual concepto de baraja, compuesto por diez series (las diez –dicen– encarnaciones de Vishnu), for- madas por elementos tales como peces, conchas, lotos, arcos, vasijas, etc., de doce cartas cadauna: dos figuras –rey y visir–y diezcartas numerales que comprenden del uno al diez.
Pero parece ser que fue en Persia donde la baraja adquirió su forma definitiva, esto es: cuatro palos compuestos de tres figuras y nueve cartas numerales, lo que representa 48 naipes por mazo que, según las circunstancias, pueden ampliarse a 52 ó 56 ó reducirse a 40. También se especula con que la simbología de estos cuatro palos pudiera estar relacionada con el polo, deporte nacional de los persas –que incluso llegó a practicarse alegremente con las cabezas decapitadas de sus enemigos–; así, los oros corresponderían a la pelota utilizada en el juego, las copas al trofeo obtenido por el vencedor, las espadas a la virilidad o nobleza del jugador, y los bastos al palo empleado para golpear la pelota... y todo esto no es tan disparatado como pudiera parecer a simple vista. En el museo "Fournier" de Vitoria se conserva la que se considera como la baraja más antigua que ha llegado a nuestras manos; data de principios del siglo XV y es de probable origen catalán.
En esta baraja, los oros muestran una costura que los asemeja a pelotas pero también a cascabeles; las copas tienen forma de caliz, pero también de bellota; el as de espadas contiene tanto esta arma –partida por la mitad– como una hoja; por último, los bastos son inequívocos palos de polo o hockey. Que de aquí derivan nuestros cuatro palos tradicionales –correspondientes al sistema latino, que incluye la Península Ibérica e Italia– admite pocas dudas; pero tampoco puede sorprendernos que, asimismo, en Centroeuropa adaptaran estos otros cuatro símbolos: cascabeles, bellotas, hojas y corazones. Aceptada ya la más que probable influencia persa en nuestra baraja, sólo queda intuir que ésta fue conocida por los árabes –vía Turquía– y, a través de ellos, expandida a todo el Mediterráneo; hipótesis que, hoy por hoy, está por demostrar.

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Naipes indios para el juego "d'asavatara".
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Primera baraja conocida, que se conserva en el museo "Fournier" de Naipes de Vitoria, y en la que ya es posible distinguir los palos que se harían populares en toda Europa a partir del siglo XV.
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Cuatro naipes de la baraja conocida como "Mamluk" que se conserva en el museo Topkapi de Estambul. La baraja data del siglo XV y es de indudable estética musulmana, integrando los oros, copas, espadas... y palos de polo en la profusa ornamentación propia de las culturas orientales.

LAS EVIDENCIAS

Aparcando ya las conjeturas, disponemos de dos fechas claves que nos evidencian dos certezas: los naipes no eran conocidos en 1280 y sí lo eran en 1371. No lo eran en 1280, año en el que el meticuloso monarca Alfonso X el Sabio redacta su famoso y documentado tratado "Libro de los Juegos" y en el que los naipes no aparecen por capítulo alguno debido a su evidente inexistencia. Por otra parte, en una ordenanza dictada en la ciudad suiza de Saint Gallen en 1364 se prohíben todo tipo de juegos, citándolos por sus nombres, pero sin mencionar en ninguna claúsula a los –según se desprende– desconocidos naipes. Sí lo eran ya en 1371, año en el que, por primera vez, el poeta catalán Jaume March incorpora la palabra "naip" en su "Llibre de Concordances", haciéndola rimar con términos como "garip", "xorip" o "estip"; asimismo, no es ocioso destacar que el castellano y el catalán son los dos únicos idiomas que poseen una palabra específica para designar a lo que en otros países se denomina simplemente "cartas de juego".
Con la apertura a finales del siglo pasado de los archivos de algunos países de la extinta Europa del Este, se ha intentado demostrar con documentos procedentes de Bohemia que los naipes eran ya utilizados a principios del siglo XIV; pero son escritos posteriores que se refieren a otros escritos, por lo que no proporcionan credibilidad alguna al tratarse, sin duda alguna, de interpolaciones ulteriores. No estamos en condiciones de afirmar que los naipes se dieron a conocer precisamente en 1371, pero sí que es a partir de esa fecha –que podemos ampliar al último tercio del siglo XIV– cuando proliferan los documentos en prácticamento toda la Europa culta que se hacen eco de la aparición de un "nuevo juego" que, en lengua sarracena, se denomina "naib", palabra confusa que tanto puede significar "gobernador", como "el que representa" o "el que juega".
Consecuentemente, no tardan en aparecer decretos –en 1382 (Lille y Barcelona) y 1384 (Valencia)– que prohíben expresamente la práctica de este adictivo pasatiempo; pero también figuran mencionados en varias facturas y testamentos de la época, incluyéndolos en el apartado de objetos valiosos, ya que –hasta que se empezaron a imprimir por medios xilográficos a principios del siglo XV– éstos se elaboraban totalmente de forma manual por un nuevo gremio, que ya se cita en 1380, con el apelativo –evidente– de "naipero".

COMPOSICIÓN DE LA BARAJA

Una vez perfectamente aclimatados –con más o menos problemas legales– los naipes en Europa, éstos adaptaron, básicamente, los dos sistemas que ya hemos mencionado: el latino y el centroeuropeo, más una localista interpretación suiza que se inclinó por los cascabeles, escudos, flores y bellotas. No faltaron en aquellos primeros tiempos interpretaciones más originales, ya que a los cuatro palos se les podía aplicar cualquier cosa; y así aparecerieron barajas cuyas divisas eran animales, flores, casas reinantes o cualquier otro elemento digno de ser representado. Por otra parte, el hoy mundialmente utilizado sistema francés, conocido por sus diamantes, corazones, picas y tréboles, no es sino una adaptación tardía de la simbología latina, ideada con el práctico fin de abaratar los costes de producción e impresión.
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Cuatro naipes de la famosa baraja austriaca, compuesta por 48 cartas, conocida como "Hofämterspiel", en la cual los palos habituales han sido sustituidos por los emblemas de las casas reales dominantes en el siglo XV: Francia, Alemanía, Bohemia y Hungría. La numeración de las cartas representa los distintos órdenes sociales, correspondiendo el I al más bajo (el loco o bufón) y el XII al rey o emperador. Curiosamente, el IX, que es la autoridad militar, está supeditado al X que figura como la autoridad civil.

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El sistema latino de oros, copas, espadas y bastos,según una baraja impresa en Madrid, en 1792, por Félix Solesio.

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El sistema alemán, también adoptado en otras regiones centroeuropeas, de cascabeles, corazones, hojas y bellotas, según una baraja impresa en Leipzig en 1885 por Wezel and Naumann y editada por T. O. Weigel.
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Cuatro ases del sistema suizo de cascabeles, escudos, flores y bellotas, según una baraja impresa en Schaffhausen por David Hurter a mediados del siglo XVIII.
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El sistema francés, adoptado internacionalmente, de diamantes, corazones, picas y tréboles, según una baraja impresa en París por B. P. Grimaud en 1860.

Efectivamente, el esquematizar los dibujos en formas prácticamente geométricas, y empleando tan solo dos colores –el negro y el rojo–, se reducían drásticamente los gastos de grabado, impresión e iluminación, lo que facilitaba el tirar por una parte los pliegos con las cartas numerales, ya con su color, y por otra el de las figuras. Hoy en día, los cuatro sistemas que permanecen –en lo que conocemos como cultura occidental– son: el francés (más conocido actualmente como inglés o internacional), aceptado en todo el mundo y el único empleado en los casinos; el latino, utilizado en España, Italia, Hispanoamérica, Filipinas y norte de África; el centroeuropeo, que abarca principalmente a Alemania y a Austria, pero también a algún país de su ámbito de influencia; y el suizo que, como su nombre indica, sólo es utilizado por los prósperos ciudadanos de la Confederación Helvética.
Ya hemos hablado del tarot y de como, en un principio, se trataba simplemente de un mazo creado para un juego muy concreto –y ciertamente complicado–, al que se le habían añadido 22 cartas adicionales de una simbología muy definida que, probablemente, ya eran conocidas y utilizadas previamente. El mazo principal se componía de 56 naipes, ya que cada palo tenía diez numerales y cuatro figuras: sota, caballero, reina y rey. Los primeros tarots eran un artículo refinado y de auténtico lujo, creados como cuadros en miniatura por renombrados artistas renacentistas como Bonifacio Bembo, en los que no escaseaba el oro ni los materiales más preciados, y que podían constituir el perfecto regalo de bodas entre la pujante nobleza transalpina; no falta, incluso, quien atribuye al florentino Sandro Botticelli la realización de alguno de estos primitivos y refinados tarots que, con materiales y procedimientos más modestos, no tardaron en popularizarse en toda la península italiana, Francia y Suiza.
Este lúdico invento encandiló también a los centroeuropeos, pero aplicándole una filosofía particular y con menos zarandajas –pretendidamente– esotéricas: las 22 cartas simbólicas se trasformaron en series temáticas que podían abarcar cualquier asunto (oficios, naturaleza, geografía, ciencia, política. etc.) y, dependiendo de las circunstancias y del tipo de juego al que fueran destinados, el número de cartas podía abarcar desde 42 a 78; asimismo, y para distinguirse de sus vecinos del Sur, denominaron a estos mazos tarocks.
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Tarot diseñado en 1450 por el pintor y miniaturista bresciano Bonifacio Bembo (activo entre 1447 y 1477) con motivo de la unión matrimonial de las familias Visconti y Sforza.

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Tarock austriaco basado en escenas campestres ("Industrie und Glück"), impreso en Viena por Franz Adametz en 1948.

MÉTODOS DE IMPRESIÓN

Como ya hemos afirmado, en un principio las barajas fueron solamente accesibles a las clases económicamente potentes (del comercio, la burguesía o la nobleza) que podían permirtirse el oneroso dispendio de pagar a un miniaturista que les diseñara, dibujara e iluminara una serie, no inferior a 40, de pequeños cuadros. Pero no faltó el avispado artesano que se percatara de que el pueblo llano –habitual de las casas de juegos o tafurerías– también era un potencial –y un sector mucho más amplio– consumidor, proclive a disfrutar de las múltiples excelencias, combinaciones y avatares de este "nuevo juego"; por lo que no tardaron en imprimirse barajas mediante la más accesible xilografía o moldes de madera –que ya era utilizada para la estampación de grabados religiosos– y coloreados mediante el burdo sistema "a la morisca" (como se puede comprobar, lo musulmán no deja de estar presente en todo este asunto), consistente en embadurnarse cada dedo de la mano de un color distinto e ir aplicándolo –a la buena de Dios– en las zonas más o menos adecuadas. Un método de iluminación algo más sofisticado era el estarcido, es decir, la utilización de patrones de cartón endurecido –uno por color– y oportunamente troquelados, sobre los que se pasaba una brocha con el tono correspondiente, quedando pigmentada en el pliego la superficie vacíada en el cartón.
Aunque pueda parecer extraño, este sistema de impresión e iluminación estuvo vigente entre muchos naiperos hasta el último tercio del siglo XIX, cuando ya las técnicas de estampación habían cambiado de forma radical. En efecto, a finales del siglo XVIII el alemán Senefelder inventó la litografía, método basado en la incompatibilidad entre el agua y el aceite, mediante el cual se efectuaba un dibujo con pintura oleosa en una piedra conveniente preparada la cual, posteriormente humedecida, transfería el diseño a la superficie dispuesta para su impresión. Este sistema permitía imprimir cuantos colores se quisieran –uno por piedra– con la ventaja de poder trabajar con degradados y difuminados; asimismo concedía más libertad y soltura al artista, que podía emplear diferentes técnicas de expresión.
La primera baraja litográfica estampada en España fue la "Constitucional", impresa en Barcelona en 1822 como homenaje a la Constitución gaditana de 1812; pero no fue hasta la segunda mitad del siglo XIX cuando se popularizó la litografía y cromolitografía en los talleres naiperos, dando lugar a una serie de espectaculares barajas temáticas que bien merecen definir a esa centuria como el "Siglo de Oro de la Baraja Española" (y Europea). A partir del segundo tercio del siglo XX la litografía fue paulatinamente abandonada en favor de los nuevos sistemas mecánicos de impresión basados en la cuatricomía –el huecograbado y el offset– que proporcionaron mayor rapidez y menor gasto, pero también una irreversible pérdida de calidad y de matices, imposibles de obtener con los cuatro colores básicos.
No debemos olvidarnos de una limitada y bellísima serie de barajas que se crearon en Madrid a principios del siglo XIX, a la sombra de la recientemente fundada Escuela de Grabadores: finamente perfiladas y talladas al cobre o al acero por los más prestigiosos artistas y grabadores de su tiempo eran, una vez estampadas, delicadamente iluminadas a mano, por lo que cada ejemplar se manifiesta como una pequeña obre de arte, única e irrepetible, representando además temas tan atractivos como la mitología, la geografía o la estética neoclásica tan difundida en esos años de influencia francesa.
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Baraja anónima, impresa en Sevilla en 1672 con moldes xilográficos y coloreada mediante un elemental estarcido.


Baraja "Constitucional", impresa en Barcelona el 28 de abril de 1822 mediante litografía e iluminada principalmente de forma manual pero también con partes estarcidas. Fue diseñada y grabada por Simón Ardit y Quer, estampada en los talleres del Diario de Barcelona –que tenían la exclusiva del sistema inventado por Senefelder– y montada por el naipero Jaime Sandiumenge y Oliver. Dedicada a la Constitución de 1812, los palos habituales, denominados Constitución, Fuerza, Justicia y Unión, se sustituyeron por libros constitucionales, bombas, sables y caduceos. En las sotas y caballos se muestran a diversas figuras del liberalismo español.
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Baraja "Mitología Satírica", dibujada y grabada por el ilustrador barcelonés Ramón Puiggarí (1820-1894) e impresa en cromolitografía a "la tiza" por la litografía de J. Alier. Valiéndose de personajes y situaciones de la mitología greco- romana el gran dibujante satírico Ramón Puiggarí representa tipos populares y acontecimientos contemporáneos, como pueden ser las devastadoras guerras carlistas o el eterno conflicto entre el liberalismo y las fuerzas reaccionarias.
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Baraja "Cuatro Civilizaciones", grabada en plancha de cobre por Juan Carrafa (1787-1869), impresa en Madrid por Joaquín León en 1811–reinando en España José I Bonaparte– e iluminada a mano. Con símbolos franceses, los corazones están dedicados al Oriente Medio, los diamantes a China, las picas al Imperio Español, y los tréboles a Napoleón.

LOS TIPOS DE LA BARAJA

A grandes rasgos, las barajas se dividen, para todo el mundo, en dos grupos principales: populares y de fantasía. Llamamos barajas populares a las que, siguiendo un modelo determinado, han sido adoptadas y reconocidas por los jugadores a través del tiempo y de las modas; para entendernos: aquellas barajas con las que "se juega". Cada país, cada región, ha tenido o tiene su modelo propio aunque, lamentablemente, la actual y perversa tendencia unificadora haya arrasado con la mayoría de ellos. Centrándonos en España, desde un principio hubo diferencias entre las barajas con las que se jugaba en Madrid, Sevilla o Cataluña; posteriormente, se crearon diferentes modelos regionales que, partiendo todos de un tronco común que podemos denominar modelo "nacional", adquirieron características propias que conocemos como "catalán", "gaditano", "valenciano", "madrileño" o "castellano", por citar sólo los más importantes. Pero también existen otros tipos de barajas basadas en un modelo creado por un determinado fabricante –como pueden ser los diseños concebidos a principios del siglo XIX por Clemente de Roxas o por la dinastía Maciá– o también en ciertas características específicas –el modelo "Caballería" o el "Bolsa del Dinero"– y que han obtenido el favor popular, extendiendo su influencia durante años y generaciones. Hoy, todo eso ha quedado en el olvido, y los jugadores españoles sólo conocen la omnipresente baraja de Heraclio Fournier –radicada en Vitoria, pero de capital totalmente estadounidense–, la de la ya desaparecida casa Comas de Barcelona y, en menor medida, la de Maestros Naiperos de Valencia.

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Baraja impresa en Madrid en 1824 por Raymundo García y que dio origen al modelo "Madrid" o "García", vigente hasta la primera década del siglo XX. Tuvo escasa repercusión en el resto de la península.
                    
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Primera baraja conocida del modelo "Cádiz", impresa en 1824 por el gaditano Mariano Maffei. Es característico de este modelo la indumentaria "contemporánea" de las figuras, asi como la frase "Ahí va" a los pies del caballo de copas. Con numerosas variantes, este modelo fue producido –principalmente para la exportación– por un buen número de fabricantes, sobre todo gaditanos, pero también en la mayoría de obradores peninsulares hasta mediados del siglo XX. Hoy sigue vigente en algunos países sudamericanos y en Filipininas.
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Baraja impresa por el valenciano José Argente en 1850 según las peculiaridades del modelo "Valencia", caracterizado por figuras de baja estatura y cabeza algo desproporcionada. Este modelo tuvo escasa difusión fuera de los obradores levantinos, pero también fue adoptado por algún fabricante madrileño e influyó un una de las variantes del modelo "Cádiz". Estuvo vigente, aunque con escasa representación, hasta el primer tercio del siglo XX.
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Aunque perteneciente al escaso y exclusivo número de modelos grabados al acero e iluminados a mano de principios del siglo XIX, esta baraja de corte neoclásico, diseñada en 1810 por el grabador madrileño José Martínez de Castro (activo entre 1795 y 1819), tuvo una enorme repercusión no sólo en España, donde fue reproducida por un gran número de fabricantes –aunque por métodos algo menos sutiles–, sino también en Italia, donde todavía hoy es el modelo oficial de la isla de Cerdeña. Se le conoce como modelo "Roxas-Cerdeña", tanto por Clemente de Roxas, uno de sus primeros impresores, como por su arraigo en la isla corsa.
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El modelo "Caballería" es uno de los menos representados y su difusión apenas pasó de los obradores madrileños. Su característica principal es el atuendo militar con el que van uniformados los caballeros y la sota de espadas, mientras que las otras tres sotas semejan, más bien, cantineras. Este raro ejemplar, impreso en xilografía e iluminado a mano, fue estampado por el madrileño Andrés Castellanos en 1829.

Baraja de Fantasía

La baraja de fantasía es aquella que adapta los palos y figuras tradicionales a diferentes motivos, bien sea con un propósito didáctico, propangadístico, político o simplemente estético, y –como es fácil entender– pueden representar cualquier tema imaginable. No suelen ser barajas aceptadas por los jugadores habituales –colectivo extremadamente conservador y al que incomoda toda variación sobre lo ya establecido–, pero en este grupo cabe incluir los ejemplares más bellos, originales y sorprendentes que haya producido no sólo la naipología, sino cualquier manifestación artística del ser humano. Ya hemos hablado de las primorosas barajas de principios del siglo XIX; pero a lo largo de toda esa centuria y principios del siglo XX se crearon auténticas obras de arte y buen gusto, salidas de los obradores de Barcelona, Valencia, Cádiz, Burgos, Vitoria o Madrid, muchas de ellas utilizadas –al igual que los cromos– como reclamo publicitario para promocionar la industria chocolatera, por lo que han sido incluidas en un subgrupo acertadamente conocido como "barajas del chocolate".


Baraja político-satírica editada por el periódico "La Broma" e impresa por la Tipo-Litografía del Universo en Madrid en 1875. La baraja representa la situación política y social en España durante la Segunda Guerra Carlista y muestra caricaturas bastante ácidas de políticos en todos los ases y figuras, mientras que en el resto de los naipes no faltan literatos, militares, toreros y más políticos, componiendo un total de 89 retratos. Éstos son obra de Eduardo Sáenz Hermúa (1859-1898), más conocido como "Mecachis", ilustrador –e incluso editor– habitual en las abundantes revistas satíricas de la época, aparte de practicar la pintura y la dramaturgia. Es esta la primera baraja en la que se aprovecha el reverso para promocionar diferentes casas comerciales; en este caso La Margarita de Loeches (agua purgante), A. Vallejo (muebles) y San Román (Vinos).

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"Nueva Baraja Taurina", diseñada por Pedro Maldonado, litografíada por Julio García e impresa en Madrid, en 1885, por la Imprenta y Litografía de González. En todas las cartas se muestran retratos de matadores, picadores y banderilleros contemporáneos, así como diversos lances taurinos. Los oros integran hierros y nombres de ganaderías, las copas son cabezas de picadores, las espadas estoques y los bastos banderillas. De las varias barajas taurinas editadas en esos años finiseculares destaca ésta por la calidad y modernidad del dibujo y la limpieza y ajuste de la impresión. Con estos mismos motivos se realizó una versión para cajas de cerillas.

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Magnífica baraja cromolitográfica editada como soporte publicitario para los chocolates "El Barco" de Valencia. Fue preparada litográficamente por Alfonso Paris Luna, dibujada por el gran ilustrador y cartelista valenciano Enrique Pastor Cortina, y admirablemente impresa en 1890 por el naipero Simeón Durá. Estamos, sin duda, ante una de las barajas mas bellas de toda la naipología española, llena de colorido, originalidad y gracia, en la que todos los naipes destacan por algún motivo: los oros son margaritas; las copas, jarras de chocolate; las espadas sustituyen las empuñadoras por cabezas de payasos; y los bastos están rematados por cabezas de perros..

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El excelente dibujante valenciano Antonio Vercher Coll (1900-1934) diseñó esta limpia baraja para la casa Gráficas Valencia S.L. en 1920. Los oros están dedicados al fútbol; las copas, al cine; las espadas, a la tauromaquia; y los bastos, al boxeo. Los reversos muestran diferentes lances futbolísticos y, como en tantas otras barajas valencianas y catalanas destinadas a la publicidad, se reserva un recuadro en blanco para imprimir el nombre de distintas casas comerciales.
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"Baraja Geográfica de las 49 Provincias de España", grabada en plancha de acero, iluminada manualmente, e impresa en 1840 por la librería Viuda de Calleja e Hijos, de Madrid. La baraja, de tamaño más grande del habitual, se editó con fines didácticos con motivo de la reforma administrativa y geográfica de España, promovida en 1833 por Javier de Burgos, secretario de Fomento del ministro Cea Bermúdez.
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LOS FABRICANTES

En un principio, la artesanal industria naipera se desarrolló principalmente en Sevilla, Madrid y Barcelona –con fuerte influencia del mercado francés–; extendiéndose posteriormente a otras poblaciones y creando auténticas dinastías denaiperos, alguna de las cuales se mantuvo a lo largo de cuatro siglos. Es el caso de los Rotxotxo, de Barcelona, donde también dejaron su huella los Comas, Maciá, Samsó, Torras y Lleó, Sanmartí, Guarro y tantos otros; en Madrid dominaron los Castellanos, García, Gombau y Estrada; en Valencia fueron los Bau, Argente, Manaut y el gran Simeón Durá los que dieron forma y prestigio al naipe valenciano; los gaditanos Maffei, Chavarría, Olea o González internacionalizaron el racial tipo "Cádiz", exportándolo a todo el mundo. Incluso un lugar tan apartado como la sierra de Cameros logroñesa tuvo su representación naipera con los Pinillos y los Vallejo. Pero, seguramente, la familia más famosa en este campo es la de los Fournier quienes, oriundos de Francia, se instalaron en Burgos en 1860, creando la sociedad "Fournier Hermanos" y compitiendo, en esa misma capital, con los Moliner.
En 1868, y mientras su hermano Braulio permanece en Burgos, Heraclio marcha a Vitoria y, poco a poco, levanta la potente industria que ha sobrevivido hasta nuestros días; bien es cierto que con empuje, iniciativa y tesón, pero también ejerciendo una priviligiada situación casi monopolista beneficiada por nuestra olvidable contienda civil. Como ya hemos adelantada, esta centenaria firma fue mayormente intervenida en los años ochenta del pasado siglo por la norteamericana United States Playing-Card Company aunque, afortunadamente, el extraordinario museo creado por Félix Alfaro Fournier se mantuvo en la capital alavesa.
La casa Comas, fundada en Mataró en 1781, se vendió en 2010 a la francesa Carta Mundi; mientras que la valenciana Maestros Naiperos Españoles pertenece al potente grupo France Cartes.
Una de las primeras barajas conocidas de la familia Comas, impresa por Pedro Comas y Ricart en 1847; encuadrada dentro del más clásico modelo "Catalán", lleva estampado el timbre del impuesto de rentas obligatorio en esos años.
Primera baraja realizada por los Hermanos Fournier; impresa en una incipiente y no muy ajustada cromolitografía en Burgos, en 1867. En ella intervinieron los tres hermanos fundadores: Gervasio, Heraclio y Braulio.
No vamos a extendernos con la nómina de fabricantes extranjeros porque la lista sería interminable; pero no podemos dejar de citar a los alemanes B. Dondorf –seguramente el naipero más fino, elegante, riguroso y perfeccionista de cuantos hayan existido– y C.L. Wüst; a los austriacos F. Piatnik y J. Glanz; a los ingleses T. de la Rue y Ch. Goodall; al francés Grimaud; a los italianos F. Gumppenberg y F. Solesio; al suizo J. Müller; al mexicano C. Jacques; y a los estadounidenses A. Dougherty y S. Hart. También en Bélgica hubo una muy importante actividad naipera desde principios del siglo XIX, centrándose toda la producción en la industrial población de Turnhout.
Impresionante baraja, conocida como "Tarot Microscopique", impresa en una soberbia cromolitografia por Bernhard Dondorf (1833-1933) en Frankfurt, en 1870; compuesta por 78 naipes, cada palo representa a los reinos más poderosos de la época con sus principales gobernantes, artistas, filosófos y científicos: Alemania, Rusia, Francia e Inglaterra; asimismo, en los ases se muestran los principales monumentos de estas cuatro naciones.

PARA SABER MÁS

Hay un buen número de libros dedicados a los naipes, aunque la mayoría de ellos no sean fáciles de conseguir ni están publicados en castellano, por lo que resulta mucho más práctico acudir a la exahustiva página de internet
- REINO UNIDO "The World of Playing-Cards" mantenida por el infatigable Simon Wintle, y donde se puede encontrar respuesta a prácticamente cualquier pregunta relacionada con el mundo de los naipes.
http://www.wopc.co.uk/
Tampoco está de más visitar alguno de los escasos museos dedicados a la naipología. En España disponemos de uno de los más importantes en cuanto a variedad y fondos:
- ESPAÑA el "Bibat, Museo Fournier de Naipes de Vitoria"
 http://www.vitoria-gasteiz.org/we027/docs/es/museos/bibat.pdf
- ESPAÑA pero también contamos con un pequeño y encantador "Museo del Naipe", montado y dirigido por el entusiasta Juan Carlos Ruiz, en la castellonense población de Oropesa de Mar
http://www.museodelnaipe.com   
- ALEMANIA. Fuera de nuestra penísula, merecen la pena un desplazamiento el Deutsches Spielkarten Museum, en la localidad alemana de Leinfelden-Echterdingen:
- BELGICA.  Bélgica, el Musée National de la Carte à Jouer de Turnhaut
http://www.turnhout.be/index.php?site=5&pageid=101 
Como no es difícil imaginar, los naipes también han despertado el interés de los coleccionistas ya que, por su naturaleza y variedad de temas, admite cualquier tipo de colección: por épocas, por países, por simbología, por métodos de impresión; o por su casi infinita diversidad de motivos, que abarcan desde los publicitarios, hasta los históricos, geográficos, eróticos, deportivos, didácticos, etc.; lo que permite montar una muy atractiva colección con cualquier tipo de presupuesto.
Muchos países tienen su propia asociación de coleccionistas de naipes que, entre otras actividades, celebran encuentros puntuales cada cierto tiempo; una de las más activas y con mayor número de miembros es la española ASESCOIN (Asociación Española de Coleccionismo e Investigación del Naipe):  siendo también altamente recomendable una visita al porta de la IPCS (International Playing-Card Society), la primera asociación creada para unir a todos los aficionados a esta materia que, con sede en Gran Bretaña, abarca a coleccionistas e investigadores de todo el mundo: http://www.i-p-c-s.org/ 
Última actualización el Martes 17 de Abril de 2012 17:56
 
LA BARAJA EN LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD PDF Imprimir Correo electrónico
Lunes 19 de Septiembre de 2011 16:24

Fracisco Javier Gómez Marín 
El PAPEL que ha tenido y sigue teniendo la baraja en la Historia de la Humanidad es muy importante. También la Imprenta nos ha proporcionado grandes avances en relación al papel, ya que gracias a ella hemos podido tratar la impresión sobre el papel a nivel industrial.
El juego también ha tenido un lugar importante en la Historia, desde las primeras civilizaciones tenemos constancia de su existencia, hay dos juegos clásicos que aunque todavía siguen teniendo una gran vigencia en la actualidad, ya eran muy utilizados en el siglo XIV, el Ajedrez y los Dados.
Podemos pensar que la Baraja sería una mezcla de ambos, por supuesto llevándolos al papel y teniendo en cuenta la parte intelectual del ajedrez y la parte de azar de los dados.
Los primeros documentos que nos hablan de juegos de Baraja, son de la segunda mitad del siglo XIV, siempre están enclavados en la zona de influencia del Mediterráneo, por lo que ya tenemos una época, un lugar y un origen. Los primeros naipes conocidos son de tipo español ( Oros, Copas, Espadas y Bastos ). El palo de los Oros representaría el poder de la riqueza material ( El Rey ). El palo las Copas representaría el poder de la riqueza espiritual ( El Clero ). El palo de Espadas representaría el poder de la riqueza de la fuerza ( Los Caballeros Feudales ). El palo de Bastos representaría el poder de la riqueza agrícola ( El Pueblo ).
Al principio las barajas estaban iluminadas a mano, en el siglo XV trae Gutenberg la Imprenta a Europa y la divulgación de los naipes alcanza un gran apogeo.
Con el paso de los años han ido evolucionando las barajas según los países, incluso cambiando los primeros palos por otros diferentes. Pero algún encanto especial tienen que tener para que pasados más de seiscientos años desde su origen, las puedas seguir jugando allá por donde viajes.

 


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