" El Impotente " 1425 - 1474
ENRIQUE IV REY DE CASTILLA
Y DE LEÓN . Llamado el Impotente
Era hijo de Juan II y de María de Aragón , hermano de Isabel la Católica .
" Heredó el ánimo apocado y servil con el reino . Incierto y pusilánime en sus resoluciones , despreciado de sus vasallos , corrompido en sus costumbres , amigo de placeres que le negaba la naturaleza , llegó a aborrecer de todo punto los negocios , y los abandonó al capricho y antojo de sus ambiciosos privados . De aquí nacieron las discordias de la familia real , los horrores de la guerra civil y los peligros que corrió la corona de D. enrique , pero la indolencia del monarca ; hacía inútiles las lecciones de la adversidad . Mientras la corte pasaba en justas y galanteos el tiempo que se debía a los cuidados del gobierno , mientras vagaba flójamente de bosque en bosque tras la distracción y entretenimiento de la caza , los próceres se hacía cruda guerra unos a otros en la provincia y se repartían impunemente los despojos de la corona y la sustancia de los pueblos .
Daba muestras de deshacerse entre los de Castilla , la mútua sociedad de intereres que forma la república . La moneda adulterada de resultas de los privilegios concedidos indistíntamente para acuñarla y alguna vez de orden del mismo Enrique , era excluida de los tratos . Los malhechores , no ya en tímidas y fugaces cuadrillas , sino en tropas ordenadas y numerosas , se levantaban con castillos y fortalezas , desde los cuales cautivaban a los viajeros , obligaban a rescatarlos y ponían en contribución las comarcas y aún las primeras y más populosas ciudades del reino . Era general la corrupción , la venalidad , la violencia . La insensibilidad de Enrique crecía a la par de las calamidaes públicas ; y el Estado sin direccion ni gobierno , combatido por todos los vicion , infeccionado de todos los principios de disolución , caminaba hacia una ruina cierta e inevitable . En tal situación recibió Isabel los dominios de Castilla ".
ELOGIO DE LA REINA CATÓLICA DOÑA ISABEL . GREGORIO CLEMENCÍN. Tomo VI de Memorias de la Real Academia de la Historia .
" Heredó el ánimo apocado y servil con el reino . Incierto y pusilánime en sus resoluciones , despreciado de sus vasallos , corrompido en sus costumbres , amigo de placeres que le negaba la naturaleza , llegó a aborrecer de todo punto los negocios , y los abandonó al capricho y antojo de sus ambiciosos privados . De aquí nacieron las discordias de la familia real , los horrores de la guerra civil y los peligros que corrió la corona de D. enrique , pero la indolencia del monarca ; hacía inútiles las lecciones de la adversidad . Mientras la corte pasaba en justas y galanteos el tiempo que se debía a los cuidados del gobierno , mientras vagaba flójamente de bosque en bosque tras la distracción y entretenimiento de la caza , los próceres se hacía cruda guerra unos a otros en la provincia y se repartían impunemente los despojos de la corona y la sustancia de los pueblos .
Daba muestras de deshacerse entre los de Castilla , la mútua sociedad de intereres que forma la república . La moneda adulterada de resultas de los privilegios concedidos indistíntamente para acuñarla y alguna vez de orden del mismo Enrique , era excluida de los tratos . Los malhechores , no ya en tímidas y fugaces cuadrillas , sino en tropas ordenadas y numerosas , se levantaban con castillos y fortalezas , desde los cuales cautivaban a los viajeros , obligaban a rescatarlos y ponían en contribución las comarcas y aún las primeras y más populosas ciudades del reino . Era general la corrupción , la venalidad , la violencia . La insensibilidad de Enrique crecía a la par de las calamidaes públicas ; y el Estado sin direccion ni gobierno , combatido por todos los vicion , infeccionado de todos los principios de disolución , caminaba hacia una ruina cierta e inevitable . En tal situación recibió Isabel los dominios de Castilla ".
ELOGIO DE LA REINA CATÓLICA DOÑA ISABEL . GREGORIO CLEMENCÍN. Tomo VI de Memorias de la Real Academia de la Historia .
El
reino cayó en la anarquía, el rey dejó de gobernar pactando como un
noble más. Isabel y Fernando cosechaban más adhesiones como garantes del
restablecimiento del orden.
En noviembre de 1473, Andrés Cabrera , mayordomo del rey y alcaide del
alcázar de Segovia pudo organizar un acuerdo de reconciliación entre el
rey y su hermana, para evitar que Juan Pacheco se hiciera con el control
del tesoro del alcázar de Segovia.
Entre finales de diciembre y comienzos de enero de 1474, el rey se
entrevistó con Isabel y con Fernando y aunque hubo cordialidad, no se
llegó a un acuerdo de paz, en el que Isabel sería la heredera. El rey cayó enfermo, y ante acusaciones de envenenamiento, los interlocutores se separaron. Mientras Isabel permanecía en Segovia, el rey pasó el resto del año prácticamente en Madrid bajo la custodia de Juan Pacheco.
A
Enrique se le ha achacado: impotencia, homosexualidad, y de forzar las
relaciones de su esposa con otros hombres. Incluso algunas fuentes
incluyen la forma en que habría dejado embarazada a la reina, mediante
una precoz técnica de inseminación artificial utilizando una cánula de oro (per cannam auream), y otras descripciones físicas que permitieron a Gregorio Marañón realizar su Ensayo biológico sobre Enrique IV de Castilla y su tiempo (Madrid 1930), que diagnosticó al rey de displasia eunucoide con reacción acromegálica ,
y que en la actualidad se define como una endocrinopatía , posiblemente
un tumor hipofisario, manifestando litiasis renal crónica, impotencia ,
anomalía peneama e infertilidad , además de caracteres
psico-patológicos.
GREGORIO MARAÑÓN
Médico endocrinólogo y Humanista Español
Marañón,
desde su óptica médica, realiza un estudio de la personalidad somática y
psíquica del monarca para concluir que posiblemente no padeciera una
impotencia absoluta y que no cabe descartar su paternidad, si bien se
trataría de un individuo afecto de una «displasia eunucoide ligada a la
acromegalia y a la homosexualidad».
ENRIQUE IV DE LA SERIE DE TV ISABEL
También
en su época se atribuyó a Enrique el ser homosexual, en la obra de su
detractor Alosno de Palencia y en poesías satíricas. Alonso de Palencia
le acusa además de maurofilia ( admiración por los moros y la cultura
árabe ) , que asocia a la homosexualidad. Sin embargo, Alonso de
Palencia acusa también de homosexualidad a Juan II de Castilla , padre
de Enrique y de la propia Isabel la Católica, y de adúltera a su madre,
la reina María .
También se acusaba de homosexualidad a Álvaro de Luna y otros
personajes notables de la corte, lo que hace sospechar que este tipo de
acusaciones eran usuales en campañas de desprestigio. Gregorio Marañón ,
basándose en la obra de Alonso de Palencia habla también de la
homosexualidad de Enrique, aunque llega a la conclusión de que no está
probada.
Finalmente, tanto la "Crónica Castellana"
como la de Alonso de Palencia hablan de “amantes” del rey, entre las
que se cuentan Catalina de Sandoval, Guiomar de Castro y Beatriz de
Vergara. Si bien suelen añadir que los amores eran “vanos” no deja de
extrañar que un rey impotente buscase amoríos que podrían ponerlo en
evidencia
ENRIQUE IV
Juan
II de Trastámara y su hijo Enrique IV, amaron ambos como reinas,
aunque la historia oficial lo disimule. Con ellos cumplióse el dicho: en
Castilla, de tal palo, tal astilla.
Sus
contemporáneos tildaron de sodomitas, esto es de acostarse con hombres,
al igual que, por su rama aragonesa, le pasó al infante don Jaime, hijo
de Jaime II, quien, por si esto fuera poco para dar que hablar a sus
súbditos, renunció a la corona y se refugió en un convento. No
se conocen más casos similares en esta dinastía reinante, que se
prolongó hasta Juana la Loca, a quien sucedió el emperador Carlos V,
perteneciente ya a la Casa de los Austrias.
Se
dio la paradoja de que, a pesar de que a dos de sus miembros reinantes
-Juan II y su hijo Enrique IV- les gustaba, sin duda, yacer con hombres,
fue precisamente Isabel I la Católica, hija de Juan II y hermana del
rey Enrique, quien con mayor esmero endureció las penas contra los
sodomitas.
Álvaro
de Luna era hijo bastardo de un noble aragonés. Siendo paje de la corte
castellana, ascendió de tal manera que pronto llegó a ser el personaje
más influyente en el rey Juan II y, por ende, en toda Castilla. Además
de astuto, era un seductor nato. Su atractivo físico encandilaba tanto a
hombres como a mujeres. Por si esto no fuera suficiente, se metió en el
bolsillo a la reina madre, abanderando a los partidarios del monarca,
en pugna constante frente a la nobleza castellana. Y, lo más importante
de todo, se ganó a pulso el amor de su pupilo, el joven y débil Juan II,
que al quedar huérfano, aprendió de él todo lo que un rey debía saber
por aquel entonces, incluyendo los goces de la carne.
Según la Crónica de don Álvaro de Luna,
cuando Juan II le señaló como compañero para dormir con él en su
aposento, el escándalo fue descomunal, aunque antes ya lo habían
intentado otros, como el Adelantado de Castilla Pedro Manrique, sin conseguirlo.
El rey Juan “de
noche ni de día quería estar sin don Álvaro de Luna, y lo aventajaba
sobre los otros, y no quería que otro alguno lo vistiese ni tratase.”
Aunque la homosexualidad del hijo y sucesor de Juan II, Enrique IV, era evidente, fue la imposibilidad de engendrar un heredero lo que, al convertirse en asunto de estado, dio al traste con su reinado. Ya de joven, el monarca gustaba rodearse de guapos mancebos. Notorios fueron los devaneos que sostuvo con Hernán Gómez de Cáceres o Juan Pacheco, marqués de Villena, que no afectaron a otros cortesanos y donceles, como Francisco Valdés o el Condestable Miguel Lucas de Iranzo, porque huyeron discretamente de la corte ante el real acoso.
Aunque la homosexualidad del hijo y sucesor de Juan II, Enrique IV, era evidente, fue la imposibilidad de engendrar un heredero lo que, al convertirse en asunto de estado, dio al traste con su reinado. Ya de joven, el monarca gustaba rodearse de guapos mancebos. Notorios fueron los devaneos que sostuvo con Hernán Gómez de Cáceres o Juan Pacheco, marqués de Villena, que no afectaron a otros cortesanos y donceles, como Francisco Valdés o el Condestable Miguel Lucas de Iranzo, porque huyeron discretamente de la corte ante el real acoso.
Enrique
IV se casó en primeras nupcias con Blanca de Navarra, a quien repudió
por estéril, para esconder lo que en realidad era incapacidad suya para
consumar con ella el acto sexual. Con su segunda esposa, Juana de
Portugal, mujer de una belleza embriagadora, las cosas no sólo no
cambiaron, sino que fueron a peor. Según cuentan las crónicas, sobre
todo la de Alonso de Palencia, Enrique rozaba el ridículo en su afán de
mostrar a sus fieles vasallos cuánto se esforzaba por complacer, sin
conseguirlo, a su adorada, aunque no deseada, esposa. Se hacía azotar en
las nalgas o se untaba ungüentos abrasivos en los genitales mientras
intentaba cumplir con sus preceptos maritales. Incluso mandó traer de
Italia a unos embaucadores que le indicaban realizar posturas coitales
más propias de un artista circense. Pero todo era inútil.
Cuando,
al fin, la reina Juana quedó embarazada de una niña, las facciones
contrarias al rey se negaron a admitir que fuera hija legítima de
Enrique IV. También corrieron la noticia de que el padre de la criatura
no podía ser aquel rey impotente y sodomita, sino Beltrán de la Cueva,
un valido por quien el monarca bebía los vientos y que frecuentaba los
rincones más íntimos de palacio. De esta forma, Beltrán se convierte en
el hombre bisagra del reino, ya que, a la fuerte relación personal que
tenía con Enrique se unía la familiaridad con que era tratado por la
reina. Dicho de otro modo, y como cantaban los juglares de la época, la
pareja real formaba con Beltrán de la Cueva un trío de lo más
compenetrado, en el que el valido repartía sus desvelos a partes iguales
entre la pareja real.
Enrique IV acabará siendo destronado, lo que propició el ascenso al trono de su hermana Isabel la Católica,
ante la negativa de la mayoría de la nobleza castellana a reconocer la
legitimidad de la joven heredera, que pasará a la posteridad como Juana laBeltraneja, en alusión a su supuesta paternidad. En la Farsa de Ávila de 1464 el marqués de Villena
y otros nobles contrarios aEnrique IV colocaron una estatua de madera
del rey, a quien depusieron simbólicamente y ridiculizaron como
maurófilo (amigo de los musulmanes) y como 'puto' (sodomita), negando su
paternidad sobre la heredera al trono, y entronizando a su hermanastro,
el infante Alfonso, que murió inmediatamente después en extrañas circunstancias. El mismo monarca aceptó a su hermana Isabel como legítima heredera al trono en el Pacto de los Toros de Guisando, aunque luego se retractara de haberlo hecho.
Juan
Pacheco murió en octubre de 1474, y el rey lo siguió en diciembre de
1474. A su muerte comenzó la Guerra de Sucesión Castellana entre los
partidarios de Isabel y los de Juana la Beltraneja.
Enrique IV yace enterrado en el Panteón Real del Monasterio de Guadalupe , en Cáceres.
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