sábado, 2 de marzo de 2013

Historia de la Investigación OVNI




¿Son reales los platillos voladores? - Parte 1

por J. Allen Hynek / Leonardo Montero Flores
Se han cumplido este año los 60 años desde el famoso avistamiento en el que se acuñó el nombre "Flying Saucer" ("plato volador" o "platillo volante", el 24 de junio de 1947) y también del famoso "Incidente de Roswell". Es entonces una buena ocasión para revisar la historia y conocer algunos sucesos en todo su detalle.
Durante años, la Fuerza Aérea [de EEUU] los ha etiquetado como engaños, alucinaciones o interpretaciones erróneas. Hoy, el propio consultor científico de la Fuerza Aérea para la investigación de objetos voladores no identificados declara que muchos de los avistamientos no pueden ser explicados tan fácilmente.

El Dr. J. Allen Hynek
El 25 de agosto de 1966, un oficial de la fuerza aérea a cargo de un equipo de misiles en Dakota del Norte repentinamente descubrió que sus transmisiones de radio eran interrumpidas por la estática. En ese momento, él estaba refugiado en una cápsula de concreto a una profundidad de 60 pies (18 metros). Mientras intentaba aclarar el problema, otros miembros de la fuerza aérea en la superficie reportaron haber visto un OVNI, un objeto volador no identificado, en lo alto del cielo. Tenía una luz roja brillante, y parecía ascender y descender en forma alternativa. Simultáneamente, un equipo de radar en tierra detectó el OVNI a 100.000 pies (30,5 kilómetros).
Así comienza un informe sobre OVNIs verdaderamente desconcertante, un caso que hasta hoy no ha sido explicado pues no coincide con las causas familiares como globos sonda, aviones, satélites o meteoritos. "Cuando el OVNI se elevó, la estática se detuvo", indica el informe hecho por el director de operaciones de la base. "Luego, el OVNI comenzó a descender en picada. Parecía que aterrizaría a diez o quince millas (16 o 24 kilómetros) al sur del área en donde fue visto. El control de la base de misiles envió una patrulla de soldados bien armados para inspeccionar la zona. Cuando la patrulla se encontraba a diez millas (16 kilómetros) del sitio de aterrizaje, la estática interrumpió el contacto radial con ellos. Cinco u ocho minutos después el resplandor que se divisaba más adelante comenzó a disminuir y el OVNI comenzó a elevarse nuevamente. Otro OVNI fue avistado y su presencia fue confirmada por radar. El que fue avistado primero pasó por debajo del segundo. El radar también confirmó esto. El primero comenzó a tomar altitud mientras se dirigía al norte y el segundo pareció desaparecer junto a su resplandor rojo".
Este incidente, que no fue difundido por la prensa, es típico de los casos desconcertantes que he estudiado durante mis 18 años como consultor científico sobre el problema de los OVNIs para la Fuerza Aérea. Lo que convierte al informe en algo especialmente destacable es el hecho de que otro incidente ocurrió en las cercanías de la base pocos días antes. Un oficial de policía —un hombre confiable— vio en plena luz del día lo que él describió como "un objeto flotante descendiendo por el costado de una colina, bamboleándose de lado a lado a una distancia de diez pies (3 metros) de la tierra. Cuando alcanzó el fondo del valle, se elevó a casi cien pies (30 metros) y se movió a través del valle hacia un pequeño estanque".
El objeto que tenía un diámetro aproximado de 30 pies (9 metros), luego pareció achatarse, y una pequeña cúpula se hizo visible en su parte superior. El objeto se mantuvo sobre el agua por algo así como un minuto y luego se dirigió a un pequeño campo, donde parecía que iba a aterrizar. Sin embargo, no tocó la tierra y se quedó estático a una altura aproximada de 10 pies (3 metros) sobre la tierra y a casi 250 pies (75 metros) de distancia con respecto al testigo, quien observaba esto desde su patrulla estacionada. El objeto luego se inclinó hacia arriba y desapareció rápidamente entre las nubes. Una historia fantástica; no obstante, he entrevistado al testigo en este caso y estoy personalmente seguro de que él está más allá de la infamia.
Durante los años en que he sido su consultor, la Fuerza Aérea ha argüido constantemente que los OVNIs eran engaños, alucinaciones o interpretaciones erróneas de fenómenos naturales. Para la mayor parte de los casos estaría de acuerdo con la Fuerza Aérea. Como astrónomo profesional —soy titular del departamento de astronomía de la Universidad Northwestern— no he tenido problemas para explicar la extensa mayoría de avistamientos reportados.
Pero no puedo explicarlos todos. De los 15.000 casos que he analizado, varios cientos son enigmáticos, y algunos de estos casos enigmáticos, tal vez uno en 25, son desconcertantes. Deseo aprender mucho más sobre estos casos a las que he podido acceder a través de informes o entrevistas.
Estos casos especiales han sido reportados por personas inteligentes y muy respetadas, que muy a menudo tienen entrenamiento técnico (astrónomos, operadores de torres de control en aeropuertos, antropólogos, oficiales de la Fuerza Aérea, personal del FBI, médicos, meteorólogos, pilotos, operadores de radar, pilotos de prueba y profesores universitarios). He discutido por años con la Fuerza Aérea que estos casos inusuales necesitaban mucho más estudio que el que ellos dispensaban. Ahora, finalmente, la Fuerza Aérea ha comenzado una investigación científica seria del fenómeno OVNI. (Comité Condon, Universidad de Colorado)
El público, estoy seguro, desea saber en qué puede creer -qué puede ser creído- acerca de las historias de "platillos voladores" que parecen volverse más sensacionalistas a cada momento. Con toda la lealtad a la Fuerza Aérea, y con una profunda apreciación de sus problemas, ahora siento que es mi deber discutir sobre el misterio OVNI completa y francamente. Hablo como un científico con una experiencia única. Soy el único científico que ha pasado casi veinte años supervisando la situación OVNI en este y otros países y que también ha leído millares de informes y se ha entrevistado personalmente con muchas personas que han avistado OVNIs.
El conseguir la verdad sobre los "platillos voladores" ha sido extraordinariamente dificultoso porque el tema engendra automáticamente reacciones instantáneas y creencias apasionadas. Casi todos mis colegas científicos, lamento decirlo, se han mofado de los reportes de OVNIs, aunque esto constituye una reacción anticientífica puesto que ninguno de ellos ha estudiado la evidencia. Hasta hace poco tiempo, mis amigos en ciencias físicas incluso no discutían del tema OVNI conmigo. El tema, de hecho, raramente se presentaba. Mis amigos, obviamente, no podían entender como yo, un científico, se había podido mezclar con eso de los "platillos voladores". Era como si luego de ser cantante de ópera decidía probar suerte cantando en un cabaret. Todo era demasiado embarazoso como para discutirlo en una conversación cotidiana.
Mientras que los científicos se reían entre dientes de los OVNIs, un cierto número de grupos de entusiastas ciudadanos le decían al gran público que los "platillos voladores" realmente existían. Los creyentes de los OVNIs acusaron a la Fuerza Aérea de encubrir la existencia de "platillos voladores" para evitar el pánico de la población. Puesto que yo era el consultor de la Fuerza Aérea, estos grupos me acusaron de venderme como científico, porque no admití en primera instancia que los ovnis existieran. Era el bufón de la Fuerza Aérea, su astrónomo domesticado, un hombre que prefería conservar sus honorarios como consultor antes que divulgar la verdad entre la gente.
Recibí muchas cartas que me atacaban a mí por no atacar a la Fuerza Aérea. Un escritor típico precisó que como científico mi primera lealtad era para con la "verdad", él también indicó que "cualquier persona que haya seguido de cerca la historia OVNI sabe que muchos informes han sido explicados de una manera que sólo puede definirse como ridícula".
Otra típica carta declaraba: "A pesar de que la Fuerza Aérea proclama (o está instruida para proclamar) que los OVNIs no existen, yo pienso que el sentido común nos dice a la gran mayoría que sí existen. A través de los años, ha habido mucha gente que ha tenido experiencias aterrorizantes relacionadas con los OVNIs. Pienso que nuestro Gobierno insulta la inteligencia de nuestro pueblo al mantener en secreto información sobre los OVNIs".
La cuestión de los OVNIs se ha convertido en una batalla de creencias. Por un lado, la que sustenta la posición de la Fuerza Aérea, y que está respaldada por el "establishment científico", cree que los OVNIs no existen; y por el otro lado están los que creen que los OVNIs representan algo completamente nuevo en la experiencia humana. Y luego tenemos el resto del mundo, la gran mayoría de personas que, si piensan en todas la aristas del tema, no saben qué creer.
La cuestión de si existen o no los OVNIs no debe ser una batalla de creencias. Debe ser un tema para el sosegado y razonado análisis científico.
En 1948, cuando por primera vez oí hablar de OVNIs, pensé que eran absolutas tonterías, como cualquier científico lo hubiese hecho. La mayor parte de los primeros reportes eran demasiado vagos: "Cuando entre al cuarto de baño y miré a través de la ventana vi una luz brillante en el cielo. Se movía hacia arriba, hacia abajo y hacia los costados. Cuando volví a mirar ya se había ido".
En aquella época yo era director del Observatorio de la Universidad Estatal de Ohio en Columbus. Un día tuve una visita de varios hombres del centro técnico de la base Wright-Patterson de la Fuerza Aérea, que quedaba a sólo 60 millas (97 kilómetros) de distancia en Dayton. Con cierta vergüenza obvia, los hombres tocaron el tema de los "platillos voladores" y me preguntaron si podría servir como consultor en la materia para la Fuerza Aérea.
El trabajo me pareció que no iba a tomar mucho tiempo, así que accedí. Cuando comencé a repasar casos, asumí que había una explicación natural para todos los avistamientos, o por lo menos la habría si lográbamos encontrar las piezas faltantes del enigma. Es por eso que, generalmente, suscribí a la opinión de la Fuerza Aérea, que sostenía que los avistamientos eran el resultado de interpretaciones erróneas, engaños o alucinaciones.
Durante los años siguientes no tuve problemas en explicar o descartar la mayoría de los casos que me eran asignados, pero algunos de ellos eran lo suficientemente desconcertantes como para sorprenderme (casos que la Fuerza Aérea más tarde referenciaría como "no identificados"). Déjenme enfatizar el siguiente punto: la Fuerza Aérea impuso su propio pensamiento en cada caso; yo sólo aporté mi opinión. Pronto encontré que la Fuerza Aérea mostraba una tendencia a aumentar sus explicaciones preliminares mientras compilaba sus resúmenes anuales; un "posible" avión se convirtió a menudo en "probable" avión. Me hacían recordar la leyenda griega de Procrustes, quien trató de meter a todos los hombres en la misma cama. Si eran demasiado largos les recortaba el sobrante, y si eran muy cortos los estiraba.
Contrariamente a lo que afirmaba en las declaraciones públicas, la Fuerza Aérea realmente nunca dedicó bastante dinero y atención al problema de los OVNIs como para llegar al fondo de los casos desconcertantes. El programa de evaluación OVNI de la Fuerza Aérea, conocido como "Project Blue Book" (Proyecto Libro Azul), era hospedado en una sola sala de la base Wright-Patterson. Durante la mayor parte de su historia, el Proyecto Blue Book fue dirigido por un solo capitán. Este solo hecho le indicará a cualquier persona familiarizada con los procedimientos militares la importancia relativa del Proyecto Blue Book en el organigrama de la Fuerza Aérea. El personal, que estaba compuesto generalmente por dos oficiales y un sargento, trataba de decidir, en base de declaraciones incompletas, las causas de todos los avistamientos de OVNIs reportados a la Fuerza Aérea. A partir de 1947 hasta 1965, el proyecto Blue Book revisó 10.147 casos. Usando los criterios de la Fuerza Aérea, el proyecto identificó 9.501, dejando sin resolver más de 600, que fueron designados como no identificados.
En 1952 mi sensación de que la Fuerza Aérea no investigaba los reportes con la suficiente seriedad me condujo a escribir un artículo sugiriendo que el tema merecía un estudio mucho más profundo. En 1953 la Fuerza Aérea prestó más atención a los OVNIs, aunque no la suficiente, según mi opinión. Un panel compuesto por algunos de los más respetados científicos en el país fue organizado bajo la dirección de Howard P. Robertson, un distinguido físico de Cal Tech. El panel Robertson discutió sobre los OVNIs por cuatro días. La mayor parte de los casos, incidentalmente, no eran tan desconcertantes como algunos de los que tenemos ahora. El panel solamente estudió con detalle 15 reportes, descartando varios cientos de los preparados en aquella época, aunque repasaron rápidamente muchos otros. Esto era como pedirle a Madame Curie que examine una pequeña fracción de pecblenda que acaba de destilar y esperar que obtenga radio de inmediato.
Me incluyeron como miembro asociado del panel, pero mi papel era realmente el de un mero observador. Después de terminar su breve examen, el panel concluyó que "la evidencia presentada sobre objetos voladores no identificados no ha demostrado ninguna indicación de que estos fenómenos constituyen una amenaza física directa a la seguridad nacional", y que "creemos firmemente que no hay ningún residuo de casos que indiquen fenómenos atribuibles a artefactos foráneos capaces de actos hostiles, y que no hay evidencia de que los fenómenos sugieren una necesidad de revisión de los conceptos científicos actuales". Es interesante observar la frase "creemos firmemente", una frase más apropiada al clero que a la comunidad científica.
El informe Robertson inmediatamente se convirtió en la justificación principal de la posición de la Fuerza Aérea: "no hay nada de qué preocuparse allá afuera", algo que se sostiene hasta el presente. No me preguntaron si quería firmar el informe, pero la verdad es que no lo habría firmado si me lo hubiesen preguntado. Sentía que la pregunta era más complicada de lo que el panel creía y que la historia podría mirar hacia atrás algún día y decir que el panel había actuado precipitadamente. Aquellos hombres se tomaron apenas cuatro días para hacer un juicio sobre un tema intrincado, al cual yo había estudiado por más de cinco años sin poder llegar a solucionar sus incógnitas.
En 1953, el año del informe Robertson, ocurrió uno de los casos más desconcertantes que he estudiado. Fue reportado primero en Black Hawk, Dakota del Sur, y luego en Bismarck, Dakota del Norte, durante la noche del 5 de agosto y el amanecer del 6 de agosto. Un grupo de personas en Black Hawk reportó estar viendo varios objetos extraños en el cielo. Lo que hizo que estos informes fuesen particularmente significativos fue el hecho de que estas personas eran observadores entrenados, miembros de la red nacional de civiles que se mantenían alerta por la posibilidad de bombarderos enemigos.
Aproximadamente al mismo tiempo, figuras no identificadas aparecieron en la pantalla del radar de la base Ellsworth de la Fuerza Aérea, que está cerca de Black Hawk. Un avión 'caza' F-84 se encontraba en el área y reportó estar viendo los OVNIs. El piloto transmitió que uno de los objetos parecía estar sobre la localidad Piedmont, en Dakota del Sur, y que se movía dos veces más rápido que su avión 'caza' con propulsión a chorro. Era "más brillante que la estrella más brillante" que alguna vez hubiese observado. Cuando el piloto comenzó la persecución, la luz "sólo desapareció". Cinco civiles en tierra, que habían visto al jet perseguir la luz, confirmaron los dichos del piloto.
Más tarde, un segundo F-84 fue enviado a perseguir al OVNI, que todavía aparecía en el radar de la base. Después de varios minutos, el piloto reportó ver un objeto con una luz de intensidad variable, que alternaba entre las tonalidades del blanco al verde. Mientras el piloto perseguía al OVNI, observó que había destellado la luz de su sistema de armamento, indicando que el radar de su avión había escogido un objetivo para derribar. El objeto estaba directamente delante de su avión pero en una altitud levemente mayor. En ese momento se elevó muy rápidamente. Cuando el piloto se dio cuenta de que inevitablemente se objetivo se escapaba interrumpió la persecución. Los operadores del radar en tierra rastrearon al 'caza' que volvía de la persecución con las manos vacías, mientras la luz del OVNI continuaba su marcha hasta salir del alcance de la pantalla del radar.
Mientras el objeto seguía hacia el norte, la base Ellsworth notificó esta situación al centro de vigilancia en Bismarck, 220 millas (354 kilómetros) al norte, donde un sargento, después de recibir la noticia, salió a la azotea y vio un OVNI. La fuerza aérea no tenía ningún avión en Bismarck que pudiesen enviar tras el OVNI, que finalmente desapareció en la noche.
Investigué este avistamiento y no pude encontrar una explicación satisfactoria. En mi informe, señalé que "el incidente entero, en mi opinión, tiene demasiado de 'Alicia en el País de las Maravillas' para mi gusto".
Fue en ese tiempo aproximadamente cuando algunos firmes creyentes de los OVNIs se disgustaron con la Fuerza Aérea y decidieron tomar el asunto en sus propias manos, como los vigilantes del viejo oeste; se organizaron "para hacer el trabajo que la Fuerza Aérea hacía mal". Estos grupos integrados por personas de distintas procedencia y preparación, eran a menudo los receptores de los intrigantes informes que nunca llegaron a la atención oficial del Proyecto Blue Book. El primer grupo de esta clase en los Estados Unidos fue el APRO (Organización de Investigación de Fenómenos Aéreos, en inglés: Aerial Phenomena Research Organization), fundado en 1952 y que todavía se mantiene muy activo, al igual que NICAP (Comité Nacional de las Investigaciones sobre Fenómenos Aéreos, en inglés: National Investigations Committee on Aerial Phenomena) que fue organizado algunos años más tarde.
A medida que pasaron los años, aprendí cada vez más sobre la naturaleza global de los avistamientos de OVNIs. Había asumido, al principio, que eran un fenómeno puramente americano. Pero los informes de avistamientos comenzaron a llegar de varias partes del mundo, hasta que 70 países fueron incluidos en la lista. Como científico, estaba naturalmente interesado en correlacionar todos los datos; un zoólogo que estudia hormigas rojas en Utah, por ejemplo, desea investigar una nueva especie encontrada a lo largo del Amazonas. Pero cuando sugerí a la fuerza aérea que los enlaces con el exterior del país fuesen utilizados para recolectar informes sobre avistamientos extranjeros, me dieron la espalda. Nadie en una posición de autoridad parecía querer tomar parte en un tema tan embarazoso.
Gradualmente, comencé a acumular casos que realmente no podría explicar, casos reportados por gente confiable que a menudo entrevisté personalmente. Encontré que las personas que hacían estos reportes a menudo desconocían todo lo relacionado con OVNIs antes de su experiencia, que los confundió y aterrorizó. Por temor al ridículo, eran con frecuencia renuentes a reportar avistamientos y lo hicieron tan solamente por un sentido del deber y un enorme deseo de conseguir una explicación racional para su experiencia irracional. Una de las cartas que me enviaron concluía con esta oración: "Esperando que no llegue a pensar que estoy chiflado, aunque no importa si lo hace, sinceramente..."
Traducido al español por Leonardo Montero Flores
ZAPPING 0306, 20-Ago-2007
Historia de la Investigación OVNI:
¿Son reales los platillos voladores? - Parte 2

por J. Allen Hynek, Saturday Evening Post, 17 de diciembre de 1966 / Leonardo Montero Flores
Por años, la Fuerza Aérea los ha etiquetado como engaños, alucinaciones o interpretaciones erróneas. Hoy, el propio consultor científico de la Fuerza Aérea para la investigación de objetos voladores no identificados declara que muchos de los avistamientos no pueden ser explicados tan fácilmente.
Hynek
El Dr. J. Allen Hynek
Teníamos muchos informes entregados por gente de buena reputación, sin embargo, no contábamos con una evidencia científica indiscutible —películas autenticadas, espectrogramas de las luces reportadas, y otras pruebas físicas— con la cual hacer un juicio. No hay fotografías totalmente autentificadas que se correspondan con las vívidas descripciones de los avistamientos. Algunas de las "supuestas fotografías" son evidentes engaños. Otras muestran pequeños detalles; que podrían ser cualquier cosa. Algunas más presentan una cantidad considerable de detalles, pero no pueden ser verificadas.
La evidencia de los OVNIs, entonces, se hallaba por completo sin prueba física. ¿Pero eran todos los ciudadanos que hicieron los informes víctimas de errores de apreciación o de alucinaciones? Esta era una cuestión científica intrigante, pero, lamentablemente, yo no podía encontrar algún científico con quien discutirla.
La opinión general de los científicos era que los OVNIs no pueden existir, por lo tanto, no existieron, por lo tanto, se rieron de la idea. Ésta, por supuesto, es una violación de los principios científicos, pero la historia de la ciencia está repleta de tales casos. Algunos científicos fueron rechazados por mirar las manchas solares a través del telescopio de Galileo, argumentando que "puesto que el sol era perfecto, no podría tener máculas, así que buscarlas era inútil". Otros científicos se rehusaron a creer en la existencia de los meteoritos; ¿quién sería lo bastante tonto como para pensar que una piedra podría caer del cielo?
De tanto en tanto, yo trataba de convencer a la Fuerza Aérea para hacer un estudio más cuidadoso del fenómeno, pero nada fue lo que recibí como respuesta. Comencé a sentir un verdadero sentimiento de frustración. A medida que los años corrían, continué encontrando casos que me desconcertaron mientras examinaba los reportes para el Proyecto Blue Book. La gente que temía que la Fuerza Aérea se mofara de sus informes comenzó a enviarme cartas, que a menudo estaban detalladas y bien escritas, sobre sus experiencias. La Fuerza Aérea nunca procuró influenciar mi opinión de los casos examinados, pero frecuentemente mis evaluaciones eran ignoradas. Y por si fuera poco, no me consultaron sobre algunos casos clave. (Uno de los más recientes fue el muy publicitado incidente que implicó a dos policías en Ravena, Ohio, la primavera pasada).
Más tarde, a partir de 1958 hasta 1963, los informes de OVNIs comenzaron a disminuir en calidad y cantidad; llegué a pensar que quizás la era del "plato-volador" estaba languideciendo y pronto desaparecería. Pero desde 1964 se ha producido una impresionante vigorización del número de avistamientos desconcertantes. Los casos más impresionantes parecen encajar en un mismo patrón. Los OVNIs avistados tenían todos un resplandor rojo brillante. Y flotaban a una altura de varios pies (varios metros) sobre la tierra, emitiendo una especie de gimoteo agudo. Los animales en la zona fueron aterrorizados, con frecuencia antes de que los OVNIs llegaran a ser vistos por las personas que reportaron el incidente. Además, cuando los objetos comenzaron a desaparecer, se desvanecieron en cuestión de segundos.
Ahora se comenzaba a gestar una verdadera paradoja. Como consultor de la Fuerza Aérea, para la opinión pública yo adquiría una reputación de desmitificador de los OVNIs. No obstante, en privado, me interesaba cada vez más en el hecho de que personas respetables, que no esperaban ganar nada al reportar un OVNI, continuaban describiendo incidentes relacionados con cosas "de-otro-mundo".
En julio de 1965, escribí una carta a la Fuerza Aérea reclamando, una vez más, un estudio sistemático del fenómeno. "Siento que es mi responsabilidad precisar", escribí, "que bastantes avistamientos enigmáticos han sido reportados por gente inteligente, y a menudo técnicamente competente, como para justificar una atención mayor que la suministrada por el Proyecto Blue Book en la actualidad".
Luego, en marzo de este año, llegaron los informes de los, por ahora, célebres "pantanos-de-gas" de Michigan. En dos noches distintas, en puntos separados por 63 millas (100 kilómetros), casi 100 personas reportaron ver luces rojas, amarillas y verdes que brillaban intensamente sobre áreas pantanosas. Cuando recibí los primeros datos de los OVNIs, reconocí inmediatamente que mis archivos eran, por lejos, mejores, más coherentes y más articulados que estos informes. Sin embargo, el incidente estaba recibiendo tanta atención en la prensa que fui a Michigan con la esperanza de obtener un caso que podría utilizar para centrar la atención científica en el problema de los OVNIs. Quería que los científicos consideraran el fenómeno.
Pero cuando llegué a Michigan, pronto descubrí que la situación estaba cargada con una emoción que hizo imposible que realizara cualquier investigación seria al respecto. La Fuerza Aérea me abandonó casi por completo, lo que significa que tuve, a veces, que luchar por transitar a través de hordas de reporteros que rodeaban a los testigos clave que yo tenía que entrevistar.
La región entera fue contagiada de algo muy cercano a la histeria. Una noche me encontré a mí mismo en un automóvil policial corriendo al encuentro de un avistamiento reportado. Teníamos contacto radial con otras patrullas en el área. "Lo veo", provenía de una patrulla, "allí está", nos llegaba desde otra, "está al este del río cercano a Dexter", escuchábamos de una tercera.
Finalmente, varios automóviles policiales se encontraron en una intersección. Los hombres salieron con rapidez y señalaron el cielo con excitación. "¡Mira!, ¡allí está! ¡Se está moviendo!"
Pero no se movía. Era la estrella Arcturus, identificada innegablemente por su posición relativa con la Osa Mayor. Una sensata demostración para mí.
En medio de esta confusión, recibí un mensaje de la Fuerza Aérea: Habría una rueda de prensa, y yo publicaría una declaración sobre la causa de los avistamientos. No me hizo ningún bien protestar y decirles que no tenía hasta ahora ninguna verdadera idea de qué había causado los avistamientos reportados en los pantanos. Debía tener una rueda de prensa, estuviera listo o no.
OVNI
¿Les resulta conocida esta imagen?
Buscando una explicación justificable para los avistamientos, recordé una llamada telefónica de un botánico de la Universidad de Michigan, que trajo a mi atención el fenómeno del "gas ardiente del pantano". Este gas, causado por la vegetación podrida, se sabe que puede encenderse espontáneamente y despedir una luz oscilante. Este resplandor es conocido en las canciones y cuentos populares como "linterna del gato" o "fuego del zorro". Luego de aprender más sobre el gas del pantano gracias a otros científicos de Michigan, decidí que era una explicación "posible" y la expondría a los reporteros.
La rueda de prensa, sin embargo, no resultó ser un buen lugar para la discusión académica: fue un circo. Los camarógrafos de la TV me querían retener en un punto del lugar, los hombres de los periódicos intentaban ubicarme en otro, y durante algún tiempo ambos grupos literalmente tiraban de mí. Todos clamaban por una sola y espectacular explicación de los avistamientos. Querían hombrecitos verdes. Cuando les entregué una declaración escrita que discutía la posibilidad del gas del pantano, muchos de aquellos hombres simplemente ignoraron el hecho de que dije que era una "posible" razón. Observé con horror como uno de los reporteros examinaba la declaración, encontraba la frase "gas del pantano", la subrayaba y corría hacia un teléfono.
Muchos, muchísimos, de los artículos publicados al día siguiente no sólo dijeron que el gas del pantano era definitivamente la causa de las luces de Michigan sino que también la indicaban como la causa de otros avistamientos. Salí de la ciudad tan reservada y rápidamente como fuese posible.
Supuse que el incidente del gas del pantano era el punto más bajo de mi asociación con los OVNIs. Esta experiencia fue una prueba muy obvia de que la agitación pública había llevado el asunto hasta un punto en que era ridículo esperar que un profesor, trabajando solo, condujese una investigación académica. Habíamos alcanzado, claramente, un nuevo estado en la problemática OVNI.
Tres semanas después del incidente de Michigan comparecí ante una audiencia sobre los OVNIs que fue conducida por el Comité de las Fuerzas Armadas (House Committee on Armed Services). Señalé al comité que tenía un expediente de "veinte casos OVNI particularmente bien reportados, los cuales, a pesar del número de testigos y de su carácter y competencia técnica, no he podido explicar. Diez de estos informes fueron hechos por científicos e individuos altamente entrenados, otros cinco por miembros de las fuerzas armadas y la policía, y los restantes cinco por otras personas confiables". El comité exhortó a la Fuerza Aérea a dar una atención continuada al tema y esto fue asegurado por el Secretario de la Fuerza Aérea Dr. Harold Brown.
Una investigación seria sobre la naturaleza de los OVNIs estaría justificada, en mi opinión, aunque sólo tuviésemos en cuenta los casos enigmáticos reportados durante los dos últimos años. Ahora bien, me parece que hay cuatro explicaciones posibles para los fenómenos:
Primero, son un completo absurdo, el resultado de engaños o alucinaciones. Ésta, por supuesto, es la postura que un número de mis colegas científicos han tomado. Pienso que bastante evidencia se ha apilado como para cambiar la opinión de los críticos que gritan fraude. Y si los OVNIs son simplemente alucinaciones, aun así merecen estudio intensivo; necesitamos saber cómo es que las mentes de tantos hombres, tan alejados unos de otros, pueden ser engañadas durante tantos años.
En segundo lugar, los OVNIs son alguna clase de arma militar que es probada en secreto. Esta teoría se descarta fácilmente. Los dispositivos secretos se prueban generalmente en áreas geográficas muy limitadas. ¿Por qué deben los Estados Unidos, u otro país, probarlos en muchas naciones? El problema de prevenir un escape de información clasificada sería imposible de resolver.
Tercero, los OVNIs son realmente del espacio exterior. Convengo con la Fuerza Aérea. No hay evidencia indiscutible, por lo que puedo ver, para decir que tenemos visitantes extraños. Pero sería absurdo eliminar la posibilidad por completo.
Respecto a esto, déjenme argumentar esta posibilidad desde su punto de vista más favorable. Todos sufrimos de provincialismo cósmico —la noción de que en esta tierra somos de alguna manera únicos—. ¿Por qué debe nuestro sol ser la única estrella en el universo que apoye vida inteligente, cuando el número de estrellas es un 1 seguido por veinte ceros?
Las estrellas nacen, crecen, envejecen y mueren, y ahora parece que la formación de sistemas planetarios es parte de este proceso evolutivo. Uno esperaría encontrar planetas alrededor de una estrella de la misma manera que encuentra gatitos alrededor de su mamá gata o bellotas alrededor de un roble. Si suponemos que sólo una estrella de cada 10 es circundada por un sistema planetario que albergue vida; eso significa que el número de estrellas que soportan la vida en el universo sería un 1 seguido por 19 ceros.
También sabemos que algunas estrellas son muchos millones de años más antiguas que nuestro sol, lo que significa que la vida en otra parte del universo pudo haberse desarrollado más allá de nuestro estado actual hace millones de años. Eso podría significar que otros planetas en otros sistemas solares pudieron haber solucionado el problema del envejecimiento, que recién hoy estamos comenzando a combatir. Si una vida alcanzara 10.000 años, por decir un número, un viaje espacial de 200 a 300 años sería relativamente corto. En ese tiempo sería posible llegar a la Tierra desde algunos sistemas planetarios distantes al nuestro.
Una civilización altamente avanzada, como la que estoy postulando, naturalmente vigilaría el progreso de la vida en otras partes de su galaxia. Cualquier señal de un progreso científico inusual pudo ser una razón suficiente para enviar un vehículo de reconocimiento con el fin de descubrir qué estaba ocurriendo. Y sucede que en estos últimos años hemos logrado un avance muy importante de esta clase; el desarrollo del uso de la energía nuclear.
Esto sigue siendo "ciencia ficción", por supuesto, pero me permitió llevar esta historia un paso más lejos. Algunos escépticos que se burlan de los reportes de OVNIs a menudo preguntan ¿por qué los "platillos voladores" no intentan comunicarse con nosotros? Una respuesta puede ser: ¿Por qué deberían hacerlo? No intentaríamos comunicarnos con una nueva especie de canguro que encontremos en Australia; sólo nos limitaríamos a observarlos.
¿Hay conexión entre los avistamientos de OVNIs y la probabilidad científica de vida en otra parte de nuestra galaxia? No lo sé. No encuentro ninguna evidencia para ello, pero no lo descartaré automáticamente.
La cuarta posible explicación de los OVNIs es que nos estamos ocupando de cierta clase de fenómeno natural que no podemos explicar y ni aun concebir hasta ahora. Debemos pensar cómo nuestro conocimiento del universo ha cambiado en 100 años. En 1866 no sólo no sabíamos nada sobre energía nuclear, sino que ni siquiera sabíamos que el átomo tenía un núcleo. ¿Quién habría soñado hace 100 años que la televisión sería inventada? ¿Quién puede decir qué asombrosas verdades de nuestro mundo conoceremos en los próximos 100 años?
Todas estas posibilidades merecen una consideración seria y ahora, finalmente, la conseguirán. En octubre la Fuerza Aérea anunció que una cuidadosa investigación del fenómeno OVNI será conducida en la Universidad de Colorado por un equipo de distinguidos científicos, dirigido por el Dr. Edward Condon, quien fuera director de la Oficina Nacional de Estándares.
No puedo dejar de sentir una pequeña sensación de triunfo y vindicación personal. La noche que la designación fue anunciada, mi esposa y yo salimos y tomamos algunas bebidas para celebrar.
Estoy particularmente complacido ya que el comité Condon tendrá tiempo para trabajar en el problema; porque no puedo considerar a una persona calificada para hablar con autoridad del fenómeno OVNI a menos que haya leído por lo menos algunos miles de reportes originales (no resumidos), y que conozca a fondo la naturaleza global de los avistamientos. Los informes verdaderamente enigmáticos y desconcertantes son poco numerosos comparados con la turbia marea de informes pobres.
Recientemente cené con varios miembros del comité Condon. Qué gran placer fue compartir la mesa con hombres de 'mente-abierta' respecto al tema OVNI, que no me miraban como si yo mismo fuese un marciano. Por primera vez, otros científicos hablan abiertamente de los informes. Un importante científico me escribió esto hace algunos días: "Desde hace algún tiempo estoy convencido de la realidad de este fenómeno basado en los reportes de los medios informativos. Me ha parecido que incluso descartando muchos de los casos subsiste un núcleo de observaciones confiables frente a las cuales no podemos encogernos de hombros. En dos ocasiones durante las últimas semanas he señalado mi punto de vista sobre el tema ante pequeños grupos de respetables y académicos amigos, y he encontrado que se sorprendían de que yo tomase en seria consideración estas cuestiones. Sé, por lo tanto, que usted debe haber reunido cierto coraje para hablar de esto en público".
Quisiera sugerir dos pasos más para ayudar a solucionar el problema OVNI:
Primero, los valiosos datos que hemos acumulado —buenos informes de todas partes del mundo— deben ser automatizados de modo que se puedan comparar rápidamente avistamientos nuevos con otros viejos y con esto trazar un patrón del comportamiento de los OVNIs.
En segundo lugar, necesitamos buenas fotografías de OVNIs. Si bien es cierto que hasta ahora la Fuerza Aérea ha gastado menos en el tema OVNI que en cestos para la basura. Pienso que es impráctico esperar que el ejército instale un costoso sistema de vigilancia del "platillos-voladores" a lo largo y a lo ancho del país. Cuando un OVNI es avistado, el testigo aterrorizado usualmente toma el teléfono y llama a la policía local, quien en el pasado ha perdido docenas de oportunidades para registrar el fenómeno en película. Es por eso que recomiendo que cada jefe de policía en el país se asegure de que por lo menos una de sus patrullas tenga en la guantera una cámara fotográfica cargada con una película a color.
Finalmente, quisiera enfatizar mi opinión sobre un tema polémico. Durante todos mis años de asociación con la Fuerza Aérea, no he encontrado evidencia alguna del tema OVNI que avale la frecuente acusación contra el ejército: que existe un encubrimiento deliberado del conocimiento de visitantes espaciales para evitar el pánico de la población. Toda la historia de la Fuerza Aérea y los OVNIs puede ser entendida solamente si comprendemos que el Pentágono nunca ha creído que los OVNIs podrían ser algo nuevo. La hipótesis utilizada por la Fuerza Aérea ha sido siempre que la causa detrás de cada informe de OVNIs (aparte de los engaños y algunas alucinaciones) es una identificación errónea de un objeto convencional o de un fenómeno natural. Es tan simple como eso.
Ahora, después de 18 años de retraso, la Fuerza Aérea y la ciencia norteamericana están intentando por primera vez, realmente, descubrir qué podemos creer acerca de los "platillos voladores".
Traducido al español por Leonardo Montero Flores

Dr. Joseph Allen Hynek

Extraído de CUFOS, Center for UFO Studies (Centro para Estudios OVNI):
Joseph Allen Hynek
Joseph Allen Hynek
El Centro para Estudios OVNI fue creado por el Dr. J. Allen Hynek, quien era profesor de astronomía en la Universidad Estatal de Ohio, y más adelante, titular del departamento de astronomía en la universidad Northwestern. Durante los años 50 y 60, trabajó como consultor astronómico en el Proyecto Libro Azul (Project Blue Book) de la Fuerza Aérea de Estados Unidos. Esencialmente, su responsabilidad era determinar si había una explicación astronómica para los avistamientos de OVNIs. El profesor Hynek estudiaría los reportes de OVNIs y decidiría si la descripción del objeto no identificado sugería un objeto astronómico conocido. Es decir, por ejemplo, si el testigo había visto al planeta Venus o a un meteorito en vez de un OVNI genuino.
Al principio, el Dr. Hynek era escéptico sobre todo el asunto de los OVNIs, pero después de examinar centenares de reportes de OVNIs hechos por testigos creíbles, se convenció de que los OVNIs eran dignos de un estudio serio. Con el cierre del Proyecto Blue Book en 1969, comenzó a considerar seriamente el formar una organización científica privada, integrada por científicos y otros expertos técnicos altamente entrenados, que trabajarían juntos para solucionar el enigma de los OVNIs. En 1972, Hynek publicó su clásico libro: La Experiencia OVNI: Un Estudio Científico (The UFO Experience: A Scientific Study), en el cual presentó sus categorías para agrupar los avistamientos de OVNIs y acuñó la frase, "encuentro cercano". En 1973, creó el Centro para Estudios OVNI, donde trabajó como director científico hasta su muerte en 1986. Poco antes de fallecer, el Dr. Hynek designó a Mark Rodeghier para que lo sucediera como director científico. El Centro para Estudios OVNI (CUFOS) continúa honrando la herencia de Hynek a través del estudio y examen serios del fenómeno OVNI.

Historia de la Investigación OVNI

Leo
Leonardo Montero Flores
El tema OVNI, según mi opinión, no es solamente importante por el hecho de que una investigación profunda del tema podría dilucidar si somos visitados por seres de otros mundos, sino que también es fundamental para entender al humano y sus motivaciones, su comportamiento frecuentemente irracional y su vanidad injustificada. Los OVNIs, al igual que otros tópicos controvertidos nos permiten reconocer a la inteligencia como un valor relativo, a la seguridad como mera ilusión y al caos como fuerza dominante en el universo, al menos en el universo de las ideas.
Esta serie de artículos titulada Historia de la Investigación OVNI, y que se publicará periódicamente en la célebre sección Zapping del sitio Axxón, está encaminada a acercar a la comunidad de habla hispana famosos artículos sobre el tema OVNI publicados originalmente en inglés en diversos medios de comunicación durante los últimos 60 años. Y sesenta no es un número trivial ni casual, es el número de años transcurridos desde el avistamiento de OVNIs de Kenneth Arnold y del incidente Roswell.
Creo personalmente que se puede hablar con seriedad sobre OVNIs, porque no existen temas ridículos, sino que lo ridículo es la forma en la cual se encaran. El tema OVNI, bien estudiado, sin caer en la tentación de creer ciegamente en cualquier cosa que se diga, o, por el contrario, no creer en absolutamente nada de lo que se afirme, puede acercarnos al pensamiento vivo de personas muy interesantes, creativas e inteligentes; aunque, como ya dije, la inteligencia es algo relativo.
Comienzo la serie de artículos con las palabras del Dr. J. Allen Hynek, tal vez porque es considerado unánimemente el científico que más contacto ha tenido con la temática que nos ocupa (casi cuatro décadas de investigación) y porque su rol ha sido clave para tratar el estudio de los avistamientos de objetos voladores no identificados en forma científica, y cuando digo científica pretendo dejar en claro que está ausente de prejuicios.
Además, la voz de un científico tratando de convencer a sus colegas para que tomen en serio el estudio de los OVNIs, es un poco el sabor general que quiero transmitir con estos artículos. Estudiar a los OVNIs tal vez no conduzca a nada, tal vez no tenga un valor intrínseco examinar fotografías y videos, huellas de formas extrañas en los campos de maíz y ulceraciones importantes en la piel de algunas personas. Tal vez los OVNIs no existen, tal vez no hay seres inteligentes vigilándonos, tal vez. Pero este estudio nos puede permitir conocer mejor nuestra sociedad, nuestra gran sociedad global. Esto también puede ser visto en el terreno de la investigación básica en ciencia, conocer el comportamiento agresivo de las hormigas argentinas en California quizás no sirve para nada, o quizás sí, sirve para satisfacer nuestras ansías de saber, cualquier cosa.
Cuando Hynek habla, habla de OVNIs, pero su análisis nos dice más sobre la sociedad norteamericana de la década del sesenta que de visitantes espaciales. Porque, al fin y al cabo, este tema no puede ser separado de las reacciones que despierta en las personas. ¿Será que necesitamos un gran espejo cósmico para vernos como realmente somos? Este tema motiva pasiones desmedidas porque muestra en algún punto la fragilidad y estupidez del ser humano, encerrado en su planeta de origen y en sus sociedades caóticas. El percibir o imaginar que hay algo externo a nosotros, algo inteligente, que nos examina sin que podamos evitarlo nos hace sentir casi como las hormigas de las que hablé más arriba. Al tomar conciencia de lo pequeños que podemos ser comparados con una inteligencia superior abrimos los ojos a una realidad más vasta que la cotidiana. Es por eso tan fuerte la idea de la invasión extraterrestre; hasta el momento el hombre no ha tenido con quien medir fuerzas, el hombre sólo conoce al hombre, pero si un día pudiese tener contacto con otra especie inteligente, ¿qué pasaría?
Para terminar, transcribo un fragmento de la novela Solaris, del genial Lem, que quizás explica mejor que yo lo que quiero decir:
"Nos internamos en el cosmos preparados para todo, es decir, para la soledad, la lucha, la fatiga y la muerte. Evitamos decirlo, por pudor, pero en algunos momentos pensamos muy bien de nosotros mismos. Y sin embargo, bien mirado, nuestro fervor es puro camelo. No queremos conquistar el cosmos, sólo queremos extender la Tierra hasta los lindes del cosmos. Para nosotros, tal planeta es árido como el Sahara, tal otro glacial como el Polo Norte, un tercero lujurioso como la Amazonia. Somos humanitarios y caballerescos, no queremos someter a otras razas, queremos simplemente transmitirles nuestros valores y apoderarnos en cambio de un patrimonio ajeno. Nos consideramos los caballeros del Santo-Contacto. Es otra mentira. No tenemos necesidad de otros mundos. Lo que necesitamos son espejos. No sabemos qué hacer con otros mundos. Un solo mundo, nuestro mundo, nos basta, pero no nos gusta como es. Buscamos una imagen ideal de nuestro propio mundo; partimos en busca de un planeta, de una civilización superior a la nuestra, pero desarrollada de acuerdo con un prototipo: nuestro pasado primitivo."

Zapping relacionados:

0145 ¿Visitantes en el Amazonas?
0111 El misterio de los "trajes espaciales" Dogu
0113 Entre vacas y OVNIs

No hay comentarios:

Publicar un comentario