sábado, 19 de octubre de 2013

TUICO FOTOGRAFIAS QUE HACEN HISTORIA


Cedidas para su exposición por Antonio Rubio Hernández, oficial jubilado del Servei de Prevenció i Extinció de Incendis i Salvaments de Barcelona (SPEIS) publicadas en la web el 04/06/2009
Incendio en una Refinería de Petróleos Española
El presente artículo ha sido redactado por los Oficiales del Servicio de Extinción de Incendios y Salvamentos del Ayuntamiento de Barcelona, D. Antonio Abellán Mulero y D. Tomás Martín Fuertes, siendo supervisado por el Arquitecto Jefe Director del Servicio, D. José M. Jordán. Los dos Oficiales citados, conjuntamente con el también Oficial del mismo Cuerpo de Bomberos, D. Manuel Durán Novallas, formaban el «staff» del equipo de refuerzo que el Ayuntamiento de Barcelona envió como fuerzas de choque para coadyuvar a la extinción del incendio declarado en la Refinería de Petróleos de Escombreras (Cartagena), bajo el mando directo del Arquitecto Jefe Director del Servicio de Extinción de Incendios y Salvamentos de dicho Municipio.
Agradecemos plena y sinceramente esta valiosa colaboración, al mismo tiempo que felicitamos efusivamente a todos los componentes de equipo —sin distinción— por su valeroso y disciplinado comportamiento en las tareas que les fueron encomendadas, que han dejado una vez más bien alto el pabellón de nuestro Cuerpo de Bomberos del Ayuntamiento de Barcelona.
La Dirección de ¡ALARMA!
 
 
  
 
 
 
 
 
 
 
 
 




 




Con motivo del gravísimo siniestro ocurrido en la Refinería de Petróleos de R.E.P.E.S.A., enclavada en el valle de Escombreras (Cartagena), resumimos en este articulo los detalles que nos han parecido de mayor interés para todos.
El incendio fue motivado por una explosión, y adquirió inmediatamente extraordinarias proporciones, capaces de desbordar cualquier sistema de protección previamente establecido. Esto pone de manifiesto que en materia de seguridad, resulta muy difícil llegar a determinar cuáles pueden ser las medidas capaces realmente de controlar determinados siniestros, poniendo una vez más en evidencia la especial atención que requiere este tipo de problemas por parte de todos los responsables de los servicios de seguridad.
Como es de conocimiento en ámbito nacional, la explosión se produjo alrededor de las 23,15 horas día 1 de octubre del presente año, y el tributo das humanas que hubo de pagarse fue de cinco muertos y ciento sesenta y tres heridos, de mayor o menor gravedad. Ante la magnitud del incendio e afectaba a una buena parte de la Factoría y amenazaba con propagarse peligrosamente a la mayor parte de las restantes instalaciones, se procedió a dar la señal de alarma y a la evacuación de víctimas, mientras simultáneamente se iniciaban los trabajos de extinción y se pedían refuerzos a Cartagena, como ciudad más inmediata. Las zonas afectadas fueron subdivididas, cuando ya fue posible - a fines de distribución de operaciones—, en:
- Zona 1: Al mando de los Sres. Sala y Cortés.
- Zona 2: Al mando de los Sres. Ruiz y Larrinaga.
- Zona 3: Al mando de los Sres. Zaragoza y Babiano.
Existían, además, los coordinadores de ínter zonas otro mucho personal especializado, que desempeñaron funciones de alto interés y eficiencia y que no citamos especialmente por temor a omitir alguno de los. La coordinación general fue desempeñada por Sr. Cerón.
Posteriormente, y dado el incremento del siniestro, fueron movilizándose progresivamente nuevos refuerzos de distintos puntos de la Península, tanto en referente a técnicos de seguridad de otras refinerías, como a Cuerpos de Bomberos, llegando a concentrarse prácticamente elementos de casi todas las provincias españolas.
La orden de salida del Cuerpo de Bomberos de Barcelona se recibió en la noche del viernes, 3 de octubre, en que —con motivo del trágico derrumbamiento ocurrido en un inmueble de la calle de Unión— procedía un retén de este Servicio a los trabajos de desescombro y rescate de las víctimas allí sepultadas, hallándose presentes en el lugar el Ilustrísimo Sr. Concejal Ponente del Servicio de Extinción de Incendios y Salvamentos, D. José Luís Torres Cáceres, y nuestro Jefe Director, D. José M. Jordán. Se personaron en el lugar los Excmos. Sres. Gobernador Civil y Alcalde de la Ciudad, quienes —al propio tiempo que se interesaban por los trabajos que se practicaban— comunicaron la orden de enviar un destacamento para colaborar en los trabajos de extinción del incendio de la Refinería.
A la llegada de los Sres. Torres Cáceres y Jordán al Cuartel Central, se procedió a organizar el destacamento, que quedó constituido por:
Jefe Director
Tres Oficiales
Tres sargentos
Cuatro cabos
Once bomberos
Tres conductores
Como material se enviaron tres bomba-tanques y un vehículo ligero, poniéndose en ruta el destacamento a primeras horas del día 4 de octubre, llegando a Escombreras —tras haber pernoctado en Torrevieja a causa de una intensa tormenta que se desencadenó en sus inmediaciones— a primeras horas del día 5 de octubre.
La llegada a la Refinería nos produjo un cierto sobrecogimiento de ánimo, ante el espectáculo dantesco que se presentaba ante nosotros, ya que no habíamos tenido ocasión de presenciar un incendio de tal magnitud en el transcurso de nuestros años de profesión de bombero.
Rápidamente, nuestro Jefe Director se puso en contacto con la dirección de los trabajos de extinción, los que —de acuerdo con lo antes citado— se llevaban a cabo por sectores previamente señalados y asignados a los distintos técnicos de seguridad de R.E.P.E.S.A. y de las otras refinerías, que se habían concentrado para cooperar en la lucha contra el siniestro.
Nuestra labor —como era lógico— consistió fundamentalmente en cooperar en los trabajos que se llevaban a cabo en los distintos sectores; en principio, nuestras fuerzas dividieron su acción entre las dos áreas más gravemente afectadas, consistiendo principalmente su labor en la refrigeración de los tanques, al objeto de controlar la deformación de las planchas de sus estructuras y evitar posibles desbordamientos de productos en combustión que pudieran propagar el fuego a los tanques aún no afectados o a los ya extinguidos. Esta labor se llevó a cabo durante todo el día 5, pero ante lo prolongadas que se preveían las operaciones, se acordó organizar tres grupos de personal, a fin de poder mantener un servicio permanente en actuación, mientras se concedía 1 descanso al resto.
Cabe destacar, a este respecto, que nuestro grupo de 25 hombres se vio incrementado —al llegar a Escombreras— por el Jefe de Bomberos de Pamplona y tres de los bravos compañeros de aquel Cuerpo, quienes compartieron con nosotros todas aquellas jornadas de dificultades y alegrías, en un sano ambiente de cordial camaradería. Desde estas líneas enviamos un afectuoso saludo a aquel grupo y a todos los compañeros de Pamplona.
De esta forma, fueron sucediéndose las horas, hasta lograr la extinción definitiva del incendio, que ponía fin a tantas angustias e inquietudes sufridas por todas las personas que, con mayor o menor responsabilidad, hicieron todo lo posible para lograr en un común y titánico esfuerzo— combatir y vencer la terrible furia de ese temible enemigo de la humanidad en que se convierte el fuego cuando escapa al control humano.
Hasta aquí nos hemos limitado a relatar someramente en lo que consistió nuestra intervención en Escombreras, pero consideramos que —ahora que afortunadamente todo ha pasado— lo más importante es aprovechar las experiencias vividas y sacar las pertinentes consecuencias.
En primer lugar, cabe considerar que un incendio de las proporciones del de la Refinería de Petróleos de Escombreras no se había producido en España con anterioridad, y, en consecuencia, la mayor parte de las personas que asistimos al mismo no habíamos tenido oportunidad de luchar contra un siniestro de estas características. Por otra parte, dada la naturaleza y peligrosidad de los productos almacenados, resulta muy difícil —por no decir imposible— disponer de hombres y material suficiente para controlar una situación semejante desde el principio.
A este respecto debe hacerse especial mención de la capacidad de organización puesta de manifiesto por parte de las autoridades, tanto oficiales como de la empresa, para el movimiento y control del innumerable contingente de personas y material de todo tipo —tanto de extinción como de transporte y maquinaria en general— que tomaron parte activa en los distintos trabajos Hasta tal punto se hallaba todo previsto, que puede afirmarse —sin temor a error— que además de un perfecto servicio de intercomunicaciones, que permitía una rápida disposición de los medios necesarios de extinción en el lugar requerido, estuvo funcionando —en un verdadero alarde de orden y eficiencia— ininterrumpidamente a pleno rendimiento el servicio de comedor de la Refinería, proporcionando a todas las personas allí concentradas comida caliente y suficiente para sus necesidades, así como alojamiento para descansar; este último se estableció en las dependencias de la colonia residencial de los empleados de la empresa, que había sido adecuada y acondicionada para albergar, en situación de emergencia, a los hombres que colaboraban en los trabajos de extinción.

También se puso de manifiesto, a través de esta 
experiencia, la gran importancia que tiene el disponer de una adecuada red contra incendios —en cualquier caso—, pero muy especialmente en este tipo deinstalaciones, para las que resulta imprescindible el disponer de un caudal y presión de agua suficientes para mantener una enérgica refrigeración y para generar espuma física, tanto para los tanques incendiados como para los que puedan hallarse en su zona de influencia, lo que indica claramente la necesidad de un detenido estudio en función del riesgo y según el tipo de instalaciones. Como dato orientativo a este respecto, citamos que —según informes obtenidos allí— durante las últimas 24 horas del incendio, en que ya sólo ardía un tanque, fueron descargados 57.000 metros cúbicos de agua, para evitar que el fuego pudiera propagarse a los tanques contiguos al aún en combustión, habida cuenta de que las separaciones entre tanques eran de 30 metros, por término medio.
En tercer lugar, quedó también demostrado que los tanques del tipo de tapa flotante ofrece unas
considerables garantías de seguridad respecto al peligro de explosión, a la vez que proporcionan unas posibilidades de extinción de incendio mucho más favorables que las de los tanques de tapa fija, dado que pudo constatarse que un tanque de tapa flotante podía ser extinguido al cabo de unas 48 horas de su entrada en combustión.
Por último, citamos un hecho negativo, de capital importancia, que deseamos sea resuelto en breve y de manera definitiva, constituido por el problema de que todos los Cuerpos de Bomberos llevaban racores de manguera que no enlazaban con los hidr
ántes de la red de la Refinería, ni, por consiguiente, con ninguna de las piezas intermedias y mangueras allí existentes, lo que supuso un grave inconveniente para las tareas de extinción, que mermó en reiteradas ocasiones la eficacia de los distintos equipos de los Cuerpos de Bomberos concentrados en Escombreras. Esperamos que el problema de la heterogeneidad de racores en España será abordado y resuelto con la mayor urgencia.

Según nuestros últimos datos, resultaron afectados por el incendio 28 tanques y quemadas 167.000 Toneladas métricas de combustible
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