Por India y Nepal, Paisajes y Rincones -
Pasaje a La India
INDIA. BELLEZAS DE INDIA part 1
Paisajes hermosos desde la India | Absolut Indi
Lakubhen: La vida de una mujer India -
Un documental sobre la vida cotidiana en India
Hola Lorena
Que gusto encontrar finalmente un sitio con información tan útil e interesante sobre la vida en la India y la personalidad de los hindúes! Te felicito por tu blog el cual por los comentarios puedo ver que ha tenido una gran acogida. Soy una joven latina y vivo en Estados Unidos desde pequeña. Mis padres emigraron a este país en busca de mejores oportunidades y a base de mucho trabajo y un gran esfuerzo nos han dado a mi hermano y a mi un futuro mejor. Creo que Dios no me dará vida suficiente para agradecerles tanto amor, entrega y dedicación.
Hace 5 años conocí a Siddarth en una reunión de trabajo y pasó poco tiempo para que comenzáramos a salir y nos enamoramos. Al igual que yo, sus padres emigraron al pais siendo él solo un adolescente. Ambos somos profesionales universitarios, de hecho él ha ido más allá y hoy en dia tiene un doctorado entre sus logros académicos.
Al principio de la relación, tuve que enfrentar las advertencias de rigor de mis compañeros de trabajo y algunos familiares sobre los esterotipos de la cultura hindú, muchas veces producto de la xenofobia que cambió este país luego de los lamentables hechos del aquel fatídico 11 de Septiembre del 2001 que, aunque Al Quaeda no tiene nada que ver con la India, la gente en su ignorancia, cataloga por igual todas las culturas orientales. Comentarios como que tendría que tapar mi cabello toda mi vida por que la prima del cuñado del hijo del Sr. de la licorería de la Segunda Avenida se había casado con un hindú y tenían grandes problemas culturales, eran mi dia a dia. Por otro lado, Siddarth tuvo que enfrentar el típico conflicto de decirle a sus padres que se iba a casar con una “sexy y extrovertida” latina y no con una “buena y sumisa esposa hindú” que contara con la aprobación de todos los miembros de la familia. En aquel tiempo ingenuamente pensamos “unidos venceremos” y no importaban los obtáculos y advertencias de todos aquellos empeñados en “entorpecer” nuestro amor, sino nuestro propio proyecto de una vida en pareja “perfecta”.
Mi boda fue un thriller al mejor estilo de aquella famosa comedia de Nia Vardalos “My Big Fat Greek Wedding”, algo así como “Mi gran boda griega”…nos casamos por ambas religiones para complacer a ambas familias, tuve una sencilla boda católica y una IMPRESIONANTE boda hindú. Creo que fui la única novia que deseaba no haberme casado nunca por los ritos religiosos. Todos opinaban y mi novio y yo éramos simples espectadores, sin embargo, me llamaba la atención que él no parecía inmutarse mientras yo me moría del estres y la impotencia…eso sólo fueron los primeros síntomas que podía detectar hasta ese momento de su “indianidad” por llamarlo de alguna manera.
Una vez casados comenzamos nuestra dulce vida en pareja. A los dos años tuvimos nuestro primer hijo que ha traído gran alegría a nuestras vidas. La verdad y siendo sincera no puedo decir que ha sido un mal matrimonio…hay muchísimas cosas que admiro en él, sobre todo su gran sentido de la responsabilidad y todo lo que tenga que ver con la familia en general, sin embargo, reconozco que muchas veces ese mismo sentido de lealtad y pertenencia generan grandes conflictos en nuestra relación.
Luego de leer el artículo sobre la identidad latina que publicaste, pude darme cuenta de muchos rasgos propios de nuestra cultura que a veces damos por sentado que los demás “deben” entender y son “normales”.
Desde hace algún tiempo comencé a buscar “respuestas” visitando los diferentes blogs y páginas webs que muchas jóvenes han escrito sobre el tema, sin embargo, no conseguía soluciones a tantas dudas que tenía en mi cabeza. La gente cuenta sus problemas en estos sitios pero no hay ningun tipo de referencia sobre la razón psicólogica de tales conflictos.
Básicamente “mis conflictos” personales se generan por la manera tan distinta que Siddarth y yo tenemos de enfrentar las visitudes que se presentan en nuestra vida cotidiana y la manera de resolverlos. Mis padres me enseñaron que debía estudiar para ser una profesional independiente económicamente y así, cuando saliera del seno familiar, ser capaz de tomar mis propias decisiones. Me enseñaron que en la vida debemos equivocarnos para aprender en base a nuestras malas experiencias, ya que esa es la única manera de sobrevivir en estos tiempos tan difíciles. Fui criada bajo la religión católica que predica seguir los preceptos de los 10 mandamientos y en cierta forma han moldeado lo que está “bien y lo que está “mal”. Soy una persona muy abierta y siempre estoy dispuesta al diálogo. Cuando surge un conflicto soy la primera en sentarme a tratar de buscarle el sentido lógico a los problemas y tratar de encontrar la solución más adecuada. Muchas veces siento una gran frustración y siento la sensación de que he arado en el mar. Por mucho que hemos hablado ampliamente sobre nuestras grandes diferencias culturales y hasta hemos buscado ayuda psiquiátrica, yo por mi parte siento que aún no consigo las respuestas adecuadas a las interrogantes que aún rondan en mi conciencia.
Uno de mis grandes temores son aquellos actos que universalmente se consideran malas acciones en cualquier parte del mundo, pero pareciese que los Hindúes tienen un mundo diferente o particular donde se rigen por leyes distintas para cada quién y donde lo que nosotros conocemos como “sentido común” pareciese no existir. Cuando veo las noticias de la India sobre los asesinatos de las niñas recién nacidas, las jóvenes que mueren quemadas porque los suegros desean más dinero en dote o los asesinatos por honor y se lo comento a Siddarth todo termina en una gran discusión donde salen a relucir los psicópatas asesinos en serie que abundan en este país o los abusos de la Iglesia Católica,etc. La verdad yo no lo hago para juzgar a su raza, simplemente lo señalo ya que estas cosas suceden como algo “normal” y peor aún ellos lo ven como “normal”. Yo he vivido situaciones con su familia donde esa línea entre el bien y el mal pareciese no estar bien definida o donde ellos tienen un concepto diferente de las acciones correctas en la vida de un ser humano.
Tu blog ha sido de gran ayuda, y aunque he leído todos los artículos, sin embargo siento que aún quedan algunos “cabos sueltos” en este rompecabezas que se llama “indianidad”.
Lorena…que es lo correcto y lo incorrecto en la cultura hindú? Qué hacemos mal nosotros como Occidentales que ante sus ojos se traduce muchas veces en “comportamientos egoístas”? Dime…no somos todos IGUALES a los ojos de Dios…o es que acaso hay un cielo para cada raza, casta o religión? Discúlpame si te agobio con mis dudas, pero tu blog es lo más cercano que he conseguido a una respuesta potencialmente razonable…
La Visión Hindú del mundo
Cada civilización tiene una manera única de mirar el mundo. Dicha visión es un grupo de ideas que definen el objetivo de la existencia humana, la manera de lograr ese objetivo, los errores que deben evitarse y los obtáculos que podemos encontrarnos en el camino. La visión del mundo interpreta las experiencias humanas y responde las eternas preguntas de lo que es bueno o malo, lo que es real o irreal, cuál es la esencia de la naturaleza de los hombres y las mujeres y el mundo en que viven y cuál es la conexión del hombre con su naturaleza, con otros seres humanos y con el cosmos.
Por ejemplo, si miramos hacia la China, podemos detectar los siguientes elementos de la visión del mundo según Confucio: No existe otro mundo más allá del mundo en que vivimos. El significado supremo de la vida se encuentra atado y no separado de la vida cotidiana, por ende, este se lleva a cabo a través de la auto cultivación personal dentro de la comunidad y a través de la ayuda mutua entre la familia, el clan, la escuela o el sitio de trabajo. El “pegamento” que mantienen a la sociedad unida no es una ley sino algo que los Chinos llaman “ li ”, el cual es un modo civilizado de conducta. Una característica predominante de la visión del mundo en la China es un sentido del deber en vez de la demanda de derechos.
De la misma manera, en la India existen ciertos elementos específicos que identifican la visión del mundo según los hindúes. Acá no se discutirán las doctrinas filosóficas que son relevantes sólo para las élites intelectuales y religiosas, sino las creencias y actitudes – muchas veces no conscientes – de un gran número de Indios las cuales se pueden reflejar en sus vidas, sus canciones y sus historias. Estas creencias han sido difundidas por generaciones a través de mitos y leyendas, proverbios y metáforas, representadas en rituales religiosos. Han sido transmitidas a través de los cuentos infantiles; las películas de Bollywood y las series de Televisión les han dado una apariencia moderna y han sido resaltadas en las advertencias de los padres o en la visión que tienen sobre el futuro de sus hijos. Esta visión del mundo de la que hablamos, se absorbe desde muy temprano en la vida y no a través de la mente sino del corazón.
Existen tres elementos que están interconectados y comprenden la mayor parte de la visión Hindú del mundo: Moksha, Dharma y Karma. Nuestro interés en estos conceptos no es filosófico, textual o histórico, sino psicológico. Aqui se presenta un análisis de cómo esta antigua trinidad ha contribuído a la formación de la imaginación India y sus repercusiones en los pensamientos y acciones del Indio contemporáneo.
Moksha, el Objetivo de la Vida
El Moksha, que en general se traduce como auto realización, trascendencia, salvación, la liberación de este mundo, ha sido visto tradicionalmente por los hindúes como el objetivo del ser humano en la vida. La idea del Moksha está íntimamente ligada a la convicción India en la existencia de otra realidad a un nivel “superior” más allá de la realidad empírica y verificable de nuestro mundo, nuestros cuerpos y nuestras emociones. Un valor fundamental impartido en la mayoría de las escuelas de Hinduísmo es la creencia en la existencia de una realidad “suprema” – que a su vez se relaciona a la realidad cotidiana de la misma manera que la consciencia se relaciona a un sueño – la cual es una verdad incuestionable en la cultura India y un discurso común en las enseñanzas de los innumerables gurus que abundan en el pais. Esta realidad “suprema” cuya percepción se considera el mayor logro y el significado de la vida humana se dice que está más allá de toda idea conceptual e incluso más allá de la mente.Es por ello que el desarrollo intelectual, la ciencia naturalista y las demás pasiones de la mente en la búsqueda de la naturaleza empírica de nuestro mundo, se consideran un aspecto secundario en la cultura en comparación con las prácticas de meditación o incluso el arte, debido a la suposición de que las experiencias espirituales y estéticas se encuentran estrechamente relacionadas. En el sistema de creencias de la cultura hindú el poder estético de la música y el verso, una historia bien contada y una obra bien representada son más reales que la vida misma.
Este énfasis en lo espiritual que subyace en las prácticas de las diferentes escuelas de “auto realización”, como las de Yoga, le da colorido al tono emocional de la manera que un Indio vé la vida.
Para la gran mayoría de los Indios la vida es una combinación de lo trágico y lo romántico. Trágico, ya que desde su punto de vista, la experiencia humana está invadida de ambiguedades e incertidumbres donde el hombre tiene pocas alternativas sino soportar la carga de los conflictos inevitables y las desgracias incomprensibles del destino. Aunque se basa en lo trágico, a su vez, la visión India del Moksha ofrece una búsqueda romántica. Esta travesía es una búsqueda donde el viajero debe resistir los peligros que se presenten en el camino para luego ser recompensado con una gratificación más allá de la experiencia humana.
La creencia en la existencia de esa realidad suprema se convierte en una nostalgia del alma India, como un faro de esperanza de un “sentimiento superior” en sus vidas, indistintamente de la clase social, la casta, lo rural o lo urbano, el ignorante o el educado, el rico o el pobre. Es muy raro encontrar entre los Indios una visión irónica de la vida o una perspectiva indiferente a lo trágico donde los Dioses tienen “pies de arcilla”.
Si la espiritualidad es el centro del mundo imaginario del Indio, es normal deducir que a su vez ésta condiciona su mente, coloreando su intelecto, y sus respuestas emocionales y artísticas de maneras muy características. En otras palabras, existen varias consecuencias culturales derivadas de esta creencia. Una de ellas es la presencia predominante de la esperanza, aún en las condiciones de vida más adversas. Durante siglos, la civilización India le ha transmitido a los niños la casi somática convicción de que existe un orden en nuestro mundo visible, así se encuentre escondido o sea desconocido. Que existe un diseño de vida en el cual se debe confiar a pesar de las penas, crueldades e injusticias que enfrentamos. En la menta India, un pequeño destello de esperanza se convierte en una fogata de luz. Consideremos el ejemplo del hombre que proviene de una pequeña villa de Rajasthan a vivir en una barriada en Delhi. Trabaja rompiéndose el lomo 14 horas al día como obrero de la construcción, vive con los otros 6 miembros de su familia en una sola habitación y come, si el dinero se lo permite, una vez al dia. Si alguien le dijera que tendría una mejor calidad de vida en su villa, rechazaría la idea con estupefacción. La ciudad, con todas sus “posibilidades”, ofrece por ejemplo educación para sus hijos y lo llena con un rayo de esperanza. Desde un punto de vista cínico, otra persona consideraría sus aspiraciones por una vida mejor, completamente poco realistas, sin embargo, lo que mantiene a este hombre y a los muchos millones de Indios viviendo en las circunstancias económicas, sociales y políticas más adversas es precisamente esa esperanza, que es un sentido de posesión del futuro, indiferentemente de lo distante que ese futuro pueda ser.
Otra consecuencia de la orientación espiritual y la inquebrantable creencia en esa realidad suprema es la fascinación y el respeto del Indio por las ciencias ocultas y sus practicantes. Astrólogos, clarividentes, fakires y los otros individuos chamánicos que abundan en la sociedad India son profundamente apreciados ya que existe la creencia de que estos tienen algún contacto con esa realidad suprema. En India son los “Hombres-Dios”, los gurus, en vez de los líderes intelectuales, sociales o políticos los que han incorporado los anhelos infantiles por lo omnisciente y la perfección de las figuras paternas. Los eruditos o los científicos son respetados, pero sólo los “hombres sagrados” o los hombres de Dios son reverenciados. Ese supuesto contacto con esa realidad alterna les confiere poderes “sobrenaturales”, un estatus sobrehumano y una excelencia moral más allá de lo ordinario.
Lo Correcto y lo Incorrecto
Si Moksha es el objetivo en la vida, el Dharma se traduce como la ley, el deber moral, la acción correcta, la conformidad con la verdad de las cosas y el medio a través del cual se logra el objetivo deseado. Hoy en día existe un clamor general sobre la falta de Dharma en la mayoría de las instituciones sociales y la vida de los individuos. Mientras los Indios modernos señalan los grandes cambios sociales que se están llevando a cabo con el advenimiento de las modernas ideologías egalitarias, los Indios tradicionales ven la desaparición del Dharma como el único responsable del conflicto social, la opresión y el malestar que caracteriza la sociedad India contemporánea.
Por otro lado los Indios conservadores culpan a las ideologías de la modernidad Occidental que con sus nociones egalitarias e individualistas, su exaltación sobre la importancia de las recompensas materiales en vez de la espiritualidad humana, su énfasis en las aspiraciones en vez de las limitaciones las que han conllevado a difundir la envidia social, una codicia desenfrenada y el egoísmo en la sociedad India.
Ahora bien, indiferentemente de cual sea la perspectiva de cada grupo sobre el Dharma, existe un aspecto de vital importancia fundamental en la formación de la sensibilidad ética India. El rasgo principal de esta sensibilidad difiere de sus contrapartes Católicas, Judias o Islámicas y es un marcado relativismo ético el cual se ha arraigado en la manera de pensar del Hindú.
Cómo un individuo determina qué es actuar correctamente y que él actúa de acuerdo a la ley moral y “en conformidad con la verdad de las cosas”? La respuesta tradicional es que él no puede saberlo ya que la acción correcta depende de:
- La cultura de su país o “desa”
- El momento histórico en que vive o “kala”
- Los esfuerzos requeridos por él en ese período particular de su vida o “srama”
- y finalmente, su carácter innato o “guna” que ha heredado de su vida anterior.
Por ende, un individuo no tiene forma de conocer todos estos factores en un sentido absoluto. En la religión Hindú no existe un libro o una autoridad interpretativa como la Iglesia Católica, que pueda ayudar a aclarar las dudas de cómo se debe actuar en una situación determinada. Es por esta razón que lo “correcto’ y lo “incorrecto” son relativos, dependiendo de un contexto específico, una acción puede considerarse correcta o incorrecta.
La manera en que la cultura visualiza las acciones correctas, disminuye la carga de la responsabilidad del individuo por sus acciones y “alivia” la culpa que sentirían las personas en aquellas sociedades donde existen axiomas de lo que se debe y no se debe hacer. Por el contrario, en la sociedad India, las acciones están determinadas por valores más permisivos y gentiles pero a la vez más ambiguos como lo que no se puede o lo que se puede tratar. Por una parte, esta incertidumbre hace posible que se lleven a cabo acciones riesgosas y poco convencionales pero por otro lado, dichas acciones están acompañadas de una duda omnipresente que a su vez está atada a depender de la sabiduría de otros individuos. Es por esto que es muy raro que una persona lleve a cabo una acción voluntaria independiente sino que actúan como sus antepasados lo “hubiesen hecho” o como su casta o grupo social lo determina.
La inconsistencia en el comportamiento de los Indios se considera un rasgo desconcertante de su personalidad. Por ejemplo, como puede un prestigioso astrónomo que trabaje en un reconocido Instituto Científico, practicar la astrología? Como puede un ejecutivo de una gran companía multinacional, educado en el Occidente, consultar horóscopos y gurus a la hora de tomar decisiones sobre la familia? Cómo es posible que un ministro educado en Oxford posponga una reunión importante porque la hora es astrológicamente “desfavorable” para llevar a cabo dicha reunión?
Estos marcados rasgos de inconsistencia no tienen nada que ver con el nivel educativo o la lógica de una persona. En la cultura India no existe una noción de naturaleza humana universal por ende, no existen reglas éticas como “No matarás” o “No mentirás”. Lo que una persona debe o no debe hacer depende del contexto. Por ejemplo, en las Leyes de Manu, antíguas doctrinas dictadas por el sabio Manú hace miles de años: “Un Kshatriya (hombre que pertenece a la casta de los guerreros) que haya difamado a un Brahmin (la casta superior) debe ser multado con cien “panas”; un Vaishya (alguien que pertenece a la casta de los granjeros o comerciantes) se multará con 150 a 200 “panas” y un Shrudra (persona que pertenece a la casta de la servidumbre) deberá sufrir un castigo corporal.
Las virtudes, al igual que las infracciones, dependen del contexto. Por ejemplo, el coraje se considera una virtud para el Kshatriya pero ciertamente no para el Baniya (comerciante). Es por esta razón que para nosotros los Occidentales creyentes en el Catolicismo, donde la regla dorada es la premisa de la Universalidad, ese concepto de que cada clase o casta tiene sus propias leyes y contextos éticos es algo desconcertante, incomprensible y denigrante.
Esta sensibilidad de contexto no se limita sólo a las leyes morales tradicionales sino que se extiende más allá en muchas áreas de la vida contemporánea del Hindú como por ejemplo, al describir las cualidades de una persona. En un estudio realizado por el psicólogo Richard Shweder varios individuos Norteamericanos describían las características de una persona con términos abstractos como “bueno”,“amable” o “noble”, mientras que los individuos Indios utilizaron descripciones contextuales más concretas como “él me ayuda”, “él me trae dulces”, etc. Las descripciones proporcionadas por los individuos Indios se enfocaban en el comportamiento, describían lo que la persona hacía, donde lo hacía y a quienes o a quién se lo hacía. Otros ejemplos eran respuestas como: “El no tiene tierras para cultivar pero le gusta cultivar las tierras de otros” o “El se comporta bien delante de sus huéspedes pero se lamenta por el dinero que tiene que gastar cuando los recibe”. Como se puede apreciar en estas frases, es el comportamiento de la persona en sí mismo lo significativo en vez del atributo interno que supuestamente subyace bajo éste.
Un excelente ejemplo de esta característica contextual es la interacción entre Hindúes y Musulmanes en la India, en tiempos de paz y en tiempos de conflicto. En tiempos de paz Hindúes y Musulmanes trabajan o comen juntos, pero en tiempos de conflicto existes razones suficientes para matar, incendiar o violar. A la hora de juzgar tales comportamientos los hindúes indistintamente de edad o género respondían categóricamente que golpear a un musulmán, incendiar o saquear su tienda durante una revuelta no era correcto si el área era de mayoría musulmana pero si la vecindad era de mayoría hindú, era un acto correcto.
Existe una historia popular del Mahabharata, la gran épica hindú donde el tema central es la guerra entre las fuerzas del bien y del mal, representadas por los “Pandavas” y los “Kauravas” respectivamente.
Yuddhishtira, el más virtuoso de los hermanos Pandava, quién nunca había dicho una mentira en su vida, era un apostador compulsivo, el poderoso Bhima no podía controlar su temperamento y su otro hermano era un mujeriego.
Hubo un punto durante la guerra que la armada Pandava estaba siendo exterminada por las flechas de Drona. Drona, el gran arquero y a su vez profesor de ambos príncipes, tanto el de los Pandavas como de los Kauravas, era uno de los tantos hombres buenos que estaba luchando del lado del mal, debido a su Dharma o deber moral. Los hermanos Pandava acudieron a Lord Krishna buscando consejo y le preguntaron como detener a Drona antes de que los destruyera a ellos.
“Sólo hay una manera” les dijo Lord Krishna. “Drona ama a su hijo Ashwathama más que a su vida. Si él llegase a escuchar que su hijo ya no está, bajará su arco y morirá”
“Pero porque nos creería a nosotros?” preguntaron los Pandavas.
“Al único que le creerá es a Yuddhishtira, ya que todos saben que nunca miente” sugirió Lord Krishna.
Sin embargo, Yuddhishtira se rehusó “Nunca podría decir una mentira así ello signifique perder la guerra”.
Los príncipes Pandavas de nuevo buscaron consejo de Krishna.
“Bueno” dijo Krishna, “entre tus fuerzas tienes un elefante con el mismo nombre del hijo de Drona. Si matas al elefante, entonces Yuddhishtira sólo tiene que decir “Ashwathama ha muerto” y entonces no sería una mentira”.
Yuddhishtira, sin embargo, era testarudo, manteniendo que el estaría declarando un hecho, pero no la verdad. Luego de mucha persuasión y advertencias que el mal triunfaría sobre la tierra si él no hacía nada, Yuddhishtira accedió a gritar a través de las líneas enemigas “Ashwathama está muerto…” y luego agregaría en un tono de voz normal “…pero el elefante”.
El elefante fue debidamente asesinado. Yuddhishtira gritó las noticias sobre la muerte del elefante; cuando le tocó decir la parte “pero el elefante”, los Pandavas comenzaron a tocar los tambores de guerra, así que Drona sólo escuchó la primera parte de la oración. El arquero principal bajó su arco y murió de dolor.
Muchos años después que la gran guerra había terminado y todos sus protagonistas habían muerto, sus almas comenzaron su travesía hacia el próximo mundo, abandonando uno por uno su largo camino al cielo. Sólo Yuddhishtira y su perro llegaron a las puertas del cielo, incluso Lord Krishna tuvo que permanecer un tiempo en los infiernos por haber tomado parte del engaño que causó la muerte de Drona. En las puertas del cielo, se le dijo a Yuddhishtira que debía permanecer un dia en el infierno antes de poder entrar al cielo.
“Pero porqué?” protestó el virtuoso Yuddhishtira, “Nunca he dicho una mentira en mi vida”
“Quizás” le dijeron “pero en una ocasión no dijiste la verdad en un tono de voz lo suficientemente alto”.
Cabe destacar que el virtuoso Yuddhishtira tuvo que compensar una falta casi inexistente ya que el contexto a juzgar era la integridad, la de un hombre “que nunca dice una mentira”, mientras Krishna, el Lord del Universo y el orden moral, obtuvo un jalón de orejas – considerando su participación en la mentira- debido a que su contexto aqui no era el de un Dios sino un consejero estratega y político en tiempos de guerra donde el engaño se considera un acto de rigor.
Karma, la reencarnación en la mente Hindú
El tercer fundamento en la visión del mundo según los Hindúes es el Karma. Un aldeano define el Karma de la siguiente manera: “Aún a la hora de morir, un hombre debe desear hacer buenos actos para renacer en un lugar donde pueda hacer buenos actos de nuevo. Después de muchas vidas de buenos actos (viviendo en Dharma) un hombre llevará a cabo el Mukti (otro término para Moksha). Si él lleva a cabo malos actos, su forma cambiará hasta caer más bajo, hasta convertirse en un “jar” (un sujeto inanimado). Cuando se les pregunta a otros Hindúes sobre el Karma, expresan ideas similares, concretamente hablan de los ciclos de renacimiento y muerte en que el alma de un individuo progresa (o experimenta una regresión) a través de varios niveles de existencia; del control de este movimiento por el Karma del alma del individuo y finalmente el balance de las acciones “correctas” e “incorrectas” que acompañan al individuo de un nacimiento a otro.
Desde el aspecto psicológico, lo que más nos interesa de la teoría del Karma son sus ideas de disposiciones innatas (samkaras), el legado de una vida anterior, con la cual un recién nacido viene al mundo y las cuales le imponen ciertos límites en su socialización. En otras palabras, los Hindúes no consideran la naturaleza del infante “tabula rasa”, es decir,que viene al mundo con borrón y cuenta nueva de los hechos de sus vidas pasadas. Con la creencia cultural en la noción de los samkaras, existe una presión social que alberga la creencia que sólo si sus “supervisores” (padres) son lo suficientemente buenos y se mantienen alertas constantemente, el niño le sacará provecho a todo su potencial. Con el énfasis de los Indios en los límites internos del ser humano, no existe ese sentido de urgencia y la lucha contra el mundo exterior que a menudo parece impulsar las vidas en las culturas Occidentales. Permítanme contar otra historia.
A orillas del río Ganges vivía un hombre santo llamado Yajnavalkya con su esposa. Un día que estaba meditando, sintió algo pequeño y suave que cayó entre sus manos. Al abrir los ojos vió que era una pequeña ratoncita que había caído de las garras de un Aguila. El hombre sintió lástima por el animalito, y usando sus poderes ocultos, la convirtió en una niña y la llevó a su casa.
La niña creció como su hija, y cuando llegó a la edad casadera, la esposa de Yajnavalkya le reprochó un día: “No ves que tu hija llegó a una edad madura y necesita un esposo?” Yajnavalkya respondió “Tienes la razón. He decidido que tendrá el mejor esposo posible de todos los mundos”.
Entonces llamó al Dios Sol y cuando apareció Yajnavalkya le dijo “Te he escogido como mi yerno” luego se volteó hacia la chica y le preguntó “Te gustaría a la Luz de los tres mundos como tu esposo?” Ella respondió “Oh Padre, me parece muy gordo y cari rojo. Encuentrame otro esposo” El hombre santo sonrió y le preguntó al Sol si conocía a alguien mejor que él. El Sol contestó “Oh, hombre santo! La Nube es más fuerte que yo, ya que puede cubrirme”
Yajnavalkya llamó al Dios de las Nubes, y de nuevo solicitó el consentimiento de su hija y ella replicó “Oh Padre, él se ve muy taciturno. Encuentrame otro esposo” Yajnavalkya le preguntó a la Nube si había alguien en el mundo mejor que él. La Nube respondió “Ciertamente la Montaña es mejor, ya que puede pararme”
El hombre santo llamó al Dios Montaña pero cuando apareció la chica gritó “Oh Padre, él es demasiado enorme y torpe! Encuentrame un mejor esposo”. La paciencia de Yajnavalkya estaba casi al límite, pero como amaba a su hija , le preguntó a la Montaña si conocía a alguien mejor que él. La Montaña respondió “El ratón puede perforar sobre mí cuantos huecos desee. Considerando ese hecho, debe ser más fuerte que yo”
Yajnavalkya llamó al ratón, y tan pronto como la chica lo vió exclamó “Padre! este es el único esposo que me haría feliz. Oh, me puedes convertir en ratón? El hombre santo cumplió su deseo. Cuando ambos ratones desaparecieron entre los arbustos el hombre regresó a su casa sonriendo para sí mismo y diciendo “Aunque tuvo al Sol, la Nube y la Montaña como sus pretendientes, la niña ratona necesitaba ser un ratón de nuevo. No pudo negar su naturaleza innata”.
El balance kármico de una vida anterior y por ende las disposiciones innatas con las que una persona entra a la vida presente sirven para hacer a los Hindúes más tolerantes a las decepciones que aflijen las vidas aún de los más afortunados. Mientras que esta noción sirve como consuelo y ayuda a sanar heridas, también puede reforzar una actitud de negación en el cumplimiento de las responsabilidades del individuo. Una paciente de 30 años en psicoterapia, se dió cuenta de sus impulsos agresivos hacia su esposo como revelación en un sueño, luego exclamó de manera espontánea “Esos deben ser mis malos samkaras. Sin embargo a pesar de que me esfuerzo por ser una buena esposa, mis malos samkaras me previenen”.
El propio Yo y los Otros: Separación y Conexión
Si una persona comienza su vida como un místico, inundado de sentimientos de unidad omnipresente donde no existe una distancia entre nosotros mismos y el mundo exterior, entonces el proceso de separación de el “yo” del “no-yo” es una de las tareas primarias de sus primeros años de infancia.
La importancia India sobre el dilema y el dolor del destierro de los sentimientos originales de unidad, el exilio del Universo, han servido para darle énfasis a la conexión entre una persona y su naturaleza, lo Divino y todos los seres vivientes. Esta visión unitaria, de “soma” y psique, individuo y comunidad, el propio yo y el mundo, está presente en la gran mayoría de las formas de cultura popular, aún hoy en día. Desde los ritos religiosos a los festivales populares, desde la devoción piadosa de los cánticos comunales en los templos hastas los orgásmicos excesos del Holi, el festival de los colores, existe una clara negación a la separación y una celebración a la conexión. El alto valor cultural que se le dá a la conexión es, más evidente, en las relaciones de los individuos con los demás. El anhelo por las relaciones, la confirmada presencia de los seres queridos y el oxígeno psicológico que ellos proveen, es la modalidad dominante de las relaciones sociales en la India, especialmente en la extensa familia. La individualidad y la independencia no son valores bienvenidos. Es muy común escuchar de los familiares que a menudo acompañan a un paciente por primera vez a psicoterapia quejarse sobre la “autonomía” del paciente como uno de los “síntomas” de su desorden psicológico. Por ejemplo, el padre y la hermana mayor de un ingeniero de 28 años que padecía un episodio psicótico describían su visión del problema principal como una autonomía antinatural: “El es muy testarudo cuando persigue lo que desea, sin tomar en cuenta nuestros deseos. El cree saber lo que es mejor para él y no nos escucha. El cree que su vida y su carrera son más importantes que los asuntos del resto de la familia”.
El alto valor que se le dá a la conexión no significa que un Indio no pueda ser capaz de funcionar cuando se encuentra solo por su cuenta o que no tenga confianza en sí mismo. Lo que esto implica es, su gran necesidad de una guía constante, ayuda de los otros para enfrentar las visicitudesy decisiones a tomar en la vida vida y una gran vulnerabilidad y sentimientos de impotencia cuando estos nexos se vuelven tensos o se debilitan.
Estos sentimientos son más escondidos en las sociedades Occidentales, ya que el valor dominante del sistema es la autonomía, la privacidad, la autorealización y la independencia individual. En otras palabras, las polaridades universales de los individuos versus las relaciones, la cercanía versus la distancia en las relaciones humanas son presas de las expectativas y creencias que culturalmente estén de moda. Los seres humanos son como los erizos en una noche fría. Ellos se acercan los unos a los otros buscando calor, se pinchan con sus púas y se alejan y cuando se sienten fríos se acercan de nuevo. Estos movimientos de cercanía y alejamiento se repiten hasta alcanzar una posición óptima donde la temperatura del cuerpo esté por encima del punto de congelamiento y el dolor generado por las espinas sea soportable. Este punto de equilibrio es diferente en cada cultura. En India, comparado con las culturas Occidentales, la posición óptima implica la aceptación de mayor dolor con la finalidad de obtener más calor humano.
En conclusión, todas las características mencionadas aquí sobre la visión hindú del mundo y que forman la mente imaginaria del Indio son abstracciones que más o menos se comprenden vagamente en los años de adultez. Son componentes de la psique del Indio que son absorbidas por el niño en su relación con sus progenitores desde el comienzo de su vida como la verdad esencial de su mundo. Esta es la representación mental de la herencia cultural que se mantienen en constante conversación con los aspectos universales e individuales de la mente a lo largo de nuestras vidas, influenciando el orden y dándole forma en todo momento al propio ser.
Comprendes ahora un poco más sobre el hinduísmo? Te pareció útil y claro este artículo? Nos encantaría escuchar tu opinión!
Fuentes Bibliográficas:
“Mistaken modernity: India between worlds”. Dipankar Gupta
“Religions of the World: Hinduism”. James B. Robinson
“A concise encyclopedia of Hinduism”. Klaus K. Klostermaier
“Encyclopedia of religious rites, rituals and festivals”. Frank A. Salamone
“The Indians, portrait of a people” por el Dr. Sudhir Kakar
Ilustraciones:
Lorena Mena
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Hola Lorena
Que gusto encontrar finalmente un sitio con información tan útil e interesante sobre la vida en la India y la personalidad de los hindúes! Te felicito por tu blog el cual por los comentarios puedo ver que ha tenido una gran acogida. Soy una joven latina y vivo en Estados Unidos desde pequeña. Mis padres emigraron a este país en busca de mejores oportunidades y a base de mucho trabajo y un gran esfuerzo nos han dado a mi hermano y a mi un futuro mejor. Creo que Dios no me dará vida suficiente para agradecerles tanto amor, entrega y dedicación.
Hace 5 años conocí a Siddarth en una reunión de trabajo y pasó poco tiempo para que comenzáramos a salir y nos enamoramos. Al igual que yo, sus padres emigraron al pais siendo él solo un adolescente. Ambos somos profesionales universitarios, de hecho él ha ido más allá y hoy en dia tiene un doctorado entre sus logros académicos.
Al principio de la relación, tuve que enfrentar las advertencias de rigor de mis compañeros de trabajo y algunos familiares sobre los esterotipos de la cultura hindú, muchas veces producto de la xenofobia que cambió este país luego de los lamentables hechos del aquel fatídico 11 de Septiembre del 2001 que, aunque Al Quaeda no tiene nada que ver con la India, la gente en su ignorancia, cataloga por igual todas las culturas orientales. Comentarios como que tendría que tapar mi cabello toda mi vida por que la prima del cuñado del hijo del Sr. de la licorería de la Segunda Avenida se había casado con un hindú y tenían grandes problemas culturales, eran mi dia a dia. Por otro lado, Siddarth tuvo que enfrentar el típico conflicto de decirle a sus padres que se iba a casar con una “sexy y extrovertida” latina y no con una “buena y sumisa esposa hindú” que contara con la aprobación de todos los miembros de la familia. En aquel tiempo ingenuamente pensamos “unidos venceremos” y no importaban los obtáculos y advertencias de todos aquellos empeñados en “entorpecer” nuestro amor, sino nuestro propio proyecto de una vida en pareja “perfecta”.
Mi boda fue un thriller al mejor estilo de aquella famosa comedia de Nia Vardalos “My Big Fat Greek Wedding”, algo así como “Mi gran boda griega”…nos casamos por ambas religiones para complacer a ambas familias, tuve una sencilla boda católica y una IMPRESIONANTE boda hindú. Creo que fui la única novia que deseaba no haberme casado nunca por los ritos religiosos. Todos opinaban y mi novio y yo éramos simples espectadores, sin embargo, me llamaba la atención que él no parecía inmutarse mientras yo me moría del estres y la impotencia…eso sólo fueron los primeros síntomas que podía detectar hasta ese momento de su “indianidad” por llamarlo de alguna manera.
Una vez casados comenzamos nuestra dulce vida en pareja. A los dos años tuvimos nuestro primer hijo que ha traído gran alegría a nuestras vidas. La verdad y siendo sincera no puedo decir que ha sido un mal matrimonio…hay muchísimas cosas que admiro en él, sobre todo su gran sentido de la responsabilidad y todo lo que tenga que ver con la familia en general, sin embargo, reconozco que muchas veces ese mismo sentido de lealtad y pertenencia generan grandes conflictos en nuestra relación.
Luego de leer el artículo sobre la identidad latina que publicaste, pude darme cuenta de muchos rasgos propios de nuestra cultura que a veces damos por sentado que los demás “deben” entender y son “normales”.
Desde hace algún tiempo comencé a buscar “respuestas” visitando los diferentes blogs y páginas webs que muchas jóvenes han escrito sobre el tema, sin embargo, no conseguía soluciones a tantas dudas que tenía en mi cabeza. La gente cuenta sus problemas en estos sitios pero no hay ningun tipo de referencia sobre la razón psicólogica de tales conflictos.
Básicamente “mis conflictos” personales se generan por la manera tan distinta que Siddarth y yo tenemos de enfrentar las visitudes que se presentan en nuestra vida cotidiana y la manera de resolverlos. Mis padres me enseñaron que debía estudiar para ser una profesional independiente económicamente y así, cuando saliera del seno familiar, ser capaz de tomar mis propias decisiones. Me enseñaron que en la vida debemos equivocarnos para aprender en base a nuestras malas experiencias, ya que esa es la única manera de sobrevivir en estos tiempos tan difíciles. Fui criada bajo la religión católica que predica seguir los preceptos de los 10 mandamientos y en cierta forma han moldeado lo que está “bien y lo que está “mal”. Soy una persona muy abierta y siempre estoy dispuesta al diálogo. Cuando surge un conflicto soy la primera en sentarme a tratar de buscarle el sentido lógico a los problemas y tratar de encontrar la solución más adecuada. Muchas veces siento una gran frustración y siento la sensación de que he arado en el mar. Por mucho que hemos hablado ampliamente sobre nuestras grandes diferencias culturales y hasta hemos buscado ayuda psiquiátrica, yo por mi parte siento que aún no consigo las respuestas adecuadas a las interrogantes que aún rondan en mi conciencia.
Uno de mis grandes temores son aquellos actos que universalmente se consideran malas acciones en cualquier parte del mundo, pero pareciese que los Hindúes tienen un mundo diferente o particular donde se rigen por leyes distintas para cada quién y donde lo que nosotros conocemos como “sentido común” pareciese no existir. Cuando veo las noticias de la India sobre los asesinatos de las niñas recién nacidas, las jóvenes que mueren quemadas porque los suegros desean más dinero en dote o los asesinatos por honor y se lo comento a Siddarth todo termina en una gran discusión donde salen a relucir los psicópatas asesinos en serie que abundan en este país o los abusos de la Iglesia Católica,etc. La verdad yo no lo hago para juzgar a su raza, simplemente lo señalo ya que estas cosas suceden como algo “normal” y peor aún ellos lo ven como “normal”. Yo he vivido situaciones con su familia donde esa línea entre el bien y el mal pareciese no estar bien definida o donde ellos tienen un concepto diferente de las acciones correctas en la vida de un ser humano.
Tu blog ha sido de gran ayuda, y aunque he leído todos los artículos, sin embargo siento que aún quedan algunos “cabos sueltos” en este rompecabezas que se llama “indianidad”.
Lorena…que es lo correcto y lo incorrecto en la cultura hindú? Qué hacemos mal nosotros como Occidentales que ante sus ojos se traduce muchas veces en “comportamientos egoístas”? Dime…no somos todos IGUALES a los ojos de Dios…o es que acaso hay un cielo para cada raza, casta o religión? Discúlpame si te agobio con mis dudas, pero tu blog es lo más cercano que he conseguido a una respuesta potencialmente razonable…
La Visión Hindú del mundo
Cada civilización tiene una manera única de mirar el mundo. Dicha visión es un grupo de ideas que definen el objetivo de la existencia humana, la manera de lograr ese objetivo, los errores que deben evitarse y los obtáculos que podemos encontrarnos en el camino. La visión del mundo interpreta las experiencias humanas y responde las eternas preguntas de lo que es bueno o malo, lo que es real o irreal, cuál es la esencia de la naturaleza de los hombres y las mujeres y el mundo en que viven y cuál es la conexión del hombre con su naturaleza, con otros seres humanos y con el cosmos.
Por ejemplo, si miramos hacia la China, podemos detectar los siguientes elementos de la visión del mundo según Confucio: No existe otro mundo más allá del mundo en que vivimos. El significado supremo de la vida se encuentra atado y no separado de la vida cotidiana, por ende, este se lleva a cabo a través de la auto cultivación personal dentro de la comunidad y a través de la ayuda mutua entre la familia, el clan, la escuela o el sitio de trabajo. El “pegamento” que mantienen a la sociedad unida no es una ley sino algo que los Chinos llaman “ li ”, el cual es un modo civilizado de conducta. Una característica predominante de la visión del mundo en la China es un sentido del deber en vez de la demanda de derechos.
De la misma manera, en la India existen ciertos elementos específicos que identifican la visión del mundo según los hindúes. Acá no se discutirán las doctrinas filosóficas que son relevantes sólo para las élites intelectuales y religiosas, sino las creencias y actitudes – muchas veces no conscientes – de un gran número de Indios las cuales se pueden reflejar en sus vidas, sus canciones y sus historias. Estas creencias han sido difundidas por generaciones a través de mitos y leyendas, proverbios y metáforas, representadas en rituales religiosos. Han sido transmitidas a través de los cuentos infantiles; las películas de Bollywood y las series de Televisión les han dado una apariencia moderna y han sido resaltadas en las advertencias de los padres o en la visión que tienen sobre el futuro de sus hijos. Esta visión del mundo de la que hablamos, se absorbe desde muy temprano en la vida y no a través de la mente sino del corazón.
Existen tres elementos que están interconectados y comprenden la mayor parte de la visión Hindú del mundo: Moksha, Dharma y Karma. Nuestro interés en estos conceptos no es filosófico, textual o histórico, sino psicológico. Aqui se presenta un análisis de cómo esta antigua trinidad ha contribuído a la formación de la imaginación India y sus repercusiones en los pensamientos y acciones del Indio contemporáneo.
Moksha, el Objetivo de la Vida
El Moksha, que en general se traduce como auto realización, trascendencia, salvación, la liberación de este mundo, ha sido visto tradicionalmente por los hindúes como el objetivo del ser humano en la vida. La idea del Moksha está íntimamente ligada a la convicción India en la existencia de otra realidad a un nivel “superior” más allá de la realidad empírica y verificable de nuestro mundo, nuestros cuerpos y nuestras emociones. Un valor fundamental impartido en la mayoría de las escuelas de Hinduísmo es la creencia en la existencia de una realidad “suprema” – que a su vez se relaciona a la realidad cotidiana de la misma manera que la consciencia se relaciona a un sueño – la cual es una verdad incuestionable en la cultura India y un discurso común en las enseñanzas de los innumerables gurus que abundan en el pais. Esta realidad “suprema” cuya percepción se considera el mayor logro y el significado de la vida humana se dice que está más allá de toda idea conceptual e incluso más allá de la mente.Es por ello que el desarrollo intelectual, la ciencia naturalista y las demás pasiones de la mente en la búsqueda de la naturaleza empírica de nuestro mundo, se consideran un aspecto secundario en la cultura en comparación con las prácticas de meditación o incluso el arte, debido a la suposición de que las experiencias espirituales y estéticas se encuentran estrechamente relacionadas. En el sistema de creencias de la cultura hindú el poder estético de la música y el verso, una historia bien contada y una obra bien representada son más reales que la vida misma.
Este énfasis en lo espiritual que subyace en las prácticas de las diferentes escuelas de “auto realización”, como las de Yoga, le da colorido al tono emocional de la manera que un Indio vé la vida.
Para la gran mayoría de los Indios la vida es una combinación de lo trágico y lo romántico. Trágico, ya que desde su punto de vista, la experiencia humana está invadida de ambiguedades e incertidumbres donde el hombre tiene pocas alternativas sino soportar la carga de los conflictos inevitables y las desgracias incomprensibles del destino. Aunque se basa en lo trágico, a su vez, la visión India del Moksha ofrece una búsqueda romántica. Esta travesía es una búsqueda donde el viajero debe resistir los peligros que se presenten en el camino para luego ser recompensado con una gratificación más allá de la experiencia humana.
La creencia en la existencia de esa realidad suprema se convierte en una nostalgia del alma India, como un faro de esperanza de un “sentimiento superior” en sus vidas, indistintamente de la clase social, la casta, lo rural o lo urbano, el ignorante o el educado, el rico o el pobre. Es muy raro encontrar entre los Indios una visión irónica de la vida o una perspectiva indiferente a lo trágico donde los Dioses tienen “pies de arcilla”.
Si la espiritualidad es el centro del mundo imaginario del Indio, es normal deducir que a su vez ésta condiciona su mente, coloreando su intelecto, y sus respuestas emocionales y artísticas de maneras muy características. En otras palabras, existen varias consecuencias culturales derivadas de esta creencia. Una de ellas es la presencia predominante de la esperanza, aún en las condiciones de vida más adversas. Durante siglos, la civilización India le ha transmitido a los niños la casi somática convicción de que existe un orden en nuestro mundo visible, así se encuentre escondido o sea desconocido. Que existe un diseño de vida en el cual se debe confiar a pesar de las penas, crueldades e injusticias que enfrentamos. En la menta India, un pequeño destello de esperanza se convierte en una fogata de luz. Consideremos el ejemplo del hombre que proviene de una pequeña villa de Rajasthan a vivir en una barriada en Delhi. Trabaja rompiéndose el lomo 14 horas al día como obrero de la construcción, vive con los otros 6 miembros de su familia en una sola habitación y come, si el dinero se lo permite, una vez al dia. Si alguien le dijera que tendría una mejor calidad de vida en su villa, rechazaría la idea con estupefacción. La ciudad, con todas sus “posibilidades”, ofrece por ejemplo educación para sus hijos y lo llena con un rayo de esperanza. Desde un punto de vista cínico, otra persona consideraría sus aspiraciones por una vida mejor, completamente poco realistas, sin embargo, lo que mantiene a este hombre y a los muchos millones de Indios viviendo en las circunstancias económicas, sociales y políticas más adversas es precisamente esa esperanza, que es un sentido de posesión del futuro, indiferentemente de lo distante que ese futuro pueda ser.
Otra consecuencia de la orientación espiritual y la inquebrantable creencia en esa realidad suprema es la fascinación y el respeto del Indio por las ciencias ocultas y sus practicantes. Astrólogos, clarividentes, fakires y los otros individuos chamánicos que abundan en la sociedad India son profundamente apreciados ya que existe la creencia de que estos tienen algún contacto con esa realidad suprema. En India son los “Hombres-Dios”, los gurus, en vez de los líderes intelectuales, sociales o políticos los que han incorporado los anhelos infantiles por lo omnisciente y la perfección de las figuras paternas. Los eruditos o los científicos son respetados, pero sólo los “hombres sagrados” o los hombres de Dios son reverenciados. Ese supuesto contacto con esa realidad alterna les confiere poderes “sobrenaturales”, un estatus sobrehumano y una excelencia moral más allá de lo ordinario.
Lo Correcto y lo Incorrecto
Si Moksha es el objetivo en la vida, el Dharma se traduce como la ley, el deber moral, la acción correcta, la conformidad con la verdad de las cosas y el medio a través del cual se logra el objetivo deseado. Hoy en día existe un clamor general sobre la falta de Dharma en la mayoría de las instituciones sociales y la vida de los individuos. Mientras los Indios modernos señalan los grandes cambios sociales que se están llevando a cabo con el advenimiento de las modernas ideologías egalitarias, los Indios tradicionales ven la desaparición del Dharma como el único responsable del conflicto social, la opresión y el malestar que caracteriza la sociedad India contemporánea.
Por otro lado los Indios conservadores culpan a las ideologías de la modernidad Occidental que con sus nociones egalitarias e individualistas, su exaltación sobre la importancia de las recompensas materiales en vez de la espiritualidad humana, su énfasis en las aspiraciones en vez de las limitaciones las que han conllevado a difundir la envidia social, una codicia desenfrenada y el egoísmo en la sociedad India.
Ahora bien, indiferentemente de cual sea la perspectiva de cada grupo sobre el Dharma, existe un aspecto de vital importancia fundamental en la formación de la sensibilidad ética India. El rasgo principal de esta sensibilidad difiere de sus contrapartes Católicas, Judias o Islámicas y es un marcado relativismo ético el cual se ha arraigado en la manera de pensar del Hindú.
Cómo un individuo determina qué es actuar correctamente y que él actúa de acuerdo a la ley moral y “en conformidad con la verdad de las cosas”? La respuesta tradicional es que él no puede saberlo ya que la acción correcta depende de:
- La cultura de su país o “desa”
- El momento histórico en que vive o “kala”
- Los esfuerzos requeridos por él en ese período particular de su vida o “srama”
- y finalmente, su carácter innato o “guna” que ha heredado de su vida anterior.
Por ende, un individuo no tiene forma de conocer todos estos factores en un sentido absoluto. En la religión Hindú no existe un libro o una autoridad interpretativa como la Iglesia Católica, que pueda ayudar a aclarar las dudas de cómo se debe actuar en una situación determinada. Es por esta razón que lo “correcto’ y lo “incorrecto” son relativos, dependiendo de un contexto específico, una acción puede considerarse correcta o incorrecta.
La manera en que la cultura visualiza las acciones correctas, disminuye la carga de la responsabilidad del individuo por sus acciones y “alivia” la culpa que sentirían las personas en aquellas sociedades donde existen axiomas de lo que se debe y no se debe hacer. Por el contrario, en la sociedad India, las acciones están determinadas por valores más permisivos y gentiles pero a la vez más ambiguos como lo que no se puede o lo que se puede tratar. Por una parte, esta incertidumbre hace posible que se lleven a cabo acciones riesgosas y poco convencionales pero por otro lado, dichas acciones están acompañadas de una duda omnipresente que a su vez está atada a depender de la sabiduría de otros individuos. Es por esto que es muy raro que una persona lleve a cabo una acción voluntaria independiente sino que actúan como sus antepasados lo “hubiesen hecho” o como su casta o grupo social lo determina.
La inconsistencia en el comportamiento de los Indios se considera un rasgo desconcertante de su personalidad. Por ejemplo, como puede un prestigioso astrónomo que trabaje en un reconocido Instituto Científico, practicar la astrología? Como puede un ejecutivo de una gran companía multinacional, educado en el Occidente, consultar horóscopos y gurus a la hora de tomar decisiones sobre la familia? Cómo es posible que un ministro educado en Oxford posponga una reunión importante porque la hora es astrológicamente “desfavorable” para llevar a cabo dicha reunión?
Estos marcados rasgos de inconsistencia no tienen nada que ver con el nivel educativo o la lógica de una persona. En la cultura India no existe una noción de naturaleza humana universal por ende, no existen reglas éticas como “No matarás” o “No mentirás”. Lo que una persona debe o no debe hacer depende del contexto. Por ejemplo, en las Leyes de Manu, antíguas doctrinas dictadas por el sabio Manú hace miles de años: “Un Kshatriya (hombre que pertenece a la casta de los guerreros) que haya difamado a un Brahmin (la casta superior) debe ser multado con cien “panas”; un Vaishya (alguien que pertenece a la casta de los granjeros o comerciantes) se multará con 150 a 200 “panas” y un Shrudra (persona que pertenece a la casta de la servidumbre) deberá sufrir un castigo corporal.
Las virtudes, al igual que las infracciones, dependen del contexto. Por ejemplo, el coraje se considera una virtud para el Kshatriya pero ciertamente no para el Baniya (comerciante). Es por esta razón que para nosotros los Occidentales creyentes en el Catolicismo, donde la regla dorada es la premisa de la Universalidad, ese concepto de que cada clase o casta tiene sus propias leyes y contextos éticos es algo desconcertante, incomprensible y denigrante.
Esta sensibilidad de contexto no se limita sólo a las leyes morales tradicionales sino que se extiende más allá en muchas áreas de la vida contemporánea del Hindú como por ejemplo, al describir las cualidades de una persona. En un estudio realizado por el psicólogo Richard Shweder varios individuos Norteamericanos describían las características de una persona con términos abstractos como “bueno”,“amable” o “noble”, mientras que los individuos Indios utilizaron descripciones contextuales más concretas como “él me ayuda”, “él me trae dulces”, etc. Las descripciones proporcionadas por los individuos Indios se enfocaban en el comportamiento, describían lo que la persona hacía, donde lo hacía y a quienes o a quién se lo hacía. Otros ejemplos eran respuestas como: “El no tiene tierras para cultivar pero le gusta cultivar las tierras de otros” o “El se comporta bien delante de sus huéspedes pero se lamenta por el dinero que tiene que gastar cuando los recibe”. Como se puede apreciar en estas frases, es el comportamiento de la persona en sí mismo lo significativo en vez del atributo interno que supuestamente subyace bajo éste.
Un excelente ejemplo de esta característica contextual es la interacción entre Hindúes y Musulmanes en la India, en tiempos de paz y en tiempos de conflicto. En tiempos de paz Hindúes y Musulmanes trabajan o comen juntos, pero en tiempos de conflicto existes razones suficientes para matar, incendiar o violar. A la hora de juzgar tales comportamientos los hindúes indistintamente de edad o género respondían categóricamente que golpear a un musulmán, incendiar o saquear su tienda durante una revuelta no era correcto si el área era de mayoría musulmana pero si la vecindad era de mayoría hindú, era un acto correcto.
Existe una historia popular del Mahabharata, la gran épica hindú donde el tema central es la guerra entre las fuerzas del bien y del mal, representadas por los “Pandavas” y los “Kauravas” respectivamente.
Yuddhishtira, el más virtuoso de los hermanos Pandava, quién nunca había dicho una mentira en su vida, era un apostador compulsivo, el poderoso Bhima no podía controlar su temperamento y su otro hermano era un mujeriego.
Hubo un punto durante la guerra que la armada Pandava estaba siendo exterminada por las flechas de Drona. Drona, el gran arquero y a su vez profesor de ambos príncipes, tanto el de los Pandavas como de los Kauravas, era uno de los tantos hombres buenos que estaba luchando del lado del mal, debido a su Dharma o deber moral. Los hermanos Pandava acudieron a Lord Krishna buscando consejo y le preguntaron como detener a Drona antes de que los destruyera a ellos.
“Sólo hay una manera” les dijo Lord Krishna. “Drona ama a su hijo Ashwathama más que a su vida. Si él llegase a escuchar que su hijo ya no está, bajará su arco y morirá”
“Pero porque nos creería a nosotros?” preguntaron los Pandavas.
“Al único que le creerá es a Yuddhishtira, ya que todos saben que nunca miente” sugirió Lord Krishna.
Sin embargo, Yuddhishtira se rehusó “Nunca podría decir una mentira así ello signifique perder la guerra”.
Los príncipes Pandavas de nuevo buscaron consejo de Krishna.
“Bueno” dijo Krishna, “entre tus fuerzas tienes un elefante con el mismo nombre del hijo de Drona. Si matas al elefante, entonces Yuddhishtira sólo tiene que decir “Ashwathama ha muerto” y entonces no sería una mentira”.
Yuddhishtira, sin embargo, era testarudo, manteniendo que el estaría declarando un hecho, pero no la verdad. Luego de mucha persuasión y advertencias que el mal triunfaría sobre la tierra si él no hacía nada, Yuddhishtira accedió a gritar a través de las líneas enemigas “Ashwathama está muerto…” y luego agregaría en un tono de voz normal “…pero el elefante”.
El elefante fue debidamente asesinado. Yuddhishtira gritó las noticias sobre la muerte del elefante; cuando le tocó decir la parte “pero el elefante”, los Pandavas comenzaron a tocar los tambores de guerra, así que Drona sólo escuchó la primera parte de la oración. El arquero principal bajó su arco y murió de dolor.
Muchos años después que la gran guerra había terminado y todos sus protagonistas habían muerto, sus almas comenzaron su travesía hacia el próximo mundo, abandonando uno por uno su largo camino al cielo. Sólo Yuddhishtira y su perro llegaron a las puertas del cielo, incluso Lord Krishna tuvo que permanecer un tiempo en los infiernos por haber tomado parte del engaño que causó la muerte de Drona. En las puertas del cielo, se le dijo a Yuddhishtira que debía permanecer un dia en el infierno antes de poder entrar al cielo.
“Pero porqué?” protestó el virtuoso Yuddhishtira, “Nunca he dicho una mentira en mi vida”
“Quizás” le dijeron “pero en una ocasión no dijiste la verdad en un tono de voz lo suficientemente alto”.
Cabe destacar que el virtuoso Yuddhishtira tuvo que compensar una falta casi inexistente ya que el contexto a juzgar era la integridad, la de un hombre “que nunca dice una mentira”, mientras Krishna, el Lord del Universo y el orden moral, obtuvo un jalón de orejas – considerando su participación en la mentira- debido a que su contexto aqui no era el de un Dios sino un consejero estratega y político en tiempos de guerra donde el engaño se considera un acto de rigor.
Karma, la reencarnación en la mente Hindú
El tercer fundamento en la visión del mundo según los Hindúes es el Karma. Un aldeano define el Karma de la siguiente manera: “Aún a la hora de morir, un hombre debe desear hacer buenos actos para renacer en un lugar donde pueda hacer buenos actos de nuevo. Después de muchas vidas de buenos actos (viviendo en Dharma) un hombre llevará a cabo el Mukti (otro término para Moksha). Si él lleva a cabo malos actos, su forma cambiará hasta caer más bajo, hasta convertirse en un “jar” (un sujeto inanimado). Cuando se les pregunta a otros Hindúes sobre el Karma, expresan ideas similares, concretamente hablan de los ciclos de renacimiento y muerte en que el alma de un individuo progresa (o experimenta una regresión) a través de varios niveles de existencia; del control de este movimiento por el Karma del alma del individuo y finalmente el balance de las acciones “correctas” e “incorrectas” que acompañan al individuo de un nacimiento a otro.
Desde el aspecto psicológico, lo que más nos interesa de la teoría del Karma son sus ideas de disposiciones innatas (samkaras), el legado de una vida anterior, con la cual un recién nacido viene al mundo y las cuales le imponen ciertos límites en su socialización. En otras palabras, los Hindúes no consideran la naturaleza del infante “tabula rasa”, es decir,que viene al mundo con borrón y cuenta nueva de los hechos de sus vidas pasadas. Con la creencia cultural en la noción de los samkaras, existe una presión social que alberga la creencia que sólo si sus “supervisores” (padres) son lo suficientemente buenos y se mantienen alertas constantemente, el niño le sacará provecho a todo su potencial. Con el énfasis de los Indios en los límites internos del ser humano, no existe ese sentido de urgencia y la lucha contra el mundo exterior que a menudo parece impulsar las vidas en las culturas Occidentales. Permítanme contar otra historia.
A orillas del río Ganges vivía un hombre santo llamado Yajnavalkya con su esposa. Un día que estaba meditando, sintió algo pequeño y suave que cayó entre sus manos. Al abrir los ojos vió que era una pequeña ratoncita que había caído de las garras de un Aguila. El hombre sintió lástima por el animalito, y usando sus poderes ocultos, la convirtió en una niña y la llevó a su casa.
La niña creció como su hija, y cuando llegó a la edad casadera, la esposa de Yajnavalkya le reprochó un día: “No ves que tu hija llegó a una edad madura y necesita un esposo?” Yajnavalkya respondió “Tienes la razón. He decidido que tendrá el mejor esposo posible de todos los mundos”.
Entonces llamó al Dios Sol y cuando apareció Yajnavalkya le dijo “Te he escogido como mi yerno” luego se volteó hacia la chica y le preguntó “Te gustaría a la Luz de los tres mundos como tu esposo?” Ella respondió “Oh Padre, me parece muy gordo y cari rojo. Encuentrame otro esposo” El hombre santo sonrió y le preguntó al Sol si conocía a alguien mejor que él. El Sol contestó “Oh, hombre santo! La Nube es más fuerte que yo, ya que puede cubrirme”
Yajnavalkya llamó al Dios de las Nubes, y de nuevo solicitó el consentimiento de su hija y ella replicó “Oh Padre, él se ve muy taciturno. Encuentrame otro esposo” Yajnavalkya le preguntó a la Nube si había alguien en el mundo mejor que él. La Nube respondió “Ciertamente la Montaña es mejor, ya que puede pararme”
El hombre santo llamó al Dios Montaña pero cuando apareció la chica gritó “Oh Padre, él es demasiado enorme y torpe! Encuentrame un mejor esposo”. La paciencia de Yajnavalkya estaba casi al límite, pero como amaba a su hija , le preguntó a la Montaña si conocía a alguien mejor que él. La Montaña respondió “El ratón puede perforar sobre mí cuantos huecos desee. Considerando ese hecho, debe ser más fuerte que yo”
Yajnavalkya llamó al ratón, y tan pronto como la chica lo vió exclamó “Padre! este es el único esposo que me haría feliz. Oh, me puedes convertir en ratón? El hombre santo cumplió su deseo. Cuando ambos ratones desaparecieron entre los arbustos el hombre regresó a su casa sonriendo para sí mismo y diciendo “Aunque tuvo al Sol, la Nube y la Montaña como sus pretendientes, la niña ratona necesitaba ser un ratón de nuevo. No pudo negar su naturaleza innata”.
El balance kármico de una vida anterior y por ende las disposiciones innatas con las que una persona entra a la vida presente sirven para hacer a los Hindúes más tolerantes a las decepciones que aflijen las vidas aún de los más afortunados. Mientras que esta noción sirve como consuelo y ayuda a sanar heridas, también puede reforzar una actitud de negación en el cumplimiento de las responsabilidades del individuo. Una paciente de 30 años en psicoterapia, se dió cuenta de sus impulsos agresivos hacia su esposo como revelación en un sueño, luego exclamó de manera espontánea “Esos deben ser mis malos samkaras. Sin embargo a pesar de que me esfuerzo por ser una buena esposa, mis malos samkaras me previenen”.
El propio Yo y los Otros: Separación y Conexión
Si una persona comienza su vida como un místico, inundado de sentimientos de unidad omnipresente donde no existe una distancia entre nosotros mismos y el mundo exterior, entonces el proceso de separación de el “yo” del “no-yo” es una de las tareas primarias de sus primeros años de infancia.
La importancia India sobre el dilema y el dolor del destierro de los sentimientos originales de unidad, el exilio del Universo, han servido para darle énfasis a la conexión entre una persona y su naturaleza, lo Divino y todos los seres vivientes. Esta visión unitaria, de “soma” y psique, individuo y comunidad, el propio yo y el mundo, está presente en la gran mayoría de las formas de cultura popular, aún hoy en día. Desde los ritos religiosos a los festivales populares, desde la devoción piadosa de los cánticos comunales en los templos hastas los orgásmicos excesos del Holi, el festival de los colores, existe una clara negación a la separación y una celebración a la conexión. El alto valor cultural que se le dá a la conexión es, más evidente, en las relaciones de los individuos con los demás. El anhelo por las relaciones, la confirmada presencia de los seres queridos y el oxígeno psicológico que ellos proveen, es la modalidad dominante de las relaciones sociales en la India, especialmente en la extensa familia. La individualidad y la independencia no son valores bienvenidos. Es muy común escuchar de los familiares que a menudo acompañan a un paciente por primera vez a psicoterapia quejarse sobre la “autonomía” del paciente como uno de los “síntomas” de su desorden psicológico. Por ejemplo, el padre y la hermana mayor de un ingeniero de 28 años que padecía un episodio psicótico describían su visión del problema principal como una autonomía antinatural: “El es muy testarudo cuando persigue lo que desea, sin tomar en cuenta nuestros deseos. El cree saber lo que es mejor para él y no nos escucha. El cree que su vida y su carrera son más importantes que los asuntos del resto de la familia”.
El alto valor que se le dá a la conexión no significa que un Indio no pueda ser capaz de funcionar cuando se encuentra solo por su cuenta o que no tenga confianza en sí mismo. Lo que esto implica es, su gran necesidad de una guía constante, ayuda de los otros para enfrentar las visicitudesy decisiones a tomar en la vida vida y una gran vulnerabilidad y sentimientos de impotencia cuando estos nexos se vuelven tensos o se debilitan.
Estos sentimientos son más escondidos en las sociedades Occidentales, ya que el valor dominante del sistema es la autonomía, la privacidad, la autorealización y la independencia individual. En otras palabras, las polaridades universales de los individuos versus las relaciones, la cercanía versus la distancia en las relaciones humanas son presas de las expectativas y creencias que culturalmente estén de moda. Los seres humanos son como los erizos en una noche fría. Ellos se acercan los unos a los otros buscando calor, se pinchan con sus púas y se alejan y cuando se sienten fríos se acercan de nuevo. Estos movimientos de cercanía y alejamiento se repiten hasta alcanzar una posición óptima donde la temperatura del cuerpo esté por encima del punto de congelamiento y el dolor generado por las espinas sea soportable. Este punto de equilibrio es diferente en cada cultura. En India, comparado con las culturas Occidentales, la posición óptima implica la aceptación de mayor dolor con la finalidad de obtener más calor humano.
En conclusión, todas las características mencionadas aquí sobre la visión hindú del mundo y que forman la mente imaginaria del Indio son abstracciones que más o menos se comprenden vagamente en los años de adultez. Son componentes de la psique del Indio que son absorbidas por el niño en su relación con sus progenitores desde el comienzo de su vida como la verdad esencial de su mundo. Esta es la representación mental de la herencia cultural que se mantienen en constante conversación con los aspectos universales e individuales de la mente a lo largo de nuestras vidas, influenciando el orden y dándole forma en todo momento al propio ser.
Comprendes ahora un poco más sobre el hinduísmo? Te pareció útil y claro este artículo? Nos encantaría escuchar tu opinión!
Fuentes Bibliográficas:
“Mistaken modernity: India between worlds”. Dipankar Gupta
“Religions of the World: Hinduism”. James B. Robinson
“A concise encyclopedia of Hinduism”. Klaus K. Klostermaier
“Encyclopedia of religious rites, rituals and festivals”. Frank A. Salamone
“The Indians, portrait of a people” por el Dr. Sudhir Kakar
Ilustraciones:
Lorena Mena
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Que gusto encontrar finalmente un sitio con información tan útil e interesante sobre la vida en la India y la personalidad de los hindúes! Te felicito por tu blog el cual por los comentarios puedo ver que ha tenido una gran acogida. Soy una joven latina y vivo en Estados Unidos desde pequeña. Mis padres emigraron a este país en busca de mejores oportunidades y a base de mucho trabajo y un gran esfuerzo nos han dado a mi hermano y a mi un futuro mejor. Creo que Dios no me dará vida suficiente para agradecerles tanto amor, entrega y dedicación.
Hace 5 años conocí a Siddarth en una reunión de trabajo y pasó poco tiempo para que comenzáramos a salir y nos enamoramos. Al igual que yo, sus padres emigraron al pais siendo él solo un adolescente. Ambos somos profesionales universitarios, de hecho él ha ido más allá y hoy en dia tiene un doctorado entre sus logros académicos.
Al principio de la relación, tuve que enfrentar las advertencias de rigor de mis compañeros de trabajo y algunos familiares sobre los esterotipos de la cultura hindú, muchas veces producto de la xenofobia que cambió este país luego de los lamentables hechos del aquel fatídico 11 de Septiembre del 2001 que, aunque Al Quaeda no tiene nada que ver con la India, la gente en su ignorancia, cataloga por igual todas las culturas orientales. Comentarios como que tendría que tapar mi cabello toda mi vida por que la prima del cuñado del hijo del Sr. de la licorería de la Segunda Avenida se había casado con un hindú y tenían grandes problemas culturales, eran mi dia a dia. Por otro lado, Siddarth tuvo que enfrentar el típico conflicto de decirle a sus padres que se iba a casar con una “sexy y extrovertida” latina y no con una “buena y sumisa esposa hindú” que contara con la aprobación de todos los miembros de la familia. En aquel tiempo ingenuamente pensamos “unidos venceremos” y no importaban los obtáculos y advertencias de todos aquellos empeñados en “entorpecer” nuestro amor, sino nuestro propio proyecto de una vida en pareja “perfecta”.
Mi boda fue un thriller al mejor estilo de aquella famosa comedia de Nia Vardalos “My Big Fat Greek Wedding”, algo así como “Mi gran boda griega”…nos casamos por ambas religiones para complacer a ambas familias, tuve una sencilla boda católica y una IMPRESIONANTE boda hindú. Creo que fui la única novia que deseaba no haberme casado nunca por los ritos religiosos. Todos opinaban y mi novio y yo éramos simples espectadores, sin embargo, me llamaba la atención que él no parecía inmutarse mientras yo me moría del estres y la impotencia…eso sólo fueron los primeros síntomas que podía detectar hasta ese momento de su “indianidad” por llamarlo de alguna manera.
Una vez casados comenzamos nuestra dulce vida en pareja. A los dos años tuvimos nuestro primer hijo que ha traído gran alegría a nuestras vidas. La verdad y siendo sincera no puedo decir que ha sido un mal matrimonio…hay muchísimas cosas que admiro en él, sobre todo su gran sentido de la responsabilidad y todo lo que tenga que ver con la familia en general, sin embargo, reconozco que muchas veces ese mismo sentido de lealtad y pertenencia generan grandes conflictos en nuestra relación.
Luego de leer el artículo sobre la identidad latina que publicaste, pude darme cuenta de muchos rasgos propios de nuestra cultura que a veces damos por sentado que los demás “deben” entender y son “normales”.
Desde hace algún tiempo comencé a buscar “respuestas” visitando los diferentes blogs y páginas webs que muchas jóvenes han escrito sobre el tema, sin embargo, no conseguía soluciones a tantas dudas que tenía en mi cabeza. La gente cuenta sus problemas en estos sitios pero no hay ningun tipo de referencia sobre la razón psicólogica de tales conflictos.
Básicamente “mis conflictos” personales se generan por la manera tan distinta que Siddarth y yo tenemos de enfrentar las visitudes que se presentan en nuestra vida cotidiana y la manera de resolverlos. Mis padres me enseñaron que debía estudiar para ser una profesional independiente económicamente y así, cuando saliera del seno familiar, ser capaz de tomar mis propias decisiones. Me enseñaron que en la vida debemos equivocarnos para aprender en base a nuestras malas experiencias, ya que esa es la única manera de sobrevivir en estos tiempos tan difíciles. Fui criada bajo la religión católica que predica seguir los preceptos de los 10 mandamientos y en cierta forma han moldeado lo que está “bien y lo que está “mal”. Soy una persona muy abierta y siempre estoy dispuesta al diálogo. Cuando surge un conflicto soy la primera en sentarme a tratar de buscarle el sentido lógico a los problemas y tratar de encontrar la solución más adecuada. Muchas veces siento una gran frustración y siento la sensación de que he arado en el mar. Por mucho que hemos hablado ampliamente sobre nuestras grandes diferencias culturales y hasta hemos buscado ayuda psiquiátrica, yo por mi parte siento que aún no consigo las respuestas adecuadas a las interrogantes que aún rondan en mi conciencia.
Uno de mis grandes temores son aquellos actos que universalmente se consideran malas acciones en cualquier parte del mundo, pero pareciese que los Hindúes tienen un mundo diferente o particular donde se rigen por leyes distintas para cada quién y donde lo que nosotros conocemos como “sentido común” pareciese no existir. Cuando veo las noticias de la India sobre los asesinatos de las niñas recién nacidas, las jóvenes que mueren quemadas porque los suegros desean más dinero en dote o los asesinatos por honor y se lo comento a Siddarth todo termina en una gran discusión donde salen a relucir los psicópatas asesinos en serie que abundan en este país o los abusos de la Iglesia Católica,etc. La verdad yo no lo hago para juzgar a su raza, simplemente lo señalo ya que estas cosas suceden como algo “normal” y peor aún ellos lo ven como “normal”. Yo he vivido situaciones con su familia donde esa línea entre el bien y el mal pareciese no estar bien definida o donde ellos tienen un concepto diferente de las acciones correctas en la vida de un ser humano.
Tu blog ha sido de gran ayuda, y aunque he leído todos los artículos, sin embargo siento que aún quedan algunos “cabos sueltos” en este rompecabezas que se llama “indianidad”.
Lorena…que es lo correcto y lo incorrecto en la cultura hindú? Qué hacemos mal nosotros como Occidentales que ante sus ojos se traduce muchas veces en “comportamientos egoístas”? Dime…no somos todos IGUALES a los ojos de Dios…o es que acaso hay un cielo para cada raza, casta o religión? Discúlpame si te agobio con mis dudas, pero tu blog es lo más cercano que he conseguido a una respuesta potencialmente razonable…
La Visión Hindú del mundo
Cada civilización tiene una manera única de mirar el mundo. Dicha visión es un grupo de ideas que definen el objetivo de la existencia humana, la manera de lograr ese objetivo, los errores que deben evitarse y los obtáculos que podemos encontrarnos en el camino. La visión del mundo interpreta las experiencias humanas y responde las eternas preguntas de lo que es bueno o malo, lo que es real o irreal, cuál es la esencia de la naturaleza de los hombres y las mujeres y el mundo en que viven y cuál es la conexión del hombre con su naturaleza, con otros seres humanos y con el cosmos.
Por ejemplo, si miramos hacia la China, podemos detectar los siguientes elementos de la visión del mundo según Confucio: No existe otro mundo más allá del mundo en que vivimos. El significado supremo de la vida se encuentra atado y no separado de la vida cotidiana, por ende, este se lleva a cabo a través de la auto cultivación personal dentro de la comunidad y a través de la ayuda mutua entre la familia, el clan, la escuela o el sitio de trabajo. El “pegamento” que mantienen a la sociedad unida no es una ley sino algo que los Chinos llaman “ li ”, el cual es un modo civilizado de conducta. Una característica predominante de la visión del mundo en la China es un sentido del deber en vez de la demanda de derechos.
De la misma manera, en la India existen ciertos elementos específicos que identifican la visión del mundo según los hindúes. Acá no se discutirán las doctrinas filosóficas que son relevantes sólo para las élites intelectuales y religiosas, sino las creencias y actitudes – muchas veces no conscientes – de un gran número de Indios las cuales se pueden reflejar en sus vidas, sus canciones y sus historias. Estas creencias han sido difundidas por generaciones a través de mitos y leyendas, proverbios y metáforas, representadas en rituales religiosos. Han sido transmitidas a través de los cuentos infantiles; las películas de Bollywood y las series de Televisión les han dado una apariencia moderna y han sido resaltadas en las advertencias de los padres o en la visión que tienen sobre el futuro de sus hijos. Esta visión del mundo de la que hablamos, se absorbe desde muy temprano en la vida y no a través de la mente sino del corazón.
Existen tres elementos que están interconectados y comprenden la mayor parte de la visión Hindú del mundo: Moksha, Dharma y Karma. Nuestro interés en estos conceptos no es filosófico, textual o histórico, sino psicológico. Aqui se presenta un análisis de cómo esta antigua trinidad ha contribuído a la formación de la imaginación India y sus repercusiones en los pensamientos y acciones del Indio contemporáneo.
Moksha, el Objetivo de la Vida
El Moksha, que en general se traduce como auto realización, trascendencia, salvación, la liberación de este mundo, ha sido visto tradicionalmente por los hindúes como el objetivo del ser humano en la vida. La idea del Moksha está íntimamente ligada a la convicción India en la existencia de otra realidad a un nivel “superior” más allá de la realidad empírica y verificable de nuestro mundo, nuestros cuerpos y nuestras emociones. Un valor fundamental impartido en la mayoría de las escuelas de Hinduísmo es la creencia en la existencia de una realidad “suprema” – que a su vez se relaciona a la realidad cotidiana de la misma manera que la consciencia se relaciona a un sueño – la cual es una verdad incuestionable en la cultura India y un discurso común en las enseñanzas de los innumerables gurus que abundan en el pais. Esta realidad “suprema” cuya percepción se considera el mayor logro y el significado de la vida humana se dice que está más allá de toda idea conceptual e incluso más allá de la mente.Es por ello que el desarrollo intelectual, la ciencia naturalista y las demás pasiones de la mente en la búsqueda de la naturaleza empírica de nuestro mundo, se consideran un aspecto secundario en la cultura en comparación con las prácticas de meditación o incluso el arte, debido a la suposición de que las experiencias espirituales y estéticas se encuentran estrechamente relacionadas. En el sistema de creencias de la cultura hindú el poder estético de la música y el verso, una historia bien contada y una obra bien representada son más reales que la vida misma.
Este énfasis en lo espiritual que subyace en las prácticas de las diferentes escuelas de “auto realización”, como las de Yoga, le da colorido al tono emocional de la manera que un Indio vé la vida.
Para la gran mayoría de los Indios la vida es una combinación de lo trágico y lo romántico. Trágico, ya que desde su punto de vista, la experiencia humana está invadida de ambiguedades e incertidumbres donde el hombre tiene pocas alternativas sino soportar la carga de los conflictos inevitables y las desgracias incomprensibles del destino. Aunque se basa en lo trágico, a su vez, la visión India del Moksha ofrece una búsqueda romántica. Esta travesía es una búsqueda donde el viajero debe resistir los peligros que se presenten en el camino para luego ser recompensado con una gratificación más allá de la experiencia humana.
La creencia en la existencia de esa realidad suprema se convierte en una nostalgia del alma India, como un faro de esperanza de un “sentimiento superior” en sus vidas, indistintamente de la clase social, la casta, lo rural o lo urbano, el ignorante o el educado, el rico o el pobre. Es muy raro encontrar entre los Indios una visión irónica de la vida o una perspectiva indiferente a lo trágico donde los Dioses tienen “pies de arcilla”.
Si la espiritualidad es el centro del mundo imaginario del Indio, es normal deducir que a su vez ésta condiciona su mente, coloreando su intelecto, y sus respuestas emocionales y artísticas de maneras muy características. En otras palabras, existen varias consecuencias culturales derivadas de esta creencia. Una de ellas es la presencia predominante de la esperanza, aún en las condiciones de vida más adversas. Durante siglos, la civilización India le ha transmitido a los niños la casi somática convicción de que existe un orden en nuestro mundo visible, así se encuentre escondido o sea desconocido. Que existe un diseño de vida en el cual se debe confiar a pesar de las penas, crueldades e injusticias que enfrentamos. En la menta India, un pequeño destello de esperanza se convierte en una fogata de luz. Consideremos el ejemplo del hombre que proviene de una pequeña villa de Rajasthan a vivir en una barriada en Delhi. Trabaja rompiéndose el lomo 14 horas al día como obrero de la construcción, vive con los otros 6 miembros de su familia en una sola habitación y come, si el dinero se lo permite, una vez al dia. Si alguien le dijera que tendría una mejor calidad de vida en su villa, rechazaría la idea con estupefacción. La ciudad, con todas sus “posibilidades”, ofrece por ejemplo educación para sus hijos y lo llena con un rayo de esperanza. Desde un punto de vista cínico, otra persona consideraría sus aspiraciones por una vida mejor, completamente poco realistas, sin embargo, lo que mantiene a este hombre y a los muchos millones de Indios viviendo en las circunstancias económicas, sociales y políticas más adversas es precisamente esa esperanza, que es un sentido de posesión del futuro, indiferentemente de lo distante que ese futuro pueda ser.
Otra consecuencia de la orientación espiritual y la inquebrantable creencia en esa realidad suprema es la fascinación y el respeto del Indio por las ciencias ocultas y sus practicantes. Astrólogos, clarividentes, fakires y los otros individuos chamánicos que abundan en la sociedad India son profundamente apreciados ya que existe la creencia de que estos tienen algún contacto con esa realidad suprema. En India son los “Hombres-Dios”, los gurus, en vez de los líderes intelectuales, sociales o políticos los que han incorporado los anhelos infantiles por lo omnisciente y la perfección de las figuras paternas. Los eruditos o los científicos son respetados, pero sólo los “hombres sagrados” o los hombres de Dios son reverenciados. Ese supuesto contacto con esa realidad alterna les confiere poderes “sobrenaturales”, un estatus sobrehumano y una excelencia moral más allá de lo ordinario.
Lo Correcto y lo Incorrecto
Si Moksha es el objetivo en la vida, el Dharma se traduce como la ley, el deber moral, la acción correcta, la conformidad con la verdad de las cosas y el medio a través del cual se logra el objetivo deseado. Hoy en día existe un clamor general sobre la falta de Dharma en la mayoría de las instituciones sociales y la vida de los individuos. Mientras los Indios modernos señalan los grandes cambios sociales que se están llevando a cabo con el advenimiento de las modernas ideologías egalitarias, los Indios tradicionales ven la desaparición del Dharma como el único responsable del conflicto social, la opresión y el malestar que caracteriza la sociedad India contemporánea.
Por otro lado los Indios conservadores culpan a las ideologías de la modernidad Occidental que con sus nociones egalitarias e individualistas, su exaltación sobre la importancia de las recompensas materiales en vez de la espiritualidad humana, su énfasis en las aspiraciones en vez de las limitaciones las que han conllevado a difundir la envidia social, una codicia desenfrenada y el egoísmo en la sociedad India.
Ahora bien, indiferentemente de cual sea la perspectiva de cada grupo sobre el Dharma, existe un aspecto de vital importancia fundamental en la formación de la sensibilidad ética India. El rasgo principal de esta sensibilidad difiere de sus contrapartes Católicas, Judias o Islámicas y es un marcado relativismo ético el cual se ha arraigado en la manera de pensar del Hindú.
Cómo un individuo determina qué es actuar correctamente y que él actúa de acuerdo a la ley moral y “en conformidad con la verdad de las cosas”? La respuesta tradicional es que él no puede saberlo ya que la acción correcta depende de:
- La cultura de su país o “desa”
- El momento histórico en que vive o “kala”
- Los esfuerzos requeridos por él en ese período particular de su vida o “srama”
- y finalmente, su carácter innato o “guna” que ha heredado de su vida anterior.
Por ende, un individuo no tiene forma de conocer todos estos factores en un sentido absoluto. En la religión Hindú no existe un libro o una autoridad interpretativa como la Iglesia Católica, que pueda ayudar a aclarar las dudas de cómo se debe actuar en una situación determinada. Es por esta razón que lo “correcto’ y lo “incorrecto” son relativos, dependiendo de un contexto específico, una acción puede considerarse correcta o incorrecta.
La manera en que la cultura visualiza las acciones correctas, disminuye la carga de la responsabilidad del individuo por sus acciones y “alivia” la culpa que sentirían las personas en aquellas sociedades donde existen axiomas de lo que se debe y no se debe hacer. Por el contrario, en la sociedad India, las acciones están determinadas por valores más permisivos y gentiles pero a la vez más ambiguos como lo que no se puede o lo que se puede tratar. Por una parte, esta incertidumbre hace posible que se lleven a cabo acciones riesgosas y poco convencionales pero por otro lado, dichas acciones están acompañadas de una duda omnipresente que a su vez está atada a depender de la sabiduría de otros individuos. Es por esto que es muy raro que una persona lleve a cabo una acción voluntaria independiente sino que actúan como sus antepasados lo “hubiesen hecho” o como su casta o grupo social lo determina.
La inconsistencia en el comportamiento de los Indios se considera un rasgo desconcertante de su personalidad. Por ejemplo, como puede un prestigioso astrónomo que trabaje en un reconocido Instituto Científico, practicar la astrología? Como puede un ejecutivo de una gran companía multinacional, educado en el Occidente, consultar horóscopos y gurus a la hora de tomar decisiones sobre la familia? Cómo es posible que un ministro educado en Oxford posponga una reunión importante porque la hora es astrológicamente “desfavorable” para llevar a cabo dicha reunión?
Estos marcados rasgos de inconsistencia no tienen nada que ver con el nivel educativo o la lógica de una persona. En la cultura India no existe una noción de naturaleza humana universal por ende, no existen reglas éticas como “No matarás” o “No mentirás”. Lo que una persona debe o no debe hacer depende del contexto. Por ejemplo, en las Leyes de Manu, antíguas doctrinas dictadas por el sabio Manú hace miles de años: “Un Kshatriya (hombre que pertenece a la casta de los guerreros) que haya difamado a un Brahmin (la casta superior) debe ser multado con cien “panas”; un Vaishya (alguien que pertenece a la casta de los granjeros o comerciantes) se multará con 150 a 200 “panas” y un Shrudra (persona que pertenece a la casta de la servidumbre) deberá sufrir un castigo corporal.
Las virtudes, al igual que las infracciones, dependen del contexto. Por ejemplo, el coraje se considera una virtud para el Kshatriya pero ciertamente no para el Baniya (comerciante). Es por esta razón que para nosotros los Occidentales creyentes en el Catolicismo, donde la regla dorada es la premisa de la Universalidad, ese concepto de que cada clase o casta tiene sus propias leyes y contextos éticos es algo desconcertante, incomprensible y denigrante.
Esta sensibilidad de contexto no se limita sólo a las leyes morales tradicionales sino que se extiende más allá en muchas áreas de la vida contemporánea del Hindú como por ejemplo, al describir las cualidades de una persona. En un estudio realizado por el psicólogo Richard Shweder varios individuos Norteamericanos describían las características de una persona con términos abstractos como “bueno”,“amable” o “noble”, mientras que los individuos Indios utilizaron descripciones contextuales más concretas como “él me ayuda”, “él me trae dulces”, etc. Las descripciones proporcionadas por los individuos Indios se enfocaban en el comportamiento, describían lo que la persona hacía, donde lo hacía y a quienes o a quién se lo hacía. Otros ejemplos eran respuestas como: “El no tiene tierras para cultivar pero le gusta cultivar las tierras de otros” o “El se comporta bien delante de sus huéspedes pero se lamenta por el dinero que tiene que gastar cuando los recibe”. Como se puede apreciar en estas frases, es el comportamiento de la persona en sí mismo lo significativo en vez del atributo interno que supuestamente subyace bajo éste.
Un excelente ejemplo de esta característica contextual es la interacción entre Hindúes y Musulmanes en la India, en tiempos de paz y en tiempos de conflicto. En tiempos de paz Hindúes y Musulmanes trabajan o comen juntos, pero en tiempos de conflicto existes razones suficientes para matar, incendiar o violar. A la hora de juzgar tales comportamientos los hindúes indistintamente de edad o género respondían categóricamente que golpear a un musulmán, incendiar o saquear su tienda durante una revuelta no era correcto si el área era de mayoría musulmana pero si la vecindad era de mayoría hindú, era un acto correcto.
Existe una historia popular del Mahabharata, la gran épica hindú donde el tema central es la guerra entre las fuerzas del bien y del mal, representadas por los “Pandavas” y los “Kauravas” respectivamente.
Yuddhishtira, el más virtuoso de los hermanos Pandava, quién nunca había dicho una mentira en su vida, era un apostador compulsivo, el poderoso Bhima no podía controlar su temperamento y su otro hermano era un mujeriego.
Hubo un punto durante la guerra que la armada Pandava estaba siendo exterminada por las flechas de Drona. Drona, el gran arquero y a su vez profesor de ambos príncipes, tanto el de los Pandavas como de los Kauravas, era uno de los tantos hombres buenos que estaba luchando del lado del mal, debido a su Dharma o deber moral. Los hermanos Pandava acudieron a Lord Krishna buscando consejo y le preguntaron como detener a Drona antes de que los destruyera a ellos.
“Sólo hay una manera” les dijo Lord Krishna. “Drona ama a su hijo Ashwathama más que a su vida. Si él llegase a escuchar que su hijo ya no está, bajará su arco y morirá”
“Pero porque nos creería a nosotros?” preguntaron los Pandavas.
“Al único que le creerá es a Yuddhishtira, ya que todos saben que nunca miente” sugirió Lord Krishna.
Sin embargo, Yuddhishtira se rehusó “Nunca podría decir una mentira así ello signifique perder la guerra”.
Los príncipes Pandavas de nuevo buscaron consejo de Krishna.
“Bueno” dijo Krishna, “entre tus fuerzas tienes un elefante con el mismo nombre del hijo de Drona. Si matas al elefante, entonces Yuddhishtira sólo tiene que decir “Ashwathama ha muerto” y entonces no sería una mentira”.
Yuddhishtira, sin embargo, era testarudo, manteniendo que el estaría declarando un hecho, pero no la verdad. Luego de mucha persuasión y advertencias que el mal triunfaría sobre la tierra si él no hacía nada, Yuddhishtira accedió a gritar a través de las líneas enemigas “Ashwathama está muerto…” y luego agregaría en un tono de voz normal “…pero el elefante”.
El elefante fue debidamente asesinado. Yuddhishtira gritó las noticias sobre la muerte del elefante; cuando le tocó decir la parte “pero el elefante”, los Pandavas comenzaron a tocar los tambores de guerra, así que Drona sólo escuchó la primera parte de la oración. El arquero principal bajó su arco y murió de dolor.
Muchos años después que la gran guerra había terminado y todos sus protagonistas habían muerto, sus almas comenzaron su travesía hacia el próximo mundo, abandonando uno por uno su largo camino al cielo. Sólo Yuddhishtira y su perro llegaron a las puertas del cielo, incluso Lord Krishna tuvo que permanecer un tiempo en los infiernos por haber tomado parte del engaño que causó la muerte de Drona. En las puertas del cielo, se le dijo a Yuddhishtira que debía permanecer un dia en el infierno antes de poder entrar al cielo.
“Pero porqué?” protestó el virtuoso Yuddhishtira, “Nunca he dicho una mentira en mi vida”
“Quizás” le dijeron “pero en una ocasión no dijiste la verdad en un tono de voz lo suficientemente alto”.
Cabe destacar que el virtuoso Yuddhishtira tuvo que compensar una falta casi inexistente ya que el contexto a juzgar era la integridad, la de un hombre “que nunca dice una mentira”, mientras Krishna, el Lord del Universo y el orden moral, obtuvo un jalón de orejas – considerando su participación en la mentira- debido a que su contexto aqui no era el de un Dios sino un consejero estratega y político en tiempos de guerra donde el engaño se considera un acto de rigor.
Karma, la reencarnación en la mente Hindú
El tercer fundamento en la visión del mundo según los Hindúes es el Karma. Un aldeano define el Karma de la siguiente manera: “Aún a la hora de morir, un hombre debe desear hacer buenos actos para renacer en un lugar donde pueda hacer buenos actos de nuevo. Después de muchas vidas de buenos actos (viviendo en Dharma) un hombre llevará a cabo el Mukti (otro término para Moksha). Si él lleva a cabo malos actos, su forma cambiará hasta caer más bajo, hasta convertirse en un “jar” (un sujeto inanimado). Cuando se les pregunta a otros Hindúes sobre el Karma, expresan ideas similares, concretamente hablan de los ciclos de renacimiento y muerte en que el alma de un individuo progresa (o experimenta una regresión) a través de varios niveles de existencia; del control de este movimiento por el Karma del alma del individuo y finalmente el balance de las acciones “correctas” e “incorrectas” que acompañan al individuo de un nacimiento a otro.
Desde el aspecto psicológico, lo que más nos interesa de la teoría del Karma son sus ideas de disposiciones innatas (samkaras), el legado de una vida anterior, con la cual un recién nacido viene al mundo y las cuales le imponen ciertos límites en su socialización. En otras palabras, los Hindúes no consideran la naturaleza del infante “tabula rasa”, es decir,que viene al mundo con borrón y cuenta nueva de los hechos de sus vidas pasadas. Con la creencia cultural en la noción de los samkaras, existe una presión social que alberga la creencia que sólo si sus “supervisores” (padres) son lo suficientemente buenos y se mantienen alertas constantemente, el niño le sacará provecho a todo su potencial. Con el énfasis de los Indios en los límites internos del ser humano, no existe ese sentido de urgencia y la lucha contra el mundo exterior que a menudo parece impulsar las vidas en las culturas Occidentales. Permítanme contar otra historia.
A orillas del río Ganges vivía un hombre santo llamado Yajnavalkya con su esposa. Un día que estaba meditando, sintió algo pequeño y suave que cayó entre sus manos. Al abrir los ojos vió que era una pequeña ratoncita que había caído de las garras de un Aguila. El hombre sintió lástima por el animalito, y usando sus poderes ocultos, la convirtió en una niña y la llevó a su casa.
La niña creció como su hija, y cuando llegó a la edad casadera, la esposa de Yajnavalkya le reprochó un día: “No ves que tu hija llegó a una edad madura y necesita un esposo?” Yajnavalkya respondió “Tienes la razón. He decidido que tendrá el mejor esposo posible de todos los mundos”.
Entonces llamó al Dios Sol y cuando apareció Yajnavalkya le dijo “Te he escogido como mi yerno” luego se volteó hacia la chica y le preguntó “Te gustaría a la Luz de los tres mundos como tu esposo?” Ella respondió “Oh Padre, me parece muy gordo y cari rojo. Encuentrame otro esposo” El hombre santo sonrió y le preguntó al Sol si conocía a alguien mejor que él. El Sol contestó “Oh, hombre santo! La Nube es más fuerte que yo, ya que puede cubrirme”
Yajnavalkya llamó al Dios de las Nubes, y de nuevo solicitó el consentimiento de su hija y ella replicó “Oh Padre, él se ve muy taciturno. Encuentrame otro esposo” Yajnavalkya le preguntó a la Nube si había alguien en el mundo mejor que él. La Nube respondió “Ciertamente la Montaña es mejor, ya que puede pararme”
El hombre santo llamó al Dios Montaña pero cuando apareció la chica gritó “Oh Padre, él es demasiado enorme y torpe! Encuentrame un mejor esposo”. La paciencia de Yajnavalkya estaba casi al límite, pero como amaba a su hija , le preguntó a la Montaña si conocía a alguien mejor que él. La Montaña respondió “El ratón puede perforar sobre mí cuantos huecos desee. Considerando ese hecho, debe ser más fuerte que yo”
Yajnavalkya llamó al ratón, y tan pronto como la chica lo vió exclamó “Padre! este es el único esposo que me haría feliz. Oh, me puedes convertir en ratón? El hombre santo cumplió su deseo. Cuando ambos ratones desaparecieron entre los arbustos el hombre regresó a su casa sonriendo para sí mismo y diciendo “Aunque tuvo al Sol, la Nube y la Montaña como sus pretendientes, la niña ratona necesitaba ser un ratón de nuevo. No pudo negar su naturaleza innata”.
El balance kármico de una vida anterior y por ende las disposiciones innatas con las que una persona entra a la vida presente sirven para hacer a los Hindúes más tolerantes a las decepciones que aflijen las vidas aún de los más afortunados. Mientras que esta noción sirve como consuelo y ayuda a sanar heridas, también puede reforzar una actitud de negación en el cumplimiento de las responsabilidades del individuo. Una paciente de 30 años en psicoterapia, se dió cuenta de sus impulsos agresivos hacia su esposo como revelación en un sueño, luego exclamó de manera espontánea “Esos deben ser mis malos samkaras. Sin embargo a pesar de que me esfuerzo por ser una buena esposa, mis malos samkaras me previenen”.
El propio Yo y los Otros: Separación y Conexión
Si una persona comienza su vida como un místico, inundado de sentimientos de unidad omnipresente donde no existe una distancia entre nosotros mismos y el mundo exterior, entonces el proceso de separación de el “yo” del “no-yo” es una de las tareas primarias de sus primeros años de infancia.
La importancia India sobre el dilema y el dolor del destierro de los sentimientos originales de unidad, el exilio del Universo, han servido para darle énfasis a la conexión entre una persona y su naturaleza, lo Divino y todos los seres vivientes. Esta visión unitaria, de “soma” y psique, individuo y comunidad, el propio yo y el mundo, está presente en la gran mayoría de las formas de cultura popular, aún hoy en día. Desde los ritos religiosos a los festivales populares, desde la devoción piadosa de los cánticos comunales en los templos hastas los orgásmicos excesos del Holi, el festival de los colores, existe una clara negación a la separación y una celebración a la conexión. El alto valor cultural que se le dá a la conexión es, más evidente, en las relaciones de los individuos con los demás. El anhelo por las relaciones, la confirmada presencia de los seres queridos y el oxígeno psicológico que ellos proveen, es la modalidad dominante de las relaciones sociales en la India, especialmente en la extensa familia. La individualidad y la independencia no son valores bienvenidos. Es muy común escuchar de los familiares que a menudo acompañan a un paciente por primera vez a psicoterapia quejarse sobre la “autonomía” del paciente como uno de los “síntomas” de su desorden psicológico. Por ejemplo, el padre y la hermana mayor de un ingeniero de 28 años que padecía un episodio psicótico describían su visión del problema principal como una autonomía antinatural: “El es muy testarudo cuando persigue lo que desea, sin tomar en cuenta nuestros deseos. El cree saber lo que es mejor para él y no nos escucha. El cree que su vida y su carrera son más importantes que los asuntos del resto de la familia”.
El alto valor que se le dá a la conexión no significa que un Indio no pueda ser capaz de funcionar cuando se encuentra solo por su cuenta o que no tenga confianza en sí mismo. Lo que esto implica es, su gran necesidad de una guía constante, ayuda de los otros para enfrentar las visicitudesy decisiones a tomar en la vida vida y una gran vulnerabilidad y sentimientos de impotencia cuando estos nexos se vuelven tensos o se debilitan.
Estos sentimientos son más escondidos en las sociedades Occidentales, ya que el valor dominante del sistema es la autonomía, la privacidad, la autorealización y la independencia individual. En otras palabras, las polaridades universales de los individuos versus las relaciones, la cercanía versus la distancia en las relaciones humanas son presas de las expectativas y creencias que culturalmente estén de moda. Los seres humanos son como los erizos en una noche fría. Ellos se acercan los unos a los otros buscando calor, se pinchan con sus púas y se alejan y cuando se sienten fríos se acercan de nuevo. Estos movimientos de cercanía y alejamiento se repiten hasta alcanzar una posición óptima donde la temperatura del cuerpo esté por encima del punto de congelamiento y el dolor generado por las espinas sea soportable. Este punto de equilibrio es diferente en cada cultura. En India, comparado con las culturas Occidentales, la posición óptima implica la aceptación de mayor dolor con la finalidad de obtener más calor humano.
En conclusión, todas las características mencionadas aquí sobre la visión hindú del mundo y que forman la mente imaginaria del Indio son abstracciones que más o menos se comprenden vagamente en los años de adultez. Son componentes de la psique del Indio que son absorbidas por el niño en su relación con sus progenitores desde el comienzo de su vida como la verdad esencial de su mundo. Esta es la representación mental de la herencia cultural que se mantienen en constante conversación con los aspectos universales e individuales de la mente a lo largo de nuestras vidas, influenciando el orden y dándole forma en todo momento al propio ser.
Comprendes ahora un poco más sobre el hinduísmo? Te pareció útil y claro este artículo? Nos encantaría escuchar tu opinión!
Fuentes Bibliográficas:
“Mistaken modernity: India between worlds”. Dipankar Gupta
“Religions of the World: Hinduism”. James B. Robinson
“A concise encyclopedia of Hinduism”. Klaus K. Klostermaier
“Encyclopedia of religious rites, rituals and festivals”. Frank A. Salamone
“The Indians, portrait of a people” por el Dr. Sudhir Kakar
Ilustraciones:
Lorena Mena
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Que gusto encontrar finalmente un sitio con información tan útil e interesante sobre la vida en la India y la personalidad de los hindúes! Te felicito por tu blog el cual por los comentarios puedo ver que ha tenido una gran acogida. Soy una joven latina y vivo en Estados Unidos desde pequeña. Mis padres emigraron a este país en busca de mejores oportunidades y a base de mucho trabajo y un gran esfuerzo nos han dado a mi hermano y a mi un futuro mejor. Creo que Dios no me dará vida suficiente para agradecerles tanto amor, entrega y dedicación.
Hace 5 años conocí a Siddarth en una reunión de trabajo y pasó poco tiempo para que comenzáramos a salir y nos enamoramos. Al igual que yo, sus padres emigraron al pais siendo él solo un adolescente. Ambos somos profesionales universitarios, de hecho él ha ido más allá y hoy en dia tiene un doctorado entre sus logros académicos.
Al principio de la relación, tuve que enfrentar las advertencias de rigor de mis compañeros de trabajo y algunos familiares sobre los esterotipos de la cultura hindú, muchas veces producto de la xenofobia que cambió este país luego de los lamentables hechos del aquel fatídico 11 de Septiembre del 2001 que, aunque Al Quaeda no tiene nada que ver con la India, la gente en su ignorancia, cataloga por igual todas las culturas orientales. Comentarios como que tendría que tapar mi cabello toda mi vida por que la prima del cuñado del hijo del Sr. de la licorería de la Segunda Avenida se había casado con un hindú y tenían grandes problemas culturales, eran mi dia a dia. Por otro lado, Siddarth tuvo que enfrentar el típico conflicto de decirle a sus padres que se iba a casar con una “sexy y extrovertida” latina y no con una “buena y sumisa esposa hindú” que contara con la aprobación de todos los miembros de la familia. En aquel tiempo ingenuamente pensamos “unidos venceremos” y no importaban los obtáculos y advertencias de todos aquellos empeñados en “entorpecer” nuestro amor, sino nuestro propio proyecto de una vida en pareja “perfecta”.
Mi boda fue un thriller al mejor estilo de aquella famosa comedia de Nia Vardalos “My Big Fat Greek Wedding”, algo así como “Mi gran boda griega”…nos casamos por ambas religiones para complacer a ambas familias, tuve una sencilla boda católica y una IMPRESIONANTE boda hindú. Creo que fui la única novia que deseaba no haberme casado nunca por los ritos religiosos. Todos opinaban y mi novio y yo éramos simples espectadores, sin embargo, me llamaba la atención que él no parecía inmutarse mientras yo me moría del estres y la impotencia…eso sólo fueron los primeros síntomas que podía detectar hasta ese momento de su “indianidad” por llamarlo de alguna manera.
Una vez casados comenzamos nuestra dulce vida en pareja. A los dos años tuvimos nuestro primer hijo que ha traído gran alegría a nuestras vidas. La verdad y siendo sincera no puedo decir que ha sido un mal matrimonio…hay muchísimas cosas que admiro en él, sobre todo su gran sentido de la responsabilidad y todo lo que tenga que ver con la familia en general, sin embargo, reconozco que muchas veces ese mismo sentido de lealtad y pertenencia generan grandes conflictos en nuestra relación.
Luego de leer el artículo sobre la identidad latina que publicaste, pude darme cuenta de muchos rasgos propios de nuestra cultura que a veces damos por sentado que los demás “deben” entender y son “normales”.
Desde hace algún tiempo comencé a buscar “respuestas” visitando los diferentes blogs y páginas webs que muchas jóvenes han escrito sobre el tema, sin embargo, no conseguía soluciones a tantas dudas que tenía en mi cabeza. La gente cuenta sus problemas en estos sitios pero no hay ningun tipo de referencia sobre la razón psicólogica de tales conflictos.
Básicamente “mis conflictos” personales se generan por la manera tan distinta que Siddarth y yo tenemos de enfrentar las visitudes que se presentan en nuestra vida cotidiana y la manera de resolverlos. Mis padres me enseñaron que debía estudiar para ser una profesional independiente económicamente y así, cuando saliera del seno familiar, ser capaz de tomar mis propias decisiones. Me enseñaron que en la vida debemos equivocarnos para aprender en base a nuestras malas experiencias, ya que esa es la única manera de sobrevivir en estos tiempos tan difíciles. Fui criada bajo la religión católica que predica seguir los preceptos de los 10 mandamientos y en cierta forma han moldeado lo que está “bien y lo que está “mal”. Soy una persona muy abierta y siempre estoy dispuesta al diálogo. Cuando surge un conflicto soy la primera en sentarme a tratar de buscarle el sentido lógico a los problemas y tratar de encontrar la solución más adecuada. Muchas veces siento una gran frustración y siento la sensación de que he arado en el mar. Por mucho que hemos hablado ampliamente sobre nuestras grandes diferencias culturales y hasta hemos buscado ayuda psiquiátrica, yo por mi parte siento que aún no consigo las respuestas adecuadas a las interrogantes que aún rondan en mi conciencia.
Uno de mis grandes temores son aquellos actos que universalmente se consideran malas acciones en cualquier parte del mundo, pero pareciese que los Hindúes tienen un mundo diferente o particular donde se rigen por leyes distintas para cada quién y donde lo que nosotros conocemos como “sentido común” pareciese no existir. Cuando veo las noticias de la India sobre los asesinatos de las niñas recién nacidas, las jóvenes que mueren quemadas porque los suegros desean más dinero en dote o los asesinatos por honor y se lo comento a Siddarth todo termina en una gran discusión donde salen a relucir los psicópatas asesinos en serie que abundan en este país o los abusos de la Iglesia Católica,etc. La verdad yo no lo hago para juzgar a su raza, simplemente lo señalo ya que estas cosas suceden como algo “normal” y peor aún ellos lo ven como “normal”. Yo he vivido situaciones con su familia donde esa línea entre el bien y el mal pareciese no estar bien definida o donde ellos tienen un concepto diferente de las acciones correctas en la vida de un ser humano.
Tu blog ha sido de gran ayuda, y aunque he leído todos los artículos, sin embargo siento que aún quedan algunos “cabos sueltos” en este rompecabezas que se llama “indianidad”.
Lorena…que es lo correcto y lo incorrecto en la cultura hindú? Qué hacemos mal nosotros como Occidentales que ante sus ojos se traduce muchas veces en “comportamientos egoístas”? Dime…no somos todos IGUALES a los ojos de Dios…o es que acaso hay un cielo para cada raza, casta o religión? Discúlpame si te agobio con mis dudas, pero tu blog es lo más cercano que he conseguido a una respuesta potencialmente razonable…
La Visión Hindú del mundo
Cada civilización tiene una manera única de mirar el mundo. Dicha visión es un grupo de ideas que definen el objetivo de la existencia humana, la manera de lograr ese objetivo, los errores que deben evitarse y los obtáculos que podemos encontrarnos en el camino. La visión del mundo interpreta las experiencias humanas y responde las eternas preguntas de lo que es bueno o malo, lo que es real o irreal, cuál es la esencia de la naturaleza de los hombres y las mujeres y el mundo en que viven y cuál es la conexión del hombre con su naturaleza, con otros seres humanos y con el cosmos.
Por ejemplo, si miramos hacia la China, podemos detectar los siguientes elementos de la visión del mundo según Confucio: No existe otro mundo más allá del mundo en que vivimos. El significado supremo de la vida se encuentra atado y no separado de la vida cotidiana, por ende, este se lleva a cabo a través de la auto cultivación personal dentro de la comunidad y a través de la ayuda mutua entre la familia, el clan, la escuela o el sitio de trabajo. El “pegamento” que mantienen a la sociedad unida no es una ley sino algo que los Chinos llaman “ li ”, el cual es un modo civilizado de conducta. Una característica predominante de la visión del mundo en la China es un sentido del deber en vez de la demanda de derechos.
De la misma manera, en la India existen ciertos elementos específicos que identifican la visión del mundo según los hindúes. Acá no se discutirán las doctrinas filosóficas que son relevantes sólo para las élites intelectuales y religiosas, sino las creencias y actitudes – muchas veces no conscientes – de un gran número de Indios las cuales se pueden reflejar en sus vidas, sus canciones y sus historias. Estas creencias han sido difundidas por generaciones a través de mitos y leyendas, proverbios y metáforas, representadas en rituales religiosos. Han sido transmitidas a través de los cuentos infantiles; las películas de Bollywood y las series de Televisión les han dado una apariencia moderna y han sido resaltadas en las advertencias de los padres o en la visión que tienen sobre el futuro de sus hijos. Esta visión del mundo de la que hablamos, se absorbe desde muy temprano en la vida y no a través de la mente sino del corazón.
Existen tres elementos que están interconectados y comprenden la mayor parte de la visión Hindú del mundo: Moksha, Dharma y Karma. Nuestro interés en estos conceptos no es filosófico, textual o histórico, sino psicológico. Aqui se presenta un análisis de cómo esta antigua trinidad ha contribuído a la formación de la imaginación India y sus repercusiones en los pensamientos y acciones del Indio contemporáneo.
Moksha, el Objetivo de la Vida
El Moksha, que en general se traduce como auto realización, trascendencia, salvación, la liberación de este mundo, ha sido visto tradicionalmente por los hindúes como el objetivo del ser humano en la vida. La idea del Moksha está íntimamente ligada a la convicción India en la existencia de otra realidad a un nivel “superior” más allá de la realidad empírica y verificable de nuestro mundo, nuestros cuerpos y nuestras emociones. Un valor fundamental impartido en la mayoría de las escuelas de Hinduísmo es la creencia en la existencia de una realidad “suprema” – que a su vez se relaciona a la realidad cotidiana de la misma manera que la consciencia se relaciona a un sueño – la cual es una verdad incuestionable en la cultura India y un discurso común en las enseñanzas de los innumerables gurus que abundan en el pais. Esta realidad “suprema” cuya percepción se considera el mayor logro y el significado de la vida humana se dice que está más allá de toda idea conceptual e incluso más allá de la mente.Es por ello que el desarrollo intelectual, la ciencia naturalista y las demás pasiones de la mente en la búsqueda de la naturaleza empírica de nuestro mundo, se consideran un aspecto secundario en la cultura en comparación con las prácticas de meditación o incluso el arte, debido a la suposición de que las experiencias espirituales y estéticas se encuentran estrechamente relacionadas. En el sistema de creencias de la cultura hindú el poder estético de la música y el verso, una historia bien contada y una obra bien representada son más reales que la vida misma.
Este énfasis en lo espiritual que subyace en las prácticas de las diferentes escuelas de “auto realización”, como las de Yoga, le da colorido al tono emocional de la manera que un Indio vé la vida.
Para la gran mayoría de los Indios la vida es una combinación de lo trágico y lo romántico. Trágico, ya que desde su punto de vista, la experiencia humana está invadida de ambiguedades e incertidumbres donde el hombre tiene pocas alternativas sino soportar la carga de los conflictos inevitables y las desgracias incomprensibles del destino. Aunque se basa en lo trágico, a su vez, la visión India del Moksha ofrece una búsqueda romántica. Esta travesía es una búsqueda donde el viajero debe resistir los peligros que se presenten en el camino para luego ser recompensado con una gratificación más allá de la experiencia humana.
La creencia en la existencia de esa realidad suprema se convierte en una nostalgia del alma India, como un faro de esperanza de un “sentimiento superior” en sus vidas, indistintamente de la clase social, la casta, lo rural o lo urbano, el ignorante o el educado, el rico o el pobre. Es muy raro encontrar entre los Indios una visión irónica de la vida o una perspectiva indiferente a lo trágico donde los Dioses tienen “pies de arcilla”.
Si la espiritualidad es el centro del mundo imaginario del Indio, es normal deducir que a su vez ésta condiciona su mente, coloreando su intelecto, y sus respuestas emocionales y artísticas de maneras muy características. En otras palabras, existen varias consecuencias culturales derivadas de esta creencia. Una de ellas es la presencia predominante de la esperanza, aún en las condiciones de vida más adversas. Durante siglos, la civilización India le ha transmitido a los niños la casi somática convicción de que existe un orden en nuestro mundo visible, así se encuentre escondido o sea desconocido. Que existe un diseño de vida en el cual se debe confiar a pesar de las penas, crueldades e injusticias que enfrentamos. En la menta India, un pequeño destello de esperanza se convierte en una fogata de luz. Consideremos el ejemplo del hombre que proviene de una pequeña villa de Rajasthan a vivir en una barriada en Delhi. Trabaja rompiéndose el lomo 14 horas al día como obrero de la construcción, vive con los otros 6 miembros de su familia en una sola habitación y come, si el dinero se lo permite, una vez al dia. Si alguien le dijera que tendría una mejor calidad de vida en su villa, rechazaría la idea con estupefacción. La ciudad, con todas sus “posibilidades”, ofrece por ejemplo educación para sus hijos y lo llena con un rayo de esperanza. Desde un punto de vista cínico, otra persona consideraría sus aspiraciones por una vida mejor, completamente poco realistas, sin embargo, lo que mantiene a este hombre y a los muchos millones de Indios viviendo en las circunstancias económicas, sociales y políticas más adversas es precisamente esa esperanza, que es un sentido de posesión del futuro, indiferentemente de lo distante que ese futuro pueda ser.
Otra consecuencia de la orientación espiritual y la inquebrantable creencia en esa realidad suprema es la fascinación y el respeto del Indio por las ciencias ocultas y sus practicantes. Astrólogos, clarividentes, fakires y los otros individuos chamánicos que abundan en la sociedad India son profundamente apreciados ya que existe la creencia de que estos tienen algún contacto con esa realidad suprema. En India son los “Hombres-Dios”, los gurus, en vez de los líderes intelectuales, sociales o políticos los que han incorporado los anhelos infantiles por lo omnisciente y la perfección de las figuras paternas. Los eruditos o los científicos son respetados, pero sólo los “hombres sagrados” o los hombres de Dios son reverenciados. Ese supuesto contacto con esa realidad alterna les confiere poderes “sobrenaturales”, un estatus sobrehumano y una excelencia moral más allá de lo ordinario.
Lo Correcto y lo Incorrecto
Si Moksha es el objetivo en la vida, el Dharma se traduce como la ley, el deber moral, la acción correcta, la conformidad con la verdad de las cosas y el medio a través del cual se logra el objetivo deseado. Hoy en día existe un clamor general sobre la falta de Dharma en la mayoría de las instituciones sociales y la vida de los individuos. Mientras los Indios modernos señalan los grandes cambios sociales que se están llevando a cabo con el advenimiento de las modernas ideologías egalitarias, los Indios tradicionales ven la desaparición del Dharma como el único responsable del conflicto social, la opresión y el malestar que caracteriza la sociedad India contemporánea.
Por otro lado los Indios conservadores culpan a las ideologías de la modernidad Occidental que con sus nociones egalitarias e individualistas, su exaltación sobre la importancia de las recompensas materiales en vez de la espiritualidad humana, su énfasis en las aspiraciones en vez de las limitaciones las que han conllevado a difundir la envidia social, una codicia desenfrenada y el egoísmo en la sociedad India.
Ahora bien, indiferentemente de cual sea la perspectiva de cada grupo sobre el Dharma, existe un aspecto de vital importancia fundamental en la formación de la sensibilidad ética India. El rasgo principal de esta sensibilidad difiere de sus contrapartes Católicas, Judias o Islámicas y es un marcado relativismo ético el cual se ha arraigado en la manera de pensar del Hindú.
Cómo un individuo determina qué es actuar correctamente y que él actúa de acuerdo a la ley moral y “en conformidad con la verdad de las cosas”? La respuesta tradicional es que él no puede saberlo ya que la acción correcta depende de:
La manera en que la cultura visualiza las acciones correctas, disminuye la carga de la responsabilidad del individuo por sus acciones y “alivia” la culpa que sentirían las personas en aquellas sociedades donde existen axiomas de lo que se debe y no se debe hacer. Por el contrario, en la sociedad India, las acciones están determinadas por valores más permisivos y gentiles pero a la vez más ambiguos como lo que no se puede o lo que se puede tratar. Por una parte, esta incertidumbre hace posible que se lleven a cabo acciones riesgosas y poco convencionales pero por otro lado, dichas acciones están acompañadas de una duda omnipresente que a su vez está atada a depender de la sabiduría de otros individuos. Es por esto que es muy raro que una persona lleve a cabo una acción voluntaria independiente sino que actúan como sus antepasados lo “hubiesen hecho” o como su casta o grupo social lo determina.
La inconsistencia en el comportamiento de los Indios se considera un rasgo desconcertante de su personalidad. Por ejemplo, como puede un prestigioso astrónomo que trabaje en un reconocido Instituto Científico, practicar la astrología? Como puede un ejecutivo de una gran companía multinacional, educado en el Occidente, consultar horóscopos y gurus a la hora de tomar decisiones sobre la familia? Cómo es posible que un ministro educado en Oxford posponga una reunión importante porque la hora es astrológicamente “desfavorable” para llevar a cabo dicha reunión?
Estos marcados rasgos de inconsistencia no tienen nada que ver con el nivel educativo o la lógica de una persona. En la cultura India no existe una noción de naturaleza humana universal por ende, no existen reglas éticas como “No matarás” o “No mentirás”. Lo que una persona debe o no debe hacer depende del contexto. Por ejemplo, en las Leyes de Manu, antíguas doctrinas dictadas por el sabio Manú hace miles de años: “Un Kshatriya (hombre que pertenece a la casta de los guerreros) que haya difamado a un Brahmin (la casta superior) debe ser multado con cien “panas”; un Vaishya (alguien que pertenece a la casta de los granjeros o comerciantes) se multará con 150 a 200 “panas” y un Shrudra (persona que pertenece a la casta de la servidumbre) deberá sufrir un castigo corporal.
Las virtudes, al igual que las infracciones, dependen del contexto. Por ejemplo, el coraje se considera una virtud para el Kshatriya pero ciertamente no para el Baniya (comerciante). Es por esta razón que para nosotros los Occidentales creyentes en el Catolicismo, donde la regla dorada es la premisa de la Universalidad, ese concepto de que cada clase o casta tiene sus propias leyes y contextos éticos es algo desconcertante, incomprensible y denigrante.
Esta sensibilidad de contexto no se limita sólo a las leyes morales tradicionales sino que se extiende más allá en muchas áreas de la vida contemporánea del Hindú como por ejemplo, al describir las cualidades de una persona. En un estudio realizado por el psicólogo Richard Shweder varios individuos Norteamericanos describían las características de una persona con términos abstractos como “bueno”,“amable” o “noble”, mientras que los individuos Indios utilizaron descripciones contextuales más concretas como “él me ayuda”, “él me trae dulces”, etc. Las descripciones proporcionadas por los individuos Indios se enfocaban en el comportamiento, describían lo que la persona hacía, donde lo hacía y a quienes o a quién se lo hacía. Otros ejemplos eran respuestas como: “El no tiene tierras para cultivar pero le gusta cultivar las tierras de otros” o “El se comporta bien delante de sus huéspedes pero se lamenta por el dinero que tiene que gastar cuando los recibe”. Como se puede apreciar en estas frases, es el comportamiento de la persona en sí mismo lo significativo en vez del atributo interno que supuestamente subyace bajo éste.
Un excelente ejemplo de esta característica contextual es la interacción entre Hindúes y Musulmanes en la India, en tiempos de paz y en tiempos de conflicto. En tiempos de paz Hindúes y Musulmanes trabajan o comen juntos, pero en tiempos de conflicto existes razones suficientes para matar, incendiar o violar. A la hora de juzgar tales comportamientos los hindúes indistintamente de edad o género respondían categóricamente que golpear a un musulmán, incendiar o saquear su tienda durante una revuelta no era correcto si el área era de mayoría musulmana pero si la vecindad era de mayoría hindú, era un acto correcto.
Existe una historia popular del Mahabharata, la gran épica hindú donde el tema central es la guerra entre las fuerzas del bien y del mal, representadas por los “Pandavas” y los “Kauravas” respectivamente.
Yuddhishtira, el más virtuoso de los hermanos Pandava, quién nunca había dicho una mentira en su vida, era un apostador compulsivo, el poderoso Bhima no podía controlar su temperamento y su otro hermano era un mujeriego.
Hubo un punto durante la guerra que la armada Pandava estaba siendo exterminada por las flechas de Drona. Drona, el gran arquero y a su vez profesor de ambos príncipes, tanto el de los Pandavas como de los Kauravas, era uno de los tantos hombres buenos que estaba luchando del lado del mal, debido a su Dharma o deber moral. Los hermanos Pandava acudieron a Lord Krishna buscando consejo y le preguntaron como detener a Drona antes de que los destruyera a ellos.
“Sólo hay una manera” les dijo Lord Krishna. “Drona ama a su hijo Ashwathama más que a su vida. Si él llegase a escuchar que su hijo ya no está, bajará su arco y morirá”
“Pero porque nos creería a nosotros?” preguntaron los Pandavas.
“Al único que le creerá es a Yuddhishtira, ya que todos saben que nunca miente” sugirió Lord Krishna.
Sin embargo, Yuddhishtira se rehusó “Nunca podría decir una mentira así ello signifique perder la guerra”.
Los príncipes Pandavas de nuevo buscaron consejo de Krishna.
“Bueno” dijo Krishna, “entre tus fuerzas tienes un elefante con el mismo nombre del hijo de Drona. Si matas al elefante, entonces Yuddhishtira sólo tiene que decir “Ashwathama ha muerto” y entonces no sería una mentira”.
Yuddhishtira, sin embargo, era testarudo, manteniendo que el estaría declarando un hecho, pero no la verdad. Luego de mucha persuasión y advertencias que el mal triunfaría sobre la tierra si él no hacía nada, Yuddhishtira accedió a gritar a través de las líneas enemigas “Ashwathama está muerto…” y luego agregaría en un tono de voz normal “…pero el elefante”.
El elefante fue debidamente asesinado. Yuddhishtira gritó las noticias sobre la muerte del elefante; cuando le tocó decir la parte “pero el elefante”, los Pandavas comenzaron a tocar los tambores de guerra, así que Drona sólo escuchó la primera parte de la oración. El arquero principal bajó su arco y murió de dolor.
Muchos años después que la gran guerra había terminado y todos sus protagonistas habían muerto, sus almas comenzaron su travesía hacia el próximo mundo, abandonando uno por uno su largo camino al cielo. Sólo Yuddhishtira y su perro llegaron a las puertas del cielo, incluso Lord Krishna tuvo que permanecer un tiempo en los infiernos por haber tomado parte del engaño que causó la muerte de Drona. En las puertas del cielo, se le dijo a Yuddhishtira que debía permanecer un dia en el infierno antes de poder entrar al cielo.
“Pero porqué?” protestó el virtuoso Yuddhishtira, “Nunca he dicho una mentira en mi vida”
“Quizás” le dijeron “pero en una ocasión no dijiste la verdad en un tono de voz lo suficientemente alto”.
Cabe destacar que el virtuoso Yuddhishtira tuvo que compensar una falta casi inexistente ya que el contexto a juzgar era la integridad, la de un hombre “que nunca dice una mentira”, mientras Krishna, el Lord del Universo y el orden moral, obtuvo un jalón de orejas – considerando su participación en la mentira- debido a que su contexto aqui no era el de un Dios sino un consejero estratega y político en tiempos de guerra donde el engaño se considera un acto de rigor.
Karma, la reencarnación en la mente Hindú
El tercer fundamento en la visión del mundo según los Hindúes es el Karma. Un aldeano define el Karma de la siguiente manera: “Aún a la hora de morir, un hombre debe desear hacer buenos actos para renacer en un lugar donde pueda hacer buenos actos de nuevo. Después de muchas vidas de buenos actos (viviendo en Dharma) un hombre llevará a cabo el Mukti (otro término para Moksha). Si él lleva a cabo malos actos, su forma cambiará hasta caer más bajo, hasta convertirse en un “jar” (un sujeto inanimado). Cuando se les pregunta a otros Hindúes sobre el Karma, expresan ideas similares, concretamente hablan de los ciclos de renacimiento y muerte en que el alma de un individuo progresa (o experimenta una regresión) a través de varios niveles de existencia; del control de este movimiento por el Karma del alma del individuo y finalmente el balance de las acciones “correctas” e “incorrectas” que acompañan al individuo de un nacimiento a otro.
Desde el aspecto psicológico, lo que más nos interesa de la teoría del Karma son sus ideas de disposiciones innatas (samkaras), el legado de una vida anterior, con la cual un recién nacido viene al mundo y las cuales le imponen ciertos límites en su socialización. En otras palabras, los Hindúes no consideran la naturaleza del infante “tabula rasa”, es decir,que viene al mundo con borrón y cuenta nueva de los hechos de sus vidas pasadas. Con la creencia cultural en la noción de los samkaras, existe una presión social que alberga la creencia que sólo si sus “supervisores” (padres) son lo suficientemente buenos y se mantienen alertas constantemente, el niño le sacará provecho a todo su potencial. Con el énfasis de los Indios en los límites internos del ser humano, no existe ese sentido de urgencia y la lucha contra el mundo exterior que a menudo parece impulsar las vidas en las culturas Occidentales. Permítanme contar otra historia.
A orillas del río Ganges vivía un hombre santo llamado Yajnavalkya con su esposa. Un día que estaba meditando, sintió algo pequeño y suave que cayó entre sus manos. Al abrir los ojos vió que era una pequeña ratoncita que había caído de las garras de un Aguila. El hombre sintió lástima por el animalito, y usando sus poderes ocultos, la convirtió en una niña y la llevó a su casa.
La niña creció como su hija, y cuando llegó a la edad casadera, la esposa de Yajnavalkya le reprochó un día: “No ves que tu hija llegó a una edad madura y necesita un esposo?” Yajnavalkya respondió “Tienes la razón. He decidido que tendrá el mejor esposo posible de todos los mundos”.
Entonces llamó al Dios Sol y cuando apareció Yajnavalkya le dijo “Te he escogido como mi yerno” luego se volteó hacia la chica y le preguntó “Te gustaría a la Luz de los tres mundos como tu esposo?” Ella respondió “Oh Padre, me parece muy gordo y cari rojo. Encuentrame otro esposo” El hombre santo sonrió y le preguntó al Sol si conocía a alguien mejor que él. El Sol contestó “Oh, hombre santo! La Nube es más fuerte que yo, ya que puede cubrirme”
Yajnavalkya llamó al Dios de las Nubes, y de nuevo solicitó el consentimiento de su hija y ella replicó “Oh Padre, él se ve muy taciturno. Encuentrame otro esposo” Yajnavalkya le preguntó a la Nube si había alguien en el mundo mejor que él. La Nube respondió “Ciertamente la Montaña es mejor, ya que puede pararme”
El hombre santo llamó al Dios Montaña pero cuando apareció la chica gritó “Oh Padre, él es demasiado enorme y torpe! Encuentrame un mejor esposo”. La paciencia de Yajnavalkya estaba casi al límite, pero como amaba a su hija , le preguntó a la Montaña si conocía a alguien mejor que él. La Montaña respondió “El ratón puede perforar sobre mí cuantos huecos desee. Considerando ese hecho, debe ser más fuerte que yo”
Yajnavalkya llamó al ratón, y tan pronto como la chica lo vió exclamó “Padre! este es el único esposo que me haría feliz. Oh, me puedes convertir en ratón? El hombre santo cumplió su deseo. Cuando ambos ratones desaparecieron entre los arbustos el hombre regresó a su casa sonriendo para sí mismo y diciendo “Aunque tuvo al Sol, la Nube y la Montaña como sus pretendientes, la niña ratona necesitaba ser un ratón de nuevo. No pudo negar su naturaleza innata”.
El balance kármico de una vida anterior y por ende las disposiciones innatas con las que una persona entra a la vida presente sirven para hacer a los Hindúes más tolerantes a las decepciones que aflijen las vidas aún de los más afortunados. Mientras que esta noción sirve como consuelo y ayuda a sanar heridas, también puede reforzar una actitud de negación en el cumplimiento de las responsabilidades del individuo. Una paciente de 30 años en psicoterapia, se dió cuenta de sus impulsos agresivos hacia su esposo como revelación en un sueño, luego exclamó de manera espontánea “Esos deben ser mis malos samkaras. Sin embargo a pesar de que me esfuerzo por ser una buena esposa, mis malos samkaras me previenen”.
El propio Yo y los Otros: Separación y Conexión
Si una persona comienza su vida como un místico, inundado de sentimientos de unidad omnipresente donde no existe una distancia entre nosotros mismos y el mundo exterior, entonces el proceso de separación de el “yo” del “no-yo” es una de las tareas primarias de sus primeros años de infancia.
La importancia India sobre el dilema y el dolor del destierro de los sentimientos originales de unidad, el exilio del Universo, han servido para darle énfasis a la conexión entre una persona y su naturaleza, lo Divino y todos los seres vivientes. Esta visión unitaria, de “soma” y psique, individuo y comunidad, el propio yo y el mundo, está presente en la gran mayoría de las formas de cultura popular, aún hoy en día. Desde los ritos religiosos a los festivales populares, desde la devoción piadosa de los cánticos comunales en los templos hastas los orgásmicos excesos del Holi, el festival de los colores, existe una clara negación a la separación y una celebración a la conexión. El alto valor cultural que se le dá a la conexión es, más evidente, en las relaciones de los individuos con los demás. El anhelo por las relaciones, la confirmada presencia de los seres queridos y el oxígeno psicológico que ellos proveen, es la modalidad dominante de las relaciones sociales en la India, especialmente en la extensa familia. La individualidad y la independencia no son valores bienvenidos. Es muy común escuchar de los familiares que a menudo acompañan a un paciente por primera vez a psicoterapia quejarse sobre la “autonomía” del paciente como uno de los “síntomas” de su desorden psicológico. Por ejemplo, el padre y la hermana mayor de un ingeniero de 28 años que padecía un episodio psicótico describían su visión del problema principal como una autonomía antinatural: “El es muy testarudo cuando persigue lo que desea, sin tomar en cuenta nuestros deseos. El cree saber lo que es mejor para él y no nos escucha. El cree que su vida y su carrera son más importantes que los asuntos del resto de la familia”.
El alto valor que se le dá a la conexión no significa que un Indio no pueda ser capaz de funcionar cuando se encuentra solo por su cuenta o que no tenga confianza en sí mismo. Lo que esto implica es, su gran necesidad de una guía constante, ayuda de los otros para enfrentar las visicitudesy decisiones a tomar en la vida vida y una gran vulnerabilidad y sentimientos de impotencia cuando estos nexos se vuelven tensos o se debilitan.
Estos sentimientos son más escondidos en las sociedades Occidentales, ya que el valor dominante del sistema es la autonomía, la privacidad, la autorealización y la independencia individual. En otras palabras, las polaridades universales de los individuos versus las relaciones, la cercanía versus la distancia en las relaciones humanas son presas de las expectativas y creencias que culturalmente estén de moda. Los seres humanos son como los erizos en una noche fría. Ellos se acercan los unos a los otros buscando calor, se pinchan con sus púas y se alejan y cuando se sienten fríos se acercan de nuevo. Estos movimientos de cercanía y alejamiento se repiten hasta alcanzar una posición óptima donde la temperatura del cuerpo esté por encima del punto de congelamiento y el dolor generado por las espinas sea soportable. Este punto de equilibrio es diferente en cada cultura. En India, comparado con las culturas Occidentales, la posición óptima implica la aceptación de mayor dolor con la finalidad de obtener más calor humano.
En conclusión, todas las características mencionadas aquí sobre la visión hindú del mundo y que forman la mente imaginaria del Indio son abstracciones que más o menos se comprenden vagamente en los años de adultez. Son componentes de la psique del Indio que son absorbidas por el niño en su relación con sus progenitores desde el comienzo de su vida como la verdad esencial de su mundo. Esta es la representación mental de la herencia cultural que se mantienen en constante conversación con los aspectos universales e individuales de la mente a lo largo de nuestras vidas, influenciando el orden y dándole forma en todo momento al propio ser.
Comprendes ahora un poco más sobre el hinduísmo? Te pareció útil y claro este artículo? Nos encantaría escuchar tu opinión!
Fuentes Bibliográficas:
“Mistaken modernity: India between worlds”. Dipankar Gupta
“Religions of the World: Hinduism”. James B. Robinson
“A concise encyclopedia of Hinduism”. Klaus K. Klostermaier
“Encyclopedia of religious rites, rituals and festivals”. Frank A. Salamone
“The Indians, portrait of a people” por el Dr. Sudhir Kakar
Ilustraciones:
Lorena Mena
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Hace 5 años conocí a Siddarth en una reunión de trabajo y pasó poco tiempo para que comenzáramos a salir y nos enamoramos. Al igual que yo, sus padres emigraron al pais siendo él solo un adolescente. Ambos somos profesionales universitarios, de hecho él ha ido más allá y hoy en dia tiene un doctorado entre sus logros académicos.
Al principio de la relación, tuve que enfrentar las advertencias de rigor de mis compañeros de trabajo y algunos familiares sobre los esterotipos de la cultura hindú, muchas veces producto de la xenofobia que cambió este país luego de los lamentables hechos del aquel fatídico 11 de Septiembre del 2001 que, aunque Al Quaeda no tiene nada que ver con la India, la gente en su ignorancia, cataloga por igual todas las culturas orientales. Comentarios como que tendría que tapar mi cabello toda mi vida por que la prima del cuñado del hijo del Sr. de la licorería de la Segunda Avenida se había casado con un hindú y tenían grandes problemas culturales, eran mi dia a dia. Por otro lado, Siddarth tuvo que enfrentar el típico conflicto de decirle a sus padres que se iba a casar con una “sexy y extrovertida” latina y no con una “buena y sumisa esposa hindú” que contara con la aprobación de todos los miembros de la familia. En aquel tiempo ingenuamente pensamos “unidos venceremos” y no importaban los obtáculos y advertencias de todos aquellos empeñados en “entorpecer” nuestro amor, sino nuestro propio proyecto de una vida en pareja “perfecta”.
Mi boda fue un thriller al mejor estilo de aquella famosa comedia de Nia Vardalos “My Big Fat Greek Wedding”, algo así como “Mi gran boda griega”…nos casamos por ambas religiones para complacer a ambas familias, tuve una sencilla boda católica y una IMPRESIONANTE boda hindú. Creo que fui la única novia que deseaba no haberme casado nunca por los ritos religiosos. Todos opinaban y mi novio y yo éramos simples espectadores, sin embargo, me llamaba la atención que él no parecía inmutarse mientras yo me moría del estres y la impotencia…eso sólo fueron los primeros síntomas que podía detectar hasta ese momento de su “indianidad” por llamarlo de alguna manera.
Una vez casados comenzamos nuestra dulce vida en pareja. A los dos años tuvimos nuestro primer hijo que ha traído gran alegría a nuestras vidas. La verdad y siendo sincera no puedo decir que ha sido un mal matrimonio…hay muchísimas cosas que admiro en él, sobre todo su gran sentido de la responsabilidad y todo lo que tenga que ver con la familia en general, sin embargo, reconozco que muchas veces ese mismo sentido de lealtad y pertenencia generan grandes conflictos en nuestra relación.
Luego de leer el artículo sobre la identidad latina que publicaste, pude darme cuenta de muchos rasgos propios de nuestra cultura que a veces damos por sentado que los demás “deben” entender y son “normales”.
Desde hace algún tiempo comencé a buscar “respuestas” visitando los diferentes blogs y páginas webs que muchas jóvenes han escrito sobre el tema, sin embargo, no conseguía soluciones a tantas dudas que tenía en mi cabeza. La gente cuenta sus problemas en estos sitios pero no hay ningun tipo de referencia sobre la razón psicólogica de tales conflictos.
Básicamente “mis conflictos” personales se generan por la manera tan distinta que Siddarth y yo tenemos de enfrentar las visitudes que se presentan en nuestra vida cotidiana y la manera de resolverlos. Mis padres me enseñaron que debía estudiar para ser una profesional independiente económicamente y así, cuando saliera del seno familiar, ser capaz de tomar mis propias decisiones. Me enseñaron que en la vida debemos equivocarnos para aprender en base a nuestras malas experiencias, ya que esa es la única manera de sobrevivir en estos tiempos tan difíciles. Fui criada bajo la religión católica que predica seguir los preceptos de los 10 mandamientos y en cierta forma han moldeado lo que está “bien y lo que está “mal”. Soy una persona muy abierta y siempre estoy dispuesta al diálogo. Cuando surge un conflicto soy la primera en sentarme a tratar de buscarle el sentido lógico a los problemas y tratar de encontrar la solución más adecuada. Muchas veces siento una gran frustración y siento la sensación de que he arado en el mar. Por mucho que hemos hablado ampliamente sobre nuestras grandes diferencias culturales y hasta hemos buscado ayuda psiquiátrica, yo por mi parte siento que aún no consigo las respuestas adecuadas a las interrogantes que aún rondan en mi conciencia.
Uno de mis grandes temores son aquellos actos que universalmente se consideran malas acciones en cualquier parte del mundo, pero pareciese que los Hindúes tienen un mundo diferente o particular donde se rigen por leyes distintas para cada quién y donde lo que nosotros conocemos como “sentido común” pareciese no existir. Cuando veo las noticias de la India sobre los asesinatos de las niñas recién nacidas, las jóvenes que mueren quemadas porque los suegros desean más dinero en dote o los asesinatos por honor y se lo comento a Siddarth todo termina en una gran discusión donde salen a relucir los psicópatas asesinos en serie que abundan en este país o los abusos de la Iglesia Católica,etc. La verdad yo no lo hago para juzgar a su raza, simplemente lo señalo ya que estas cosas suceden como algo “normal” y peor aún ellos lo ven como “normal”. Yo he vivido situaciones con su familia donde esa línea entre el bien y el mal pareciese no estar bien definida o donde ellos tienen un concepto diferente de las acciones correctas en la vida de un ser humano.
Tu blog ha sido de gran ayuda, y aunque he leído todos los artículos, sin embargo siento que aún quedan algunos “cabos sueltos” en este rompecabezas que se llama “indianidad”.
Lorena…que es lo correcto y lo incorrecto en la cultura hindú? Qué hacemos mal nosotros como Occidentales que ante sus ojos se traduce muchas veces en “comportamientos egoístas”? Dime…no somos todos IGUALES a los ojos de Dios…o es que acaso hay un cielo para cada raza, casta o religión? Discúlpame si te agobio con mis dudas, pero tu blog es lo más cercano que he conseguido a una respuesta potencialmente razonable…
La Visión Hindú del mundo
Cada civilización tiene una manera única de mirar el mundo. Dicha visión es un grupo de ideas que definen el objetivo de la existencia humana, la manera de lograr ese objetivo, los errores que deben evitarse y los obtáculos que podemos encontrarnos en el camino. La visión del mundo interpreta las experiencias humanas y responde las eternas preguntas de lo que es bueno o malo, lo que es real o irreal, cuál es la esencia de la naturaleza de los hombres y las mujeres y el mundo en que viven y cuál es la conexión del hombre con su naturaleza, con otros seres humanos y con el cosmos.
Por ejemplo, si miramos hacia la China, podemos detectar los siguientes elementos de la visión del mundo según Confucio: No existe otro mundo más allá del mundo en que vivimos. El significado supremo de la vida se encuentra atado y no separado de la vida cotidiana, por ende, este se lleva a cabo a través de la auto cultivación personal dentro de la comunidad y a través de la ayuda mutua entre la familia, el clan, la escuela o el sitio de trabajo. El “pegamento” que mantienen a la sociedad unida no es una ley sino algo que los Chinos llaman “ li ”, el cual es un modo civilizado de conducta. Una característica predominante de la visión del mundo en la China es un sentido del deber en vez de la demanda de derechos.
De la misma manera, en la India existen ciertos elementos específicos que identifican la visión del mundo según los hindúes. Acá no se discutirán las doctrinas filosóficas que son relevantes sólo para las élites intelectuales y religiosas, sino las creencias y actitudes – muchas veces no conscientes – de un gran número de Indios las cuales se pueden reflejar en sus vidas, sus canciones y sus historias. Estas creencias han sido difundidas por generaciones a través de mitos y leyendas, proverbios y metáforas, representadas en rituales religiosos. Han sido transmitidas a través de los cuentos infantiles; las películas de Bollywood y las series de Televisión les han dado una apariencia moderna y han sido resaltadas en las advertencias de los padres o en la visión que tienen sobre el futuro de sus hijos. Esta visión del mundo de la que hablamos, se absorbe desde muy temprano en la vida y no a través de la mente sino del corazón.
Existen tres elementos que están interconectados y comprenden la mayor parte de la visión Hindú del mundo: Moksha, Dharma y Karma. Nuestro interés en estos conceptos no es filosófico, textual o histórico, sino psicológico. Aqui se presenta un análisis de cómo esta antigua trinidad ha contribuído a la formación de la imaginación India y sus repercusiones en los pensamientos y acciones del Indio contemporáneo.
Moksha, el Objetivo de la Vida
El Moksha, que en general se traduce como auto realización, trascendencia, salvación, la liberación de este mundo, ha sido visto tradicionalmente por los hindúes como el objetivo del ser humano en la vida. La idea del Moksha está íntimamente ligada a la convicción India en la existencia de otra realidad a un nivel “superior” más allá de la realidad empírica y verificable de nuestro mundo, nuestros cuerpos y nuestras emociones. Un valor fundamental impartido en la mayoría de las escuelas de Hinduísmo es la creencia en la existencia de una realidad “suprema” – que a su vez se relaciona a la realidad cotidiana de la misma manera que la consciencia se relaciona a un sueño – la cual es una verdad incuestionable en la cultura India y un discurso común en las enseñanzas de los innumerables gurus que abundan en el pais. Esta realidad “suprema” cuya percepción se considera el mayor logro y el significado de la vida humana se dice que está más allá de toda idea conceptual e incluso más allá de la mente.Es por ello que el desarrollo intelectual, la ciencia naturalista y las demás pasiones de la mente en la búsqueda de la naturaleza empírica de nuestro mundo, se consideran un aspecto secundario en la cultura en comparación con las prácticas de meditación o incluso el arte, debido a la suposición de que las experiencias espirituales y estéticas se encuentran estrechamente relacionadas. En el sistema de creencias de la cultura hindú el poder estético de la música y el verso, una historia bien contada y una obra bien representada son más reales que la vida misma.
Este énfasis en lo espiritual que subyace en las prácticas de las diferentes escuelas de “auto realización”, como las de Yoga, le da colorido al tono emocional de la manera que un Indio vé la vida.
Para la gran mayoría de los Indios la vida es una combinación de lo trágico y lo romántico. Trágico, ya que desde su punto de vista, la experiencia humana está invadida de ambiguedades e incertidumbres donde el hombre tiene pocas alternativas sino soportar la carga de los conflictos inevitables y las desgracias incomprensibles del destino. Aunque se basa en lo trágico, a su vez, la visión India del Moksha ofrece una búsqueda romántica. Esta travesía es una búsqueda donde el viajero debe resistir los peligros que se presenten en el camino para luego ser recompensado con una gratificación más allá de la experiencia humana.
La creencia en la existencia de esa realidad suprema se convierte en una nostalgia del alma India, como un faro de esperanza de un “sentimiento superior” en sus vidas, indistintamente de la clase social, la casta, lo rural o lo urbano, el ignorante o el educado, el rico o el pobre. Es muy raro encontrar entre los Indios una visión irónica de la vida o una perspectiva indiferente a lo trágico donde los Dioses tienen “pies de arcilla”.
Si la espiritualidad es el centro del mundo imaginario del Indio, es normal deducir que a su vez ésta condiciona su mente, coloreando su intelecto, y sus respuestas emocionales y artísticas de maneras muy características. En otras palabras, existen varias consecuencias culturales derivadas de esta creencia. Una de ellas es la presencia predominante de la esperanza, aún en las condiciones de vida más adversas. Durante siglos, la civilización India le ha transmitido a los niños la casi somática convicción de que existe un orden en nuestro mundo visible, así se encuentre escondido o sea desconocido. Que existe un diseño de vida en el cual se debe confiar a pesar de las penas, crueldades e injusticias que enfrentamos. En la menta India, un pequeño destello de esperanza se convierte en una fogata de luz. Consideremos el ejemplo del hombre que proviene de una pequeña villa de Rajasthan a vivir en una barriada en Delhi. Trabaja rompiéndose el lomo 14 horas al día como obrero de la construcción, vive con los otros 6 miembros de su familia en una sola habitación y come, si el dinero se lo permite, una vez al dia. Si alguien le dijera que tendría una mejor calidad de vida en su villa, rechazaría la idea con estupefacción. La ciudad, con todas sus “posibilidades”, ofrece por ejemplo educación para sus hijos y lo llena con un rayo de esperanza. Desde un punto de vista cínico, otra persona consideraría sus aspiraciones por una vida mejor, completamente poco realistas, sin embargo, lo que mantiene a este hombre y a los muchos millones de Indios viviendo en las circunstancias económicas, sociales y políticas más adversas es precisamente esa esperanza, que es un sentido de posesión del futuro, indiferentemente de lo distante que ese futuro pueda ser.
Otra consecuencia de la orientación espiritual y la inquebrantable creencia en esa realidad suprema es la fascinación y el respeto del Indio por las ciencias ocultas y sus practicantes. Astrólogos, clarividentes, fakires y los otros individuos chamánicos que abundan en la sociedad India son profundamente apreciados ya que existe la creencia de que estos tienen algún contacto con esa realidad suprema. En India son los “Hombres-Dios”, los gurus, en vez de los líderes intelectuales, sociales o políticos los que han incorporado los anhelos infantiles por lo omnisciente y la perfección de las figuras paternas. Los eruditos o los científicos son respetados, pero sólo los “hombres sagrados” o los hombres de Dios son reverenciados. Ese supuesto contacto con esa realidad alterna les confiere poderes “sobrenaturales”, un estatus sobrehumano y una excelencia moral más allá de lo ordinario.
Lo Correcto y lo Incorrecto
Si Moksha es el objetivo en la vida, el Dharma se traduce como la ley, el deber moral, la acción correcta, la conformidad con la verdad de las cosas y el medio a través del cual se logra el objetivo deseado. Hoy en día existe un clamor general sobre la falta de Dharma en la mayoría de las instituciones sociales y la vida de los individuos. Mientras los Indios modernos señalan los grandes cambios sociales que se están llevando a cabo con el advenimiento de las modernas ideologías egalitarias, los Indios tradicionales ven la desaparición del Dharma como el único responsable del conflicto social, la opresión y el malestar que caracteriza la sociedad India contemporánea.
Por otro lado los Indios conservadores culpan a las ideologías de la modernidad Occidental que con sus nociones egalitarias e individualistas, su exaltación sobre la importancia de las recompensas materiales en vez de la espiritualidad humana, su énfasis en las aspiraciones en vez de las limitaciones las que han conllevado a difundir la envidia social, una codicia desenfrenada y el egoísmo en la sociedad India.
Ahora bien, indiferentemente de cual sea la perspectiva de cada grupo sobre el Dharma, existe un aspecto de vital importancia fundamental en la formación de la sensibilidad ética India. El rasgo principal de esta sensibilidad difiere de sus contrapartes Católicas, Judias o Islámicas y es un marcado relativismo ético el cual se ha arraigado en la manera de pensar del Hindú.
Cómo un individuo determina qué es actuar correctamente y que él actúa de acuerdo a la ley moral y “en conformidad con la verdad de las cosas”? La respuesta tradicional es que él no puede saberlo ya que la acción correcta depende de:
- La cultura de su país o “desa”
- El momento histórico en que vive o “kala”
- Los esfuerzos requeridos por él en ese período particular de su vida o “srama”
- y finalmente, su carácter innato o “guna” que ha heredado de su vida anterior.
La manera en que la cultura visualiza las acciones correctas, disminuye la carga de la responsabilidad del individuo por sus acciones y “alivia” la culpa que sentirían las personas en aquellas sociedades donde existen axiomas de lo que se debe y no se debe hacer. Por el contrario, en la sociedad India, las acciones están determinadas por valores más permisivos y gentiles pero a la vez más ambiguos como lo que no se puede o lo que se puede tratar. Por una parte, esta incertidumbre hace posible que se lleven a cabo acciones riesgosas y poco convencionales pero por otro lado, dichas acciones están acompañadas de una duda omnipresente que a su vez está atada a depender de la sabiduría de otros individuos. Es por esto que es muy raro que una persona lleve a cabo una acción voluntaria independiente sino que actúan como sus antepasados lo “hubiesen hecho” o como su casta o grupo social lo determina.
La inconsistencia en el comportamiento de los Indios se considera un rasgo desconcertante de su personalidad. Por ejemplo, como puede un prestigioso astrónomo que trabaje en un reconocido Instituto Científico, practicar la astrología? Como puede un ejecutivo de una gran companía multinacional, educado en el Occidente, consultar horóscopos y gurus a la hora de tomar decisiones sobre la familia? Cómo es posible que un ministro educado en Oxford posponga una reunión importante porque la hora es astrológicamente “desfavorable” para llevar a cabo dicha reunión?
Estos marcados rasgos de inconsistencia no tienen nada que ver con el nivel educativo o la lógica de una persona. En la cultura India no existe una noción de naturaleza humana universal por ende, no existen reglas éticas como “No matarás” o “No mentirás”. Lo que una persona debe o no debe hacer depende del contexto. Por ejemplo, en las Leyes de Manu, antíguas doctrinas dictadas por el sabio Manú hace miles de años: “Un Kshatriya (hombre que pertenece a la casta de los guerreros) que haya difamado a un Brahmin (la casta superior) debe ser multado con cien “panas”; un Vaishya (alguien que pertenece a la casta de los granjeros o comerciantes) se multará con 150 a 200 “panas” y un Shrudra (persona que pertenece a la casta de la servidumbre) deberá sufrir un castigo corporal.
Las virtudes, al igual que las infracciones, dependen del contexto. Por ejemplo, el coraje se considera una virtud para el Kshatriya pero ciertamente no para el Baniya (comerciante). Es por esta razón que para nosotros los Occidentales creyentes en el Catolicismo, donde la regla dorada es la premisa de la Universalidad, ese concepto de que cada clase o casta tiene sus propias leyes y contextos éticos es algo desconcertante, incomprensible y denigrante.
Esta sensibilidad de contexto no se limita sólo a las leyes morales tradicionales sino que se extiende más allá en muchas áreas de la vida contemporánea del Hindú como por ejemplo, al describir las cualidades de una persona. En un estudio realizado por el psicólogo Richard Shweder varios individuos Norteamericanos describían las características de una persona con términos abstractos como “bueno”,“amable” o “noble”, mientras que los individuos Indios utilizaron descripciones contextuales más concretas como “él me ayuda”, “él me trae dulces”, etc. Las descripciones proporcionadas por los individuos Indios se enfocaban en el comportamiento, describían lo que la persona hacía, donde lo hacía y a quienes o a quién se lo hacía. Otros ejemplos eran respuestas como: “El no tiene tierras para cultivar pero le gusta cultivar las tierras de otros” o “El se comporta bien delante de sus huéspedes pero se lamenta por el dinero que tiene que gastar cuando los recibe”. Como se puede apreciar en estas frases, es el comportamiento de la persona en sí mismo lo significativo en vez del atributo interno que supuestamente subyace bajo éste.
Un excelente ejemplo de esta característica contextual es la interacción entre Hindúes y Musulmanes en la India, en tiempos de paz y en tiempos de conflicto. En tiempos de paz Hindúes y Musulmanes trabajan o comen juntos, pero en tiempos de conflicto existes razones suficientes para matar, incendiar o violar. A la hora de juzgar tales comportamientos los hindúes indistintamente de edad o género respondían categóricamente que golpear a un musulmán, incendiar o saquear su tienda durante una revuelta no era correcto si el área era de mayoría musulmana pero si la vecindad era de mayoría hindú, era un acto correcto.
Existe una historia popular del Mahabharata, la gran épica hindú donde el tema central es la guerra entre las fuerzas del bien y del mal, representadas por los “Pandavas” y los “Kauravas” respectivamente.
Yuddhishtira, el más virtuoso de los hermanos Pandava, quién nunca había dicho una mentira en su vida, era un apostador compulsivo, el poderoso Bhima no podía controlar su temperamento y su otro hermano era un mujeriego.
Hubo un punto durante la guerra que la armada Pandava estaba siendo exterminada por las flechas de Drona. Drona, el gran arquero y a su vez profesor de ambos príncipes, tanto el de los Pandavas como de los Kauravas, era uno de los tantos hombres buenos que estaba luchando del lado del mal, debido a su Dharma o deber moral. Los hermanos Pandava acudieron a Lord Krishna buscando consejo y le preguntaron como detener a Drona antes de que los destruyera a ellos.
“Sólo hay una manera” les dijo Lord Krishna. “Drona ama a su hijo Ashwathama más que a su vida. Si él llegase a escuchar que su hijo ya no está, bajará su arco y morirá”
“Pero porque nos creería a nosotros?” preguntaron los Pandavas.
“Al único que le creerá es a Yuddhishtira, ya que todos saben que nunca miente” sugirió Lord Krishna.
Sin embargo, Yuddhishtira se rehusó “Nunca podría decir una mentira así ello signifique perder la guerra”.
Los príncipes Pandavas de nuevo buscaron consejo de Krishna.
“Bueno” dijo Krishna, “entre tus fuerzas tienes un elefante con el mismo nombre del hijo de Drona. Si matas al elefante, entonces Yuddhishtira sólo tiene que decir “Ashwathama ha muerto” y entonces no sería una mentira”.
Yuddhishtira, sin embargo, era testarudo, manteniendo que el estaría declarando un hecho, pero no la verdad. Luego de mucha persuasión y advertencias que el mal triunfaría sobre la tierra si él no hacía nada, Yuddhishtira accedió a gritar a través de las líneas enemigas “Ashwathama está muerto…” y luego agregaría en un tono de voz normal “…pero el elefante”.
El elefante fue debidamente asesinado. Yuddhishtira gritó las noticias sobre la muerte del elefante; cuando le tocó decir la parte “pero el elefante”, los Pandavas comenzaron a tocar los tambores de guerra, así que Drona sólo escuchó la primera parte de la oración. El arquero principal bajó su arco y murió de dolor.
Muchos años después que la gran guerra había terminado y todos sus protagonistas habían muerto, sus almas comenzaron su travesía hacia el próximo mundo, abandonando uno por uno su largo camino al cielo. Sólo Yuddhishtira y su perro llegaron a las puertas del cielo, incluso Lord Krishna tuvo que permanecer un tiempo en los infiernos por haber tomado parte del engaño que causó la muerte de Drona. En las puertas del cielo, se le dijo a Yuddhishtira que debía permanecer un dia en el infierno antes de poder entrar al cielo.
“Pero porqué?” protestó el virtuoso Yuddhishtira, “Nunca he dicho una mentira en mi vida”
“Quizás” le dijeron “pero en una ocasión no dijiste la verdad en un tono de voz lo suficientemente alto”.
Cabe destacar que el virtuoso Yuddhishtira tuvo que compensar una falta casi inexistente ya que el contexto a juzgar era la integridad, la de un hombre “que nunca dice una mentira”, mientras Krishna, el Lord del Universo y el orden moral, obtuvo un jalón de orejas – considerando su participación en la mentira- debido a que su contexto aqui no era el de un Dios sino un consejero estratega y político en tiempos de guerra donde el engaño se considera un acto de rigor.
Karma, la reencarnación en la mente Hindú
El tercer fundamento en la visión del mundo según los Hindúes es el Karma. Un aldeano define el Karma de la siguiente manera: “Aún a la hora de morir, un hombre debe desear hacer buenos actos para renacer en un lugar donde pueda hacer buenos actos de nuevo. Después de muchas vidas de buenos actos (viviendo en Dharma) un hombre llevará a cabo el Mukti (otro término para Moksha). Si él lleva a cabo malos actos, su forma cambiará hasta caer más bajo, hasta convertirse en un “jar” (un sujeto inanimado). Cuando se les pregunta a otros Hindúes sobre el Karma, expresan ideas similares, concretamente hablan de los ciclos de renacimiento y muerte en que el alma de un individuo progresa (o experimenta una regresión) a través de varios niveles de existencia; del control de este movimiento por el Karma del alma del individuo y finalmente el balance de las acciones “correctas” e “incorrectas” que acompañan al individuo de un nacimiento a otro.
Desde el aspecto psicológico, lo que más nos interesa de la teoría del Karma son sus ideas de disposiciones innatas (samkaras), el legado de una vida anterior, con la cual un recién nacido viene al mundo y las cuales le imponen ciertos límites en su socialización. En otras palabras, los Hindúes no consideran la naturaleza del infante “tabula rasa”, es decir,que viene al mundo con borrón y cuenta nueva de los hechos de sus vidas pasadas. Con la creencia cultural en la noción de los samkaras, existe una presión social que alberga la creencia que sólo si sus “supervisores” (padres) son lo suficientemente buenos y se mantienen alertas constantemente, el niño le sacará provecho a todo su potencial. Con el énfasis de los Indios en los límites internos del ser humano, no existe ese sentido de urgencia y la lucha contra el mundo exterior que a menudo parece impulsar las vidas en las culturas Occidentales. Permítanme contar otra historia.
A orillas del río Ganges vivía un hombre santo llamado Yajnavalkya con su esposa. Un día que estaba meditando, sintió algo pequeño y suave que cayó entre sus manos. Al abrir los ojos vió que era una pequeña ratoncita que había caído de las garras de un Aguila. El hombre sintió lástima por el animalito, y usando sus poderes ocultos, la convirtió en una niña y la llevó a su casa.
La niña creció como su hija, y cuando llegó a la edad casadera, la esposa de Yajnavalkya le reprochó un día: “No ves que tu hija llegó a una edad madura y necesita un esposo?” Yajnavalkya respondió “Tienes la razón. He decidido que tendrá el mejor esposo posible de todos los mundos”.
Entonces llamó al Dios Sol y cuando apareció Yajnavalkya le dijo “Te he escogido como mi yerno” luego se volteó hacia la chica y le preguntó “Te gustaría a la Luz de los tres mundos como tu esposo?” Ella respondió “Oh Padre, me parece muy gordo y cari rojo. Encuentrame otro esposo” El hombre santo sonrió y le preguntó al Sol si conocía a alguien mejor que él. El Sol contestó “Oh, hombre santo! La Nube es más fuerte que yo, ya que puede cubrirme”
Yajnavalkya llamó al Dios de las Nubes, y de nuevo solicitó el consentimiento de su hija y ella replicó “Oh Padre, él se ve muy taciturno. Encuentrame otro esposo” Yajnavalkya le preguntó a la Nube si había alguien en el mundo mejor que él. La Nube respondió “Ciertamente la Montaña es mejor, ya que puede pararme”
El hombre santo llamó al Dios Montaña pero cuando apareció la chica gritó “Oh Padre, él es demasiado enorme y torpe! Encuentrame un mejor esposo”. La paciencia de Yajnavalkya estaba casi al límite, pero como amaba a su hija , le preguntó a la Montaña si conocía a alguien mejor que él. La Montaña respondió “El ratón puede perforar sobre mí cuantos huecos desee. Considerando ese hecho, debe ser más fuerte que yo”
Yajnavalkya llamó al ratón, y tan pronto como la chica lo vió exclamó “Padre! este es el único esposo que me haría feliz. Oh, me puedes convertir en ratón? El hombre santo cumplió su deseo. Cuando ambos ratones desaparecieron entre los arbustos el hombre regresó a su casa sonriendo para sí mismo y diciendo “Aunque tuvo al Sol, la Nube y la Montaña como sus pretendientes, la niña ratona necesitaba ser un ratón de nuevo. No pudo negar su naturaleza innata”.
El balance kármico de una vida anterior y por ende las disposiciones innatas con las que una persona entra a la vida presente sirven para hacer a los Hindúes más tolerantes a las decepciones que aflijen las vidas aún de los más afortunados. Mientras que esta noción sirve como consuelo y ayuda a sanar heridas, también puede reforzar una actitud de negación en el cumplimiento de las responsabilidades del individuo. Una paciente de 30 años en psicoterapia, se dió cuenta de sus impulsos agresivos hacia su esposo como revelación en un sueño, luego exclamó de manera espontánea “Esos deben ser mis malos samkaras. Sin embargo a pesar de que me esfuerzo por ser una buena esposa, mis malos samkaras me previenen”.
El propio Yo y los Otros: Separación y Conexión
Si una persona comienza su vida como un místico, inundado de sentimientos de unidad omnipresente donde no existe una distancia entre nosotros mismos y el mundo exterior, entonces el proceso de separación de el “yo” del “no-yo” es una de las tareas primarias de sus primeros años de infancia.
La importancia India sobre el dilema y el dolor del destierro de los sentimientos originales de unidad, el exilio del Universo, han servido para darle énfasis a la conexión entre una persona y su naturaleza, lo Divino y todos los seres vivientes. Esta visión unitaria, de “soma” y psique, individuo y comunidad, el propio yo y el mundo, está presente en la gran mayoría de las formas de cultura popular, aún hoy en día. Desde los ritos religiosos a los festivales populares, desde la devoción piadosa de los cánticos comunales en los templos hastas los orgásmicos excesos del Holi, el festival de los colores, existe una clara negación a la separación y una celebración a la conexión. El alto valor cultural que se le dá a la conexión es, más evidente, en las relaciones de los individuos con los demás. El anhelo por las relaciones, la confirmada presencia de los seres queridos y el oxígeno psicológico que ellos proveen, es la modalidad dominante de las relaciones sociales en la India, especialmente en la extensa familia. La individualidad y la independencia no son valores bienvenidos. Es muy común escuchar de los familiares que a menudo acompañan a un paciente por primera vez a psicoterapia quejarse sobre la “autonomía” del paciente como uno de los “síntomas” de su desorden psicológico. Por ejemplo, el padre y la hermana mayor de un ingeniero de 28 años que padecía un episodio psicótico describían su visión del problema principal como una autonomía antinatural: “El es muy testarudo cuando persigue lo que desea, sin tomar en cuenta nuestros deseos. El cree saber lo que es mejor para él y no nos escucha. El cree que su vida y su carrera son más importantes que los asuntos del resto de la familia”.
El alto valor que se le dá a la conexión no significa que un Indio no pueda ser capaz de funcionar cuando se encuentra solo por su cuenta o que no tenga confianza en sí mismo. Lo que esto implica es, su gran necesidad de una guía constante, ayuda de los otros para enfrentar las visicitudesy decisiones a tomar en la vida vida y una gran vulnerabilidad y sentimientos de impotencia cuando estos nexos se vuelven tensos o se debilitan.
Estos sentimientos son más escondidos en las sociedades Occidentales, ya que el valor dominante del sistema es la autonomía, la privacidad, la autorealización y la independencia individual. En otras palabras, las polaridades universales de los individuos versus las relaciones, la cercanía versus la distancia en las relaciones humanas son presas de las expectativas y creencias que culturalmente estén de moda. Los seres humanos son como los erizos en una noche fría. Ellos se acercan los unos a los otros buscando calor, se pinchan con sus púas y se alejan y cuando se sienten fríos se acercan de nuevo. Estos movimientos de cercanía y alejamiento se repiten hasta alcanzar una posición óptima donde la temperatura del cuerpo esté por encima del punto de congelamiento y el dolor generado por las espinas sea soportable. Este punto de equilibrio es diferente en cada cultura. En India, comparado con las culturas Occidentales, la posición óptima implica la aceptación de mayor dolor con la finalidad de obtener más calor humano.
En conclusión, todas las características mencionadas aquí sobre la visión hindú del mundo y que forman la mente imaginaria del Indio son abstracciones que más o menos se comprenden vagamente en los años de adultez. Son componentes de la psique del Indio que son absorbidas por el niño en su relación con sus progenitores desde el comienzo de su vida como la verdad esencial de su mundo. Esta es la representación mental de la herencia cultural que se mantienen en constante conversación con los aspectos universales e individuales de la mente a lo largo de nuestras vidas, influenciando el orden y dándole forma en todo momento al propio ser.
Comprendes ahora un poco más sobre el hinduísmo? Te pareció útil y claro este artículo? Nos encantaría escuchar tu opinión!
Fuentes Bibliográficas:
“Mistaken modernity: India between worlds”. Dipankar Gupta
“Religions of the World: Hinduism”. James B. Robinson
“A concise encyclopedia of Hinduism”. Klaus K. Klostermaier
“Encyclopedia of religious rites, rituals and festivals”. Frank A. Salamone
“The Indians, portrait of a people” por el Dr. Sudhir Kakar
Ilustraciones:
Lorena Mena
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