sábado, 13 de abril de 2013

TUICO DICE CUANTA MENTIRA

 

 de los engaños más  ocurrió en el pueblo de Aurora, Texas, . En el cementerio principal de la localidad, supuestamente fue enterrado un marciano en 1897. De acuerdo con una noticia aparecida el 19 de abril de ese año en el diario de Dallas Morning News, una nave voladora se había estrellado contra el molino de viento de la granja del juez J.S Proctor y luego cayó en el lugar donde había un pozo. Después del choque la gente que acudió al sitio encontró los restos de la nave y el cadáver del piloto. 

Posteriormente el cuerpo fue enterrado en una tumba en el cementerio local con una lápida anónima. El oficial del servicio de señales de Estados Unidos, T.J. Weems, considerado una autoridad en astronomía, aseguró que el piloto de la aeronave que sufrió el percance era un habitante del planeta Marte y no sólo eso, sino que el funeral se celebraría al día siguiente. 

La localización exacta del recinto no se conoce, muy probablemente por que toda la leyenda, según afirmó la desaparecida historiadora local Etta Pegues, fue inventada por un grupo de hombres que trabajaban en un almacén. Hoy, una placa en el cementerio de este pueblo recuerda la existencia de aquella tumba perdida. 




 

El caso de Shinichi Fujimura 

 
 

Shinichi Fujimura un japonés que engaño a ‘todos’ al encontrar sus ‘descubrimientos’. 
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Parecía que este arqueólogo japonés tenía un don especial para encontrar hallazgos espectaculares, por que donde Fujimura cavana, allí encontraba algpun resto, que además, según creían muchos adelantaba la aparición del ser humano en Japón en varios miles de años. Por su ‘gran habilidad’ para encontrar las cosas sus compañeros le apodaban “la mano de dios”. 

Todo iba bien… hasta que un día unos periodistas decidieron seguirlo y descubrieron su truco. Para ese tiempo Fujimura era un prestigioso arqueólogo, que había excavado en 180 yacimientos paleolíticos en la isla. Sin embargo, el 22 de octubre de 2000 a las seis de la mañana unos reporteros del diario Mainichi Shimbun le grabaron mientras plantaba en su yacimiento los fósiles que horas después descubriría. Fujimura no tuvo otra que confesar que había falsificado, según dijo él, sólo parte de los hallazgos, pero pronto reveló su trabajo en 42 yacimientos. 
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Todo esto tuvo un final trágico, pues aunque exculpó a sus colaboradores, uno de ellos llamado Mitsuo Kagawa, de 78 años, se suicidó tras haber sido considerado cómplice por una revista. 
Inmediatamente surgieron preguntas. ¿Cómo no se dio cuenta nadie del engaño? Fujimura llevaba dos décadas cultivando fósiles. Tras este caso, no sólo Fujimura –que ingresó en un hospital psiquiátrico– se ha desacreditado; la comunidad internacional duda ahora de toda la arqueología japonesa y sus métodos. 




 

El hombre de Piltdown 

 
 

Uno de los más grandes fraudes en la historia de la peleoantropología es precisamente el llamado “hombre de piltdown”, pues éste engaño se mantuvo durante cuarenta y cinco años, desde 1913 hasta 1953, cuando se detectó el fraude. 

Todo comenzó cuando se encontraron en Inglaterra en 1912, en Piltdown, un pueblo de Sussex unos restos óseos que consistía en un cráneo parcial, un diente suelto y una mandíbula con dientes. Esa mentira duraría casi medio siglo. 

El descubrimiento lo hizo un obrero en una cantera, que posteriormente los entregó al arqueólogo aficionado Charles Dawson, que los presentó junto con el prestigioso paleontólgo Smith Woodward (del Museo Británico) en la Sociedad Geológica de Londres. Sin embargo, por muchos años se mantuvo en debate sobre el origen de estos restos. De hecho la prensa dijo que probablemente se trataba del eslabón perdido y le llamaron Eoanthropus dawsonii. La historia parecía creíble, o quizá así lo quiso creer la comunidad científica y los aceptó sin mayores análisis pues encajaba con lo que ellos buscaban en aquella época. 

Al correr el tiempo, comenzaron a surgir más dudas sobre el origen de los restos. Finalmente, el dentista A.T. Marston, determinó que los dientes de ese esqueleto correspondían a un orangután, el diente suelto a un mono y el cráneo a un ser humano. Comenzaron más investigaciones. Los análisis del contenido de flúor de los huesos demostraron que el enterramiento había sido instrusivo, así como el color oscuro de los huesos se debía a un tratamiento químico para uniformar el color de la mandíbula con el cráneo. 

Una vez que se dio a conocer el fraude, había una pregunta por contestar: ¿quién había montado semejante fraude y por qué? En un principio algunos atribuyeron el fraude al los descubridores originales, llevando la delantera Dawson, quizá motivado por el hecho de que en las islas británicas no había sido descubierto ningún fósil humano. Sin embargo, el profesor Douglas dejó a su muerte una cinta magnética en la que señalaba que el autor de tal falsificación había sido el archifamoso profesor Sollas, que pretendía con ello desprestigiar a su rival Woodward. Y curiosamente a pesar del fraude, se erigió un monumento honorífico a estos restos en el lugar donde fue encontrado, y de hecho Woodawrd asistió a la inauguración. 

Hay otros nombres que figuran entre los posibles defraudadores, por ejemplo, se habla de Arthur Conan Doyle y Teilhard de Chardin. Quizá nunca sepamos la respuesta, pero eso nos recuerda que la verdad siempre   a la luz. 




 

Todo un país bajo la mentira japonesa de un estudiante de 22

 

A través de la historia ha habido grandes engaños, fraudes, y que se han tramado por diversas razones. 

Tenemos el caso de un joven argentino en el año 2000. Marcos Castagno, era estudiante de ingeniería electónica de 22 años, entonces, le contó a su director que había ganado el premio como ‘El estudiante del siglo’ que la Fundación Motorola otorga cada año, por haber inventado una cafetera que funcionaba a través de comandos de voz. 

Su director a su vez le dio la noticia asu rector, que emociono con la noticia y sin perder ninguna oportunidad, se lo contó a un diputado. La mentira fue extendiendose más que que llegó a oídos del gobernador de la provincia, José Manuel de la Sota. 

La fama del muchacho creció como espuma, y su historia se publicó en los periodicos más importantes, se relataba que el electrodoméstico, además hablaba y contaba con un sistema computarizado con planos de la ciudad y los recorridos de los transportes para guiar al usuario hacia su destino. 

Tras haberse hecho famoso de una mentira que todos desconocían, fue enviado a Japón para exponer su invento, sin embargo, nada tonto, el estudiante aseguró que lo habían asaltado y le quitaron la tan ‘famosa cafetera’. Este incidente generó varias dudas y tras una investigación se descubrió el engaño. Finalmente Marcos confesó, no quisó jamás hablar más del asunto. 




 

Milli Vanilli: el playback perfecto 

 
 

Nuestro protagonista es el dúo Milli Vanilli compuesto por Fabrice “Fab” Morvan y Rob Pilatus que se formó en Alemania a mediados de los 80. Al principio ellos eran solo bailarines acompañantes de la cantante Sabrina Salerno. El productor alemán Frank Farian se fijó en ellos y lanzó su carrera como grupo musical. Entre sus éxitos se encuentra Girl you know it’s true, editada en 1988. 

1992 fue su año, pues recibieron el Premio Grammy como artista revelación. Pero su carrera estaba a punto de sufrir un revés sólo por un detalle técnico. ¿Qué pasó? 

En un concierto mientras el dúo “cantaba” falló el playback, inmediatamente la gente comenzó a sospechar del fraude. Efectivamente se trataba de un fraude, pues en noviembre de ese mismo año el creador y productor del grupo confesó que ninguno de los dos integrantes en realidad cantaba, más bien proyectaban sólo la apariencia tanto en las portadas de los discos como en los escenarios. Tras dado a conocer el engaño se les retiró el Grammy. 

Tiempo después, el mismo productor quiso remediar las cosas, pues en un intento de relanzar las canciones promovió a los verdaderos cantantes de los éxitos del fraudulento grupo Milli Vanilli, con el nombre The Real Milli Vanilli, pero el intento no pasó de ahí, sólo fue intento que fracasó. 

En 1993 Rob & Fab quisieron interpretar ellos mismos sus canciones, sin éxito alguno. Y la pregunta obligada es ¿Por qué no lo hicieron desde el principio? 

Finalmente Rob Pilatus murió por sobredosis en Frankfurt. Se ha confirmado que se pretende llevar esta historia curiosa a la pantalla grande, estará escrito y dirigido por Jeff Nathanson. “Siempre me ha fascinado la idea de los engaños y los fraudes”, afirmó el futuro director. 




 

Espaguetis que crecían en árboles en Suiza 


 
 

El 1 de abril de 1957, la BBC emitió un programa titulado Panorama, el cual presentaba un enorme cosecha de espaguetis en Suiza. En dicho programa se veía a una familia recogiendo pasta de los árboles de espagueti y colocándolos en cestas, mientras que el presentador del programa, Richard Dembley, por cierto muy respetado, decía: “La cosecha de espagueti aquí en Suiza, no tiene nada que ver con la que se realiza a gran escala en Italia. Muchos de ustedes habrán visto fotos de las vastas plantaciones de espagueti en el Valle del Po. Para los suizos, por el contrario, tiende a ser un asunto más familiar”. 

La narración continuaba después en un tono de completa seriedad. 

“Otra razón por la que este año podría ser extraordinario está relacionada con la desaparición del gorgojo del espagueti, la diminuta criatura cuyas tropelías han causado tantas preocupaciones en el pasado”. 

Para hacelo más creíble, en el estudio había un colaborador que preguntó: ¿por qué, si los espaguetis crecen en los árboles, siempre tienen una longitud determinada?. La respuesta de Dimbley fue simplemente alucinante: “este es el resultado de muchos años del paciente esfuerzo de los cosechadores del pasado, quienes lograron producir el espagueti perfecto”. 

Y aparentemente la vida de un granjero no está libre de preocupaciones: “Las dos últimas semanas de marzo son un momento de nervios para los granjeros de espaguetis. Siempre existe la posibilidad de una helada tardía que, aunque no arruine la cosecha completa, generalmente perjudica el sabor y hace que sean más difíciles de vender a un buen precio en los mercados mundiales”. 

Finalmente, Dimbleby aseguró a la audiencia que, “para todos aquellos que aman este plato, no hay nada mejor que un buen plato de espaguetis cultivados en casa”. 

Como dijimos al principio, la emisión fue un engaño, y se trataba de una broma del día de los inocentes en Inglaterra. Poco después de que finalizara el programa, se comenzaron a recibir cientos de llamadas de los televidentes desconcerrtados, pues querían saber si realmente los espaguetis crecían en los árboles. 

Otros preguntaban como podrían plantar su propio árbol. Desde la emisora les decíanque debían “colocar una ramita de espagueti en una lata de salsa de tomate, y esperar lo mejor”. La verdad del montaje no se hizo pública hasta el día siguiente, y Richard Dimbley confesó que la idea se le había ocurrido al acordarse de un profesor que una vez, siendo niño, le dijo: “Eres tan tonto que hasta te creerías que los espaguetis crecen en los árboles“. 




 

Cuando se creyó que había vida en la Luna 

 
 

Esta fue una de las historias más sensacionalista de su tiempo que no tardó mucho en descubrirse que era una vil mentira. 

Todo comenzó cuando el periódico neoyorquino The Sun, publicó en una serie de artículos en 1835 los supuestos hallazgos obtenidos gracias a un novedoso telescopio por John Herschel, el astrónomo más respetado y famoso de su época. 

Ese potente telescopio que Herschel había utilizado durante un viaje que realizó a Sudáfrica, le había permitido observar a más detalle lo que “escondía” el satélite natural. Describió la topografía lunar que incluía bosques, cráteres, enormes lagos, océanos y playas. También hablaba de bisontes y unicornios azules que recorrían las praderas lunares, ¡todo un espectáculo! Sin embargo el momento cumbre de la “revelación” estaba por llegar. 

El 28 de agosto de 1935, en uno de los artículos sobre la vida en la Luna, impresionó a todos sus lectores que se contaba por millones, pues se describía a una tribu de hombres con alas de murciélago, nombrados por el astrónomo como vespertilio-homo, y que además vivían en cabañas bien construidas y conocían el fuego. 

Justo cuando el interés del mundo estaba hasta el tope, el periódico declaró que el telescopio había sufrido daños por exponer el lente al sol, de modo que ya no se lograría seguir observando a dicha tribu. Pronto se supo que se trataba de un fraude que elevó las ventas hasta el tope. El periódico nunca asumió el engaño de la noticia públicamente. 

¿Y que pasó con Herschel? La verdad es que él nunca se enteró de la noticia hasta tiempo después. Se cree que un periodista se inventó toda esa historia junto con otros cómplices. Tiempo después el periódico The Sun dejó de funcionar. 




 

El Gigante de Cardiff, el mayor engaño antropológico 


 
 

Corría el año 1869, era octubre 16, cuando se se descubrió en Cardiff, Nueva York, el cuerpo de un gigante de más de tres metros de altura, totalmente petrificado, mientras excavaban un pozo de agua en la granja de William C. “Stub” Newell. La noticia se hizo pública, y en poco tiempo miles de personas acudieron a ver al gigante pagando 50 centavos por persona. 

Hubo polémica de si el gigante era un hombre petrificado o si se trataba de una antigua estatua. Hubo quienes llegaron a pensar que era uno de los gigantes mencionados en la Biblia (Génesis 6:4). Pero otros creían que se trataba de una estatua creada por los misioneros jesuitas con el fin de impresionar a los indígenas locales. 
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¿Cuál era la realidad? Se trataba de un engaño que lo único que perseguía era hacer dinero, y no probar alguna teoría o ideología. 

El Gigante de Cardiff fue una creación de un empresario llamado George Hull, de Nueva York. Había conversado con un metodista, que le había hablado de los gigantes que menciona la Biblia, como Hull era ateo, quiso burlarse del metodista y ganar una buena cantidad de dinero, por que planeó el engaño. Su engaño tuvo un costó de 2600 dólares, incluidos el granjero que descubriría al gigante. 

Las ganancias fueron grandes, miles de personas acudían a ver al gigante, por lo que terminó vendiendo el gigante por 37,500 dólares a un grupo de empresarios de Syracuse. Fue allí cuando un paleontólogo de Yale estudió al Gigante de Cardiff con detenimiento, y lo declaró un fraude bastante burdo, pues según él, hasta se veían las marcas de los cinceles. 

Finalmente Hull confesó el engaño, aún así, las personas seguían visitando al gigante. Incluso el famoso dueño de circos estadounidenses P.T. Barnum, les ofreció a los nuevos dueños 60 mil dólares para pasearlo durante tres meses. Pero fue rechazado, así que hizo su propia copia del Gigante de Cardiff y la paseó de todos modos. Curiosamente éste, tuvo más vistas que el “real”, por lo que los dueños del Gigante de Cardiff demandaron a Barnum. Pero como el gigante no era un genuino gigante, el juez no les prestó atención. 

¿Que ha pasado con ese gigante? Todavía hay gente que acude a visitarlo en su hogar permanente en el Farmer’s Museum, en Cooperstown, Nueva York. ¿Y la réplica? Ah, todavía puede verse en el Marvin’s Marvelous Mechanical Museum, en Detroit. 




 

Los Tasaday: La tribu que nunca existió 


 
 

Durante una expedición por una Fundación, el 7 de junio de 1971 se descubrió en una región montañosa de la isla de Mindanao, en Filipinas un pueblo que vivía literalmente, en la Edad de Piedra. Los Tasaday, aislados del mundo desde hacía 2,000 años, eran cazadores y recolectores que hablaban un dialecto desconocido y vivían en cuevas. 

Su poco contacto con el mundo les había impedido conocer productos como el tabaco, hecho que los antropólogos era una prueba de su incomunicación, pues esta planta se comenzó a introducir por todos los rincones del planeta desde el siglo XV, cuando los primeros viajeros se lanzaron a explorar el mundo. 

Tan popular se hizo la ‘tribu’ que la revista National Geographic le dedicó una portada y un documental de una hora, realizado bajo la vigilancia de funcionarios del gobierno del entonces presidente de Filipinas, Ferdinand Marcos. 

Sin embargo tras la caída del dictador en 1986 se hizo una investigación más completa sobre este pueblo. En abril de ese año el antropólogo Oswald Iten, junto con el periodista filipino Joey Lozano, entraron en las famosas cuevas y las encontraron completamente vacías. 

Los tasaday existían, actualmente con unos 150 miembros, pero no había nada sorprendentes en ellos, era similares a otras tribus del sudeste asiático: usaban herramientas de hierro, vestían ropas de algodón y solo dormían en cuevas cuando iban de cacería. 

Estas nuevas evidencias permitieron descubrir al autor del mayor fraude antropológico de la historia: el director de la fundación Panamin, dedicada a salvaguardar los intereses de las minorías, Manuel Elizalde, quien se ‘sacó de la manga’ a una tribu entera usando a los aborígenes del lugar con el fin de obtener recursos económicos, varios millones de dólares, destinados a proteger el estilo de vida de los Tasaday. Así llegó a su fin una tribu que nunca existió. 




 

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