Hacia el siglo XVI el interior de la península sufre
una sequía devastadora que obliga a la búsqueda de otras fuentes de
energía. Los últimos cruzados que regresan de Tierra Santa y la llegada de
la Orden de Malta a España se consideran hoy los posibles emisarios de una
nueva construcción -localizada por vez primera en Jerusalén- que,
aprovechando la fuerza del viento, era capaz de poner en funcionamiento
toda una maquinaria destinada a moler el grano. Situados en lomas y
cerros, los molinos de viento, generalmente agrupados, se pusieron en
funcionamiento para proporcionar alimento rápido a los soldados y a una
población acuciada por el hambre, aunque en cada zona adoptaron
características específicas. En Castilla-La Mancha se trata de una alta
edificación cilíndrica de mampostería muy desigual que termina en una
cubierta cónica construida en un principio de paja, más tarde de madera y
luego de zinc. Por un lado de la caperuza, el opuesto al palo de gobierno,
se abre una especie de tronera por donde asoma el eje y en el que se
sujetan las aspas, generalmente de álamo negro, una de las maderas
utilizadas entre las otras cuatro necesarias para la elaboración de según
qué piezas de la maquinaria; encina, roble, pino y álamo blanco.
El molino mediterráneo o
manchego presenta una distribución interior de tres plantas llamadas:
silo, en el que se encuentra la escalera de caracol de acceso a otras
plantas y en el que antiguamente los molineros dejaban las mulas;
camareta, estancia media donde se efectúa la limpieza del grano y en la
que se guardan los lienzos de las aspas y los utensilios de la molienda;
el moledero o habitación de las piedras, que alberga en la parte superior
la maquinaria y deja abrir a su alrededor los ventanillos a través de los
cuales entra el viento, único motor que pone en funcionamiento todo un
engranaje de piezas que, engrasadas con sebo animal, no tienen un
funcionamiento autónomo, sino que dependen unas de otras. La misión de
cada ventana es recoger en cada momento el viento reinante, vientos
conocidos en esta tierra con diferentes nombres: solano alto, solano fijo,
solano hondo, moriscote, ábrego hondo, ábrego alto, toledano, cierzo,
matacabras y mediodía, para el que se reservan tres ventanillos.
Las tierras manchegas
deben a estas construcciones, cuyo funcionamiento dejó de ser efectivo con
la utilización de la electricidad, gran parte del atractivo de su paisaje,
ya que se instalaron masivamente en numerosos enclaves donde el viento y
la altura eran favorables.
EN LA RUTA DE LOS
MOLINOS
En el extremo sudoeste de la provincia de Cuenca, a
pocos kilómetros de la de Ciudad Real, se encuentra
Mota del Cuervo, importante villa manchega con una curiosa alfarería hecha
exclusivamente por mujeres y un conjunto de molinos de viento situados
encima de un farallón que domina la localidad, desde donde aseguran
que en los días claros puede divisarse Despeñaperros. El Ayuntamiento
de Mota del Cuervo delega en la Asociación de Amigos de los Molinos
(300 socios) la responsabilidad de su cuidado y mantenimiento desde
1.955, se encargan de restaurar seis de ellos dotándolos de nombres
alusivos a otros países: "Francia", "Alemania", ... Existe otro
molino, "El Zurdo", que recientemente ha sido restaurado. La labor de
acondicionamiento y mejora de estas construcciones ha merecido por
parte del Ayuntamiento y la Asociación el premio internacional "Europa
Nostra".
|
|
Así mismo, en su afán de recuperar antiguas
tradiciones, quiere volver a instaurar el "Día de la Llueca", bollo
hueco que la gente colocaba en la mano cantando una canción
exclusiva de la fiesta (3 de marzo) subiendo al cerro de los
molinos, en el que se volaban cometas y en donde se realizaban
guisos autóctonos como gachas y migas. La intención de la
Asociación, que conserva uno de los molinos convertido en sede con
curiosas exposiciones de alfarería y aperos de labranza, es limpiar
la zona y darle utilidad al resto instalando en ellos una casa de
oficios, restaurante, biblioteca cervantina, un centro de Artesanía
provincial, etc
|
|
Al Nordeste de la provincia de Ciudad Real, se
encuentra Campo de
Criptana, en cuyo Cerro de la Paz
pueden contemplarse diez molinos de viento de los treinta y dos
existentes. Tres de ellos están declarados monumentos por su mayor
antigüedad y todos poseen nombres referidos a lugares y personas
comunes al municipio: El "Sardinero" conserva la maquinaria original;
el "Culebro" alberga un museo dedicado a Sara Montiel; El "Lagarto"
guarda un museo dedicado a aperos de labranza; y el "Pilón" otro
dedicado al vino; el "Burleta" y el "Infante" conservan también la
maquinaria original, siendo éste último el destinado a moler de nuevo
con el fin de que los numerosos visitantes observen con exactitud el
funcionamiento de un molino; el "Poyatos" se encuentra la oficina de
turismo (926-562231); y así otros tantos con diferentes usos,
exposición de pintura, artesanía popular, etc.
|
A su paso por
Alcázar de San Juan (Ciudad Real),
continuando la ruta, coronando el cerro de San Antón, encontramos cuatro
de ellos, actualmente de propiedad municipal. El último molino de la
ciudad dejó su trabajo en 1.939, aunque existen noticias que localizan en
sus alrededores decenas de ellos que trabajaron activamente desde el siglo
XVI. El doctor manchego Rafael Mazuecos escribió un estudio fundamental
sobre los molinos de viento que fue ilustrado por el también alcazareño
Julio Alberto González Chaves, al que debemos el diseño gráfico de un
molino de viento cortado por la mitad con la exhaustiva relación de los
nombres de las piezas que pueden observarse perfectamente.
En
Madridejos
(Toledo) encontramos el molino del
"Tío Genaro", uno de
los más antiguos existentes, catalogado con un origen que ronda los
cuatrocientos años y considerado de interés turístico. Su
propietario, José Luis Doctor, lo heredó de sus antepasados, que lo
utilizaron para la molienda hasta la mitad de este siglo. Aunque
conserva la maquinaria completa, la carcoma comienza a hacer
estragos en sus piezas. Se encuentra ya dentro del caso urbano de la
población, y su entorno ha sido acondicionado para lugar de ocio,
habiéndose construido a su lado una Galería Porticada, que conserva
todas las características propias de un Patio Manchego. En ella se
muestran distintos objetos y etnológicos típicos de los modos de
vida de la gente de estas tierras. Además constituye un lugar
entrañable para la realización de diferentes actividades
lúdico-culturales, que servirán para gozo del alma del visitante.
Pulsa y verás más
fotografías
|
|
La localidad de
Consuegra (Toledo), con un casco
antiguo muy relevante asentado sobre restos de la ciudad romana de
Consaburum, el río Amarguillo la divide en dos, enlazadas por puentes
metálicos que hoy sustituyen a los de origen romano, abatidos por la
inundación del siglo XIX. La dominación árabe, la posterior toma por
Alfonso VI y el hecho de que en 1.183 Alfonso VIII la cediese, junto con
su castillo, a la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, dejaron en
Consuegra notables huellas arquitectónicas que pueden apreciarse dando un
paseo por la localidad o visitando su museo. Sus interesantes monumentos,
el castillo, las defensas militares y, sobre todo, la crestería denominada
Cerro Calderico, de sus molinos de viento, hace de esta población un lugar
atractivo para turistas y visitantes.
Pulsa y verás más
fotografías
Pulsa encima y se activa una panorámica
|
|
Una vez al año, el último fin
de semana del mes de octubre, coincidiendo con la Fiesta de la Rosa
del Azafrán, "Sancho" deja abiertos algunos de sus ocho ventanillos
(los molinos de Consuegra no tienen doce como los demás) y mueve sus
aspas realizando la Molienda de la Paz, un acto simbólico en el que
participan diversas personalidades relevantes en el mundo de la
cultura y la comunicación.
|
El Molino de Viento “La Unión" de
Camuñas, debe su nombre, conforme recoge la
tradición popular, a que después de sufrir un incendio fue reconstruido
por el pueblo en general. Esto ocurrió posiblemente en 1866, fecha que
figura sobre la puerta. Originalmente se llamaba “El Viejo”, pero tras el
incendio que sufrió a finales del siglo XIX, le fue cambiado el nombre por
el de “La Unión”, debido a las numerosas aportaciones económicas de los
vecinos de Camuñas para su reconstrucción.
Más información y fotografías.
|
Para cumplimentar todo lo expuesto, nada mejor que la publicación
recientemente aparecida de Pedro Luis Camuñas Rosell "EL MOLINO
MANCHEGO", en ella consta la descripción, funcionamiento,
construcción y geografía de los molinos; aperos, útiles,
faenas y refranero del molinero. En esencia un libro de consulta que
no debe de faltar en nuestra biblioteca manchega.
|
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario