sábado, 13 de abril de 2013

TUICO LE GUSTA MUCHO ESTO


Lella, en Bretaña (c) Eduard Boubat(c) Duane MichalsLa Cienegilla, 1982 (c) Bernard Plossu(c) Annie Leibovitz(c) Oliverio Toscani(c) David Seymour(c) Brigitte Niedermair(c) Willy Ronis(c) Michal Karcz(c) Eduardo Gil(c) Andreas FeiningerMarcus Sparling sentado en el furgón fotográfico, Crimea, 1855 (c) Roger FentonKate Moss en Marrakech (c) Albert Watson(c) Grete SternMarilyn Monroe with husband Joe DiMaggio (c) Alfred Eisenstaedt(c) Ralph GibsonEn este link pueden verlo en inglés: http://www.photoarts.com/haviv/ 
Espero que les resulte interesante y le saquen provecho. 

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INTRODUCCION


En 1991 me enteré de un movimiento de independentista en un país llamado Yugoslavia. Yo no sabía mucho sobre él. Era un lugar conocido por los Juegos Olímpicos y el asesinato de un príncipe que había comenzado la Primera Guerra. 
Era interesante porque Yugoslavia era uno de los últimos países que quedaban de la guerra fría y que no había pasado por un  político importante. En los mensajes que salían de allí había un tono nacionalista extremo. 


Mapa de Yugoslavia antes de la separación


La caída del muro de Berlín y el colapso subsiguiente de la Unión Soviética habían llevado a la gente a creer que el mundo daba un giro hacia la paz. Pero en lugares como Yugoslavia venían ocurriendo hechos que levantaron una ola de fervientes sentimientos nacionalistas. 
Me decidí a ir. Mi decisión fue reafirmada por el anuncio de la rápida independencia de Eslovenia, una de las republicas. Salí esa misma noche. Al día siguiente era evidente que la independencia no iba a ser fácil. El Ejército Federal yugoslavo, con bases en Eslovenia, estaba listo para defender a la Federación de Yugoslavia. 


Cartel de las Naciones Unidas en el aeropuerto de Sarajevo. 1994


Llegué a Zagreb, capital de la República de Croacia. La única manera de llegar a las zonas de combates fue en tren. 
El tren estaba lleno de gente ansiosa y nerviosa. Yo era una de ellas. Entablé conversación con una mujer sentada en el mismo coche. Ella estaba casi en lágrimas. Le dije que era periodista y que iba a fotografiar el movimiento independentista. Ella me miró y dijo: "Esto es sólo el comienzo, primero Eslovenia, a continuación, Croacia y Bosnia. Yugoslavia ha terminado”. Le respondí que no se preocupara, que no habrá una guerra en el centro de Europa. Mi respuesta fue ingenua y me atormentaría por los próximos años. 


Una vaca deambula entre las ruinas de Vukovar. 1991


Oí las voces de diplomático tras diplomático una y otra vez. Siempre con sus copas de champán en la mano, llegaban para negociar un acuerdo. Pero en cuanto sus aviones se fueron, el aeropuerto y la ciudad comenzaron a ser bombardeados por la Fuerza Aérea Yugoslava. Se ponía en marcha algo que se repetiría una y otra vez. Esa fue mi bienvenida a los Balcanes. 
Una vez independizada Eslovenia, el movimiento envolvió a Croacia y Bosnia. 
Croatas lucharon valientemente sin tener ejército, debieron crear fuerzas de defensa local contra el enorme Ejército yugoslavo. Las unidades se formaban entre la población y se vestían con ropa camuflada de camping y uniformes comprados en las tiendas. Al principio era un rifle de caza contra ametralladoras y tanques. 
La guerra comenzó. Los aviones comenzaron a atacar a los pueblos pequeños, y los tanques sitiaban ciudades durante meses. La práctica de la limpieza étnica había iniciado. Cada lado se determinó a purificar la zona. Los refugiados se multiplicaban por miles. 


Soldado bosnio espera órdenes. Región de Bihac 1995


En el principio fue difícil convencer a los editores en Nueva York que la guerra iba en serio. Pensé que los estadounidenses deberían estar interesados en el conflicto. Yugoslavia ya no era sólo el lugar de los Juegos Olímpicos de 1984. Yugoslavia era un cáncer en el corazón de Europa. 


Niña bosnia en el hospital de Sarajevo. 1993


A medida que la guerra avanzaba y se extendía a Bosnia, el nivel de violencia aumentaba. La comunidad internacional no mostraba mayor entusiasmo mundial, y el daño aumentaba. 
Para un periodista era difícil probar que estaba trabajando. 
Yo ya había fotografiado la limpieza étnica de la primera etapa de la guerra de Bosnia. Capté a civiles inocentes ejecutados por las fuerzas paramilitares fuertemente armadas. Las fotografías fueron publicadas y no hubo reacción por parte de los políticos. Sé que las fotografías por si solas no pueden cambiar el mundo, pero sentí que la comunidad internacional realmente no quería mirar. 


Serbios preparados para defender su pueblo. Croacia, 1991


Vi como la gente del pueblo era alimentada por líderes nacionalistas. La guerra terminó convirtiendo al antiguo carnicero o al peluquero del pueblo en soldados que enfrentaban a civiles inocentes. Yo quería mostrar lo que pasaba desde todos los lados. Quería mostrar al mundo lo que estaba allí pasando para poder explicar las diferencias entre estas personas. Pero al final me di cuenta de que eran las mismas personas, manipuladas por el poder y la codicia. 
Desde el comienzo de la guerra vi periodistas que se movían de manera justa e imparcial, y las facciones en conflicto entonces se daban cuenta que su visión de las cosas no sería la única contada. Por eso la guerra se volvió muy peligrosa para los periodistas, y solo en los primeros seis meses más de 30 fueron asesinados. Pasamos de ser la bienvenidos a ser los objetivos. Una vez hasta se me acusó de ser un espía y fui interrogado y golpeado por varios días antes de mi liberación. 


Soldado croata en pleno ataque. Croacia 1991


A medida que pasaba el tiempo, la vida en las ciudades se hacía muy difícil. Había barricadas contra el fuego de los francotiradores y era muy complicado encontrar algo para comer y sobrevivir. Al principio los periodistas sufríamos lo mismo, pero para el tercer año de combates nosotros ya teníamos autos blindados, cascos y chalecos antibala. Con estos resguardos nosotros podíamos arriesgarnos a salir y movernos de ciudad en ciudad, pero dentro de los pueblos los civiles y heridos no podía hacerlo. 


Bosnios buscan agua. Sarajevo 1994


El pueblo yugoslavo era europeo. Eran educados y tenían valores similares a los míos. Tenían los reproductores de CD y videograbadoras. Su sala de estar parecía la de mi casa. No importaba si eran serbios, croatas o musulmanes. La mayoría de los civiles a pesar de la guerra intentaban seguir con sus vidas, pero rápidamente se verían casi todos envueltos en un espiral de violencia que los llevaría a una cruenta guerra civi.. 


Prisioneros bosnios. Trnopolje, Bosnia. 1992


A pesar de lo difícil y peligroso que era trabajar, me sentí conectado a este lugar. A veces era casi como si estuviera en la Segunda Guerra Mundial, pues hubo batallas en el mismo lugar que hace 40 años. La parte triste es que a pesar de que las batallas y las líneas fueron eran las mismas, nadie había reparado en la historia. 
Yo había visto el inicio de guerra y quería ver el final. 
Originalmente mi trabajo era solo de fotografías para la prensa. Mi intención era llamar la atención sobre la situación, ayudar a las personas tomar decisiones con el fin de lograr un cambio. Lamentablemente el cambio nunca se produjo. Por eso hoy espero que este trabajo sea presentado como un documento de la guerra, como una acusación a los que a pesar de ver todo, no hicieron nada hasta que miles murieron y millones se convirtieron en refugiados. 


Refugiada serbia. Croacia 1991.


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LEALTAD


Sarajevo. 1996


A veces me hablan de la Segunda Guerra Mundial, a veces del siglo 14. Me decían: "Mi padre fue asesinado por ... Mi bisabuelo fue torturado por ... Mi abuela, que en paz descanse, sufrió en su pueblo a manos de ...". 
Eran historias contadas por hombres que tomaban en sus manos fotos antiguas y evocaban las glorias pasadas. "Mira a esos símbolos que muestran cuán grande que fuimos. En nuestro pasado, la bandera voló alta y orgullosa. Eran la prueba de una gran nación que alguna vez existió y existirá otra vez". 
Cada lado creía que su momento iba a llegar de nuevo y que había llegado la hora, porque el destino se cumple. Las banderas del pasado son las semillas del futuro. "Vamos a ganar". 


Última marcha pacífica antes del inicio de la guerra. Sarajevo. 1992



Funeral de un policía croata. Croacia 1991



Paramilitares serbios toman una mezquita en Bilijenia, Bosnia. 1992



Tropas federales yugoslavas en la autopista de Belgrado. 1991



Paramilitar serbio quema bandera croata. Croacia 1991



Soldado bosnio arrastra una bandera Serbia capturada en batalla de Bihac. 1995


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REALIDAD



Póster de un circo tirado frente a una casa serbia en Grbavica. 1996


La gente tuvo que darse cuenta de que lo que estaban viviendo no se iba a terminar y que nadie los iba a ayudar. 
Todo el mundo tenía que defenderse. Desde la ciudad hasta la aldea, desde la granja hasta la fábrica. La supervivencia a toda costa se convertía en la forma de vida. 
Agua, alimentos y vivienda fueron las únicas cosas que importaban. 
Todo se había convertido en una carrera de desesperación. Las viviendas desaparecieron en un abrir y cerrar de ojos. Lo que era un muro fuerte al día siguiente ya no estaba. La visita cotidiana a un vecino se hizo imposible. Las casas estaban conectadas por túneles, en las calles se levantaban barricadas para cubrirse de los francotiradores. La adaptación se convirtió en la norma. 


Guardia Nacional croata custodia el río en búsqueda de infiltraciones. 1991

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