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Durante los tres años de la guerra civil española (1936-1939) y los
primeros de posguerra, las obligadas separaciones entre combatientes o
prisioneros y sus familias, provocaron un enorme volumen de
correspondencia. El correo era su único medio de comunicación. Los
textos de esa correspondencia tienen interés porque nos aportan
información sobre la realidad social y las vivencias de los españoles en
ese periodo. Se han publicado varios libros que contienen
transcripciones de cartas de soldados o prisioneros (ejemplos: Madrina de guerra: Cartas desde el frente de C.Ortiz o Ya sabes mi paradero: La guerra civil a través de las cartas de los que la vivieron
de J.Cervera). Pero las transcripciones de los textos solo nos muestran
una parte de la realidad ya que se pierde el aspecto visual. La grafía, la ortografía,
el tipo de soporte empleado, el color de la tinta, las marcas de la
censura, los sellos, etc, constituyen con frecuencia elementos
importantes, de información y emocionales, de la comunicación postal en
tiempos de guerra.
La vida cotidiana durante esos años, estaba inundada
de eslóganes, consignas y mensajes visuales. Las calles se llenaron de
carteles, pasquines o pintadas, y en la correspondencia se utilizaban
tarjetas postales con motivos políticos o militares, pegatinas, sellos
benéficos o de propaganda política, se escribían o estampillaban eslóganes, se adornaban sobres con ilustraciones manuales, etc. Este tipo de material está
cargado de huellas que nos acercan a la realidad de ese trágico periodo
de nuestro reciente pasado. En este blog se muestran más de doscientas
imágenes de esas huellas postales y de algunos textos habituales en la
correspondencia de aquellos momentos.
Con todo ello podremos acercarnos a la soledad del soldado en el
frente, al culto al “jefe”, a la combinación de la religión con el
fascismo, a la censura y cómo se evitaba, al orgullo de los vencedores, a
la humillación de los vencidos, a las penurias de todo tipo, a la
dramática despedida ante el inmediato fusilamiento.
Capítulo siguiente (ver el índice): Escribir y recibir cartas: necesidad básica.
Capítulo siguiente (ver el índice): Escribir y recibir cartas: necesidad básica.
domingo, 30 de octubre de 2011
2. Escribir y recibir cartas: necesidad básica
Los textos que se escribían desde el frente, el hospital o la prisión,
hablaban casi siempre de lo mismo: la salud, la necesidad de recibir
cartas con más frecuencia, el frío, la petición de paquetes con comida,
ropa, tabaco, jabón,… y
expresaban la esperanza en que todo acabaría muy pronto y se podría
volver a ser feliz. No se podía hablar de mucho más, la censura militar
velaba para que así fuera. Pero a pesar de lo previsible de su
contenido, el momento más esperado del día era el de la llegada del
correo. El recibir y escribir cartas o tarjetas, era una forma de
mantener la ilusión y combatir la soledad y el miedo. Esto ayudaba a
evitar la depresión o la desesperación. Por ello, en ambos bandos, se
intentaba que el sistema de correo entre los soldados y sus familias
funcionara lo mejor posible, a pesar de las dificultades que las
circunstancias imponían.
Han transcurrido más de 70 años desde la durísima batalla del Ebro y
aún se encuentran cadáveres semienterrados como el de este soldado,
cargado de munición y con un tintero. Foto: La trinxera, Corbera d’Ebre
|
Para el combatiente era fundamental dar a conocer que estaba vivo y constatar que los suyos también lo estaban. La
escritura y recepción de cartas era una actividad tan importante,
necesaria y cotidiana que incluso era motivo de ilustraciones en
carteles y tarjetas postales, como podemos ver en las siguientes
imágenes
Izq: Cartel (en catalán) animando a escribir a los amigos de todo el mundo para defender la “revolución”. También se editó como tarjeta,
pero substituyendo "revolución" por "república".
Der: Tarjeta postal facilitada a los combatientes de una Brigada Mixta del Ejercito Popular. El mensaje básico ya estaba escrito.
|
En
España la tasa de analfabetismo absoluto superaba el 50%, por ello no
sorprende encontrar muchas caligrafías y ortografías deficientes.
Hubieran podido ser muchas más, pero era habitual el recurrir a un
compañero más letrado para
escribir y leer las cartas. Fueron muchos los que aprendieron a leer y a
escribir en el frente, para poder comunicarse con sus familias. En este
sentido fue fundamental la labor de los grupos de alfabetización
creados para ello, como por ejemplo las Milicias de la Cultura en el
bando republicano.
Foto: M. Michaelis |
Desde el frente, cuando las circunstancias bélicas lo permitían, no era
raro escribir una tarjeta cada día y una carta o dos al mes. Desde muchas prisiones no se podía enviar más de una tarjeta semanal. El
volumen de la correspondencia generada por soldados y presos, sus
familias, amistades, novias, etc. fue enorme; varios centenares de
millones de cartas o tarjetas en los tres años de guerra. En el frente
de Aragón, durante los primeros meses de la guerra, el correo de las
milicias catalanas repartía diariamente unas 30.000 tarjetas postales.
Izq: “Correo y prensa para el frente” . Quiosco de la “Generalitat” en Barcelona. Foto de autor desconocido
Der: Una estafeta militar en el frente de Madrid. Foto de Albero y Segovia
|
La
falta de comunicación postal entre las dos zonas dejaba aislados a los
miembros de muchas familias. Un caso típico es el de las familias que al
estallar la guerra (julio) tenían alguno de sus miembros pasando las
vacaciones en una población que quedó en el otro bando. Otro caso típico
es el de los refugiados, gentes huidas de la otra zona.
El
remitente se dirige al Señor Alcalde de Vergara para comunicarle que
está en la cárcel en espera de poder demostrar que se fugó de la “Zona
Roja” y que es afecto al Movimiento Nacional, pero para ello necesita
localizar a su familia para que declare a su favor
Capítulo siguiente (ver índice): Una conexión con la vida
sábado, 29 de octubre de 2011
3. Una conexión con la vida
La correspondencia permitía al soldado mantener conexión con la vida. Para
la moral de los combatientes era tan importante el recibir y escribir
cartas, que las autoridades favorecían la correspondencia con chicas
jóvenes que les mantuvieran alta la moral. Eran las “madrinas de
guerra”, figura especialmente popular en la zona nacional. La Falange impulsó entre sus militantes la idea de que se trataba de un deber patriótico.
Las madrinas escribían largas cartas con palabras cariñosas y buen
humor, en las que les manifestaban su admiración y les aseguraban que
estaba muy cerca la victoria y el día en que podrían encontrarse. Muchos
casos acabaron en noviazgo e incluso en boda.
Aparecían,
en revistas y prensa, anuncios de soldados solicitando madrina. Con
frecuencia un mismo soldado se carteaba con varias.
En la zona republicana la figura de la madrina no estaba tan extendida.
Un miliciano, sin posibilidad de comunicación con su familia, escribía a
las mujeres de las oficinas de la SIA
(organización de orientación anarquista para el apoyo a los
combatientes, huérfanos, etc.) una carta en la que se lee “En mi vida de
hombre libre había llegado a figurarme que un día podría implorar con
tan ahínco como lo haría ahora, una caridad de consuelo [….] envidio la
suerte de los otros que reciben, y esperan correspondencia con interés
indescriptible.”
Las cartas de los soldados no siempre iban dirigidas a madrinas, familia o amigos. Por ejemplo las bodegas Osborne fueron destinatarias con cierta frecuencia, de peticiones de obsequios.... En 2003 se podía leer en el Magazine de El Mundo, “Los negocios de los Osborne recibieron un gran impulso durante la Guerra Civil Española. Las guerras, según parece, estimulan el consumo de vino, en definitiva, el consumo de vida”.
[….
] encontrándonos en el frente desde el principio de la cruzada y
haciendo tanto tiempo que no saboreamos el deleitoso vino “Moscatel” de
su acreditada casa, es por lo que nos dirigimos a usted, confiando en su
bondad y alto Patriotismo, lo cual lo viviremos agradecidos mandándonos
un poco en que sea para no perder el nombre de la memoria, [..….]
Esta felicitación de Navidad (1938) de un soldado a su padre, parece
estar en esa misma línea….
|
Desde el Madrid asediado duramente por las tropas franquistas (noviembre de 1936) un madrileño escribe
a un amigo inglés y le dice, lleno de entusiasmo, que “el Fascismo no entrará en Madrid.
Medio millón de proletarios están dispuestos a morir antes que vivir en un régimen fascista”.
Medio millón de proletarios están dispuestos a morir antes que vivir en un régimen fascista”.
Capítulo siguiente (ver índice): Las tarjetas patrióticas y el Caudillo
4. Las tarjetas patrióticas y el Caudillo
Desde el principio de la guerra, se iban editando en la creciente zona
nacional, tarjetas postales ilustradas con imágenes y eslóganes. La
imagen más habitual era la efigie de Francisco Franco junto a eslóganes del tipo ¡Viva Franco! o ¡Arriba España! que con el tiempo se convirtieron en los gritos del ritual franquista. Estas tarjetas se conocían como tarjetas postales patrióticas.
En el anverso tenían una pequeña ilustración y espacio para escribir
las señas del destinatario. El texto iba en el reverso. La iniciativa de
su edición partía de los jefes político-militares locales, de las
propias papelerías e imprentas o incluso de las jerarquías
eclesiásticas. Algunas unidades militares, cárceles u hospitales,
editaban sus propias tarjetas postales. Se imprimían en todas las
poblaciones importantes de la zona nacional. Tan solo en Zaragoza había
12 empresas que comercializaban este tipo de tarjetas.
Existen muchos modelos de tarjetas patrióticas y en más de doscientos aparece la efigie de Franco.
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Se editaron también muchos sobres patrióticos, aunque en menor cuantía ya que se gastaba más papel (que escaseaba)
y se dificultaba el trabajo de la censura.
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Fragmento de un catálogo de productos de papelería, de 1938 |
El término Caudillo aparece
en numerosísimas tarjetas y sobres, incluso en los primeros meses de la
guerra. Con frecuencia forma parte de uno de los eslóganes más
difundidos en aquellos momentos, “Una Patria: España. Un Caudillo: Franco”, o alguna de sus variantes. A veces se le añadía “Un Estado: Nacional-Sindicalista”. Es similar al lema de los Carlistas “Dios, Patria, Rey”
que fue utilizado en la práctica durante toda la guerra en las zonas
dominadas por los Requetés, pero en el que se fue substituyendo el
término Rey por Franco.
El remitente enviaba un mensaje escrito: por ejemplo, el recordatorio
del amor a la esposa e hijos, la solicitud de un aval o un pedido de 25 litros
de lejía, pero al soporte empleado se le añadían otros mensajes
(deseados o no por el remitente) colaboradores de la propaganda oficial,
en forma de eslóganes y efigies. Los nombres más frecuentes en esos
mensajes adicionales eran Franco, El Caudillo y España. Un eslogan muy habitual y apropiado al momento era “Saludo a Franco”, generalmente asociado al grito falangista “¡Arriba España!”.
En los primeros años de franquismo el culto al Jefe
se extendió a su familia. No en vano esta era uno de los pilares
ideológicos del franquismo. Se editaron varias postales en las que
Franco aparece con su hija Carmencita. En una serie de postales de
personajes, titulada “Forjadores de Imperio”, solo aparecen dos personas
no militares, el cardenal Gomá y Carmencita Franco. Parecía el inicio
de una línea de propaganda, orientada a divulgar la imagen del Padre de la Patria como había hecho con cierto éxito Mussolini.
Ernesto Giménez Caballero, cofundador de Falange, escribía:
"¡Oh, Franco, Caudillo nuestro, padre de España!
¡Adelante!
¡Atrás, canallas y sabandijas del mundo!"
En aquellos momentos Carmencita recibía muchísimas cartas felicitándola
por el santo o el cumpleaños, pidiéndole que aceptara ser presidenta de honor
de cofradías y fiestas, etc. Este dorso de sobre pertenece a una de esas cartas.
de cofradías y fiestas, etc. Este dorso de sobre pertenece a una de esas cartas.
Durante la guerra y en los primeros años de posguerra, se recibían en
el Cuartel General del Generalísimo (en Burgos o Salamanca) enormes
cantidades de cartas y postales. Buena parte eran felicitaciones
genéricas y exaltadas declaraciones de lealtad incondicional. En
fechas emblemáticas, se le enviaban a Franco cientos de miles de
felicitaciones. Se trataba de una actividad tan organizada que incluso
se fabricaban tarjetas postales ad hoc, para que las enviaran los niños de las escuelas, los miembros de Falange, etc.
A finales de la guerra, el general Franco recibía muchísimas cartas
desde el extranjero en las que se utilizaban todo tipo de fórmulas para
dirigirse a él, algunas muy curiosas
Capítulo siguiente (ver índice): Desde la prisión
viernes, 28 de octubre de 2011
5. Desde la prisión
A medida que avanzaban las tropas nacionales, iba aumentando el número
de prisioneros de guerra y de civiles encarcelados por no ser “afectos
al Movimiento”. Los prisioneros de guerra eran recluidos en campos de
concentración donde permanecían mientras se les clasificaba. Según las
imputaciones, eran encarcelados en prisiones o enviados a los llamados
“Batallones de Trabajadores” o similares. Solo podían volver a sus casas
los que no estando en edad militar, demostraran (generalmente por medio
de avales) que eran “Afectos al Glorioso Movimiento Nacional”. Por los numerosísimos campos de concentración de la España Nacional,
llegaron a pasar unas 450.000 personas. En enero de 1940, nueve meses
después del final de la guerra, aún quedaban más de 250.000 retenidas en
centros penitenciarios, Batallones de Trabajadores o campos de
concentración.
La enorme población reclusa se comunicaba con su familia básicamente
por correo postal. En la zona nacional se solían utilizar tarjetas
patrióticas que con mucha frecuencia eran las únicas disponibles. Cuando
no se disponía de ellas, se escribían los vivas y lemas de rigor (“Viva
el Generalísimo Franco”, ”Año de la Victoria”, etc.) para mostrar afección al nuevo régimen o por obligación, aunque a veces eran añadidos por los censores.
Remitentes en las cárceles de Bilbao, Tarragona, Astorga y en Batallones de Trabajadores.
|
Los penados con más habilidades artísticas, solían enviar algun dibujo
a sus familias. Los tres que siguen, muestran la importancia de la
correspondencia en esas circunstancias extremas. Como dice Verónica
Sierra Blas en “Cartas de soldados desde el frente” (Cultura
Escrita y Sociedad, nº 4) “La carta constituye la práctica por
excelencia para dejar constancia y superar esos momentos difíciles, para mantener el hilo de unión con los demás y salvaguardar la identidad propia”
El dibujo de la golondrina está enviado desde la cárcel de "El Coto" (Gijón). Los de abajo, desde el campo disciplinario
de Belchite. Todos son de 1940.
|
Tarjeta bordada, enviada en 1942 por una madre a su hija desde la cárcel de mujeres de Durango |
Siendo prisionero en la cárcel de Porlier, el dibujante José Manaut realizó
centenares de apuntes. En muchos de ellos aparece la lectura/escritura de correspondencia. Este es de 1943. |
Los textos, muy limitados por la censura, solían hablar de frío,
comida, salud, avales, y las incidencias de la correspondencia. Y se
repetían las fórmulas aprendidas en el adoctrinamiento impuesto por
el vencedor, como por ejemplo el “amanecer de España” o “construir la nueva España”.. Un tema fundamental era la necesidad de conseguir avales que les permitieran obtener la libertad o evitar el fusilamiento.
A veces los textos de las cartas eran más dramáticos. El que se muestra a continuación (1940),
es de un prisionero para quien el fiscal ha pedido la pena de muerte.
Va dirigida a su padrino y, tras darle su versión de los hechos que se
le imputan, le pide que hable urgentemente con los denunciantes, pero
comete la imprudencia de acusar a los denunciantes, los nuevos “afectos al Caudillo” de su pueblo, de actuar “como los rojos”.
Esos años, fueron tiempos de denuncias, venganzas, imploraciones de clemencia. A continuación vemos fragmentos de una carta (1940) de un condenado a 12 años, desde un Campo de Trabajo Disciplinario.
desde una cárcel republicana, se aprecia
la angustia por no saber la verdad de lo que
le estará ocurriendo a la familia. Pide que
en la contestación firmen todos sus miembros
Algunos centros penitenciarios editaban sus propias tarjetas postales para uso de los prisioneros. Aquí vemos dos ejemplos.
En este fragmento de tarjeta desde la cárcel de Burgos, se lee la interesante reflexión de un preso sobre la fiesta
de la Virgen de la Merced en las cárceles.
|
Las denuncias formaban parte del terror y miseria ambientales En esta carta de 1938, un vecino de un
pequeño pueblo gallego, da el nombre de otro vecino que dijo que “Franco no valia nada ni tampoco tres
perras chicas que son 15 céntimos” y el de los que lo escucharon sin protestar. Algunos de los denunciados
se exiliaron a Méjico.
pequeño pueblo gallego, da el nombre de otro vecino que dijo que “Franco no valia nada ni tampoco tres
perras chicas que son 15 céntimos” y el de los que lo escucharon sin protestar. Algunos de los denunciados
se exiliaron a Méjico.
Este
sobre está escrito en 1947, ocho años después de acabada la guerra.
Pero aun está enviado sin cerrar, censura militar, remitente en prisión,
eslogan entusiasta, etc. Por entonces, aún no se había levantado oficialmente el estado de guerra.
Durante 1939, unas 650.000 personas abandonaron España por la frontera
francesa. En Francia fueron internados, en su mayoría, en campos de
refugiados. Buena parte de ellos regresaron a España antes de finalizar
1940, pero muchos emigraron a Latinoamérica y muchos otros se quedaron
en Francia. Tras la invasión alemana, las tropas de Hitler hicieron
prisioneros, en Francia, alrededor de 40.000 españoles de los que unos
14.000 acabaron en campos de concentración o exterminio.
Campo de internamiento de Bram (Francia). Foto de Antonio Agulló
|
Capítulo siguiente: Ya no recibiré más tus besos.
No olvidar que el índice permite acceder directamente a cualquiera de los once capítulos que siguen a este o a los cuatro que le preceden.
No olvidar que el índice permite acceder directamente a cualquiera de los once capítulos que siguen a este o a los cuatro que le preceden.
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Señor Tuico:
ResponderEliminarCopiar una página web sin dar el enlace a la original como si la hubiera hecho Vd, no parece lo más correcto. El original (con 15 capítulos más) está en:
http://cartasguerracivil1936-1947.blogspot.com.es/