Cosas viejas, cosas nuevas
Estamos en 2013 y el mundo no se ha acabado. Al menos, si estás leyendo estas líneas, significa que para ti no ha acabado.
En este post va a escribir el filósofo
loco, como en todos los anteriores, pero en esta ocasión también hablará
Juanjo, la persona que está detrás de este espacio.
Este va a ser un texto diferente,
porque en él hablaré de mi vida, incluso de mi vida personal, y de lo
que este blog ha significado en ella. Y eso incluye a todas y cada una
de las personas que leen o han leído alguna vez el blog. A los que han
comentado y me han enviado mails. A todas las personas que he tenido la
fortuna de conocer gracias a este espacio. Eso, en definitiva, de alguna
forma también te incluye a ti.
También este post será diferente porque
voy a escribirlo hablando íntegramente en primera persona. En primera
persona y sobre la marcha. Sin tensiones de ningún tipo. Sin
preocupación de cómo quedará, de si estará a la altura. Es un gustazo
escribir así.
Jamás antes había hecho eso, no sé si por
respeto al lector o por ego personal, y jamás pensé que lo haría. No
suelo usar guiones para escribir pero sí suelo revisar en numerosas
ocasiones los escritos antes de publicarlos. Eso es también otra cosa
que hará a este texto diferente.
Llegados a este punto podría decirse que
ahora leerás algo que no se asemeja a los textos que suelo escribir.
Aunque este blog se llama El Filósofo Loco, ni soy un filósofo como tal
ni hablo de filosofía. Al menos, no de la filosofía que se lee en los
libros de texto. No hablo de los grandes filósofos de la historia ni de
sus teorías. O sí, quien sabe. Hablo, por decirlo así, de filosofía de vida. Sobre lo de estar loco, no está clínicamente probado pero algo hay.
En esta ocasión el texto debe ser diferente porque hace cerca de dos años en los que no publico nada. Han pasado dos añazos ya.
Lo último publicado aquí fue el texto de Frank “Lo que siempre estuvo ahí”, dentro de la sección de firmas invitadas, donde invito a cualquier lector a que me envíe un texto que desee publicar (¿Quieres publicar algo? ¡Escríbeme!).
Aquello fue a principios de 2011, y muchas personas han pensado que
este blog estaba abandonado porque ya no se publicaba nada desde
entonces. Yo no lo creo así. El mensaje, al igual que el gran texto de
Frank, siempre estuvo ahí.
Aquel texto fue sin duda un punto de inflexión,
en este blog y también en mi vida personal. Si lo leíste con atención,
puede que también lo fuera en la tuya. Fue tanto lo que me transmitió
aquello, que creo que las palabras se agotaron en ese instante. Si
alguien leía todo lo escrito anteriormente aquí y acababa leyendo el
texto de Frank, no se me ocurría nada más que decir. Hasta me daba miedo
escribir después de aquello. También publicar textos de otros. De una u
otra forma, tenía la sensación de que todo estaba ya dicho.
Si el blog El Filósofo Loco tenía algún sentido cuando se creó, ese era transmitir.
Y creí que todo lo que podía transmitir, ya estaba transmitido,
terminando con el gran texto de mi amigo Frank. Podía seguir escribiendo
lo mismo de distintas formas, pero me parecía poco honesto, una pérdida
de tiempo y no me motivaba. Pensé que El Filósofo Loco se tenía que
quedar así. Quería que ese texto de Frank fuera el último.
Así pues, consideré el blog como algo que
quedaría ahí para quien lo quisiera leer en el futuro, sin añadir nada
hasta que no lo considerara importante y novedoso.
Sin ninguna presión ni interés por
escribir, empecé a notar un suceso curioso, y es que a medida que el
blog seguía “parado” las visitas no paraban de aumentar, así como se
seguían recibiendo comentarios y mensajes por correo. La gente seguía
leyendo, seguía comentando y seguía enviando textos para publicar. Las
personas que siguen entrando en este blog a diario son muchas más ahora
que las que entraban cuando se publicaban cosas con cierta periodicidad.
Y llevo dos años sin escribir. Esto me asombra, y de alguna forma
también me agrada porque quiere decir que el mensaje sigue estando ahí.
El espacio de los filósofos locos nunca ha estado abandonado, los
filósofos lo han mantenido vivo. Los filósofos como por ejemplo tú.
Hay quien encuentra un texto de hace tres
años y le sirve para su situación actual. No sólo tenía sentido hace
tres años, lo sigue teniendo ahora. Eso me parece maravilloso.
También muchas personas de mi entorno
personal me comentaban sobre el blog y me preguntaban por mi “ausencia”.
¿Ausencia? ¿Qué ausencia? El blog sigue abierto. Todo está ahí escrito.
¿Lo has leído todo? Date una vuelta, tal vez encuentres algo que te
guste.
Yo lo hice.
Como no sabía qué escribir, ni tenía
mucho interés en hacerlo, hacía lo mismo que le decía a las personas que
me instaban a publicar cosas “nuevas”. Volver a leer. Volví a leer
todos y cada uno de los textos escritos por mí y por otras personas. Lo
hice con atención e interés. Y me pasó algo asombroso. Los textos viejos me transmitían cosas nuevas.
Podía volver a leer lo escrito y siempre acababa con un nuevo
pensamiento, con una nueva sensación. Y como las palabras se las lleva
el viento, lo intentaba aplicar a mi vida con actos. Estaba empezando a
crecer personalmente aún más gracias a textos que yo mismo había escrito
en el pasado, algunos de los cuales ni siquiera recordaba bien porque
tenían bastantes años.
Una de las cosas en las que ocupé el
tiempo que ya no dedicaba a escribir ni a pensar en qué escribir, era
salir más de casa. Hacer más deporte, coger la bici y salir sin rumbo
fijo, acabando siempre en un lugar nuevo y disfrutando realmente del
camino. Leyendo antiguos textos del blog tenía la misma sensación que
saliendo con la bici, siempre acababa en un lugar distinto al anterior y
había disfrutado de un gran viaje.
Eso es lo que te recomiendo, que leas una
y otra vez. No este blog, sino todas las cosas que has leído y que te
han gustado. Y no sólo en la lectura, en cualquier otra faceta de la
vida, te recomiendo que vuelvas a hacer cosas que has hecho y que te
gustaron en su momento. Aunque pueda parecer aburrido volver a hacer lo
mismo que has hecho antes, si lo haces con atención e interés, acabarás cada vez en un lugar distinto y disfrutarás del viaje. Yo así lo hice.
Pero también hice cosas nuevas. Desligado
por completo de la escritura, empecé a tener nuevas inquietudes. Como
siempre me ha gustado expresarme, pensé en probar suerte expresándome de
otras formas, de forma que siguiera aportando cosas, a mí personalmente
y si era posible también a otras personas.
Una de las cosas que he aprendido haciendo cosas nuevas y también volviendo a hacer cosas que hice, es a tratar de convertir los inconvenientes en oportunidades.
Es lo más sensato cuando tienes un problema, porque todos los problemas
siempre tienen una solución y sólo hay que verla. A veces dentro del
mismo problema.
Y yo tenía un problema. Y en parte lo sigo teniendo. Un problema que puede que tengas tú también. No tenía trabajo.
Cuando, por la estafa
crisis, dejó de haber trabajo de lo que yo había estudiado, empecé a
hacer como muchas personas, trabajar de cualquier cosa para subsistir.
Camarero, operario de fábrica, pulidor de suelos… cualquier cosa. Pero
los trabajos no eran estables, y cuando el empleo temporal se terminaba
había que volver a buscar otra vez. Cuanto más tiempo pasaba, menos
trabajo había. Y así sigue ocurriendo en España.
El caso es que había que buscar una
salida. Pensé en emigrar. Las opciones tampoco eran muy halagüeñas y
podía ser peor salir que quedarse. El miedo me frenó. Decidí quedarme y
usar todo el valor que se supone hay que tener para dejar tu país en
tratar de sobrevivir dentro de él. Tenía que buscarme la vida, tenía que
pensar y tenía que hacerlo rápido.
En aquel momento, recordé lo de
transformar los inconvenientes en oportunidades. Cuando dejé de escribir
y empecé a expresarme de otras formas, encontré mucho placer al
realizar otras actividades de expresión como puede ser la radio, dar
clases o incluso hacer de actor. Al no encontrar trabajo prácticamente
de nada, probé suerte en algunos de estos nuevos sectores.
Cuando era más joven, fui muy buen
estudiante. Tanto que en ocasiones ayudaba a familiares y amigos con los
estudios. Eso me hizo adquirir mucha facilidad en la expresión e
incluso me valió para pagarme parte de mis estudios superiores años
después, dando clases particulares a niños. También cuando era más
joven, hice algo de teatro y durante unos años también fue una de las
cosas en las que ocupé mi tiempo. De repente me di cuenta de que había
dos cosas que me gustaban mucho, con las que tenía experiencia y con las
que tal vez podría volver a ganar algo de dinero. Me había interesado
por cosas nuevas que en realidad eran viejas aficiones. Tenía que aprovecharlo.
Empecé a ofrecerme para dar clases
particulares de nuevo y también a presentarme a castings para películas,
cortos y series de televisión. Para mi alegría y sorpresa, pronto
comencé a recoger los frutos de mi ilusión. Para el primer casting que
me presenté, me cogieron. Era para una película, que además se estrenó
hace poco en cines, y aunque sólo eran treinta euros y un día de
trabajo, me hizo mucha ilusión.
Además, gracias a un “contacto” conseguí
un trabajo en una empresa de actividades extraescolares dando clases a
niños, a cambio de un sueldo excelente por pocas horas de trabajo. Y lo
mejor de todo es que en esa empresa también empezó a trabajar mi novia.
Todo iba como la seda, parecía demasiado bonito para ser verdad.
Y efectivamente. Con el tema del cine me
fue y me sigue yendo muy bien, aunque es un sector en el que si no
tienes una cierta trayectoria, no puedes aspirar a ganar dinero ni a
vivir de ello.
Pero el verdadero problema vino con lo
que era mi empleo soñado y con el que en teoría me estaba ganando la
vida. Aquella empresa para la que yo trabajaba resultó ser un completo fraude.
Uno de esos que imperan hoy en día y con los que se estafa a gente
desesperada por conseguir un trabajo. Empezaron con ligeros retrasos de
pago y acabaron debiendo varios meses de sueldo. No sólo a mí, sino
también a mi novia y a un montón más de afectados.
El resultado fue que al final del asunto,
yo me había gastado un montón de dinero que no tenía en desplazarme
para dar clases que no me pagaron. De repente me di cuenta de que sí, me
había reinventado y había hecho cosas que me gustaban, pero me
encontraba económicamente aún peor que al principio. Es curioso porque
simultáneamente a entrar en esta empresa rechacé un trabajo de verdad en
una empresa de verdad y con una nómina de verdad. Aún así decidí
quedarme con lo que me gustaba.
Hoy en día sigo con problemas laborales,
pero no me arrepiento de aquella decisión. De hecho, no me arrepiento de
nada. Ahora tengo deudas, sobre todo con la santa de mi novia que
también fue engañada conmigo, pero también se han abierto otras puertas y la vida ha ofrecido otras oportunidades.
Sigo haciendo cosas dentro del mundo del cine y la televisión, voy a realizar un Podcast (¿Te gustaría participar? ¡Escríbeme!),
vuelvo a escribir y además sigo dando clases. Pero éstas las doy por
cuenta propia y las cobro religiosamente. Entre todo lo que pueda ganar
con unas cosas y otras, y el apoyo de mis seres queridos, apenas me da
para sobrevivir. Y la verdad es que hoy en día, sobrevivir no me parece poco. Seguir vivo ya es un lujo.
No descarto volver a trabajar de administrativo, camarero o en una fábrica si se presenta la ocasión (¿Quieres ofrecerme un empleo? ¡Escríbeme!) pero
al final, mi vida ha cogido el camino que tenía que coger. Me ha pasado
lo que me tenía que pasar y de igual forma sucederá en el futuro. He
luchado y he hecho lo que tenía que hacer. Así es como debe ser.
Hice cosas nuevas y volví a hacer cosas viejas
para darme cuenta de muchas cosas que necesitaba saber. Para hacer
muchas cosas que necesitaba hacer. He dado la cara y me la han partido,
pero aquí sigo.
Y tú. Tú también sigues aquí.
Ojalá que encuentres fortaleza en tu vida
para hacer lo que tengas que hacer. Ojalá que hagas cosas nuevas y que
vuelvas a hacer cosas viejas que te gustaron. Volver a leer eso que te
impactó. Volver a ver esa peli. Volver a hablar con esa persona. Tomar decisiones.
Al final te pasará lo que te tenga que
pasar, igual que a mí, igual que a todos. Pero será tu elección. Es y
siempre ha sido elección tuya.
La cosa va de darse cuenta.
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