Introducción
Al fundar la ciudad de Tenochtitlán los aztecas se asentaron definitivamente hasta la llegada de los españoles. Habían salido de Aztlán (lugar que desconocemos) convencidos por el dios Huitzilopochtli buscar un sitio . Tras un camino largo y duro llegaron al Valle de México. Se establecieron en Chapultec, pero fueron expulsados de allí. Pidieron al señor de Colhuacán una tierra donde ir, y él les dio Tizapán, lleno de serpientes venenosas; pero no fue problema porque ellos se las comieron asadas. Pasado pidieron al señor del pueblo vecino (los culhuas) que les entregara a su hija para casarla con el dios. La muchacha fue ofrecida en sacrificio y cuando lo supo su padre, tuvieron que huir hacia los lagos. Esto era ya en el año 1323. En el lago Texcoco vieron una señal del dios: un águila, en un nopal, devorando a una serpiente; y fundaron allí la ciudad de Tenochtitlán, que significa donde está el nopal silvestre.
Al menos esto cuentan las historias aztecas.
Generalmente llamamos aztecas a los habitantes de los territorios conquistados por Hernán Cortés, aplicándo, por tanto, ese término no sólo a los propios aztecas sino también a los mexicas.
Economía: Agricultura
Los principales cultivos son: maíz, tabaco, chiles, fruta y maguey.
Cultura: Lengua y escritura
Los aztecas, y tal vez ya los teotihuacanos mil años antes, hablaban una lengua llamada náhuatl. La escritura mezclaba pictogramas, ideogramas y signos fonéticos. En sus escritos queda reflejada su propia historia, geografía, economía, religión...
Algunos códices han llegado hasta nuestros días. De ellos el conocido como Códice Borbónico es anterior a la llegada de los españoles. Es un libro-calendario con dos partes, la primera un libro de los destinos (tonalamalt) y la segunda las fiestas de los meses (xiuhpohualli).
Cultura: Literatura: Poesía
Los poemas aztecas podian ser recitados o cantados al ritmo de tambores y trompetas. Algunas veces incluían palabras que no tenían ningún significado y que sólo servían para marcar el ritmo. Frecuentemente eran dedicados a los dioses, pero también trataban de otros temas como la amistad, la guerra, el amor y la vida. Algunos reyes fueron famosos poetas, como por ejemplo Nezahualcoyotl de Texcoco (1402-1472).
(Ejemplo: poesía de Nezahualcoyotl de Texcoco
¿Acaso en verdad se vive en la tierra?
No para siempre en la tierra,
solamente un poco aquí.
Aunque sea jade, se rompe.
Aunque sea oro, se hiende.
y el plumaje de quetzal se quiebra.
No para siempre en la tierra,
solamente un poco aquí"
Cultura: creencias
Según los aztecas el mundo fue creado y destruido cuatro veces. Luego fue creado por los dioses por quinta vez. Ellos hicieron la tierra y la separaron del cielo. Después el dios Quetzalcóatl creó los hombres y las plantas que los alimentan. Los aztecas contaban esto así:
«Hicieron luego el fuego, y hecho, hicieron medio sol, el cual, por no ser entero, no relumbraba mucho, sino poco. Luego hiciron a un hombre y a una mujer: al hombre le dijeron Uxumuco y a la mujer Cipactonal. Y mandáronles que labrasen la tierra; y a ella que hilase y tejiese. Y que de ellos nacerían los macehuales, y que no holgasen, sino que siempre trabajasen. Y a ella le dieron los dioses ciertos granos de maíz, para que con ellos curase y usase de adivinanzas y hechicerías, y así lo usan hoy en día de hacer las mujeres.»
Tenían numerosos dioses:
-Coatlicue, la diosa de la tierra.
-Huitzilopochtli, el dios de la guerra.
-Frecuentemente aparece en la poesía Ipalnemoani (por quien se vive), la fuerza suprema.
-Cada aspecto de la vida sexual estaba asociado a un dios diferente. Así, Xochipilli era el dios de las flores, del amor, de la fertilidad y de las relaciones sexuales ilícitas; al igual que su esposa, la diosa Xochiquétzal, quien, además era protectora de la prostitución (que como se ha dicho antes, era lícita).
-Por su parte, Tlazoltéotl era la diosa del placer, la voluptuosidad, la fecundidad y la fertilidad. Ella protegía a las parturientas, a las parteras, a los hechiceros relacionados con el mundo amoroso y a los hombres de intensa actividad sexual
-Cada fenómeno atmosférico también era asociado a un dios: a Tlaloc las lluvias, a Quetzalcóatl Ehecatl los vientos.
Según los aztecas sólo se vive una vez, y la vida esta llena tanto de sufrimiento como de alegría y la única manera de perdurar tras la muerte es alcanzar la fama, si bien la propia fama desaparece cuando los mueren los que recuerdan al difunto.
Cultura: Ciencia: Astronomía
Era una de las ciencias de más tradición para los aztecas. gracias a sus observaciones determinaron con gran precisión las revoluciones del sol, de la luna, de venus, y, tal vez, de Marte; agruparon las estrellas en constelaciones (que no coinciden con las nuestras); conocieron la existencia de los cometas; la frecuencia de los eclipses de sol y de luna; y pudieron crear un complejo calendario.
Esta observación del cielo les permitió también desarrollar conocimientos de metereología y así predecir las heladas o establecer las características de los vientos dominantes.
No obstante, cada fenómeno atmosférico era asociado a un dios: a Tlaloc las lluvias, a Quetzalcóatl Ehecatl los vientos.
Cultura: Ciencia: Medicina
La medicina también tuvo un gran grado de desarrollo. Con su conocimiento de la naturaleza distinguieron propiedades curativas en diversos minerales y plantas. Los sacrificios humanos religiosos (que incluían la extracción del corazón y el desmembramiento del cuerpo) favorecieron un buen conocimiento de anatomía.
Sabían curar fracturas, mordeduras de serpientes. Posiblemente hubo "odontólogos" encargados de realizar deformaciones dentales.
Aunque la medicina era practicada por hombres y mujeres, parece ser que sólo las mujeres podrían encargarse de ayudar en los partos. La medicina estuvo muy ligada a la magia, pero el hecho de no atribuir la causa científicamente correcta a cada enfermedad no significó que no se aplicase el remedio conveniente.
Cultura: Arte: Orfebrería
Gracias a sus conocimientos de física los orfebres pudieron emplear varias técnicas en su trabajo (como la de la cera perdida), fundir oro con la plata, etc. Elaboraban todo tipo de figuras y adornos pulseras, collares, pectorales, pendientes, etc. Frecuentemente el metal se combinaba con piedras preciosas (turquesa, amatista, jade, cristal de roca) o con conchas.
Cultura: Arte: Arquitectura
Se construyeron pirámides escalonadas en Cholula, Xochicalco y Teotihuacán.
Cultura: Arte: Escultura
Los aztecas fueron hábiles escultores. realizaban esculturas de todos los tamaños, diminutas y colosales, en ellas plasmaban temas religiosos o de la naturaleza. Captaban la esencia de lo que querían representar y luego realizaban sus obras con todo detalle.
En las esculturas de gran tamaño solían representar dioses y reyes. Las de pequeño tamaño se reservaban para la representación de animales y objetos comunes. Se usó la piedra y la madera y, en ocasiones se enriquecían con pintura de colores o incrustaciones de piedras preciosas.
Cultura: Arte: Pintura
El color es fundamental en la pintura. Se trata de un color plano, sin matices ni sombras y, posiblemente con connotaciones simbólicas. Aparece ligada a la arquitectura, decorando los edificios.
Cultura: Arte: Plumería
Los adrornos hechos con plumas tuvieron gran importancia en América Central. Las plumas más apreciadas eran las del quetzal (verdes) las del tlauquecholli (rojas) y las del xiuhtototl (azul turquesa). Con ellas hacían tapices y adornaban mantas, máscaras rituales, escudos o trajes de guerreros.
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Leyes
Las leyes eran muy severas. Como en otras culturas antiguas los castigos eran diferentes según fuera el delito y el rango de quien lo cometía. Generalmente el castigo era más duro si quien había cometido el delito era un funcionario o noble importante.
Existía la pena de muerte para los delitos de asesinato, traición, aborto, incesto, violación, robo con fractura y adulterio. En este ultimo caso se procedía a la lapidación aunque la mujer era estrangulada previamente. Los guerreros podían escapar de la pena de muerte aceptando un destino permanente en zona fronteriza.
La embriaguez era considerada delito. Sólo era permitida, en algunas circunstancias, para los ancianos y los guerreros profesionales. El castigo podía ser la muerte o el rapado de cabeza (si era la primera vez que alguien no importante cometía esta falta).
Sociedad
El emperador azteca poseía un poder ilimitado, que abarcaba todas las cosas y todas las personas. Junto a él, los guerreros y sacerdotes formaban el grupo social de mayor poder. Los guerreros eran el principal apoyo del emperador y permitió la creación de un imperio muy poderoso pero aislado políticamente.
Apenas había grupos sociales intermedios. Si acaso, los comerciantes enriquecidos de la capital, que conseguían ascender intercambiando sus riquezas por prestigio en las fiestas que organizaban y ofreciendo alguno de sus esclavos como victima de un sacrificio ritual (cosa poco frecuente por ser muy costosa).
La mayor parte de la población eran artesanos, agricultores, servidores públicos, etc., que se organizaban en grupos de parentesco llamados calpulli.
También había esclavos que se usaban para el trabajo agrícola, el transporte, el comercio o el servicio doméstico. Algunos lo eran temporalmente, hasta que pagaran una deuda o una condena. Otros eran prisioneros de guerra que podían ser sacrificados a Huitzilopochtli.
Vida cotidiana. Educación
La educación era obligatoria. Las chicas eran educadas por sus madres en casa para realizar las tareas del hogar. Sólo las nobles podían ir a aprender a una especie de monasterio donde vivían hasta el momento del matrimonio. Para los chicos había dos tipos de escuelas: el telpochcalli y el calmecac. En el primero se estudiaba en la escuela pero se iba a dormir a casa; el segundo era un internado prácticamente reservado a los nobles.
La enseñanza de la religión era muy importante , pero también se aprendía escritura, lectura, historia y música.
Vida cotidiana. Sexualidad
Sólo había dos formas de relaciones sexuales permitidas: las que tenían lugar dentro del matrimonio; y las de guerreros solteros con sacerdotisas dedicadas a la prostitución ritual. Estas últimas estaban protegidas por la diosa Xochiquétzal, se presentaban adornadas y maquilladas y proporcionaban al hombre alucinógenos y afrodisiacos que estimulasen su apetito sexual. Siempre mantenían este tipo de relaciones antes de que lso guerreros partiesen a la batalla. El adulterio, sin embargo era severamente castigado (ver: leyes).
Cada aspecto de la vida sexual estaba asociado a un dios diferente. Así, Xochipilli era el dios de las flores, del amor, de la fertilidad y de las relaciones sexuales ilícitas; al igual que su esposa, la diosa Xochiquétzal, quien, además era protectora de la prostitución (que como se ha dicho antes, era lícita). Por su parte, Tlazoltéotl era la diosa del placer, la voluptuosidad, la fecundidad y la fertilidad. Ella protegía a las parturientas, a las parteras, a los hechiceros relacionados con el mundo amoroso y a los hombres de intensa actividad sexual.
La herencia de los aztecas
Lo que ha permanecido de la cultura azteca es una combinacuón de algunas costumbres del pasado con las ensañanzas de los frailes del siglo XVI. Pero no hay duda de que las características esenciales de la raza han persistido, debido a que el conquistador español practicó el mestizaje, nunca aisló al indígena en <<reservas>>. Este mérito se debe atribuir, en una gran parte, a la imposición de la Iglesia y, además, a la sangre caliente de los latinos. Con el simple hecho de recorrer la capital mexicana, es posible encontrar las huellas de los aztecas en los rostros, la corpulencia y las maneras de moverse de muchos hombres y mujeres.
Así se derrumbó la última esperanza
Poco a poco los españoles fueron ganando zonas de la ciudad, sin que ningún de momento dejaran de enfrentarse a unos enemigos que luchaban con la desesperación de unas leonas defendiendo sus camadas. No disponían de armas tan poderosas como las de sus enemigos, pero las rocas de sus parapetos necesitaban muchos disparos de cañón para ser abatidas. Cuando esto sucedía, ya habían reforzado las otras. Además, se estaba librando la guerra por las calles, donde contaban con una cierta ventaja al controlar las zonas altas.
El avance de los españoles era muy lento, lo que estaba suponiendo que los aztecas mantuviesen la esperanza de que sus dioses podían cambiar el desarrollo de la guerra. Y creyeron que acababa de suceder en el momento que recibieron el apoyo de los xochimilcas.
Éstos se habían mantenido neutrales; sin embargo, una noche consiguieron infiltrarse con sus silenciosas embarcaciones entre las galeras españolas. Sumaban varios centenares. Cuando se pusieron al servicio de Cuauhtémoc, éste se mostró tan entusiasmado que los regaló montañas de telas finas, mantas y varios sacos de cacao, lo que se consideraba un verdadero tesoro.
Al día siguiente los españoles fueron obligados a retroceder. En medio de la euforia que los dominaba, al llegar la noche los aztecas descubrieron que sus nuevos aliados pretendían que se les concediera como esclavos a las mujeres y a los niños. Algo tan indigno que no se aceptó, lo que desencadenó una pelea entre los dos bandos. Todos los xochimilcas fueron exterminados.
¡Los dioses no eran sus aliados! Esta idea condujo a que Cuauhtémoc rindiese la ciudad. A pesar de lo cual intentó escapar, en compañía de su familia; pero la canoa en la que iban fue interceptada por una galera española. Al ser llevado el jefe azteca ante Cortés, la dignidad de su figura impresionó a todos. Sin que supusiera un alivio para el destino que le esperaba.
Como no pudo entregar ningún tesoro, por mucho que le fue reclamado, debido a que parte del mismo se encontraba hundido en los canales, al haberlo perdido los codiciosos extranjeros que lo acababan de robar, se le hizo prisionero. Se sabe que se le sometió a tortura, hasta que murió ahorcado pocos años más tarde, al parecer por órdenes de Cortés. En la actualiad, México le considera uno de sus héroes nacionales.
El juego de pelota “Tlachtli”
El juego de pelota, tlachtli, se jugaba en un patio que tenía forma de “H” acostada. A ambos lados del travesaño de la H se extendían los muros y en el medio de cada uno se insertaba verticalmente un anillo de piedra o de madera, a diferencia de la posición horizontal del aro en el juego del baloncesto que hoy conocemos.
Los jugadores trataban de pasar a través de este anillo una pelota de hule macizo, a la cual sólo le podían pegar con los codos, las caderas o las piernas. Debe haber habido otros métodos de señalar los puntos además del antes mencionado, pues éstos, naturalmente, raras veces se lograban; tan es así que cuando tal sucedía los jugadores y sus partidarios tenían el derecho a despojar de sus ropas a los contrarios.
Este deporte se jugaba por todas
partes, pues se han encontrado lugares donde se practicaba desde la
república de Honduras hasta el sudeste de Arizona; y tiene un interés
especial por que la primera descripción del hule, tan importante en la
economía moderna de la zona, fue hecha cuando Oviedo escribió en el
siglo XVI acerca del juego y de la pelota que se empleaba en sus
prácticas
El trueque
Los aztecas no conocían la moneda, a
pesar de lo cual emplearon como un medio similar el grano del cacao,
cañones de pluma de ave llenos de oro o navajas en forma de media luna
que se labraban con finas hojas de cobre martilleado. Como lo hicieron
de una forma sistemática, esto nos lleva a considerar que utilizaban
esos productos para el trueque en el mercado. Los <<jueces>>
que ocupaban el edificio principal eran los encargados de establecer
una especie de valoración de estos productos, con el fin de que el
intercambio resultara de lo más equitativo.
Como los aztecas consideraban que el jade, lo mismo que las piedras que se le parecían, tenían mucho valor, también las utilizaban como <<monedas de cambio>>. Sin embargo, nunca vieron el oro como algo valioso, a pesar de que lo emplearon para sus adornos al gustarles su brillo. Lo mismo podríamos decir de la plata. Esto sorprendió a los españoles que, como sabemos, estaban en América para conseguirlo a toda costa.
La hábil estrategia de Cortés
Cortés se negó a volver a pensar en la ciudad de México-Tenochtitlán, porque se hallaba en un inmenso territorio que debía conquistar. Lo hizo firmando alianzas, derrotando a los pocos rebeldes y asegurándose de que no dejaba enemigos a sus espaldas. Como disponía de un ejército poderoso, donde los indígenas aliados multiplicaban por más de cien el número de los españoles, la mayoría de sus operaciones supusieron una especie de fatigoso paseo, con unas largas o cortas etapas de diplomacia, en las que intervino Marina como la más eficaz embajadora por su condición de hija de uno de los jefes mexicanos más importantes.
Dado que el héroe extremeño no dejaba de esta informado de lo que ocurría en aquel enorme país, cuando conoció el resentimiento nacido en Texcoco al haber elegido los aztecas un jefe guerrero, lo que consideraron una amenaza, supo obtener partido. Ya había vencido a una parte de estos guerreros en la batalla de Otumba, a pesar de lo cual pudo convertir a todo el pueblo en su aliado. Y esto le proporcionó una situación privilegiada, al establecer su campamento en las proximidades del lago de México-Tenochtitlán.
Los españoles habían dispuesto de muchos meses para preparar su plan de asedio. Entre las variadas técnicas que estaban creando para adaptarse a las dificultades del lugar, hemos de destacar la de construir pequeñas galeras, que al ser desmontadas fueron llevadas desde los bosques a las alturas del lago, donde pudieron ser ensambladas en pocos días. Entre el gran número de carpinteros destacaron infinidad de indígenas amigos. Cuando se echaron al agua estos barcos, se pudo comprobar el gran poder destructivo de los cañones instalados en las cubiertas, a la vez que la gran maniobrabilidad de las embarcaciones, ya que consiguieron destruir centenares de falúas y otros pequeños botes aztecas y, luego, cercar las grandes calzadas.
Expedición de Hernán Cortés desde Cuba hasta Tenochtitlan.
Pero los habitantes de la ciudad se defendieron con tenacidad, hasta el punto de que las paredes destruidas por el día eran reforzadas al llegar la noche. También se cuidaron de quemar los puentes que habían instalado los españoles. Esto se fue repitiendo durante varias semanas.
En vista de que el sistema de asedio no resultaba efectivo, Cortés dio la orden de que sus aliados asaltaran la ciudad, para destruir la mayor cantidad de casas posibles. Con la nueva estrategia logró rellenar de cascotes algunos de los canales, lo que permitió que se pudieran utilizar los caballos. Ésta había sido la principal dificultad; y al solucionarla, facilitó la creación de unas cabezas de puente, las cuales los aztecas se vieron incapaces de destruir en su totalidad.
¡De repente, el mundo azteca se convulsionó!
Nadie pudo explicarlo en los primeros momentos; sin embargo, ¡de repente, el mundo azteca se convulsionó! Nevó en México-Tenochtitlán cuando llevaba muchos años sin hacerlo. Al poco tiempo, entró en erupción el volcán Popocatépetl, que había permanecido casi un siglo apagado… ¡Pero lo que más conmocionó a todos fue saber que acababa de nacer un niño con dos cabezas!
Se organizaron nuevas expediciones bélicas para obtener ungran número de prisioneros, ya que los dioses estaban exigiendo que se celebraran sacrificios humanos. Las gentes acudieron en masa a los templos; y Moctezuma no pudo dar un paso sin que le rodearan cientos de desesperado exigiendo respuestas a tanto presagio de calamidades. El concilio de sacerdotes se hallaba reunido desde hacía meses, sin ponerse de acuerdo respecto al significado de tantas malas señales.
Una tarde llegó el rey de Texcoco, al que se consideraba uno de los grandes magos de México, para contar a Moctezuma que los <<dioses le acababan de revelar que iba a perder su reino irremisiblemente >>.
Precisamente ese año, 1519, se conmemoraba la marcha de aquellas tierras de Quetzalcóatl, el único que se había opuesto a los sacrificios humanos. La leyenda contaba que subió a un barco, con el que se alejó por el Gran Lago (nombre que los aztecas daban al océano Atlántico); sin embargo, antes de partir anunció que volvería. Como su nacimiento ocurrió en el año Ce-Acatl(<<1-Caña>>, se le esperaba desde 1363 en ciclos de cincuenta dos años, uno de los cuales coincidía con 1519.
Moctezuma se hallaba tan apesadumbrado, a pesar de que se estaban arrancando cientos de corazones humanos en los altares de los templos, que se pasaba todo el día y parte de la noche rodeado de astrólogos, augures, nigromantes y médiums, ninguno de los cuales hallaba la forma de calmar a los dioses.
Porque el mayor peligro, lo inexplicado, estaba viniendo desde las costas. En 1502, un año antes de la coronación de Moctezuma, Cristóbal Colón estableció contacto con el pueblo maya. Lo hizo en su cuarto viaje. La noticia, o la versión de la misma según la perspectiva indígena, recorrió las selvas de Yucatán, atravesó las llanuras de México, supero montañas, bosques y ríos, hasta llegar a Tenochtitlán, donde sólo pudo ser interpretada como una nueva tragedia.
También tuvo un eco dramático la presencia de otros hombres blancos que habían llegado del Gran Lago en unas montañas flotantes tan resplandeciente como el sol 3. Y éstos debieron ser Martín Yáñez Pinzón y Juan Díaz de Solís, que acababan de bordear las playas de Yucatán en un viaje de exploración. A partir de entonces fueron muchos los que fueron desembarcando, hasta que lo hicieron Hernán Cortés y sus hombres, con un intencionado propósito de conquista… ¡A partir de este momento sí que puede afirmarse que ningún monarca de la historia de los aztecas se iba a ver obligado a combatir un peligro tan terrible, de proporciones apocalípticas, como el supersticioco Moctezuma!
La familia de Moctezuma
Moctezuma se podía casar con una sola mujer y mantener tantas concubinas como quisiera. En esto no se diferenciaba en nada de cualquier otro azteca, a excepción de que al ser más poderoso el número de sus mujeres resultaba muy numeroso. Ya hemos escrito que la esposa principal era la única que tenía derechos, actuaba como el <<ama>>, mientras que las concubinas se encontraban por debajo de ella, a pesar de que algunas compartiesen más tiempo el lecho de Moctezuma.
Se cree que éste había tenido más de ciento cincuenta hijos, lo que resultaba ridículo si lo comparamos con el número de mil quinientos que se le atribuían a Netzahualpilli, el monarca de Texcoco, que era aliado de México-Tenochtitlán. Esto lo explica von Hagen con el siguiente razonamiento: En una sociedad donde la guerra tomaba las vidas de los hombres con mayor rapidez de lo que podían ser creadas por simple nacimiento monógamo, la poligamia parecía más funcional. Además, nada favorece tanto un matrimonio y, consecuentemente, la estabilidad social, como la indulgencia en la poligamia temporal.
En el terreno político, Moctezuma gobernó perfectamente. Nadie duda que fortaleció su imperio con mayor eficacia que ningún otro, ya que se cobraba tributo a más de trescientas setenta y una ciudades. La justicia se hallaba correctamente estructurada. Si se producía alguna deficiencia, él mismo Moctezuma se disfrazaba de súbdito para comprobarlo personalmente. Si descubría que era auténtica la acusación, daba orden de que se destituyera al <<indigno de su confianza>> y que, luego, se le arrebataran todas las propiedades, pero haciéndolo de tal manera que no se perjudicara a los familiares inocentes. Tenía motivos para ser muy feliz; y soñaba con que ningún tipo de sombras enturbiase el horizonte de su grandeza. Sin embargo…
El adiestramiento de un Monarca
Se contaba que Moctezuma era un gran maestro en el uso de cualquier tipo de armas, sobre todo la espada de obsidiana y el arco, como pudo demostrar en las frecuentes cacerías en las que participó. Pero no hacía ostentación de ello, acaso porque desde niño le habían gustado más los silencios que las largas conversaciones. Esta especie de reserva a manifestar sus pensamientos llegó a ser tan bien considerada, que hasta sus maestros la elogiaban, debido a que cuando le escuchaban no podían reprocharle ningún error en las breves y precisas exposiciones. Por eso decían de él: el joven Moctazuma es sabio porque deja que reposen sus pensamientos lo suficiente, lo que permite que al convertirlos en palabras resulten muy concretos; además, acostumbra a utilizar las frases correctas.
Pero no sólo era un buen orador, aunque reservado, sino que aprendió con facilidad la escritura ideográfica. Esto le permitió adentrarse en los mundos de la astronomía, la astrología, el manejo de los calendarios, las técnicas de la adivinación y los tonalámatl (libros empleados para reforzar la memoria). Como entendió que toda esta ciencia era demasiado importante, se cuidó de hacerla más hermética, debido a que lo sagrado nunca debía ser <<vulgarizado al ponerlo a la altura de los ignorantes>>.
El cronista José Acosta dejó escrito que Moctezuma aprendió de la religión hasta sus más pequeños rituales, por eso siempre se mostró tan escrupuloso con las actividades que se mantenían en el interior de los templos. En esto demostró la personalidad de un ser grave y respetuoso de las normas. Al verle comportarse con tanta dignidad y valentía, ya que era el primero en acudir a un lugar donde se hubiera producido una catástrofe, el pueblo terminó por decir que el nombre de Moctezuma significaba <<el Valeroso>>, lo que nunca podemos considerar exagerado.
Lo que sí forma parte de la leyenda es la anécdota de que cuando Moctezuma fue elegido como gobernante, los altos dignatarios que le buscaban para comunicarle su nombramiento, le fueron a encontrar barriendo los ciento treinta y tres escalones del templo. Con este gesto pretendió demostrar que nunca había deseado el Imperio, pero como así lo habían querido los cuatro grandes consejeros, él no podía negarse. Una vez se encontró ante el lar de los dioses, se cuidó de extraer sangre de sus orejas y de sus piernas, porque era lo que imponía el ritual.
La muerte de Moctezuma
En infinidad de ocasiones intentaron los españoles hallar una vía de escape, sin conseguirlo al estar ocupadas todos las alturas de las casas y los múltiples canales por guerreros, que no cesaban de disparar flechas e infinidad de proyectiles.
Cuando un cansado Cortés llegó a Tenochtitlan el 24 de junio con un ejército de unos mil cuatrocientos españoles y dos mil guerreros tlaxcaltecas, se encontró con una ciudad silenciosa. Moctezuma le había pedido a su pueblo suspendiese sus ataques, y habían obedecido a regañadientes, pero estaba ya perdiendo su autoridad.
A su regreso, Cortés liberó del cautiverio al hermano de Moctezuma, Cuitláhuac, para garantizar la reapertura del gran mercado de Tlatelolco. En un día la ciudad se levantó en armas, y los españoles se encontraban en peligro de ser atrapados.
Cortés convenció a Moctezuma para ir a la azotea del palacio de Axayácatl y dirigirse a su pueblo para detener sus ataques, pero como él trató de discutir con sus atacantes, fue golpeado y herido por tres piedras de entre las rocas y la lluvia de flechas dirigidas ya fuese a él en persona como a su guardia española (véanse cats. 115 y 118).
Llevado abajo, se negó a cubrir sus heridas, pero su gravedad no es clara. Tres días después, el 30 de junio, ya que los españoles estaban planeando una retirada nocturna de la ciudad, Bernal Díaz del Castillo y sus compañeros se percataron para su sorpresa que estaba muerto. “Cortés y todos nosotros capitanes y soldados lloraban por él, y no había nadie entre nosotros que lo hubiese conocido y hubiese tenido tratos con él que no le llorase como si fuera nuestro padre, que no es de extrañar, ya que era tan bueno.”
La causa exacta de la muerte de Moctezuma, como mucho sobre el último año de su vida, sigue siendo un misterio. En efecto, bien pudo haber muerto de sus heridas, como Cortés y otros españoles informaron.
Por otra parte, fray Diego Durán, el autor de “La historia de las Indias de la Nueva España”, asegura por sus informantes indígenas que, después de que los españoles habían sido expulsados de la ciudad, fue encontrado muerto con una cadena alrededor de sus pies y cinco puñaladas en el pecho. “Junto a él había muchos nobles y grandes señores que habían sido mantenidos presos con él. Todos ellos habían muerto antes que los españoles abandonaran el edificio.”
No hay duda de que en el momento de su muerte Moctezuma había perdido con tanta claridad su autoridad que había dejado de ser de alguna utilidad para los españoles. Intentar llevarlo, o a los miembros de su séquito, con ellos habría simplemente sumado dificultades a sus problemas. La decisión de deshacerse de él en el sitio fue dura, pero si al final Moctezuma, por una vez consiguió lo mejor de Cortés al morir antes que los españoles pudiesen matarlo es algo que nunca se sabrá.
La noche de la muerte de Moctezuma, que ocurrió entre el 30 de junio y el 1 de julio, ha pasado a la historia como la Noche Triste, la noche del dolor.
Al amparo de la oscuridad, Cortés y sus hombres comenzaron su huida por la calzada de Tlacopan, que, como las demás calzadas, tenía removidos sus puentes. Alertados por su retirada, los habitantes comenzaron a atacarlos desde sus canoas. Durante la lucha desesperada que siguió, Cortés probablemente perdió unos seiscientos de sus hombres, junto con un gran número de sus seguidores tlaxcaltecas.
Pero él, y el remanente de su ejército destrozado, lograron finalmente fugarse y, aunque bajo constante ataque a lo largo del camino, encontraron refugio en territorio amigo.
Tlaxcala, a pesar del contratiempo, se mantuvo fiel, y la alianza sería decisiva para la final victoria española. Hubo división de opiniones en muchos de las ciudades-Estado tributarias, pero el continuo fortalecimiento de la alianza española-tlaxtcalteca y la perspectiva del fin de la dominación mexica fueron fuertes incentivos para prestar apoyo a los españoles en su momento de mayor debilidad.
En el mundo fragmentado mesoamericano de una pluralidad de comunidades tribales, la presencia de estos intrusos, con sus caballos y armas de fuego, brindó la oportunidad de sacudirse el yugo mexica que era demasiado buena para ser desaprovechada.
Mientras Cortés reagrupaba a sus hombres en preparación para lo que sería un intento cuidadosamente planeado para retomar Tenochtitlan, los mexicas, que habían perdido a muchos de sus nobles en la masacre de Alvarado y los combates posteriores, eligieron a Cuitláhuac para suceder a su hermano como líder.
Sin embargo, la epidemia de viruela se movía inexorablemente hacia la capital, y para finales de noviembre de 1520 Cuitláhuac sucumbió a la enfermedad. Su primo, Cuauhtémoc, quien tenía fama por su valentía, fue elegido para sucederle. Los estragos de la viruela, junto con la muerte de un líder y la elección de otro, hicieron difícil que los mexicas atacaran a los españoles cuando éstos se encontraban en su momento de mayor debilidad. En su lugar, optaron por armar un gran ejército y esperar al enemigo en la cuenca de México.
Cortés, por su parte, trató de dominar las ciudades locales antes de lanzar su asalto a Tenochtitlan. Por encima de todo, era esencial para él tener el control del lago de Tetzcoco, y ordenó la construcción de trece bergantines, que resultaron cruciales para su éxito final.
El 31 de mayo de 1521 se encontraba por fin listo para la salida en el sitio de Tenochtitlan, y, después de dos meses de una desesperada lucha, las fuerzas combinadas de españoles y sus aliados indios había ganado claramente la batalla. El 13 de agosto, la ciudad cayó, y Cuauhtémoc fue capturado cuando intentaba escapar en una canoa.
Cortés y sus aliados habían conquistado un imperio para Carlos V, pero la hermosa ciudad de Tenochtitlan, que había fascinado tanto a los españoles cuando por primera vez la vieron, estaba en ruinas.
El absurdo comportamiento de los aztecas
México-Tenochtitlán había quedado al mando de Alvarado, que sólo era un buen soldado, pero no un diplomático. Además, en ningún momento se había molestado en informarse sobre las costumbres de los indígenas. Por todos estos motivos, al conocer que aquellos se hallaban reunidos en el tiempo, sólo consideró el gran número de los mismos. Y en lugar de intentar averiguar que estaban celebrando una fiesta pacífica en honor del Dios Huitzilopochtli, asaltó el lugar con casi todas sus fuerzas y no dejó a nadie vivo. Las víctimas debieron sumar más de un millar.
Esto desencadenó una feroz represalia por parte de los aztecas, los cuales consiguieron que los españoles y sus aliados tlaxcaltecas retrocedieran. Ellos perdieron a muchos de sus hombres; sin embargo, causaron importantes bajas en sus enemigos, lo mismo que cientos de prisioneros, la mayoría indígenas muy asustados.
Como no formaban un ejército organizado, ni contaban con alguien que supiera dirigirlos, en lugar de perseguir a los que retrocedían, cometieron el error de pararse a cortar las cabezas de los cadáveres y, más tarde, a someter a sacrificios humanos a los que acababan de apresar. Una pérdida de tiempo, que permitió a los extranjeros rehacerse y, lo mejor para ellos, encontrar unos lugares donde fortificarse. Mientras, los aztecas estaban convencidos de que era suya la victoria, por el simple hecho de que estaban colocando en sus templos las primeras cabezas de los <<hombres blancos>>, a los que ya considerarían <<vulnerables>>.
Celebrando todas estas ceremonias, que resultaban imprescindibles para ganarse el favor de sus dioses, continuaron cometiendo grandes errores. El más importante fue que permitieron el regreso de Cortés en cabeza de un gran ejercito. Durante los primeros días la batalla adquirió un tono favorable a los recién llegados, hasta que el excesivo número de aztecas dio la vuelta a los resultados. Y mal lo hubiera pasado Cortes de no haberse podido encerrar en palacio de Axayácatl, donde quedó cercado por decenas de miles de indígenas, que no cesaban de gritar y de arrojarles piedras.[/size
El Mago Colibrí
Desde el principio de los tiempos los aztecas sabían que su dios principal era Huitzilopochtli, el Mago Colibrí, porque él loshabía guiado desde las áridas tierras del norte a la maravillosa ciudad de México-Tenochtitlán. Antes llegaron a rezar a muchos dioses, pero sólo cuando eligieron a éste recibieron los grandes favores. Por eso quisieron los sacerdotes que representara al Sol, al guerrero más joven y victorioso, capacitado para librar toda clase de batallas sin conocer la derrota, el que más se empeñaba en facilitar la supervivencia de la raza humana de los aztecas.
Se contaba que el Mago Colibrí no dormía, a pesar de que sus grandes luchas las librada en el cielo contra la Luna y las estrellas, porque necesitaba la luz de todos para reforzar los suyos propios, que al amanecer enviaría a la tierra para que germinase el maíz y los hombres incrementasen sus fuerzas. Tanto bien brindada a su pueblo que se merecía los mayores sacrificios. Otros dioses se hubieran conformado con tortitas de maíz o unas jarras de pulque, Huitzilopochtli nunca, porque necesitaba lo más valioso del hombre, lo que le mantenía vivo: la sangre.
Los cantos religiosos
Entre los versos cantados los mismos aztecas destacaban el teocuicatl (canto religioso o divino), que en realidad era un himno. Los transcriptores que ayudaron a Sahagún nos han dejado testimonios de algunos de ellos, lo que permite valorar el sentimiento de todo un pueblo y, al mismo tiempo, la enorme carga de elementos esotéricos y de metáforas que se ultilizaban. Al leer uno de ellos conviene tener en cuenta que quienes lo cantaban no permanecían quietos, pues estaban obligados a representarlo con gestos, movimientos y hasta utilizando máscaras.
La flor, mi corazón, se ha abierto,
él, el señor de la media noche.
Ha venido nuestra madre,
ha venido la diosa Tlazoltéootl.
Ha nacido el dios del maíz
en la casa del descenso (del nacimiento)
en el lugar donde están las flores (paraíso)
el (que se llama) una flor.
Ha nacido el dios del maíz
en el lugar de la lluvia y de la niebla.
donde se hace a los hijos de los hombres,
donde se pescan los peces preciosos.
Al punto se hace de día,
levántase la Aurora,
y (en las flores) chupan los
diversos pájaros quechol
en el lugar donde están las flores.
él, el señor de la media noche.
Ha venido nuestra madre,
ha venido la diosa Tlazoltéootl.
Ha nacido el dios del maíz
en la casa del descenso (del nacimiento)
en el lugar donde están las flores (paraíso)
el (que se llama) una flor.
Ha nacido el dios del maíz
en el lugar de la lluvia y de la niebla.
donde se hace a los hijos de los hombres,
donde se pescan los peces preciosos.
Al punto se hace de día,
levántase la Aurora,
y (en las flores) chupan los
diversos pájaros quechol
en el lugar donde están las flores.
Las siete cuevas
Los aztecas debieron dar comienzo a su larga marcha hacia el año 1168. Tardarían más de un siglo en llegar al valle de México. Uno de sus asentamientos ha recibido el nombre de Chicomoztoco <<Las Siete Colinas>>, con lo que se ha pretendido indicar la costumbre de vivir en las montañas. Como no habían dejado de avanzar, se fueron encontrando con distintas tribus, que les obligaron a combatir. Esto comenzó a forjar en los dirigentes de este pueblo trashumante la necesidad de formarse como guerrero.
Una vez cruzaron la región de Michoacán, entraron en el altiplano por la zona de Tula. Conviene tener en cuenta que estamos mencionado un proceso de cien años, luego el avance resultó lento, con largas paradas en busca de las regiones más propicias. En este tiempo aprendieron a cultivar el maíz; y lo convirtieron en su alimento básico. También comenzaban a ser dirigidos por los sacerdotes, a los que daban el nombre de <<portadores de dios>>.
La concepción del mundo
Los aztecas consideraban que antes habían existido varios soles. Habían sido el sol de la tierra, seguido de aquellos del viento, del fuego y del agua. Todos perecieron en un cataclismo. El quinto sol fue creado en Teotihuacan. Los dioses se reunieron para designar a quien tendría el honor de encarnar al nuevo astro. Este Sol era el del movimiento. Pero, como los precedentes, su destino era desaparecer también en un cataclismo. Es esta perspectiva pesimista el origen de la visión místico-guerrera de los aztecas. Tlacaelel logró persuadir a los sabios de que se podría evitar la muerte del Sol alimentándolo de agua preciosa. Este líquido era la sangre de seres humanos que habría que sacrificar para asegurar la supervivencia del astro solar. Para que no falte jamás el agua preciosa, Tlacaelel instaura el principio de las “guerras floridas” entre las ciudades de la Triple Alianza. El objetivo era de obtener suficientes prisioneros para los sacrificios. Para que el Sol viviera, la guerra se volvía indispensable. Los aztecas justificaban entonces sus conquistas por la misión suprema que debían cumplir.
En todo el valle de México los nuevos códigos ilustraron la potencia de Huitzilopochtli y la grandeza del pueblo mexica.
La mujer azteca
Las mujeres aztecas más humildes nunca superaban la altura de 1,45, lo que les daba una falsa apariencia de frailidad.En la sociedad azteca la mujer se tenía que mover dentro de un ámbito machista y militarizado. Su destino siempre estuvo signado por el cumplimiento de preceptos morales y obligaciones cotidianas.Las mujeres se encontraban sustraídas de todas las actividades que tuvieran relación con el poder y el prestigio. Tenían que atender a sus esposos y a sus hijos más todas las labores hogareñas.
Culturalmente se encontraban descalificadas, debían guardar silencio ante la presencia del hombre y obedecer sumisamente cada uno de los deseos y ordenes.
Por otro lado fueron un pilar para la unidad familiar, el trabajo y el culto.
La clase social baja
En este grupo se contaba la mayor parte de la población. Fuera de las grandes ciudades su ocupación principal era el cultivo de la tierra, pero en aquellas el espectro profesional era diverso, agrupando artesanos, oficiales, servidores públicos, etc. La riqueza constituía un factor diferenciador, pero el más característico era la condición de la persona a la que debían pagar el tributo: un tlatoani, un noble, otro macehualli, etc.
Los renteros cultivaban la tierra de los nobles y estaban ligados a ellas. Si la tierra cambiada de manos, el nuevo señor lo era también de renteros. Transmitían sus parcelas por herencia y estaban obligados a dar al señor una parte de la cosecha y servicios como el de aprovisionar la casa señorial de agua y leña. Entre los renteros podían figurar comerciantes, artesanos, etc., que tributaban al señor parte de lo que producían.
Originalmente, la clase social baja estaba organizada en grupos de parentesco, llamados calpulli. La tierra era posesión común, y se adjudicaban parcelas a los componentes para que las cultivaran. Quien dejaba de hacerlo dos años, las perdía. Cuando un hombre creía que el lote que le había correspondido no era bueno, o se sentía con fuerzas para realizar más trabajo, podía rentar tierras de otro calpulli o de un señor. Al frente del calpulli estaba el calpullec, asesorado por los ancianos. El calpullec llevaba el registro de las parcelas y se preocupaba de que el grupo tomara a su cuidado el cultivo de las parcelas de las viudas, de las de los impedidos y las destinadas al beneficio de la comunidad.
El calpulli actuaba de forma corporativa para dar tributos o servicios, incluidos los guerreros, y tenía dioses y templos particulares. En cada uno había una escuela o telpochcalli (“casa de jóvenes”) en la que se impartía la instrucción obligatoria que permitía a los jóvenes integrarse en la comunidad. De allí salían para casarse y convertirse en miembros plenos de su grupo, hasta que a los 52 años quedaban relevados de sus obligaciones tributarias y recibían prerrogativas como la de poder consumir bebidas alcohólicas.
Al frente de los telpochcalli había un telpochtlato (“el que habla a los jóvenes) que inculcaba a sus discípulos el rígido y austero sentido de vida mexica y los instruía en las artes de la guerra. Los niños aprendían de sus padres diversos oficios, ya que lo más frecuente era que siguieran la profesión familiar. Las niñas aprendían de sus madres las labores de la casa, cocina y tejido.
Dos tipos diferentes de personas han recibido el nombre de esclavos en la sociedad azteca, aunque ninguna de estas personas pertenecía propiamente a dicha clase social.
Por un lado estaban los que efectuaban algún trabajo para otro, como pago por bienes recibidos con anticipación, para solventar una deuda o como condena por un delito, principalmente el robo. Estas personas no perdían su condición social ni sus bienes, eran libres para casarse o para tener servidores y se liberaban de la obligación contraída pagando la cantidad que habían recibido. Por ello su situación se asemejaba más a un contrato de venta de fuerza de trabajo. Quien no cumplía sus compromisos y era amonestado públicamente tres veces, podía ser transferido a otro amo. Si esta situación se repetía tres veces, pasaba al segundo grupo de “esclavos” y podía ser vendido para el sacrificio. A este segundo grupo pertenecían, sobre todo, los prisioneros de guerra destinados a saciar la sed de sangre del dios mexica, Huitzilopochtli.
Había contratos en los que una familia se comprometía a servir a determinado señor, turnándose en la tarea diversos miembros. Si el servidor moría en casa del señor, el contrato se daba por terminado.
Los servicios de estos “esclavos” eran utilizados preferentemente en el trabajo agrícola, el transporte, el comercio y el servicio doméstico.
La clase social alta
La sociedad azteca evolucionó en el transcurso de la construcción del imperio, siguiendo las ciudades un proceso más acelerado. En líneas generales, los mexica pueden ser divididos en dos grandes grupos: poseedores y desposeídos. El factor diferenciador es la posesión de la tierra, teóricamente reservada a los señores, guerreros y comerciantes. Otros factores, como la riqueza y el prestigio, fueron ganando importancia, sobre todo en Tenochtitlán, ayudando al surgimiento de clases intermedias que suavizaban las diferencias. Así, hubo artesanos que llegaron a poseer tierras y macehualtín (gente común) exentos del pago de tributos. Dentro de cada grupo había divisiones que escalonaban la pirámide social.
Teóricamente había movilidad en la sociedad azteca, pero la práctica era complicada. Un individuo podía progresar destacando en la guerra, el sacerdocio o el comercio. La guerra era considerada la actividad por excelencia del azteca y en ella refrendaban los hijos de los nobles el prestigio que habían heredado. La gente común podía encumbrarse a la nobleza capturando enemigos en el combate, principalmente guerreros de Huexotzinco, Tlaxcala o Atlixco. La captura de cuatro de ellos daba rango, pero los hijos de los nobles, con una superior preparación para el combate y ocupando los puestos claves en el campo de batalla, gozaban de mayores posibilidades.
Los comerciantes labraban su ascenso ofreciendo costosas fiestas en las que intercambiaban riquezas por prestigio. El ascenso en la escala social les permitía hacer negocios cada vez más pingües. El grado más alto lo obtenían sacrificando esclavos comprados. Cualquiera que pudiera costear el sacrificio ritual de un esclavo elevaba su estatus, pero los altos costos restringían mucho las posibilidades de conseguir ese honor.
En lo alto de la pirámide social se encontraba el tlatoani (“orador”). Había uno en cada ciudad principal, con poder militar, civil y religioso. Un tlatoani podía estar sujeto a otro más importante, como ocurrió antes de la conquista con el tlatoani de Tenochtitlán, llamado Huey tlatoani (“Gran orador”), que era la más alta autoridad del imperio. Siempre recibía tributo y sumisión de sus dominios. Eran frecuentes los vínculos familiares entre los señores de diferentes ciudades, sobre todo después de la activa política matrimonial desplegada por Tenochtitlán. El título se heredaba dentro de un linaje, con ligeras variaciones de una localidad a otra: de padres a hijos, de hermano a hermano, etc. En Tenochtitlán había preferencia por un hermano, pero había un consejo de electores que decidía quien era el más idóneo. En el caso de las ciudades sometidas, el huey tlatoani debía sancionar la elección, lo que le permitía ejercer un fuerte control político.
Por debajo de los tlatoque (plural de tlatoani) se situaban los tetecuhtin (singular: tecuhtli) o señores. Este título se otorgaba como recompensa a acciones sobresalientes y estaba dotado de tierras y servidores. Muchos tetecuhtin ejercían cargos administrativos o eran jueces. Aparte de estos cargos, tenían como misión administrar sus dominios y la gente que residía en ellos, sirviendo a su tlatoani cuando estos lo demandaron. No era un título hereditario, aunque en la sucesión se prefiriera a un hijo del fallecido, si reunía suficientes méritos.
Los hijos de los tlatoque y tetecuhtin recibían la categoría de pipiltin (singular: pilli), que literalmente significa “hijos”. Tenían tierras en el interior de las propiedades de su tecuhtli y actuaban como embajadores, administradores de justicia y recaudadores de tributo. Mientras que el número de tetecuhtin y tlatoque estaba limitado por el número de plazas disponibles, podía ser pilli todo el que nacía dentro de una familia noble.
La posesión de tierras cultivadas por renteros daba a los nobles independencia para dedicarse a la guerra y ocupar cargos públicos. Tenían tribunales particulares, escuelas exclusivas y prerrogativas como la de poder ser polígamos o lucir ciertos distintivos del estatus en sus atuendos.
Los recién llegados a la nobleza, o gente común que lograba el ascenso, tenían un lugar de reunión separado del resto de los nobles. Eran llamados nobles -águila- o nobles- tigre y estaban exentos del pago del tributo. Siempre se les recordaba su origen humilde, pero sus hijos eran pipiltin desde el nacimiento. Tenían otras limitaciones, como no poder usar en sus trajes guerreros ciertas plumas e insignias, reservadas a los nobles de cuna, o no poder tener renteros.
El calpulli, base de la estructura social azteca
El término calpulli significa “grandes casas” y se utilizaba para designar unidades de la sociedad azteca constituidas por parientes ficticios, es decir, personas que creían descender de un mismo antepasado, quien generalmente, era un ser mitológico. Todos vivían en un mismo sector de la ciudad, ejerciendo, en común, la propiedad de las tierras que les habían sido asignadas. En Tenochtitlán existían 20 calpullis integrados tanto por mexicas originarios como por extraños que se habían fundido con la nación azteca. Por su función se asemeja a un clan; sin embargo, entre sus miembros había diferencias de riqueza, posición social y poder. De ahí que se les halla denominado clan conico, cuya cúspide era ocupada por quienes estaban más cercanamente relacionados con el ancestro fundador; en la base se hallaba la gran mayoría de sus componentes.
El calpulli era, además, una unidad religiosa y militar. Sus integrantes adoraban un mismo dios en templos erigidos dentro de sus tierras, y combatían en los mismos destacamentos. Para tal efecto recibían instrucción militar en el telpochcalli, o escuela de guerreros, que cada calpulli mantenía.
Jefe de ellos era el calpullec, designado vitaliciamente, dentro de la misma familia, por los demás miembros del calpulli. Actuaba como juez en litigios menores, representaba al calpulli en el consejo azteca, dirigía la educación de los niños y, por sobre todo, repartía las tierras entre las familias de acuerdo al número de componentes.
Las evidencias señalan que la mayoría de los 20 calpullis habitaban uno de los sectores de Tenochtitlán: el correspondiente a los campesinos, lo cual indica que su importancia estaba directamente relacionada con las funciones que ejercían sus más destacados integrantes.
El calendario
Los aztecas, al igual que los mayas, tenían un sistema matemático vigesimal. Las cifras de 1 a 19 las escribían con un dedo, puntos o circulitos coloreados; el número 20 se expresaba por medio de una bandera; el 400 por una pluma y el 8.000 por un saco.
Desconocían el cero, por lo que no podían realizar cálculos complejos como los efectuados por los mayas.
Tenían un calendario ritual, el tonalpohualli, y un calendario solar, el xíhuitl. El primero estaba compuesto por 260 días, dividido en 20 unidades, o “meses”, de 13 días. Cada una resultaba por la combinación de los 20 nombres de los días con el número 13. Al terminar una serie de días, volvían a repetirse; con los números no sucedía lo mismo, puesto que después del 13 comenzaban, nuevamente, con el 1. Éste indicaba, además, el inicio de otro período, dentro del mismo calendario, constituido por 20 “semanas” de 13 días cada una.
Los dos períodos del calendario tenían sus propios dioses representando los días y su correspondiente ubicación entre los “meses” y las “semanas”. Ellos regían las actividades de los hombres. Sacerdotes especializados confeccionaban, basándose en un libro de referencia llamado tonalámatl, los horóscopos y resolvían consultas sobre hechos particulares.
El calendario solar de 365 días estaba dividido en 18 meses de 20 días y un período de 5 días considerados nefastos. Entonces los aztecas ayunaban y se lamentaban por la catástrofe que podía ocurrir durante ese lapso. Este calendario regulaba las grandes ceremonias de la religión estatal.
Los 19 meses tenían nombres relacionados con la agricultura. Los días se denominaban igual que en el tonalhualli, anteponiédoles numerales del 1 al 20. Sólo cuatro días podían dar comienzo a un nuevo año: Casa, Conejo, Caña y Cuchillo de pedernal.
Cada año era identificado por el número y el nombre del día en que comenzó. Éste se repetía luego de transcurridos 52 años, tiempo que cerraba un ciclo, el xiuhmolpilli. Tras él los acontecimientos se duplicaban debido a que los días estaban presididos por las mismas. Se apagaba, entonces, el fuego en el altar antiguo y se celebraba la ceremonia del Fuego Nuevo, símbolo de la nueva vida que se iniciaba.
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