sábado, 26 de enero de 2013

La campiña inglesa



"Esta piedra preciosa inmersa en un mar de plata", así llamo Shakespeare  a Inglaterra. Una isla con un mosaico de paisajes y ciudades que no dejan de maravillarme desde que llegué.
Inglaterra tiene un clima muy húmedo, del tipo oceánico lo que hace que el verde predomine por doquier.
La cantidad de agua que cae durante el año amerita que, como dije en alguna otra entrada, crezca maleza en donde la naturaleza encuentre algún huequito.





Los caminos que bordean las vías de los trenes en algunos tramos de la ciudad están cubiertos por arboles y vegetación tupida y es muy común ver a los zorros salvajes lamiéndose el pelaje o saltando entre arbustos. Respecto a los zorros no solo los encontras en esos lugares, en mi barrio por ejemplo, salen por la noche y podes verlos cruzar las calles como auténticos dueños del lugar (que creo lo son).

En un viaje programado  de fin de semana, alquilamos un auto  para recorrer varios puntos de Inglaterra y ya habíamos pensado en pasar una noche en alguna típica cabaña de campo.  Es así como después de recorrer algunos puntos partimos hacia esta casa de campo que data del siglo XVII, situada en un área de colinas y jardines interminables con los típicos animales de granja y esa atmósfera que las hace únicas.  Este lugar de campo esta situado a pocos kilómetros  de Bristol, una ciudad y condado de Inglaterra que fue muy importante en su época por su puerto.

Como dato accesorio pudimos ir con Norton.  Las mascotas, sobre todo los perros son muy bien aceptados en este país y son muchos los lugares turísticos y otros donde podes llevarlos. Todos los trasportes públicos los aceptan. Para los ingleses sus animales son, literalmente, parte de la familia. Sus mascotas pueden hasta dormir en la cama con ellos y tienen su propio sofá.

Pero volviendo al tema..Llegamos por la noche y no fue tarea fácil, muchas de las señales en las rutas inglesas estan escritas sobre el mismo pavimento y las que están en cartel no son muy claras, no porque no lo sean en si mismas, sino porque no estabamos acostumbrados a interpretarlas. Eso, la noche cerrada, yo que soy de terror para interpretar un mapa y Anita que miraba el mapa de Japón,  hizo que lleguemos a las 23:30 hs cuando la noche estaba en su punto mas oscuro.

Había una sola persona con la que hicimos el check-in. Nos mostró las habitaciones y nuestra amiga Anita durmió en el primer piso, Diego, Norton y yo abajo.

Habitación del 1er Piso
Nuestra habitación
Después de un largo viaje sacamos las fotos antes de desarmar todo y luego de un buen baño caliente, nos fuimos rápidamente a la cama.

Despertar en una casa de campo con la paz y los ruidos propios del lugar es mejor que cualquier tratamiento de Spa. Nos levantamos y nos encontramos en la cocina, donde nos preparamos nuestro propio desayuno y donde tenes a disposición todo lo que necesitas. Desde cereales, café y distintos jugos exprimidos en la heladera. También ofrecen una variedad de comidas caseras.

La cocina
Elementos y cereales para el desayuno
Cada uno con lo suyo, unos cereales, otros jugos, algunos mas o menos café. Juntamos todo en una bandeja y nos fuimos a sentar afuera, a disfrutar del verde y a conocer finalmente donde habíamos pasado la noche.


Como todo lugar en el campo, los animales del lugar son también los dueños y se mezclan con los huéspedes, como esta Golden y otro mas que aparece en otras fotos. Norton por supuesto estaba afuera corriendo por el campo.
los jardines que rodean la propiedad son espectaculares y tienen sus terrazas que permiten comer en verano al aire libre y hacer alguna Bar B Ques. (asadito, bah).

Una de las terrazas del jardín
La mezcla de piedra, paja, verde, animales, colinas, uffff no me daban los ojos para apreciarlo. Una de las dueñas apareció para saludarnos. Al mejor estilo campo y con sus perros al lado suyo esta señora nos dio la bienvenida y nos contó un poco sobre la propiedad que ya detalle.



El rebelde de la granja
En un momento me di cuenta que mi perro no estaba y decidí ir a buscarlo. Verlo correr y saltar por los jardines con los perros del lugar me hizo pensar en lo bien que habíamos hecho en traerlo a Londres; el también estaba muy feliz.

Norton también tenia su propia manada en Buenos Aires: Lola (Yorkshire), Comodoro (Yorkshire macho), Lyn (Yorkshire, hija de Comodoro y Lola), Rolando (el gato, que después de 15 años nos enteramos estos días que falleció, una triste noticia), y La Chancha (Una hurona que se cree perro y duerme con la Armada Yorki y con Norton cuando se quedaba en lo de mis suegros). Los Yorkshire son de mis suegros y la Hurona de mi cuñado. Somos una familia que amamos a los animales y nuestras reuniones de fin de semana todos con nuestros bichos a cuestas y la casa de mi suegra se convertía en un zoo.

Norton y sus nuevos amigos del lugar
Con cámara en mano mientras los chicos fueron a buscar un cajero para pagar la noche (por las dudas siempre lleva efectivo porque algunos lugares cuentan con toda la comodidad de elementos cotidianos modernos pero prefieren el cash a la hora de pagar) me fui a sacar algunas fotos del lugar. La cabaña nos costo 60 Pounds por habitación con desayuno y estacionamiento incluido.  Acá algunas fotos.

Una de las terrazas en medio del jardín





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