LOS MISTERIOS DE MACHU PICCHU
Por Percy Taira
La ciudadela inca de Machu
Picchu no sólo es reconocida por su belleza sino también por los misterios y
enigmas que ella encierra. Desde su descubrimiento para el mundo occidental en
1911 gracias a la labor del explorador estadounidense Hiram Bingham hasta
nuestros días, son más las preguntas que se formulan en torno a esta construcción
que las certezas que se tienen sobre ella, cuestiones que van desde su propio
descubrimiento o su verdadero nombre, hasta su utilidad y cómo fue construida.
En este informe especial intentaremos dar algunas respuestas e buscaremos
acercarnos al misterio que aún parece encerrar este maravilloso enclave inca.
¿QUIÉN DESCUBRIÓ MACHU PICCHU?
Hiram Bingham
Hiram Hingham |
Oficialmente, el descubridor
de Machu Picchu para el mundo occidental fue el explorador estadounidense Hiram
Bingham, quien el 24 de julio de 1911 llegó a estas tierras gracias a los
comentarios que había escuchado en el Cusco sobre una oculta ciudadela inca. Es
decir, muchos pobladores del Cusco, conocían de antemano esta ciudadela, es
más, se dice que cuando Bingham llegó a Machu Picchu, se encontró con dos
familias que vivían allí: los Recharte y los Álvarez, quienes continuaban
sembrando y cosechando los andenes incas, es más, uno de los niños de la
familia Recharte, fue quien llevó a Bingham, a la zona urbana de la ciudadela,
que en ese entonces, como casi todo en Machu Picchu, se encontraba oculto en la
maleza.
Bingham vio al instante el
valor de lo que tenía delante de él, y supo desde un principio que aquella
ciudadela inca debía darse a conocer al mundo, por ello, gestionó los auspicios
de la Universidad de Yale, de la National Geographic Society y del gobierno
peruano para iniciar de inmediato las excavaciones y estudios científicos de
este enclave inca. Es así como luego de diversas excavaciones y de quitar la
maleza de la zona, Machu Picchu fue dada a conocer al mundo en 1913 en un
artículo en la revista National Geographic, causando y despertando el interés
no sólo fuera del Perú, sino incluso, dentro del propio país, cuyos pobladores,
en su mayoría desconocían el importante hallazgo que se estaba develando en ese
momento.
Sin embargo, la polémica sobre
el descubrimiento de Machu Picchu, surgió justamente con el hallazgo de
importantes piezas arqueológicas dentro de la ciudadela inca, pues el gobierno
del entonces presidente Guillermo Billinghurst, le permitió a Bingham, el envío
a la Universidad de Yale de los Estados Unidos de todas las piezas que se
encontraran en las excavaciones, entre 1912 y 1915, para su estudio e
investigación. Estos hallazgos incluían diversas piezas de oro y plata,
ceramios, jarrones e incluso, restos humanos.
Ahora bien, el permiso dado
por el gobierno peruano, indicaba que las piezas enviadas a la Universidad de
Yale debían regresar al país luego de 18 meses (año y medio), sin embargo,
luego de más de 100 años, las cerca de 40 mil piezas que se extrajeron del
Cusco y que fueron a parar a la mencionada universidad estadounidense no han
sido devueltas en su totalidad, aduciendo que éstas por su valor histórico no
pertenecen al Perú sino a la Humanidad.
Augusto Berns
Recientemente, el investigador
estadounidense Paolo Greer, realizó un estudio en la que revelaba que el
descubridor de Machu Picchu no se realizó en 1911 por Hiram Bingham, sino que
esto ocurrió 44 años antes, en 1867, y por un empresario alemán llamado Augusto
Berns.
Según Greer, Augusto Berns
llegó al Cusco en 1867 para realizar diversos trabajos de excavación para un
nuevo proyecto ferroviario en el país. Este empresario alemán habría conseguido
comprar cerca de 45 kilómetros de tierra frente a Machu Picchu, con el fin de
vender durmientes, que son los maderos usados entonces para unir los rieles de
las vías del tren. Y fue justamente en esta deforestación cuando se topó con la
ciudadela inca. Según las investigaciones de Greer, Berns se quedó tres años
investigando la ciudadela Inca, sin darla a conocer al mundo. Había encontrado,
al parecer, su propio tesoro personal.
Luego de fracasar en su
proyecto ferroviario y la de una minera que creó en el país, Berns dejó el Perú
en 1870, sin embargo, decidió regresar en 1880, según dice Greer, para
aprovechar al máximo los restos arqueológicos que pudo encontrar en los tres
años en los que estuvo investigando la ciudadela de Machu Picchu. Para ello
fundó la Compañía Anónima Explotadora de las Huacas del Inca, empresa que contó
con el apoyo del gobierno peruano permitiendo al comerciante alemán extraer,
sustraer o exportar, todo el material arqueológico que llegara a encontrar
durante sus excavaciones, en tanto que éste, se comprometía a entregarle al
gobierno, el 10 por ciento de las ventas que podría obtener con las ventas de
las reliquias. En la lista de “socios” de Berns, figuran diversas figuras de
importancia social de la época, así como políticos y altos funcionarios del
gobierno, asimismo, Greer descubrió una lista de 57 nombres de diversas
nacionalidades, que podrían ser los clientes de la compañía del empresario
alemán. Sea como fuere, el investigador no pudo determinar cuántas piezas logró
vender el empresario alemán, ni tampoco, la ganancia económica que obtuvo con
esta compañía.
Agustín Lizárraga
Inscripción hecha por Agustín Lizárraga. La fotografía fue tomada por Hiram Bingham. |
Lejos de todas las historias
de aprovechamiento por el descubrimiento de Machu Picchu y de los posteriores
saqueos ya sean por ambiciones científicas o financieras que suscitó este
hallazgo, vale destacar en este punto la figura de Agustín Lizárraga, agricultor
cusqueño, de quien se dice fue el primer descubridor de esta ciudadela inca.
Se dice que Lizárraga
descubrió la ciudadela inca el 14 de julio de 1902, acompañado de los también
cusqueños Gabino Sánchez, Enrique Palma y Justo Ochoa. Es más, como prueba de
ello, está la inscripción de sus nombres y de la fecha del descubrimiento en
uno de los muros del Templo de las Tres Ventanas, hecho que fue recogido por el
propio Bingham en una fotografía. Lizárraga no ocultó su hallazgo y siempre estuvo
dispuesto a guiar a las personas que querían conocer esta ciudadela inca, es
más, se dice que fueron las historias del propio Lizárraga por las que Hiram
Bingham pudo llegar a Machu Picchu. Lizárraga murió ahogado en el río Vilcanota
en febrero de 1912, y sin universidades, revistas, o presidentes que los
respaldaran, murió sin poder reclamar el descubrimiento de Machu Picchu, como
suyo.
EL VERDADERO NOMBRE DE MACHU PICCHU
Desde su descubrimiento en
1911 a la fecha, la ciudadela inca siempre fue llamada como Machu Picchu, que
significa Montaña Vieja (Machu que significa anciano y Picchu que significa
montaña), sin embargo, recientes estudios señalan que este no sería el
verdadero nombre con el que Machu Picchu fue conocido en tiempos del incanato.
Según la historiadora
española, Mari Carmen Martin Rubio, basándose en un texto ubicado en el
capítulo XXXII de la Suma y narración de los Incas, crónica de Juan de
Betanzos, en realidad Machu Picchu se habría llamado Patallaqta, vocablo
quechua que significa escalón (pata) y ciudad o pueblo (llaqta). Es decir, la
Ciudad Escalón o Ciudad de la escalera, calificación que va más acorde con la
construcción de la ciudadela inca debido a los grandes andenes construidos para
ganar terreno a las montañas.
Es más, Martin Rubio señala
que la palabra Machu Picchu, en realidad no significaría Montaña Vieja puesto
que montaña en quechua se dice orqo y Picchu es un derivado de la palabra “pico”, en castellano.
Martin Rubio basa su
investigación en el hallazgo de 82 capítulos de la Suma y narración de los
Incas, escrita en 1551 por Juan de Betanzos y que se encuentran en la
biblioteca Bartolomé March de Palma de Mallorca. En estas crónicas se habla
sobre la conquista española vista desde el punto de vista de los incas. En este
documento se dice que Pachacútec, (constructor de Machu Picchu) habría pedido
ser enterrado en "sus casas de Patallaqta", ubicado en la ceja de
selva.
Diversos historiadores han
comenzado a respaldar esta hipótesis como es el caso del historiador peruano
Federico Kaufmann Doig, que considera a Patallaqta como el posible nombre
original de la fortaleza. Luis Guillermo Lumbreras, por su parte, también
reafirmó dicha tesis, al asegurar que en las ruinas de Machu Picchu “existen
bóvedas para un enterramiento importante”.
¿Dónde está enterrado Pachacútec?
Sin embargo, lo curioso es que
al parecer, el cuerpo de Pachacútec nunca fue enterrado en Machu Picchu. Hay
diversas teorías y crónicas de la colonia que hablan que Pachacútec pidió ser
enterrado por ejemplo, en el Templo del Coricancha en el Cusco, es más, fue
allí donde Polo de Ondegardo, encontró la momia de Pachacútec y la llevó a
Lima, donde la vio el inca Garcilaso de la Vega. Es más, hay teorías que
señalan que el cuerpo de Pachacútec estaría enterrado en un hospital de Lima,
para ser precisos en el hospital San Andrés, ubicado en el Centro de Lima.
¿POR QUÉ SE CONSTRUYÓ MACHU PICCHU?
Otro de los enigmas que
suscita esta maravillosa ciudadela inca, es la de su uso, es decir, ¿para qué
fue construida? Para esta pregunta, hay muchas respuestas y todas ellas son tan
válidas como las otras, acá dejamos algunas de las hipótesis más importantes.
El arqueólogo e investigador
peruano de la cultura inca, Luis Guillermo Lumbreras, sostiene que Machu Picchu
fue construido como un gran mausoleo para el Inca Pachacútec. Lumbreras dice lo
siguiente:
“Creemos, y los documentos del
siglo XVI así lo revelan, que era un santuario dedicado a los muertos.
Especialmente a un muerto: Pachacútec, el gran gobernante que mandó construir
el lugar. Las crónicas sostienen que allí había una cripta principal que guardaba
esta momia que luego fue llevada por los españoles a Lima. Sostenemos esto,
además, debido a que hay otras cinco criptas [no tumbas], cinco lugares donde
se ha excavado en las rocas y se ha habilitado espacios para guardar momias”.
Por su parte, el arqueólogo
Federico Kauffman, sostiene que la ciudadela fue construida no como un mausoleo
sino como un centro de administración Inca que buscaba ampliar las zonas de
cultivos del Imperio incaico. Kauffman dice lo siguiente:
“Se habla de que Machu Picchu
fue un palacio que mandó levantar Pachacútec. Esa teoría me desconcierta, es
seguramente recogida de documentos del siglo XVII en que se dice que todas las
edificaciones son palacios… los incas no tenían palacios, sino centros de
administración. Estos, a su vez, eran sedes de culto. Para mí, Machu Picchu fue
levantado, al igual que otros pequeños centros de toda esa comarca, bajo un
proyecto estatal de los incas cusqueños para buscar ampliar su frontera
agraria. Ello para enriquecer la alimentación de los habitantes de los Andes,
para proveer el sustento de la población. Entonces, era un centro de
administración para la producción de alimentos, además de sede de cultos y
ceremonias dirigidas a propiciar buenas cosechas y a exorcizar las inclemencias
climáticas como los fenómenos de El Niño, por ejemplo. Fue un experimento
interesante, solo que se dio a última hora”.
En tanto, Fernando Astete,
jefe del parque arqueológico de Machu Picchu, sostiene que la ciudadela fue
creada con el propósito de ser un nexo imperial entre los Andes y la selva alta
del Tahuantinsuyo. Esto es lo que sostiene:
“Fue un centro religioso,
político y administrativo. Es lo que hoy sería una capital provincial, cuya
función era la de administrar un gran territorio. Era el nexo entre los Andes y
todo lo que es la selva alta. Se eligió el sitio por la gran diversidad de
elementos que había alrededor. Así, de la sierra se intercambiaban los
tubérculos y la carne de los camélidos sudamericanos. La selva daba coca,
chonta, plantas medicinales. Además a Machu Picchu llegan entre seis y ocho
caminos, es un nexo. Así, nosotros nos oponemos a teorías de arqueólogos
norteamericanos que dicen que fue el ‘Camp David’ [zona de descanso del
presidente de EE.UU.] de Pachacútec, o sea, su lugar de esparcimiento”.
Por otro lado, Mariana Mould
de Pease, historiadora de la conservación cultural del Perú; y Julinho Zapata,
arqueólogo y antropólogo; consideran que Machu Picchu estuvo más relacionado a
la religión del imperio incaico. Mould de Pese cree que Machu Picchu se
construyó para “cumplir una función de culto, de respiro espiritual, un espacio
sagrado del gobierno inca desde el Cusco, donde hacían ceremonias religiosas”.
Por su parte, Julinho Zapata, sugiere que la ciudadela “era un santuario
religioso”, señala que la evidencia está en las 32 huacas que se construyeron
en el complejo. “Además, el lugar está rodeado por apus tutelares y la
Pacarina, que es un nevado de la cadena del Salcantay”, sostiene.
¿CÓMO SE CONSTRUYÓ MACHU PICCHU?
Templo de las tres ventanas. |
Quienes hemos tenido la
oportunidad de visitar la ciudadela inca, nos hemos quedado maravillado no sólo
por su belleza, sino, y visto más profundamente, por lo complicada que al
parecer fue su construcción. Rodeada de cerros de la cadena montañosa del Vilcabamba
y flaqueada por el río Urubamba, los constructores de esta ciudadela debieron
ingeniárselas para levantar o arrastrar, gigantescos bloques de piedra, para su
construcción.
Pero no sólo era el trabajo de
mover las piedras, lo cual ya era un imposible para una sociedad que no usaba
la rueda y que si la hubiera descubierto, hubiera sido inútil en un terreno tan
abrupto como el mencionado, sino también por el trabajo que realizaron con esas
piedras, un trabajo de tallado y de ajuste perfectos para la construcción de
los muros o de los templos como puede ser el caso de las llamadas Tres Ventanas,
todos estos elementos hacen de la construcción de Machu Picchu, un verdadero
misterio, una construcción casi imposible de imitar incluso en nuestros días.
En cuanto a los elementos de
construcción, se dice que se usó la piedra del lugar, es decir, que la zona de
Machu Picchu era una excelente cantera, sin embargo, ¿cómo trasladaron esas
piedras hasta la zona de trabajo?, las hipótesis más aceptadas señalan que todo
fue hecho por la combinación de sogas y el trabajo del hombre y de bestias de
cargas como las llamas.
Algunas de las piedras eran
jaladas por los trabajadores con cuerdas, a su vez, estas piedras, por lo menos
las más pesadas, eran arrastradas sobre rodillos de madera, y en cuando a cómo
eran levantadas, se dice que para eso se usaron rampas de piedra para subirlos.
En cuanto a los bloques más pequeños, estos podían ser trasladados por los
propios hombres, cargándolos en el hombro, o usando animales como las llamas.
Así mismo, se estima que los
incas tenían un amplio conocimiento en técnicas de construcción avanzadas como
la nivelación, la medición de ángulos y distancias, entre otras. También se
dice que conocían las medidas del pie, la de la mano y de brazadas. En cuanto
al trabajo de la piedra para su tallado se usaban herramientas sencillas como
el martillo y el hacha de piedra, o con el hiwaya, una piedra redonda más dura
que cualquier otra roca que pudo ser la herramienta del aplanado de las rocas. Todo
esto significó una gran labor que debió necesitar mucho esfuerzo y tiempo para
los constructores pero que les resultaba sumamente efectivo.
Templo del Sol. |
En cuanto a las herramientas
usadas para encajar perfectamente un bloque de piedra sobre otro, se dice que
esto se hizo mediante una operación de desgaste, quizá poniendo arena en los
intersticios o espacios vacíos entre las rocas para determinar qué punto
específico debía ser lijado y así lograr un encajamiento perfecto entre las
piedras.
Sin embargo, para muchos, estas
teorías no pueden explicar de manera completa lo difícil de la construcción de
esta ciudadela. Para algunos investigadores, los incas debieron conocer algún
método mucho más complejo que al día de hoy se ha perdido en el tiempo. ¿Cómo
lograron la unión perfecta de las piedras, sin conocer ningún tipo de argamasa
o método de “pegado”? ¿Cómo se juntaron estas piedras de tal manera que ha
logrado sobrevivir a las inclemencias del tiempo y de la naturaleza más de cien
años? ¿Con que conocimientos arquitectónicos, pudieron construir templos como
de las Tres Ventanas o del Sol? Preguntas que aún quedan, al parecer, sin una
respuesta que pueda convencer a todos.
TEORÍAS ALTERNATIVAS SOBRE EL ORIGEN DE MACHU PICCHU
El enigma de Machu Picchu,
sobre todo aquellas preguntas referidas a su construcción ha llevado a muchos a
sugerir que los constructores de Machu Picchu tenían conocimientos hoy ocultos u
olvidados pero que en esos tiempos les sirvieron para realizar tal maravilla
arquitectónica. En este capítulo vamos a repasar esas otras respuestas,
polémicas todas, pero que de alguna manera han intentado explicar el origen de
esta maravillosa ciudadela Inca.
Machu Picchu y la Atlántida
Una de estas teorías sostiene
que Machu Picchu pudo ser construida por los sobrevivientes de la mítica ciudad
de la Atlántida, dicen, que cuando la Atlántida fue destruida, los
sobrevivientes de esas culturas pudieron llegar a Sudamérica, y
específicamente, a los Andes, en donde pudieron compartir con los nativos de
esta zona toda su tecnología y todos sus conocimientos científicos, hecho que
luego permitiría la construcción de grandes proezas de la arquitectura antigua
como lo es Machu Picchu. Sin embargo, creer en esta teoría significa en
principio, creer en la existencia de un mundo o país llamado Atlántida (dado a
conocer en la obra de Platón, Timeo y Criteas, escrita en el siglo V antes de
Cristo), certificar su destrucción y la llegada de sus supuestos ciudadanos a
América, ahora bien, dado que los orígenes de la Atlántida se remontan a los
años 638 a 558 antes de Cristo, y que la construcción de Machu Picchu, es
datada en tiempos de Pachacútec, alrededor de 1450, las posibilidades de que
ambas civilizaciones se hallan encontrado son nulas.
El ayaconchi para ensamblar los bloques de piedras
Esta teoría tiene que ver con
lo difícil que debió resultar para el hombre del incanato realizar las labores
arquitectónicas, vistas por ejemplo, en Machu Picchu, y es que al parecer, la
dificultad de que un hombre pueda levantar tales bloques de piedra y de
tallarlas de manera tan perfecta, con mayor o menor ingenio, han llevado a
muchos a sugerir que los incas tenían un conocimiento secreto, o más aún,
mágico.
Esta teoría dice que los
sabios incas conocían una especie de preparado llamado “ayaconchi”, que se
lograba con la mezcla de varias plantas misteriosas y que tenía la propiedad de
ablandar las piedras lo que permitía que estas pudieran ser levantadas con
facilidad y moldearse a voluntad. Algunas personas han tomado como ciertas
estas explicaciones y han lanzado incluso las propuestas de qué tipo de plantas
pudieron haberse utilizado para esta receta mágica.
La caja negra de Edward Leedskalnin
Edward Leedskalnin junto con su Castillo de Coral. |
Otra de las teorías más
polémicas es que Machu Picchu se hizo utilizando algún tipo de tecnología
sobrenatural. Esto nace de la experiencia del estadounidense Edward Leedskalnin,
quien construyó el llamado Castillo de Coral, ubicado en Florida, Estados
Unidos. Según Leedskalnin, construyó este castillo, que está compuesto por
varios bloques de piedras, algunas de ellas de más de 9 toneladas sobrepuestas
una sobre otra, con una sola mano y usando una extraña máquina que consistía en
el uso de un trípode de madera de pino con cadenas y una misteriosa caja negra,
que según él, tenía la facultad de hacer que las piedras no pesen, es decir,
que sean fácilmente manipulables. Esto llevó a decir a muchos que aquel secreto
con que Leedskalnin construyó su castillo, fácilmente pudo haber sido aplicable
en construcciones magníficas de piedra de la antigüedad como las pirámides de
Egipto, y por supuesto, Machu Picchu.
Hemos reflejado acá algunos de
los misterios que encierra esta ciudadela inca, maravilla del mundo,
seguramente hemos dejado algunos otros misterios en el tintero, que fácilmente
pueden formar parte de otro informe especial. Para aquellos que conocemos Machu
Picchu, podemos decir que esta ciudadela es mucho más que un importante pedazo
de historia del Perú, es la demostración de lo que una civilización pudo ser
capaz de crear, del ingenio del hombre antiguo, y de que es posible construir
grandes maravillas arquitectónicas, respetando y conviviendo mano a mano con la
naturaleza.
Machu Picchu
es una verdadera joya arquitectónica. La belleza y misterio de sus
palacios de piedra son realzados por el grandioso paisaje del entorno,
casi virgen, de abrupta topografía que la exuberante flora selvática
tiñe de verde.
Las construcciones han sido levantadas armónicamente sobre la superficie angosta y desnivelada de una lomada bordeada por los precipicios del imponente cañón del Urubamba, en el que ruge y serpentea el río 400 m más abajo.
Machu Picchu está ubicado sobre los 2,400 msnm, en lo alto de una meseta situada entre dos picos de diferente envergadura, siendo el más pequeño -Huayna Picchu- el que caracteriza topográficamente al sitio. El nombre original de las ruinas pasó al olvido con los siglos. Machu Picchu es sólo una denominación topográfica, cuyo significado equivale a ‘cima vieja’, así como Huayna Picchu significa ‘cima joven’; en el presente caso, la traducción debe relacionarse al concepto de volumen, significando así ‘cima mayor’ y ‘cima menor’, respectivamente.
Desde su descubrimiento en 1911, Machu Picchu es un auténtico e insoluble enigma arqueológico. Su historia y función siguen intrigando a los estudiosos y tal vez nunca puedan ser aclaradas del todo.
Aunque es cierto que el ilustrado viajero Charles Wiener tuviera ya en 1875 noticias de las ruinas situadas en Machu Picchu -y que fuera infructuosamente en su búsqueda-, y aunque también es cierto que en el Cusco corrían rumores sobre una "ciudad perdida" situada sobre el cerro del mismo nombre, que terminó siendo hallada por campesinos comarcanos (Agustín Lizárraga y otros) a principios de siglo, es un hecho indiscutible que Bingham fue el primero en visitar Machu Picchu premunido de interés científico.
Después de su trascendental hallazgo, Bingham volvió al lugar en 1912 y, en los años subsiguientes (1914 y 1915), expedicionarios levantaron mapas y exploraron detalladamente el sitio y los alrededores.
Sus excavaciones, no muy ortodoxas, en diversos lugares de Machu Picchu, le permitieron reunir 555 vasijas, cerca de 220 objetos de bronce, cobre y plata, además de objetos de piedra y otros (2). El grupo de ceramios muestra expresiones primorosas del arte inca; lo mismo debe decirse de los objetos de metal hallados: brazaletes, orejeras, prendedores decorados y aretes, además de cuchillos y hachas. Aunque no se encontraron objetos de oro, el material identificado por Bingham era suficiente para inferir que Machu Picchu se remonta a los tiempos del esplendor inca, algo que ya evidenciaba su estilo arquitectónico.
De las 135 osamentas halladas, 109 resultaron ser de mujeres y sólo 22
de varones (4 fueron de niños). Esta constatación llevó a conjeturar que
los últimos pobladores de Machu Picchu fueron acllas (jóvenes escogidas dedicadas al culto y a las labores manuales).
Bingham reconoció también otros importantes grupos arqueológicos en las inmediaciones: Sayacmarca, Phuyupatamarca, la fortaleza de Vitcos e importantes tramos de caminos incaicos, todos ellos ejemplos soberbios de la arquitectura inca. Estos conjuntos cuentan además, con denominadores comunes tales como la presencia, en cada una de ellos, de dos zonas bien definidas: una urbana destinada a la residencia y al culto y otra dedicada a la agricultura, con abundantes terrazas de cultivo.
Aparte de la detallada descripción de Machu Picchu realizada por Hiram Bingham (1930), deben mencionarse especialmente los esfuerzos descriptivos de Víctor Angles (1972) y de Hermann Buse de la Guerra (1961), además de los de Luis E. Valcárcel (1964), Luis A. Pardo (1961), José Gabriel Cosio (1961) y el más reciente de Fernando Cabieses (1983). Tanto los restos encontrados como las evidencias arquitectónicas conducen a los investigadores a creer que la ciudadela de Machu Picchu fue levantada entre fines del siglo XV e inicios del XVI, o sea en tiempos del Incario Histórico. Sin embargo, el lugar siguió habitado con posterioridad a la invasión española al perú, por lo menos durante el siglo XVI. Con el tiempo, Machu Picchu terminó siendo olvidada o recordada sólo en las brumas de la leyenda (FKD.).
1. Las ruinas fueron visitadas por algunos exploradores cusqueños con anterioridad, pero el mundo no supo de su existencia sino a partir de 1911, debido a Bingham.
2. El material arqueológico excavado en Machu Picchu es conservado por el Museo de la Universidad de Yale; sin embargo, el obtenido entre 1914 y 1915 fue entregado al Gobierno peruano y se encuentra depositado en el Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú, de Lima, en grandes cajas que continúan selladas en 1995.
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El Descubrimiento de Machu Picchu
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Las construcciones han sido levantadas armónicamente sobre la superficie angosta y desnivelada de una lomada bordeada por los precipicios del imponente cañón del Urubamba, en el que ruge y serpentea el río 400 m más abajo.
Machu Picchu está ubicado sobre los 2,400 msnm, en lo alto de una meseta situada entre dos picos de diferente envergadura, siendo el más pequeño -Huayna Picchu- el que caracteriza topográficamente al sitio. El nombre original de las ruinas pasó al olvido con los siglos. Machu Picchu es sólo una denominación topográfica, cuyo significado equivale a ‘cima vieja’, así como Huayna Picchu significa ‘cima joven’; en el presente caso, la traducción debe relacionarse al concepto de volumen, significando así ‘cima mayor’ y ‘cima menor’, respectivamente.
Desde su descubrimiento en 1911, Machu Picchu es un auténtico e insoluble enigma arqueológico. Su historia y función siguen intrigando a los estudiosos y tal vez nunca puedan ser aclaradas del todo.
El Descubrimiento
Fue el norteamericano Hiram Bingham quien, al frente de una expedición de la Universidad de Yale, descubrió Machu Picchu
el 24 de julio de 1911 (1). Sin embargo, en aquella época, la meta de
Bingham era otra: ubicar la legendaria capital de los descendientes de
los incas, Vilcabamba, tenida como baluarte de la resistencia contra los
invasores españoles, entre 1536 y 1572. Al penetrar Bingham por el
cañón del Urubamba, en el desolado sitio de Mandorbamba, el campesino
Melchor Arteaga le relató que en lo alto del cerro Machu Picchu
existían abundantes ruinas. Alcanzarlas significaba ascender por una
empinada ladera cubierta de tupida vegetación. Aunque escéptico
-conocedor de los muchos mitos que corren acerca de las ciudades
perdidas-, Bingham insistió en ser guiado al lugar. Llegando a la cima,
uno de los niños de las dos familias de pastores que residían en el
lugar lo condujo donde, efectivamente, asomaban imponentes
construcciones arqueológicas cubiertas por el manto verde de la
exhuberante vegetación tropical y en evidente estado de abandono desde
hacia siglos. Mientras inspeccionaba las ruinas, Bingham, asombrado,
anotaba en su diario: “Would anyone believe what I have found?...”
(Creerá alguien lo que aquí he encontrado?).
Aunque es cierto que el ilustrado viajero Charles Wiener tuviera ya en 1875 noticias de las ruinas situadas en Machu Picchu -y que fuera infructuosamente en su búsqueda-, y aunque también es cierto que en el Cusco corrían rumores sobre una "ciudad perdida" situada sobre el cerro del mismo nombre, que terminó siendo hallada por campesinos comarcanos (Agustín Lizárraga y otros) a principios de siglo, es un hecho indiscutible que Bingham fue el primero en visitar Machu Picchu premunido de interés científico.
Después de su trascendental hallazgo, Bingham volvió al lugar en 1912 y, en los años subsiguientes (1914 y 1915), expedicionarios levantaron mapas y exploraron detalladamente el sitio y los alrededores.
Sus excavaciones, no muy ortodoxas, en diversos lugares de Machu Picchu, le permitieron reunir 555 vasijas, cerca de 220 objetos de bronce, cobre y plata, además de objetos de piedra y otros (2). El grupo de ceramios muestra expresiones primorosas del arte inca; lo mismo debe decirse de los objetos de metal hallados: brazaletes, orejeras, prendedores decorados y aretes, además de cuchillos y hachas. Aunque no se encontraron objetos de oro, el material identificado por Bingham era suficiente para inferir que Machu Picchu se remonta a los tiempos del esplendor inca, algo que ya evidenciaba su estilo arquitectónico.
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Bingham reconoció también otros importantes grupos arqueológicos en las inmediaciones: Sayacmarca, Phuyupatamarca, la fortaleza de Vitcos e importantes tramos de caminos incaicos, todos ellos ejemplos soberbios de la arquitectura inca. Estos conjuntos cuentan además, con denominadores comunes tales como la presencia, en cada una de ellos, de dos zonas bien definidas: una urbana destinada a la residencia y al culto y otra dedicada a la agricultura, con abundantes terrazas de cultivo.
Aparte de la detallada descripción de Machu Picchu realizada por Hiram Bingham (1930), deben mencionarse especialmente los esfuerzos descriptivos de Víctor Angles (1972) y de Hermann Buse de la Guerra (1961), además de los de Luis E. Valcárcel (1964), Luis A. Pardo (1961), José Gabriel Cosio (1961) y el más reciente de Fernando Cabieses (1983). Tanto los restos encontrados como las evidencias arquitectónicas conducen a los investigadores a creer que la ciudadela de Machu Picchu fue levantada entre fines del siglo XV e inicios del XVI, o sea en tiempos del Incario Histórico. Sin embargo, el lugar siguió habitado con posterioridad a la invasión española al perú, por lo menos durante el siglo XVI. Con el tiempo, Machu Picchu terminó siendo olvidada o recordada sólo en las brumas de la leyenda (FKD.).
1. Las ruinas fueron visitadas por algunos exploradores cusqueños con anterioridad, pero el mundo no supo de su existencia sino a partir de 1911, debido a Bingham.
2. El material arqueológico excavado en Machu Picchu es conservado por el Museo de la Universidad de Yale; sin embargo, el obtenido entre 1914 y 1915 fue entregado al Gobierno peruano y se encuentra depositado en el Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú, de Lima, en grandes cajas que continúan selladas en 1995.
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