Hay países que se visitan muy poco, y que son diamantes turísticos en .
Viajemos virtualmente a Uzbekistán, la oportunidad de descubrir un país que algunos califican como el más auténtico “oriente”.
Entre otras razones para tal , Uzbekistán conserva maravillas arquitectónicas del mundo islámico de un valor excepcional y a escala monumental, ciudades milenarias reconocidas como Patrimonio de la Humanidad, tradiciones que no cambian en el punto de la antigua ruta de la Seda, y todo amparado por la ausencia casi total de las huellas del mundo occidental.
La contrapartida para visitarlo, viene de la mano de un régimen de gobierno autoritario, que despliega medidas un tanto antipáticas con los visitantes, pero nada que impida un viaje inolvidable.
Uzbekistán es tierra de mezquitas y minaretes enormes, decorados con azulejos que parecen competir por alcanzar el cielo azul, y sobre todo, el escenario de paisaje áridos y desérticos que guardan culturas y formas de vida sin cambios por miles de año.
Sin embargo, es un país apenas visitado, sobre todo, debido al poco incentivo que ofrece el estar en manos de un régimen de gobierno que parece hacer lo posible para ser antipático con el turismo, estableciendo aranceles elevados para ingresar.
Su gobierno, en manos de Islom Kamirov tras elecciones calificadas de fraudulentas, es calificado como muy represivo, sobre todo con sus opositores.
Pero centrándonos en sus políticas turísticas, el resultado es que apenas algunos grupos de europeos se adentran a visitar el país.
La buena cara de Uzbekistán está en manos de sus habitantes, gente que se define como amable, muy cálida y dispuesta a recibir visitantes.
En algunas de las cuatro perlas urbanas del país, encontraremos formas, estilos y costumbres que no encontraremos en ningún punto del planeta, una colección de arquitectura y peculiaridades que reflejan miles de años de historia: hablamos de ciudades legendarias como Bújara, una capital de la ruta de la seda y principal centro de la cultura islámica en Asia Central, Samarkanda, Jiva y la moderna capital de Uzbekistán, Taskent.
Entre ellas, suman algunas de las ciudades antiguas más auténticas y menos influenciadas por occidente de todo el Centro de Asia: descubriremos el verdadero Oriente inalterado, nos enfrentaremos a costumbres que jamás presenciamos, y podremos apreciar la belleza y elegancia de la arquitectura y espacios inigualables.
Las tradiciones de Uzbekistán, están presentes en todo el territorio, al igual que las sorpresas.
Incluso, en ciudades más pequeñas, es posible encontrar joyas arquitectónicas monumentales, como en la pequeña ciudad de Shakhrisabz, con un centro histórico reconocido también como Patrimonio de la Humanidad por sus impresionantes monumentos de la dinastía Timurid.
En Uzbekistán, grandes arquitectos crearon palacios, mezquitas y mausoleos, muchos mundialmente famosos, aunque hay varios que no sobrevivieron hasta el presente.
Unir sus ciudades majestuosas a través de la Ruta de la Seda, nos permitirá impregnarnos de la atmósfera de tiempos antiguos, pero disfrutando de la creciente oferta de servicios, nuevos hotales y casa de huéspedes que brotan de la mano del turismo.
La hospitalidad y calidez que encontraremos en su gente compensará en gran parte las falencias en infraestructura del país en medio de paisajes desérticos, montañas y sembrados de algodones, atravesando algunos de los paisajes más bellos de Asia Central.
Además de las tradiciones, disfrutaremos de las costumbres únicas, la gastronomía y el contacto con un “mundo diferente”.
En cada ciudad de Uzbekistán, abundan oficios y artesanos con saberes milenarios:
A pesar de los aranceles para ingresar a Uzbekistán, cada vez son más los visitantes dispuestos a descubrir “un mundo perdido” en el centro de Asia.
De hecho, el interés por visitar Uzbekistán aumenta notablemente junto con la calidad de los servicios turísticos, y puede que los bajos precios en el país compensen por demás los gastos previos.
Por años fuera de las rutas turísticas, hoy es posible arribar por avión a Tashkent, la capital del país, desde alguna de las principales capitales de Europa.
Viajemos virtualmente a Uzbekistán, la oportunidad de descubrir un país que algunos califican como el más auténtico “oriente”.
Entre otras razones para tal , Uzbekistán conserva maravillas arquitectónicas del mundo islámico de un valor excepcional y a escala monumental, ciudades milenarias reconocidas como Patrimonio de la Humanidad, tradiciones que no cambian en el punto de la antigua ruta de la Seda, y todo amparado por la ausencia casi total de las huellas del mundo occidental.
La contrapartida para visitarlo, viene de la mano de un régimen de gobierno autoritario, que despliega medidas un tanto antipáticas con los visitantes, pero nada que impida un viaje inolvidable.
Uzbekistán es tierra de mezquitas y minaretes enormes, decorados con azulejos que parecen competir por alcanzar el cielo azul, y sobre todo, el escenario de paisaje áridos y desérticos que guardan culturas y formas de vida sin cambios por miles de año.
Sin embargo, es un país apenas visitado, sobre todo, debido al poco incentivo que ofrece el estar en manos de un régimen de gobierno que parece hacer lo posible para ser antipático con el turismo, estableciendo aranceles elevados para ingresar.
Su gobierno, en manos de Islom Kamirov tras elecciones calificadas de fraudulentas, es calificado como muy represivo, sobre todo con sus opositores.
Pero centrándonos en sus políticas turísticas, el resultado es que apenas algunos grupos de europeos se adentran a visitar el país.
La buena cara de Uzbekistán está en manos de sus habitantes, gente que se define como amable, muy cálida y dispuesta a recibir visitantes.
En algunas de las cuatro perlas urbanas del país, encontraremos formas, estilos y costumbres que no encontraremos en ningún punto del planeta, una colección de arquitectura y peculiaridades que reflejan miles de años de historia: hablamos de ciudades legendarias como Bújara, una capital de la ruta de la seda y principal centro de la cultura islámica en Asia Central, Samarkanda, Jiva y la moderna capital de Uzbekistán, Taskent.
Entre ellas, suman algunas de las ciudades antiguas más auténticas y menos influenciadas por occidente de todo el Centro de Asia: descubriremos el verdadero Oriente inalterado, nos enfrentaremos a costumbres que jamás presenciamos, y podremos apreciar la belleza y elegancia de la arquitectura y espacios inigualables.
Las tradiciones de Uzbekistán, están presentes en todo el territorio, al igual que las sorpresas.
Incluso, en ciudades más pequeñas, es posible encontrar joyas arquitectónicas monumentales, como en la pequeña ciudad de Shakhrisabz, con un centro histórico reconocido también como Patrimonio de la Humanidad por sus impresionantes monumentos de la dinastía Timurid.
En Uzbekistán, grandes arquitectos crearon palacios, mezquitas y mausoleos, muchos mundialmente famosos, aunque hay varios que no sobrevivieron hasta el presente.
Unir sus ciudades majestuosas a través de la Ruta de la Seda, nos permitirá impregnarnos de la atmósfera de tiempos antiguos, pero disfrutando de la creciente oferta de servicios, nuevos hotales y casa de huéspedes que brotan de la mano del turismo.
La hospitalidad y calidez que encontraremos en su gente compensará en gran parte las falencias en infraestructura del país en medio de paisajes desérticos, montañas y sembrados de algodones, atravesando algunos de los paisajes más bellos de Asia Central.
Además de las tradiciones, disfrutaremos de las costumbres únicas, la gastronomía y el contacto con un “mundo diferente”.
En cada ciudad de Uzbekistán, abundan oficios y artesanos con saberes milenarios:
A pesar de los aranceles para ingresar a Uzbekistán, cada vez son más los visitantes dispuestos a descubrir “un mundo perdido” en el centro de Asia.
De hecho, el interés por visitar Uzbekistán aumenta notablemente junto con la calidad de los servicios turísticos, y puede que los bajos precios en el país compensen por demás los gastos previos.
Por años fuera de las rutas turísticas, hoy es posible arribar por avión a Tashkent, la capital del país, desde alguna de las principales capitales de Europa.
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