miércoles, 17 de julio de 2013

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¿EXISTIERON ALGUNA VEZ LOS CANTES DE LAS MINAS?

(Introducción a la taranta, la cartagenera y la minera, a propósito del XLI Festival del Cante de las Minas)

Juan Vergillos
Con la taranta, la cartagenera y la minera nos alejamos de los centros cantaores tenidos por tradicionales, introduciéndonos en una nueva geografía flamenca. Según todas las evidencias, la taranta y la cartagenera, como la malagueña y la granaína, o sea los llamados, precisamente por su lugar de nacimiento, cantes de levante, se originaron por el aflamencamiento, debido a la enorme popularidad de ésta música -el flamenco- en la segunda mitad del sigo XIX, de una serie de fandangos locales; cantes que, además, se influyeron mutuamente. El centro geográfico de estos cantes serían las zonas mineras de Murcia (Cartagena y La Unión), de lo cual procedería, además de por la temática de algunas de sus letras, la denominación de cante de las minas.
Generalmente se admite la influencia de los emigrantes del este andaluz, a la busca de trabajo en la mina, como causa de esta flamenquización. Pero lo cierto es que en las comarcas mineras de Almería y, especialmente, de Jaén, también se canta la taranta. ¿Puede ser un efecto de ida y vuelta? Además en Almería se canta un estilo llamado fandango de Almería, o también taranto de Almería, que puede ser considerado como el precedente de la taranta, ya que melódicamente es muy parecido, aunque se acompaña de un toque ajustado a compás, lo cual le da un aire más primitivo. Algunos estudiosos del flamenco (Blas Vega, por ejemplo, o José Luis Navarro, gran especialista en estos estilos) consideran sin embargo que el taranto es un cante posterior : que es la proyección de la taranta al baile, ya que en el fondo se trata de un mismo estilo, la taranta, pero con toque ajustado a compás por su mera subordinación a la danza. De hecho las grabaciones primitivas de lo que hoy se llama taranto aparecen en disco con el nombre de taranta, de rondeña incluso. Pero lo cierto es que la denominación actual de muchos estilos no se impuso hasta bien entrado el siglo XX (y aún sigue siendo, a veces, problemática).
La taranta, por su parte, es un cante de estrofa similar a la malagueña y a los fandangos locales: una cuarteta octosílaba o una quintilla. Se acompaña con toque de guitarra en tono de mi ("por arriba" en el argot flamenco) y su interpretación es, como en la malagueña, "ad libitum", esto es, sin un compás externo estricto, lo que da pie a un cante largo, que se presta a grandes exhibiciones vocales, como ocurre con todos los estilos levantinos, los más elaborados del flamenco. Debido a este grado de elaboración musical suponemos que tal estilización de los fandangos locales la llevaron a cabo cantarores profesionales, de forma que es difícil imaginar que estoscantes de las minas los cantaran realmente los mineros al ir o volver del trabajo, como sostiene la leyenda. Algo parecido ocurre respecto a las letras, que, como en el resto de estilos flamencos, revelan un alto grado de concisión y efectividad poética. De lo que no cabe duda es de que los grandes artistas que hicieron las músicas y las letras de los cantes de las minas se inspiraron, en buena parte, en los sentimientos y vivencias de los mineros, vivencias que muchos de estos compositores-intérpretes habrían experimentado muy de cerca, bien en su entorno social o familiar, o en carnes propias antes de iniciar su actividad artística, o compatibilizando en el tiempo ambas facetas. De manera que podemos considerar legítima esta denominación de cante de las minas aunque admitiendo el carácter legendario que dicho nombre conlleva, mitificación que no es en absoluto ajena al flamenco, como sabemos. En todo caso el grado de composición y la fecundidad de estos cantes de las minas los alejan definitivamente de la consideración de cantes de trabajo que de hecho tienen los cantes de labor agrícolas (gañameras, temporeras, trilleras, pajaronas) más cercanos al folclore que al flamenco.
Algunos han propuesto la hipótesis de que la taranta procede del fandango o taranto de Almería, que después se extendió y aclimató en las regiones mineras de Jaén y Murcia donde sería a su vez la base de otros cantes. (Otros, como hemos dicho, opinan que el cante primitivo es la taranta).
Cantes como la cartagenera. Procedente de la taranta (en último extremo, según algunas teorías, del taranto) representa un grado posterior de estilización, de elaboración melódica y melismática, más alejado que la taranta de la "cadencia andaluza", y, en general, del ámbito folclórico. Su origen habría que situarlo en la influencia de la taranta (proveniente de Almería y de Jaén, según algunos) en canciones murcianas tradicionales, como el cante de la madrugá, dando lugar a un cante originario (denominado cante matriz por los especialistas), llamado taranta de Cartagena, (como de hecho existe la taranta de la Unión), que derivaría, por la acción de intérpretes profesionales, en un cante muy estilizado: la cartagenera. Entre la nómina de estos intérpretes transformadores del cante primitivo la tradición ha favorecido el nombre de Antonio Grau Mora, más conocido como El Rojo el Alpargatero.
La difusión de la taranta y la cartagenera murciana debió influir, a su vez, en los cantes de Almería y de Jaén, donde se practica una taranta muy elaborada, debido, también, a la contribución de cantaores como El Tonto Linares o Basilio. Estos cantes influyeron en algunas formas de malagueña.
En este punto debemos traer a colación el nombre egregio de Antonio Chacón, cuya impronta en todo el cante flamenco, en especial en los estilos levantinos, es indeleble. Conocedor de los cantes murcianos in situ por su amistad con El Rojo el Alpargatero, asume y reelabora el cante cartagenero. A él se debe la influencia de la cartagenera en algunas malagueñas, así como una reelaboración propia, con influencia malagueñera a su vez, de este cante.
La cartagenera suele glosar en las letras aspectos locales o biográficos de sus creadores.
Existe también un cante llamado minera que no es otra cosa sino una modalidad de taranta, casi siempre con una interpretación más rígida. Su inspiración es dramática, centrada en la vida del minero, de donde procede su nombre. Se considera también a El Rojo el Alpargatero su creador, aunque sus definidores actuales han sido Antonio Piñana, Pencho Cros y Encarnación Fernández.
La gran bailaora catalana Carmen Amaya coreografió en los años cuarenta, en Nueva York el taranto, aunque con el nombre de zambra por rondeñas, introduciendo de esta manera dicho estilo entre los bailes flamencos, dentro de los cuales es hoy uno de las más populares. Otros tratadistas (como el mencionado Blas Vega, por ejemplo) atribuyen la creación de este baile a Rosario, dando por cierto lo declarado por ella misma en su autobiografía.
Juan Vergillos
 

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