domingo, 10 de febrero de 2013

ME PARECIO INTERESANTE OPINEN

SIGLO XIX
En el siglo XIX se producen una serie de hechos que marcan el desarrollo de la Traumatología y Ortopedia. En primer lugar se produce la fusión de la medicina y cirugía, pasando ésta a ser considerada como una ciencia, con todas sus implicaciones. En segundo lugar, el inicio y el desarrollo de la anestesia permite realizar una cirugía enfocada a los resultados, más que a la rapidez. En tercer lugar, el desarrollo de la asepsia y la antisepsia posibilita una cirugía más segura. Por último, el descubrimiento de los rayos-X, al finalizar el siglo, posibilita un abordaje directo a la patología ósea. La anestesia y la antisepsia permitieron el desarrollo de técnicas quirúrgicas más sofisticadas que las amputaciones, así como el aumento espectacular de las tasas de supervivencia de los pacientes con fracturas graves. Tras la introducción de la anestesia, la principal habilidad del cirujano dejó de ser la rapidez. Técnicas quirúrgicas que habían sido sugeridas en años o incluso siglos anteriores pudieron ser puestas en práctica al evitar el dolor del enfermo. Las limitaciones de tiempo desaparecieron, desarrollándose rápidamente nuevas técnicas, intervenciones sobre órganos situados profundamente, etc. Sin embargo, un nuevo problema empezó a aparecer con el aumento de la duración de las intervenciones. La infección de la herida quirúrgica, y posteriormente, la septicemia y la muerte, eran más frecuentes que la recuperación del enfermo. Hasta el descubrimiento del origen de las infecciones, y por tanto, su prevención y tratamiento, el desarrollo de la cirugía no fue completo.
Las aportaciones científicas en el siglo XIX se producen a gran velocidad y saltando de escenarios en los diversos paises europeos. Pese a ello, de forma clásica, para estudiar la cirugía del siglo XIX se tienen en cuenta las distintas escuelas europeas. La supremacía de los autores anglosajones fue exportada, a principios del siglo XX, al nuevo continente. En España, inmersa en importantes convulsiones políticas, el desarrollo de la cirugía en general, y de la Traumatología y Ortopedia de forma específica, fue siempre a remolque de las aportaciones de los autores europeos.
La sanidad en la España del siglo XVIII era ejercida por un abanico de profesionales con clases sociales y categorías diferentes y rivales: los cirujanos querían ascender a una clase superior y ser considerados equivalentes a los médicos. El enfermo era atendido por médicos con títulos universitarios (bachilleres, licenciados o doctores), cirujanos (universitarios) o cirujanos-barberos (no universitarios) y curanderos empíricos. El aspecto quirúrgico era desempeñado por los cirujanos de ropa larga o toga, de formación latina y los de ropa corta o simples barberos. Los cirujanos romancistas llegaron en época de Felipe II a poder tener acceso a su título con demostrar cinco años de experiencia en cirugía, sin necesidad de ningún título universitario. De forma paralela los cirujanos latinos, de formación universitaria, necesitaban cursar unos estudios similares a los de los médicos pero su condición social era bastante inferior.
En este ámbito histórico nace el Colegio de Cirugía de San Carlos de Madrid. Las Ordenanzas de su creación fueron promulgadas por Carlos III en 1787, iniciándose la docencia oficial de la Cirugía el 11 de Octubre de ese mismo año, en los sótanos del Hospital General de Madrid, siendo presidente Pedro Custodio y directores Gimbernat y Rivas. Las clases teóricas se basaban en los tratados médico-quirúrgicos de la época (Boerhaave, Gorter, Astruc, Lafaye, Velasco, Villaverde, etc.) siendo las clases prácticas fundamentales. Tras cumplimentar cinco años de estudios se obtenía el título de "Cirujano Latino en el Protomedicato".
El Colegio de Cirugía de San Carlos inicia su funcionamiento sumergido en el ambiente político de la época (reinados de Carlos III y Carlos IV, Invasión Francesa, Guerra de la Independencia y reinado de Fernando VII), viendose sometido a sucesivas purgas políticas. El 10 de Julio de 1821, realizan un primer intento de fusión entre los estudios de medicina y cirugía.
Pedro Castello y Ginestá (1770-1850) (figura 18), cirujano castrense, fue catedrático de los Colegios de Cirugía de Santiago de Compostela, Barcelona y San Carlos de Madrid. Acertó a curar a Fernando VII de un ataque de gota, que los médicos de la Corte no habían logrado aliviar, pasando de disidente encarcelado por el Rey a ser su cirujano personal. Desde su nueva posición de favor real, Castelló propone al Rey reglamentos y leyes que permiten a la Medicina adoptar un modelo unitario y completo. La reforma inicia sus pasos el 30 de Junio de 1827 con la creación de la Real Junta Superior Gubernativa de Medicina y Cirugía, siendo Pedro Castelló vocal. Se alcanza de esta forma en España la fusión entre la medicina y la cirugía, que se produce de forma definitiva al unificarse los Colegios y las Universidades en 1843.
En cuanto a las aportaciones científicas, en nuestro país comienzan a aparecer los primeros trabajos sobre patología osteoarticular. Leonardo Galli (¿?-1830) nació en Tarragona y fue cirujano militar durante la Guerra de la Independencia, llegando a ser cirujano de cámara del Rey de España. Galli tuvo una especial orientación hacia la Traumatología. En 1795 publica su trabajo "Nuevas indagaciones sobre las fracturas de la rótula y de las enfermedades que con ella tienen relación, especialmente la transversal". Muchos historiadores consideran a Galli como el introductor en España de la Traumatología experimental, debido a su sistemática de estudio.
Inglaterra tuvo grandes figuras quirúrgicas, que realizaron importantes aportaciones al conocimiento de la patología musculoesquelética. Londres y Dublín se convirtieron en focos de sabiduría quirúrgica en el siglo XIX. Entre los científicos que destacaron se encuentran:
Abraham Colles (1773-1843) (figura 19), irlandés, fue profesor de cirugía en el Colegio de Cirujanos de Dublin. Es conocido por la descripción en 1814 de la fractura de la extremidad distal del radio que lleva su nombre.
Sir Benjamin Brodie (1786-1862), cirujano del Hospital St. George de Londres publicó en 1818 su libro "Sobre las Enfermedades de las Articulaciones" en el que correlaciona aspectos patológicos y clínicos de las enfermedades articulares. Describió la artritis séptica de la cadera infantil y la asociación entre artritis y gonorrea. En 1832 describió el absceso óseo que lleva su nombre. En 1843 introdujo el examen Fellowship del Colegio Real de Cirujanos.
James Syme (1799-1870) fue catedrático de cirugía en Edimburgo. Es conocido por la introducción de la amputación a nivel del tobillo que lleva su nombre.
Robert William Smith (1807-1873) fue catedrático de cirugía en el Trinity College de Dublín. Escribió el libro "Un Tratado de las Fracturas en la Cercanía de las Articulaciones, y sobre ciertas formas de luxaciones congénitas". Es conocido por la fractura de Smith y por sus aportaciones sobre la neurofibromatosis y el neuroma.
William John Little (1810-1894) fue uno de los fundadores del Royal Orthopaedic Hospital. Publicó un trabajo sobre la parálisis espástica con paraplejia, que se denominó "enfermedad de Little".
Sir James Paget (1814-1899) (figura 20), ejercía la cirugía en el Hospital San Bartolomé de Londres. Es pionero en la investigación anátomo e histopatológica de las enfermedades esqueléticas. Describe y caracteriza varias enfermedades primarias del hueso, y sobre todo la que lleva su nombre "enfermedad ósea de Paget".
Joseph Lister (1827-1912) estudió en el Hospital Universitario de Londres. Lister es conocido por la introducción de la antisepsia quirúrgica con ácido carbólico. Pronto quedó claro que esta práctica tenía un efecto drástico en la reducción de complicaciones infecciosas. Trabajando como cirujano en Glasgow, observó que las fracturas cerradas raramente se infectaban, mientras que las fracturas abiertas con frecuencia producían pus, por lo que dedujo que algún elemento contenido en el aire era el responsable de la producción de la infección. Al conocer los trabajos de Pasteur supuso que este elemento productor de pus eran los microorganismos de los que éste hablaba. Para evitar la proliferación de las bacterias en los tejidos aplicaba sobre la herida ácido carbólico, obteniendo una disminución de la tasa de infecciones. Tras la publicacion de sus estudios, tuvieron que pasar varios años hasta que la comunidad científica los aceptase, pero los resultados de la antisepsia de Lister acabaron convenciendo a los más escépticos*.
Hugh Owen Thomas (1834-1891) (figura 21) es considerado como el padre de la ortopedia británica. Desa-rrolló muchas nuevas técnicas e instrumentos quirúrgicos. Propuso el reposo prolongado como tratamiento de las articulaciones tuberculosas, para lo que diseñó un gran número de férulas, destacando la llamada férula de Thomas, que aún se utiliza en muchos hospitales para el tratamiento de las fracturas de fémur. El uso de la férula de Thomas durante la primera guerra mundial para el traslado de los heridos permitió disminuir la mortalidad de las heridas de bala en el fémur del 80 al 20%. Describió la maniobra para detectar el flexo oculto de la cadera (test de Thomas).
Harold Bennett (1837-1907) describió en 1882 la fractura-luxación de la base del primer metacarpiano que lleva su nombre. También se le atribuye la introducción de la antisepsia de Lister en Dublín.
Sir William Macewen (1848-1924) estudió en Glasgow. Sus principales aportaciones a la Traumatología y Ortopedia consistieron en la realización y descripción de varias osteoto-mías. También se le atribuye la divulgación de los injertos óseos.
La historia militar y de la medicina han estado con frecuencia relacionadas. Los campos de batalla han proporcionado a los médicos muchas oportunidades para encontrar métodos alternativos para el tratamiento de las fracturas y la curación de las heridas. Durante las guerras napoleónicas del siglo XVIII y XIX, los progresos más importantes se hicieron en el tratamiento de las fracturas abiertas y cerradas. Los cirujanos franceses realizaron importantes aportaciones a la naciente Traumatología:
Dominique Jean Larrey (1766-1842) (figura 22), fue cirujano general del Gran Ejército de Napoleón. Larrey realizó 200 amputaciones en un período de 24 horas tras la batalla de Borodino en la campaña de Moscú (5-6 sept. 1812), consiguiendo disminuir las tasas de mortalidad quirúrgica. Larrey defendía la necesidad del desbridamiento quirúrgico, la amputación precoz y la cirugía inmediata para las fracturas abiertas.
El Barón Guillaume Dupuytren (1777-1835) fue cirujano jefe del Hospital de Dieu. Realizó importantes innovaciones quirúrgicas aunque no fue un científico apreciado en su ambiente debido a su agresividad y marcada antipatía. Francois Percy, cirujano contemporáneo de Dupuytren lo describe como "el primero entre los cirujanos, el último entre los hombres". La principal aportación de Dupuytren a la Traumatología fue la descripción de la retracción de la fascia palmar que lleva su nombre. También realizó trabajos sobre luxación congénita de cadera, la formación del callo de fractura, el signo de Trendelenburg, etc. Dupuytren (figura 23) fue uno de los creadores del método anatomoclínico.
El primer caso de fijación externa fue publicado en 1840 por Malgaigne (1806-1865) con su descripción de un clavo percutáneo con tirantes circulares alrededor de la tibia. En 1843 Malgaigne presentó un dispositivo para conseguir la reducción y estabilización de una rótula fracturada mediante una pinza con cuatro dientes.
Claude Bernard (1813-1878) (figura 24), profesor de la Sorbona, contribuyó con su pensamiento fisiológico a cambiar la forma de entender la Medicina y la Cirugía. Su libro "Introducción al estudio de la medicina experimental" (1865) constituye el paradigma del método científico aplicado a la medicina.
Louis Pasteur (1822-1895) estableció firmemente la teoría microbiana, demostrando que las bacterias son las responsables de las infecciones, y la forma de eliminar a las bacterias productoras de la fermentación. También descubrió la forma de producir inmunidad inoculando cultivos atenuados de determinadas bacterias. En homenaje a los trabajos de Jenner, denominó vacunación a este sistema. Desarrolló un sistema para evitar el desarrollo de la rabia en conejos y lo aplicó a un paciente que había sido mordido por un perro rabioso, que sobrevivió.
Jean-Martin Charcot (1825-1893), internista francés es conocido por sus estudios neurológicos. También realizó contribuciones al estudio de la patología articular. Escribió una tesis distinguiendo la gota, la artritis reumatoide y la artrosis. También describió la artropatía que lleva su nombre, "artropatía de Charcot".
Louis Xavier Edouard Leopold Ollier (1830-1900) realizó varias aportaciones interesantes al campo de la Traumatología y Cirugía Ortopédica, además de describir la condrodisplasia que lleva su nombre. Sugirió que el crecimiento óseo puede inhibirse resecando la placa epifisaria y que esto era útil para corregir ciertas deformidades. Fue un pionero en la utilización de injertos óseos.
Charles Bouchard (1837-1915) (figura 25) fue catedrático de Patología y Terapéutica General de Paris. Realizó varias aproximaciones al estudio del artritismo, distinguiendo entre discrasias ácidas (oxaluria, raquitismo y osteomalacia), discrasias lipógenas y enfermedades precipitantes.
Pierre Marie (1853-1940) fue catedrático de neurología en Salpetriere. Describió la disóstosis cleido-craneal y la espondilitis anquilosante. Realizó numerosas aportaciones en el campo de la Neurología.
Tambien destacaron por sus contribuciones los autores alemanes:
Joh Fr. Dieffenbach (1794-1847), profesor en Berlín, fue un pionero realizando alrededor de 1841 los primeros enclavados intramedulares utilizando para ello piezas de marfil, su técnica se difundió con el nombre de «operación de Dieffenbach».
Richard Von Volkmann (1830-1889) nació en Sajonia. Describió la contractura y parálisis isquémica que lleva su nombre. También fue el primero que introdujo los métodos antisépticos de Lister en Alemania.
Eduard Albert (1841-1900) es conocido por introducir el término "artrodesis". También describió la bursitis aquílea, la sinovectomía y la escoliosis ciática.
Friedrich Trendelenburg (1844-1924) describió el signo y la marcha que llevan su nombre. Diseñó también una mesa quirúrgica.
Otros autores europeos que contribuyeron al desarrollo de la Traumatología y Cirugía Ortopédica en el siglo XIX fueron:
Giovanni Battista Monteggia (1762-1815) fue cirujano y catedrático en Milán. Su contribución a la Traumatología consistió en la descripción en 1814 de la fractura que lleva su nombre, la "fractura de Monteggia".
Antonius Mathysen (1805-1878) fue un cirujano militar holandés que tiene el mérito de haber diseñado un método para cubrir y empapar las vendas de algodón con yeso. La ventaja que ello suponía era la posibilidad de disponer de una forma de estabilización rápida que pudiese utilizarse en el campo de batalla, y que permitiese el traslado del herido.
Theodor Kocher (1841-1917) fue catedrático de cirugía en Berna. Es conocido en el mundo de la Traumatología por su método para reducir la luxación de hombro y por la descripción de varios abordajes quirúrgicos. También diseñó algunos instrumentos quirúrgicos.
Las aportaciones científicas de los autores estadounidenses, aunque escasas en comparación con las aportaciones europeas, supusieron el germen que ocasionó el despegue de la ciencia ortopédica en Estados Unidos. Entre estos autores destacan:
John Rhea Barton (1794-1871) nació en Lancaster, Pensilvania. Entre sus aportaciones a la Ortopedia destaca por introducir distintos tipos de osteotomías. Realizó también osteosíntesis con alambre en fracturas de rótula. En 1835 describió la fractura de radio distal que lleva su nombre.
Lewis A. Sayre (1820-1900) fue profesor de cirugía en la Escuela de Medicina y Cirugía de New York y profesor de ortopedia de la Escuela Médica del Hospital Bellevue. Esta fue la primera cátedra de Cirugía Ortopédica en EE.UU. Entre sus obras destacan: "A practical manual of the treatment of club foot", "Lectures on orthopedic surgery".
William Morton (1819-1868) fue el primero en ofrecer una demostración pública de cirugía sin dolor, utilizando éter sulfúrico. En pocos años, la nueva técnica anestésica se había difundido por toda América y Europa*.
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