domingo, 24 de febrero de 2013

disfrutaremos



O

  Hoy es jueves, hoy es el día, esta tarde hay entrenamiento de limalama.

  Ya tengo la mochila preparada desde esta mañana. Kimono, cinturón, toalla, chanclas, coquilla, protecciones, esta todo. Salgo de casa y camino sumido en mis pensamientos, preguntándome:
-¿Qué técnica nueva voy a aprender hoy?
-¿Me va a enseñar el profesor lo que falta para terminar el set?
Que ilusión, hoy estreno protecciones, espero que haya combate para poder utilizarlas.

Me pongo el kimono y me ato el cinturón. El cinturón es de color blanco, pero ya irá cambiando de color con constancia, ilusión y sudor en los entrenamientos, hasta mi objetivo…  conseguir el color negro en mi cintura.

-¡Atención!, ¡normal!, ¡saludo!
Comienza la clase.

El calentamiento es duro, pero nada a lo que no estoy acostumbrado. Empezamos a sudar y el cuerpo ya está caliente. Saltos con las rodillas al pecho, flexiones, abdominales, series de patadas, series de puñetazos, movimiento, continuo movimiento. Se aceleran las pulsaciones, sientes el cansancio en tus músculos, pero continúas, el ánimo que te da el profesor es importante.

Llega el momento más deseado de la clase, el aprendizaje de una nueva técnica.

El profesor  explica al detalle, resaltando toda su efectividad y fuerza, profundizando en sus raíces y potenciando la eficacia de ejecución.

Comienza la práctica. Al principio despacio, luego un poco más rápido, cada vez metiendo más velocidad.
Precisión en los golpes, anticipación al ataque aprendiendo a desplazarnos, utilización y aprovechamiento del desequilibrio del compañero, ejecución de la técnica y control en la finalización de ejecución.
-          Entrenamos  la técnica por la derecha y por la izquierda.

Grita el profesor mientras va pasando pareja por pareja, para corregir y perfeccionar la efectividad de ejecución en su estudio.

Siento los golpes en mi cuerpo, siento dolor, pero no me importa, mi mente  solo está concentrada en el entrenamiento, en hacerlo bien, en mi superación personal.

Finaliza la clase, todos nos colocamos en fila por orden de graduación y  el profesor frente a nosotros.
-          ¡Atención! ¡saludo!

Comienza la rueda de abrazos y felicitaciones por el duro trabajo realizado, costumbre que siempre se hace al finalizar el entrenamiento,  algo único que diferencia el Limalama de cualquier otro arte marcial.
Solo queda la ducha, la ducha del guerrero. 

Articulo escrito por:
Alfredo lópez



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