La historia que les traigo trata acerca
de una curiosa batalla. Quizás no tanto por su contexto, quizás no tanto
por su desarrollo, pero de seguro que si por su resultado final:
únicamente de tres muertos.
Sin dudas se trato de un suceso poco
común, el número total de bajas resulta realmente minúsculo con respecto
a las de otras batallas. Pero las implicaciones detrás de esta batalla
son muchos mas profundas. Poco hablare, sin embargo, de ellas, ya que me
han resultado tan interesantes que les deparo una entrada futura.
Implicaciones tales como un personaje muy curioso, una guerra civil
entre hermanos y un enfrentamiento más de una larga rivalidad entre dos
países altamente enemigos.
De todas maneras, y a modo de contexto,
mencionare algunas cuestiones básicas, para que todos sepamos de qué
estamos hablando. Corría el año 1119 y los reyes Luís VI de Francia y
Enrique I de Inglaterra se enfrentarían en batalla, sumando una a la
larga cuenta que estas dos naciones rivales acumularían a lo largo de su
historia. Pero el contexto no involucraba por completo esta enemistad
entre los dos reinos europeos, sino que atendía a cuestiones de índole
más bien internas a la nación británica: A su interior se daba una
rebelión, guida por el hijo de un antiguo pretendiente al otro (otra mas
de las tantas que se sucederían en Inglaterra, y en Europa en general).
Por lo poco que dejan inferir las
fuentes podemos decir que la batalla tuvo un desarrollo ambiguo. Por un
lado, el de los franceses derrotados, los cronistas describen a la
batalla una lucha sangrienta. Además, agregan una graciosa anécdota de la que ya hemos hablado aquí en este blog.
Por el lado ingles-normando, el cual me
animo a señalar personalmente como probablemente mas verídico (debido a
que, tras la derrota, los francés pudieron haber tenido la intención de
arreciar su labor), las menciones a las bajas son escasas, solo enumeran
tres muertes, mientras que si son abundantes los rescates pagados por
los numerosos prisiones hechos durante la contienda. En otras palabras,
la principal preocupación de ambos ejércitos fue la de capturar a los
soldados enemigos, hacerlos prisioneros y luego cobrar un rescate a la
nación enemiga, por lo que las victimas lamentables pareciesen no haber
superado los 3 muertos en batalla.
Les dejo aquí un link en el que pueden averiguar mas de esta batalla, pero les advierto que esta en ingles, o si no pueden esperar hasta que vuelva a traerla a colación por este blog, aunque no se cuando será esa .
La entrada de hoy es algo curiosa.
Porque, ¿Puede un rey ser republicanos? Vamos, pregunto si un rey puede
odiar a los reyes, a lo que estos representan. Digo, si hasta puede ser
un republicano abiertamente declarado e incluso tatuarse en su cuerpo el
orgullo de serlo. Pues parece que si hubo que cumplía con estas
condiciones y que además, cumplió con otro tanto de condiciones que lo
hacen un individuo único, de esos que me gusta mencionar por aquí.
Pero, antes de empezar con la historia de tan interesante personaje, debo darle las gracias a Miguel Ángel, del blog “Memoria Residual”,
a quien le debo el haberme puesto tras la pista de esta historia, por
lo que a él le va dedicada esta entrada. Ahora sí, ya hecho el
agradecimiento seguimos con el personaje de hoy.
El individuo en cuestión se llamó, en un
primer momento, Jean-Baptiste Bernadotte. Luego, pasaría a ser Karlos
XIV Johan de Suecia y Carlo III de Noruega. Y sí, si puede que lo hayan
reconocido como uno de los dieciocho Mariscales Napoleónicos, porque
efectivamente lo fue. Su vida comenzó un 26 de enero de 1763, en la
localidad de Pau, en Francia. Hijo de Henri Bernadotte (1711-† 1780),
procurador en Pau, y de Jeanne St. Jean (1725-†1809) se enlistaría en el
ejército luego de la muerte de su padre, teniendo por aquel entonces
diecisiete años, y su primer destino como militar fue Corcega.
Con 21 años lo encontramos ya sirviendo
como sargento en Grenoble. También para aquella época se ha ganado su
apodo de Sergeant Bellejambe, o Sargento Piernabella, mote que alude a
su éxito con las mujeres. Éxito evidenciable en la relación que entablo
por aquel entonces con grenoblina con un nombre tan sensual como
Catalina L’Amour. De aquel amor nacerá una pequeña de nombre Olimpia
Bernadotte, que morirá siendo niña.
Al estallar la Revolución Francesa (de
la cual ya hemos hablado aquí con anterioridad), sus evidentes
cualidades militares le llevaran a un rápido ascenso; tal es así que
para 1794, Bernadotte era ya brigadier, asignado al ejército de Sambre y
Meuse. Más tarde, tras la victoria de Jourdan en Fleurus (26 de junio
de 1794), ascendería a general de división.
De campaña, la guerra lo llevaría
primero a Bélgica y luego, conforme avance el ejército francés, a
Austria. Poco después, Bernadotte sería enviado a Italia, con 20.000
hombres, a auxiliar a un general llamado Napoleón Bonaparte (quien aún
no hacia demasiado alarde su nombre), distinguiéndose durante el paso de
Tagliamente. En 1798 acabaría como embajador en Viena, aunque hubo de
abandonar el cargo debido a los disturbios causados a raíz del izado de
la bandera tricolor sobre la embajada.
En 1798, Bernadotte contraería
matrimonio con una bella joven, cuyo nombre era Desirée Clary. Era que
había estado en los planes de José Bonaparte, que acabaría casándose con
su hermana, y del mismísimo Napoleón, hasta que este conociera, año y
medio después incluir en sus planes a Desirée, a su eterna Josefina.
Desirée Clary y Jean Baptiste Bernadotte
se conocerían en París, en una recepción de José Bonaparte, unos dos
años después de que Napoleón la dejase marchándose, nunca mejor dicho, a
la francesa. Con su matrimonio, Bernadotte se convirtió asimismo en
pariente de los Bonaparte.
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La última vez dejábamos a nuestro, por
ahora, Jean Baptiste, recién casado y convertido en cuñado de José
Bonaparte. Tiempo después, y durante tan solo seis semanas, sería
nombrado ministro de la guerra francés, responsabilidad en la que
demostró grandes habilidades.
En aquel tiempo se mantuvo a poca
distancia de Napoleón, y aunque se negó a apoyarle en los preparativos
del golpe de estado de noviembre de 1799 (18 deBrumario).
Incluso, es uno de sus fervientes
opositores. Tal es así, que cuando el golpe se produce, en París mucha
gente espera que Bernadotte salga de casa y se ponga al frente de
milicias más o menos organizadas, que todo el mundo sabe están
dispuestas a obedecerle. Pero, Jean no lo hace; probablemente los
méritos de esta inacción de nuestro gran republicano deba llevárselos su
cuñado, y futuro rey de España, José Bonaparte quien le come la oreja y
acaba convenciéndole de que no se inmiscuya.
De manera contraria a lo esperado, con
el Gran Corso ya en el poder, Bernadotte aceptaría ser empleado por el
consulado, y desde abril de 1800 hasta el agosto de 1801, comandaría el
ejército en la Vendée. Y, no mucho después, al llegar el Imperio
Napoleónico en 1804, Bernadotte fue nombrado uno de los dieciocho
Mariscales de Francia. Y desde junio de aquel año sería designado
también como gobernador de la recientemente ocupada Hanóver. Incluso,
sería el mismo Jean-Baptiste quien, en 1808 y como gobernador de los
pueblos Hanseáticos, dirija directamente la expedición contra Suecia, a
través de las islas Danesas, aunque el plan no tuvo éxito debido a la
necesidad de transportes y a la deserción del contingente español,
quienes para entonces ya habían comenzado la guerra por su independencia
de las fuerzas napoleónicas.
Poco tiempo después se lleva a cabo la
de Wagram, en la que nuestro Bernadotte será lidere al contingente
Sajón. Durante dicha batalla desobedecerá las órdenes de Napoleón, por
lo que el Gran Corso lo relevaría de su mando. Furioso, se vuelve a
París.
Por allí (es decir en Francia) se
encontraba Jean, a punto de tomar posesión del cargo de gobernador de
Roma cuando, inesperadamente, fue elegido heredero del rey Carlos XIII
de Suecia. ¿Pero como es que un soldado Napoleónico acaba convirtiéndose
en el heredero de una de las pocas monarquías europeas puras (ya que
Napoleón se había cargado a casi todas) que quedaba?
Para conocer el “Quid” (esta va para ti, profedegriego
) de la cuestión debemos trasladarnos a Suecia. Seguimos estando en
1810. En el país del norte europeo, la dinastía reinante, los Vasa, se
extingue. El anterior rey se había vuelto loco, y su tío, ya bastante
mayor de edad, había tenido que sustituirlo en el trono con el nombre de
Carlos XIII. Por lo tanto encontramos al Parlamento sueco buscando un
nuevo candidato. Y, por cosa de la casualidad, llegan a fijarse en el
administrador de Hannover y algunas villas hanseáticas, de quien todo el
mundo dice maravillas. Dicho y hecho: el 21 de agosto de 1810, el
Parlamento elige rey a Jean Baptiste Bernadotte.
Pero, ¿Fue tan así esta elección? ¿O
hubo muchas otras cosas que llevaron a esta elección? Pues,
lamentablemente, tampoco lo sabremos hoy… sino mañana. Porque esta
entrada ha vuelto a quedar muy larga para mi gusto.
Llegamos ya a la última parte de la
historia de Jean-Baptiste Bernadotte. Y, aunque me he demorado un poco
más de lo que deseaba, ya llego el momento de concluir con ella. La
última vez, nos quedamos en su elección como Príncipe Heredero de la
Corona Sueca. Continuemos entonces desde allí. Pero, ¿Cómo es que un
soldado republicano, perteneciente al ejercito de uno de los más grandes
enemigos de las monarquías europeas, llega a ser elegido Monarca?
Pues, básicamente por casualidad. Aunque
el boletín oficial dará como razones, por un lado, que un gran sector
del ejército sueco, previendo futuras complicaciones con Rusia, se
mostraba favorable a la elección de un soldado como heredero, y por el
otro, que Bernadotte también era muy popular en Suecia, debido a la
caballerosidad con la que había tratado a los prisioneros suecos durante
la última guerra con Dinamarca.
Sin embargo, si bien estas razones
pueden ser la “Ultima Ratio” (otra frase que queda bien para la ocasión)
para su elección definitiva, lo cierto es que, en un primer momento
deberemos el ofrecimiento del trono a Jean Baptiste a un único sujeto:
el barón Karl Otto Mörner.
Este tal barón Möner era, simplemente,
un mensajero sueco, quien, absolutamente por iniciativa propia, ofreció
la sucesión de la corona sueca a Bernadotte. El gobierno sueco quedara
altamente sorprendido ante la descarada actuación de Möner, incluso lo
arrestarían al volver a Suecia; sin embargo, la candidatura de
Bernadotte fue ganando seguidores de forma gradual.
Por su parte, es seguro de que Jean
Baptiste reflexiona extendidamente aceptar tal proposición, ya que,
después de todo es un republicano convencido. Incluso Bernadotte le
comunicaría la oferta de Mörner a Napoleón, pero el Corso se reiría del
asunto y lo trataría como algo absurdo. De todas maneras Jean acabara
por decidirse positivamente e informaría a Mörner que no rechazaría el
honor de ser él el elegido.
¿Por qué aceptar tal propuesta? Pues,
probablemente, hay dos factores que pesan en su decisión positiva: por
un lado, el hecho de que la monarquía sueca sea una monarquía
constitucional, lo cual la convierte en más tolerable a ojos de un
republicano. Por otro lado, lo mal, pero mal, mal, que le sienta el
ofrecimiento a Napoleón Bonaparte, ya que recordemos que, a pesar de ser
parientes debido al casorio de Jean Baptiste y José Bonaparte con las
hermanas Clary, no se caían para nada bien el uno al otro.
Finalmente, el 21 de agosto de 1810,
Jean Baptiste Bernadotte fue elegido «Príncipe de la Corona». De esta
manera Bernadotte renuncia a la nacionalidad francesa y el 2 de
noviembre de 1810, realiza su entrada solemne en Estocolmo, y el 5 de
noviembre recibía el homenaje de los estados suecos, siendo adoptado por
el Rey Carlos XIII bajo el nombre de «Carlos Juan». El nuevo príncipe
coronado fue pronto muy popular, y se convirtió en el hombre más
poderoso de Suecia.
Toda esta situación place enormemente al
nuevo rey; pero no tanto a la futura reina. A Desirée no le cae bien el
frio, y pocos días después de llegar se vuelve a Paris, donde vivirá
hasta luego de la coronación de su marido, el 5 de febrero de 1818.
Regresara a Suecia recién en junio de aquel año.
Durante su principado, y luego su
reinado, Bernadotte pudo mostrarse como cualquier cosa menos como un
satélite de Francia. Incluso se aliaria con los enemigos de Napoleón y
sería uno de los comandantes del ejército que lo enfrentaría hasta el
final. Como rey unionista sería muy popular tanto en Suecia como en
Noruega. Y aunque sus puntos de vista ultra-conservadores eran
generalmente detestados, y se les presentó oposición tanto como fue
posible, su dinastía nunca estuvo en serio peligro, y tanto suecos como
noruegos estaban orgullosos de su monarca y de la buena reputación de
que éste disfrutaba en Europa.
Bernadotte moriría en Estocolmo el 8 de
marzo de 1844. La mayor parte de su reinado fue un largo periodo de paz
ininterrumpida, y de desarrollo material en ambos reinos durante la
primera mitad del siglo XIX, debido principalmente a su energía y
previsión. Carlos XIV Juan fue sucedido por su hijo Óscar (Óscar I de
Suecia y Noruega). Como decía más arriba, todos sus súbditos lo
veneraron como un gran rey. Sin embargo hubo un pequeño detalle que se
le escapó a todos sus seguidores. Al desnudarlo para prepararlo para los
funerales, los sirvientes encontrarán en su brazo un tatuaje que pocos
habían visto antes. Grabado en su cuerpo rezaba: «Mort aux rois» (Muerte
a los Reyes), tatuaje presumiblemente realizado durante la Revolución
francesa. Así concluía la historia del único rey republicano, con
tatuaje y todo!!!! Todo un personaje más que singular.
Bue, comencemos con las entradas de este
mes, en el que debo subir cinco entradas para ponerme al día. La
entrada de hoy, se corresponde en parte con la temática de la pasada;
puesto que leía el comentario de Miguel Ángel (dueño del maravilloso blog de historia Memoria Residual)
y coincidí con él en el hecho de que tiempo después de la época de
Cinisca los aurigas obtendrían gran fama y fortuna, e incluso llegarían a
ser tratados como verdaderos héroes. Sabía que había una entrada que
podía armar al respecto de este tema, pero no podía recordar quien era
su protagonista, hasta hoy, cuando se me vino a la mente una entrada
subida por Miguel Ángel hace tiempo.
En ese sentido hablaremos hoy de Cayo Apuleyo Diocles (en latín: Gaius Appuleius Diocles), el deportista mejor pago de la historia.
Cayo Apuleyo Diocles fue un auriga
durante la época del dominio Romano. Nacido en Lusitania hacia el año
104 de nuestra era seria considerado como el más notable auriga del
Mundo antiguo. Pero antes que nada, y como siempre que escribo una
entrada con conceptos que no son comunes en nuestro vocabulario habitual
del siglo XXI, me gustaría aclarar algunos concepto.
En primer lugar definir auriga,
concepto relativamente simple y conocido. El auriga era el conductor de
los carros tirados por caballos. No siempre fueron bien tratados, y
siempre fueron esclavos; pero, durante la época del Imperio en
particular, aumentó el gusto por las carreras, y los aurigas se
convirtieron en ídolos de la multitud, aunque seguían siendo, en su
mayoría, esclavos; y aunque lo normal era que muriesen jóvenes ganaban
una ingente cantidad de dinero si despuntaban en esta disciplina
Los aurigas podían competir en varias
categorías, y este es el segundo punto a aclarar. Entre los tipos mas
destacados tenemos las conocidas cuadrigas, carreras en las que el carro era tirado por cuatro caballos, o las también conocidas biga, en las cuales solo dos caballos tiraban del carro. Sin embargo, también podía tratarse de trigas (tres caballos), o incluso de carros con tiros de seis, ocho y hasta diez caballos.
Otro dato interesante es el de que, a partir del siglo II, comenzó a denominarse miliarios
a aquellos aurigas que hubiesen acumulado mil victorias. Como era
obvio, estos gozaban de gran respeto, fama y acumulaban grandes
riquezas.
Y aquí volvemos al eje de nuestra historia de hoy, Cayo Apuleyo Diocles, ya que él fue uno de estos reconocidos miliarios.
Cayo participo en un total de 4.257 carreras ganando 1.462. Y eso no es
todo, también se dice de él que convirtió nueve caballos en centenarios
(ganadores de cien o más carreras) y uno, Pompeianus, en bicentenario. Y
a pesar de que otros corredores le superaran en la cantidad de
victorias (por ejemplo, el corredor Pompeius Musclosus, quien se dice
llego a conseguir un numero de 3.599 victorias), Diocles fue el más rico
de todos ellos. ¿Cómo? Pues simple, puso más esmero y logro vencer en
los eventos en los que había mayores cantidades de dinero en juego.
Según la información que nos llega de su
lapida en el circo romano de Neron los ingresos totales de Diocles se
calculan en 35.863.120 sestercios, cantidad suficiente como para
proporcionar grano a toda la población romana durante un año o al
ejercito romano completo en su apogeo durante más de dos meses. Para un
dato mas accesible a nuestras mentes siglo XXI que nos permita calcular
el tamaño de esta fortuna les diré que, pasados a dólares del valor
actual, esos casi 36 millones de sestercios serian algo así como unos
15.000 millones de dólares!!! Cifra mas que considerable, más si tenemos
en cuenta que, según la revista Forbes, el deportista mejor pagado en
la actualidad seria el golfista Tiger Woods que hasta la fecha habría
conseguido la ínfima cantidad de 1.000 millones de dólares.
¿Dos entradas? ¿Solo dos entradas este mes? Malditos parciales,
hicieron que me olvide de subir entradas ¬¬. Bue, se supone que este mes
que viene es mas tranquilo, esperemos que podamos mejorar la
regularidad. De cualquier modo, vayamos con la entrada de hoy, la
continuación de la vida de Cayo Apuleyo Diocles.Como decíamos en la entrada anterior Cayo fue uno de los aurigas mas ganadores en la historia romana y el que más dinero acumulo en las competencias, logrando acumular una cantidad de 35.863.120 sestercios, algo así como 15.000 millones de dólares de esta época. Pero ¿Cómo logro amasar tal cantidad de dinero? Esa es la historia que contaremos hoy.
Nació en Lusitania (hoy Portugal), en el año 104 y desde el año 122, momento en el que contaba con solo 18 años, se dedicó a deportes profesionales. Aquí debemos destacar la existencia de diferentes facciones de cuadrigas, que vendrían a ser como los equipos de futbol (o cualquier otro deporte) pero con mas sectarismo entre el publico. Estas facciones eran determinadas por un color. Las cuatro facciones más importantes fueron los Rojos, los Azules, los Verdes y los Blancos. Así, cada equipo podía tener en campo hasta tres carros por carrera. Los miembros de una misma facción solían colaborar entre si, al mismo tiempo que competían por el liderato. En tanto, los aurigas podían cambiar de equipo, al igual que hoy en día cuando diversos equipos se intercambian atletas.
En el caso de Diocles, comenzó su carrera como auriga en la facción blanca, donde ganaría su primera carrera luego de dos años como novato. Dos años después de esta victoria cambiaria a la facción verde. Finalmente cambiaria a la facción roja a los 27, donde siguió corriendo hasta retirarse a los 42 años.
Participo en un total de 4.247 carreras, ganando la abultada cantidad de 1.462, es decir, un aproximado del 34,5 %; obteniendo el segundo lugar en 861 carreras, es decir un poco mas del 20 %; y finalizando tercero 576 veces, es decir un 13,5 % aproximadamente. Lo que nos dice que se subió al podio en el 68 % de las carreras en las que compitió.
En su lapida puede leerse que “Salió de la puerta 4.257 (veces). Venció 1.462 (veces), 110 a pompa.”. Además nos da detalles de sus victorias:
“Tomó la delantera [desde el inicio] y venció en 815 [ocasiones], quedó retrasado [y luego] ganó en 67, perdió la delantera [la recuperó y] ganó en 36. En otros géneros ganó 42 [veces]. Adelantó a todos [saliendo último] y venció 502 [veces].”También no cuentan las veces en las que participo de desafíos especiales dando ventaja en la salida o compitiendo con un numero distinto de caballos que los demás
La lapida instalada en su honor nos cuenta también como se obtuvo todo su dinero:
“Venció en singulares 1.064 veces, de entre ellas 92 premios mayores: el de 30.000 [sestercios] 32 [veces], tres de ellas con tiro de seis caballos; el de 40.000 28 [veces], dos de ellas con tiro de seis caballos; el de 50.000 29 [veces] dos de ellas con tiro de siete caballos; el de 60.000 tres veces; en los desafíos de dos carros 347 [veces], 4 de ellas con un tiro de tres caballos, [el premio de] 15.000 sestercios; en los de tres carros venció 51 [veces].”Se jubiló con 42 años y falleció poco después. Según los expertos su vida fue extremadamente larga para el tipo de deporte que practicaba, ya que la mayoría de deportistas morían muy jóvenes con ese deporte por ser una de las competiciones más peligrosas. Un corredor con grandeza.
Y llegamos a la tercera!! Bue, falto una
para completar el cupo de entradas prometido, pero se me ha hecho muy
difícil este mes. Para compensarlo, el próximo prometo subir una quinta
entrada, así estaremos a mano .
Yendo ahora al punto de esta entrada
seguimos con la historia de Cinisca, la primera mujer en vencer en un
Juego Olímpico de la Antigüedad. La vez pasada nos habíamos quedado en
la muerte de su padre, y en como su hermano, Agesilao II, se hizo cargo
de su hermana. Retomaremos desde allí y veremos como sigue esta
cuestión.
Agesilao comenzó entonces a educar a su
hermana. Y aquí tenemos un punto clave, ya que este fue quien inculco a
su hermana la crianza de caballos de carreras. Claro, su objetivo no
estaba relacionado con un ideal de libertad femenina, sino con un
intento de desestimar las carreras de cuadrigas. Su punto era simple:
con dinero, cualquiera (hasta una mujer) podía vencer en las carreras de
caballo.
En palabras de Plutarco (Agesilao 20.1):
“Con la intención de demostrar a los griegos que el triunfo (en una
prueba hípica) no requería ningún talento, sino únicamente ser rico y
estar dispuesto a gastarse el dinero”.
Sea cual fuese el motivo real, Cinisca
participo de las carreras, y no solo eso, sino que logro vencer, y no
una sino dos veces!!! La primera de ellas seria en los juegos del 396
a.C. y la segunda en los del 392 a.C. Ambas victorias provocarían que se
generara, a su muerte, un culto heroico alrededor de esta mujer:
Pasaría a la memoria colectiva espartana como la primera vencedora en
Olimpia.
Prueba de ello es la inscripción levantada en su honor en el santuario de Olimpia:
Spavrta” me;n [basilh`e" ejmoi;] patevre” kai; ajdelfoiv,
a{[rmati d j wjkupovdwn i{ppwn] nikw`sa Kunivska
eijkovna tavnd j e[stase. movn[an] d j ejmev fami gunaikw`n
JEllavdo” ejk pavsa” tov[n]de labei`n stevfanon.
O lo que es lo mismo:
“Reyes de Esparta mis padres y hermanos,
con el carro de caballos de rápidas patas ha vencido Cinisca
y ha erigido esta imagen. Y afirmo que yo sola entre las mujeres
de toda Grecia he obtenido esta corona”.
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