martes, 19 de febrero de 2013

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Madrinas de guerra

(viernes, 1 de mayo de 2009)
Lo hemos visto en películas y lo hemos leído en libros, la vida en el frente es muy dura para los soldados y las noches son muy largas. Cuando uno tiene familia o siquiera un amorcito que le escribe de vez en cuando, tiene una estrellita en el cielo a la que mirar y alguien en quien pensar. Las cartas se leen mil veces y mil veces se recuerda a la joven que espera con paciencia y angustia la vuelta.
Después de este literario comienzo, me van a permitir ustedes un pequeño hueco para la imaginación. Pongámonos en el frente nacional en la Guerra Civil Española. Después de preguntar cómo van las cosas, uno de los mandamases del ejército recibe esta respuesta: “Mi general, la tropa está desmoralizada. Echan de menos a sus familias y les parece que esto no avanza, ni para adelante ni para atrás”. El general, con un bigotazo enorme en el que caben todas las malas pulgas de su carácter, le contesta: “¡Pues que se aguanten! Si esto no avanza es por su culpa. Y si echan de menos a su familia, que lean las cartas. Y que luchen para ganar y volver a casa. Que piensen en sus madres, hermanas y novias cuando apunten. Que no se olviden que cuando este acabe, volverán a casa. ¿Se reparte el correo entre la tropa?”. Responde el otro: “Mi general, el correo se reparte, al menos las cartas que se escriben desde la zona nacional. Pero no todos tienen quien le escriba”. El general, harto de que aquel tipo con cara de nabo y voz atiplada, que además nunca había pegado un solo tiro y que protegía su escuchimizado cuerpo detrás de despachos, papeles y burocracia le espetó: “Cagón to’ lo rojo. Si no tienen una novia porque son feos, se les busca. Quiero que se escriban cartas para que estos mierdas tengan entretenimiento y espiritú de combate. ¡Quiero cartas! ¿Me escucha? Que se consuelen pensando en que alguien les espera. Que se consuelen pensando en lo que quieran, usted ya me entiende. Ala, no me toque más las narices y váyase a lo suyo”. El general se quedó más ancho que largo y el otro comenzó a organizar las acciones de las madrinas de guerra.
Ustedes me perdonarán lo escrito, y está claro que no fue así, pero ahí queda. De hecho, las madrinas de guerra no son exclusivas de la Guerra Civil Española, ni siquiera tienen su origen allí, pero sí tuvieron cierta relevancia y presencia en este conflicto. ¿Qué eran las madrinas de guerra? Pues exactamente lo que se extrae de lo que dice el malhumorado general del párrafo anterior.
Eran señoritas que desde la retaguardia y lejos del frente, escribían cartas a los soldados creando una relación epistolar basada en el contexto bélico y en nada más que eso, ya que aunque la relación se extendía en el tiempo, los amigos por vía postal no se conocían, al menos en principio. Por parte de las féminas era una especie de voluntariado para elevar la moral de la tropa y hacer menos duro el paso de las horas y los días en el frente.
El soldado, sólo y aburrido, escribía cartas que más tarde eran respondidas y así se iba tejiendo la relación. En ocasiones alguna madrina enviaba un regalo para alguno de sus soldados “amigos” y estoy seguro que en algún caso la relación nació en este ámbito y fue más allá. Como bien saben ustedes y ya hemos explicado en otras ocasiones en este blog, cualquier ayuda en época de guerra es bienvenida, sea física o moral.ads not by this site

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