Prolífico
filón de restos imposibles para la ciencia son los que ponen en
evidencia, ya no sólo la existencia de una vida extraterrestre más
avanzada que la que se da en la Tierra, sino de un continuo
acompañamiento y guía del ser humano a través de los tiempos.
Resulta imposible hacer un recuento exhaustivo de mitologías y leyendeas
que revelan este tipo de presencias en todas las culturas antiguas a lo
largo y ancho de nuestro planeta, si es que realmente podemos otorgarle
el adjetivo posesivo.
A todo este conocimiento ancestral es preciso sumar las ingentes bolsas
de información oral y gráfica que se producen cada día, y que, gracias a
las tecnologías relacionadas con Internet se ponen en circulación por
las redes y foros para el regocijo de los investigadores y foros de
mente abierta, y desesperación de los estamentos gubernamentales y
religiosos que se ven desbordados ante la velocidad con que vuela la
información, y cada vez más incapaces de sugetar a sus fieles y de
frenar un caudal de evidencias que son el preludio de un gran cambio que
tiene como perdedores necesarios al conjunto de nihilistas enamorados
del poder que durante milenios han puesto fuego al conocimiento y a los
conocedores.
Así
son los nuevos tiempos, queridos hermanos, regocijaos porque la cuenta
atrás ya está en marcha, y los verdugos de la razón se tiemblan en sus
tronos.
No obstante, a mí me sorprende notablemente comprobar como casi a la vez
que se producen hallazgos fuera del tiempo o del orden natural supuesto
por la ciencia y diversos credos, surgen de todos lados lados
contranoticias y contrainvestigaciones dispuestas a desmentir por todos
los medios estos hallazgos, si no es que se apresuran a destruir o
contaminar las pruebas para hacer valer sus intereses por encima de
todo.
Supongo que hacer público un contacto oficial con civilizaciones
extraterrestres traería una inmediata disolución de fronters, porque la
frontera entonces sería el espacio, o la tecnología, y lo mismo
ocurriría con los principales estamoentos religiosos, que tendrían que
reescribir la historia, finiquitar evangelios y quedarse en paro, o
peor, pasar de la ostentación absoluta al ridículo absoluto,
decididamente no lo pueden permitir.
Mas la experiencia de milenios de oscuridad les ha hecho tremendamente
eficaces, aún hoy, en que sus tentáculos son más rápidos que los pies
alados de las nuevas comunicaciones.
Ejemplo de ello es el artículo que les deseo presentar. Se trata de uno
de los mejores hallazgos arqueológicos que tengo conocimiento. Un
hallazgo silenciado y emborronado en la oscuridad del anonimato y de
bruma de una curiosa siembra de falsas pruebas, aderezada con la
desaparición de los restos y de su descubridor.
También me sorprendió lo rápido que se han avalanzado los buitres de
noticias sensacionalistas y las víboras del ocultismo profesional, sobre
los yacimientos donde se encontraban estos restos, para profanar y
corromper la escena, casi como si conocieran lo que guardaban las
entrañas de estos yacimientos para saltar sobre ellos tan pronto como se
produgeran los hallazgos.
Esto
sé que ocurre de manera cotidiana en los yacimientos americanos, donde
el expolio es sistemático y apenas llega a los museos un 1% de los
restos que ven la luz al construir una casa o ampliar una autopista,
pero ¿en Egipto?
Yo he recorrido Egipto y me llevé la sensación de que la arqueología
científica tenía perfectamente controladas las excavaciones y los
procedimientos.
Pero parece que no, no es así. Parece que siguen haciendo de las suyas
los arqueólogos de pico y pala (y dinamita) del siglo XIX, heroificados
por codiciosos personajes como Indiana Jones, que desmantelaban lo que
se les ponía a tiro.
Estos
siguen trabajando a destajo también en Egipto mientras que los utilizan
resina y pincel ven cancelarse las subvenciones en cuanto dan con algo
que se sale de lo normal, si no es que se les exige un silencio y una
sumisión que creía impropias de estos tiempos.
El primer caso es el de un hallazgo de 1997 por parte de un alqueólogo
checo retirado (o refugiado) en Pensilvania, USA, en cuya universidad
expone fotografías y resultados de las excavaciones realizadas en Lahun (Egipto) en la tumba de uno de los dioses de la dinastía 12, llamado Senusret II o Sesostris II.
El investigador obviamente no puede dar su nombre, y aparece en revistas y blogs con el pseudónimo de Viktor Lubek,
nombre que ha servido para que todo aquel que quiera omitir su trabajo
pueda escudarse en que no existe nadie con ese nombre que encaje en la
descripción. ¡Manda huevos, ¿para qué son entonces los pseudónimos?!!!
Nada más darse la notica, no del descubrimiento, sino de su publicación,
se hecharon encima los de esa secta ufológica de los "reptilianos" para
terminar de emponzoñas el asunto, puesto que estos, son como el rey
Midas pero al revés, todo lo que tocan lo convierten en mierda, con
perdón.
Y
finalmente aparecieron centenares de oportunistas creando noticias
raras, sin dataciones, sin comprobaciones y mezclando este hallago con
el de otros "grises" encontrados, por ejemplo, por el dinamitero Howard Carter
en el prolífico Valle de los Reyes, en concreto, uno de los infantes
emparentados con Tutanjatón, cuya fisonomía extraterrestre salta a la
vista de modo similar al del resto de esta hibrida sagrada familia.
Los ineptos pseudoperiodistas y blogueros de tercera que lanzaron estos
artículos copiados al pie de la letra unos de otros, añaden además una
imagen donde aparece un moral borrado malamente donde aún se aprecia uno
de estos "grises" de toda la vida, para dar la sensación a cualquier
profano en egiptología que esas tres imágenes (la de Lubek, la de Carter
y la del mural) son las únicas pruebas o indicios arqueológicos que
tenemos para suponer que los extraterrestres estuvieron con nosotros
durante todo el desarrollo de la civilización.
Entre listos obedientes y tontos de remate que venden a su madre por
atraer visitas a su blog o revista, tenemos como resultado un mar de
confusión donde sólo existe otra prueba incontestable de que
verdaderamente tuvimos una familia sagrada en la Tierra, y que realmente
existieron, no un hombre-dios como nos han hecho creer en la infancia,
sino muchos, la mayoría de los faraones de Egipto, además de otras
grandes líneas en Perú y Mesoamérica, conocidas de momento.
Pero donde más se ufanan los desprestigiadores de las nuevas ciencias, y
los prestidigitadores de la información (o tóxico informantes) es, en
que no se encuentra por ninguna parte el ayudante de Sesostris II que
aparece en la foto de Lubek, cuyo nombre aparece en las paredes del
sepulcro, y es, Osirunet, que significa "el navegante de Osiris" o
"navegante de Sirio", y que muchos traducen como "viajero de las
estrellas".
Más
claro agua, o sea, si para desligitimar el hallazgo se sirven de que
los blogueros lo siguen publicando aún hoy como una noticia actual,
teniendo décadas (o más) de su descubrimiento, eso es lo de menos. No
hay nada como agarrarse a que los restos de la foto no existen, o sea,
que no se encuentran ni en el Museo de Antropología de El Cairo, ni en
el Museo de Historia de El Louvre, ni en el Museo Real Británico de
Expoliología e Historias... ¿Se les ha ocurrido mirar en los
subterráneos y los angares de la US Army? Lo malo es que ahí se van a
cargar esta preciosa momia, las neveras no son buenas para los restos de
4.000 años.
Sí,
4.000 años, han leído bien. Ya se que todos los papagayos han repetido
hasta el aburrimiento que Osirunet tiene sólo 2.000 años, pero es que
hasta para copiar son ineptos. Se les olvidó poner el detalle "A.C.". En
la escuela, estos blogueros copiaban en los exámenes al compañero que
suspendía... Vamos, hasta mi hijo de 7 años sabe que Sesostris II vivió a
principios del siglo XIX.
Desde aquí rompo una lanza por esta magnífica foto, totalmente
auténtica, y brindo por el asesor de Sesostris II, el bello Osirunet,
que como el propio Osiris supongo que fornicó hasta la saciedad para
poner en la especie humana una gotita de sangre gris, un gota de
esperanza. Esperanza que no me van a arrebatar chismosos digitales ni la
voz atronadora de la academia ni de la bestia que se sienta en Roma.
Ya os queda menos.
lunes, 23 de abril de 2012
Costa Rica, un problema de "bolas"
Estas bolas no son precisamente "de pendejos"
En América, "hacerse bolas" es literalmente liarse, en España significa inventar mentiras y creérselas.
Calificar algo como "una bola" es como decir que se trata de una grave
calumnia que se lanza para derribar estamentos bien arraigados, iconos
sociales o históricos, o instituciones poderosas que de otro modo no
podrían ser derribados.
De hecho, el juego de "bolos" es una metáfora de lo que pueden hacer
ciertas falsedades e injurias sobre las torres más altas. Y estas
esferas es lo que pueden hacer con la historia oficial se se las
dedicase un estudio medianamente objetivo y razonado.
Algo así podría asegurarse que sucedió en el país del oro y las piedras
preciosas, el país que los primeros españoles que lo vieron sólo
pudieron calificar de la costa dorada, la costa "rica", y que al
bautizarlo (con perdón del cristianismo y el permiso de los cristianos
que aún buscan la verdad), derribaron a golpe de fuego y espada los
iconos del pensamiento atlántico que allí sobresalieron durante milenios
y que atrajeron periódicamente a sabios de todo el mundo para estudiar
los astros, el tiempo, y realizar los ajustes correspondientes en
aquellos calendarios bestiales de 5.125 años, cuentas de tiempo
incomprensibles aún hoy para las mentalidades post alejandrinas que
creen que todo tiempo pasado fue peor, cuando sólo fueron peores para la
propia ignorancia.
Los
arqueólogos tenemos otro problema en Costa Rica, en forma de grandes
moles de piedra perfectamente esféricas que sirven a miríadas de
escritores de toda índole para elucubras variopintas hipótesis, y a la
arqueología para "jugar a los bolos" con sus esquemas mejor
consensuados. Quiénes las fabricaron, quiénes las pusieron allí de esa
manera, para qué servían... son todo un misterio para quienes no quieres
mirar de frente lo evidente: el epicentro de una colosal cultura
transatlántica multimilenaria que transmitió sus vibraciones no sólo a
lo largo de toda Atlán o América, como la llamamos ahora, sino a lo
largo de todo el globo, una auténtica eregía que perpetra la arqueología
al sentido común puritano y a la ortodoxia evangelica que decansa
detras de las actuales cátedras de la historia.
No
por ello vamos a callar los que tenemos ojos para leer y oídos para
escuchar los ecos de pueblos casi extintos que han sido subyugados y
humillados para expoliar su inmensa riqueza e historia, no callaremos ni
cesaremos en los anáilisis de las pruebas arrinconadas y descatalogadas
que nos descubren las selvas a medida que se van desforestando, no
callaremos aunque jamás nos ganemos la vida con el estudio, y sí quizás
lo contralio, la perdamos.
Mis
lectores de blog me reclaman que escribo poco, que los tengo
abandonados, que debo sacar a la luz todas mis conclusiones. Tienen toda
la razón y les debos una disculpa, pero tengan paciencia pues pronto se
va a publicar una gran parte del trabajo de toda mi vida en formato de
ensayo, y comprendan que debo presentar el puzzle al completo para ser
tenido en cuenta medianamente, dado que ofrecer por separado dichas
conclusiones debilita mis hipótesis, por aquello del "divide y
vencerás", hipótesis que tampoco son del todo mías, yo más bien soy un
recopilador de cuentos aborígenes, que luego intenta entrelazarlos para
darles un sentido que esté lo más de acuerdo posible al registro
arqueológico, eso es todo.
El mérito no es por tanto mío sino de aquellos que han sido capaces de
conservar la memoria de sus orígeneres y que me han dado su confianza al
contarlos. No obstante, acercaré a este blog mi percepción sobre el
paradigma de las esferas de Costa Rica dado que en mi libro ni siquiera
menciono este tema, a pesar de ser crucial para entender los ladrillos
de la historia, pero por motivos de espacio y por ser mi debut como
escritor no he incluido éste y otros capítulos fundamentales del pasado
remoto, de nuestros paraísos olvidados.
Ubicación de los megalitos esféroides
Si nos asomamos un poco a la tan denostada como imprescindible wikipedia
encontraremos una descripción de las esferas de piedra de Costa Rica
similar a ésta: son un grupo de más de quinientas petrosferas
ubicadas principalmente en el sur de Costa Rica en la llanura aluvial
del Delta del Diquís (confluencia del río Sierpe y el Río Grande de
Térraba), en la Península de Osa y en la Isla del Caño, que configuran
un conjunto megalítico único en el mundo por su número, tamaño,
perfección y formación de esquemas organizados cuya abstracción es
completamente ajena a parámetros naturales.
A
lo que cabe añadir que hemos de decir "esferoides" y no esféricas,
porque no son del todo perfectas, sino que muestran ciertas deformidades
imperceptibles a simple vista que son idénticas a los achatamientos
polares que muestran los planetas del sistema solar, como la Tierra,
debido a su rotación.
Este tipo de imperfecciones son más difíciles de explicar que una supuesta esfericidad absoluta.
Este tipo de imperfecciones son más difíciles de explicar que una supuesta esfericidad absoluta.
Datación de las bolas de Costa Rica
No hay datación sobre su fabricación, la ortodoxia las ubica en el siglo
IV ac. sin que yo pueda comprender en qué se basan, si los sedimentos
arqueológicos que se encuentra a su alrededor muestran cerámica
polícroma de "Buenos Aires” (1000−1500 ac.), y además se ha establecido
que la zona estuvo habitada, al menos, desde el 6000 ac.
Obviamente, no se puede realizar la prueba del carbono 14 a objetos
inorgánicos como las piedras, pero si los hacemos a los objetos
orgánicos excavados en el nivel de la base de las esferas que no han
sido removidas nos arrojan cifras escalofriantes alrededor del 9.000 ac.
lo que nos situaría en los albores de Perú (Caral) y Siria (Göbekli
Tepe), cuyas ciudades rivalizan en antiguedad a todo lo conocido en el
mundo.
El
nihilismo prudencial de los arqueólogos que cuentan con sustanciosas
becas, atribuyen esta antigüedad a que las piedras se han hundido por
sus hasta 16 toneladas de peso, hasta estratos que no se corresponden a
su verdadera antigüedad, a lo cual me permito añadir que vaya puntería
que tuvieron los del primer milenio ac. de ir a establecerse, con lo
grande que es la selva, precísamente donde hubo presencia humana
postneolítica durante al menos 8 milenios más.
Pero bueno, hasta nuevos datos cada quién tendrá que juzgar según su
criterio. Lo que es seguro es que no son del 300 ac. al 300dc. en que la
historia oficial las ha ubicado.
Y
se preguntarán porqué la historia obvia numerosos restos arqueológicos,
y admite dataciones tan absurdas como ésta, y es muy sencillo, yo se lo
explico.
La historia es un enorme edificio al que mucha gente le gusta poner
piedras encima, y cabe reconocer que ha alcanzado alturas vertiginosas
en el tiempo, tallando escenarios con gran lujo de detalles, continuando
el símil, como si de una gran catedral gótica de muchos picos se
tratase, lo cual es admirable.
Sin
embargo, si para colocar una gran piedra es prreciso remover las que
están debajo, porque no no serían capaces de sostenerla por muy bien
labrada que se halle o muy bien que encaje con otras muchas otras
piedras grandiosas que no tienen cabida en el colosal edifificio, ahí
empiezan los problemas, las subvenciones se acaban, las trabas
burocráticas acosan, los amigos se marchan... y las piedras que es
preciso remover resulta que son de la cimentación de la historia, les
puedo asegurar que hasta los accidentes se suceden.
La datación de cuatro siglos arriba y cuatro siglos abajo respecto del
año cero del cristianismo se debe a una máxima de la historia, un axioma
o dogma de esta rama de la ciencia que el sistema educativo encuadra en
el mundo de las letras: nada había más avanzado que los griegos en el
tiempo de los griegos.
Esta
máxima obviamente se refiere al período helenístico, pues los micénicos
son considerados unos mercenarios obstinados en expoliar a kmt
(Egipto), por su oro y su ciencia, en una eterna lucha desgual del
bronce contra el hierro que finalmente se produce con la caída de Troya,
episodio que detalla Homero en el siglo VIII ac refiriéndose a las
canciones épicas que llevan cantándose más de cuatro siglos antes.
El período que mejor conocemos de Grecia es el helenístico, cuando ya
Egipto es un vago recuerdo, cuando ya ni se recuerda el idioma que se
hablaba en la cuna de la cultura mediterránea. Era la Grecia de Atenas y
Esparta, espejos simétricos de Tebas y Menfis en calidad y espíritu.
Tiempos en que la geometría la física, la filosofía, la matemática, la
astrología y la astronomía eran una misma ciencia, tiempos en que
Euclides, Sócrates, Pitágoras, Arquímedes, le hemos supuesto el amanecer
del conocimiento cuando en realidad sólo recogen el testigo de las
civilizaciones conquitadas del sureste mediterráneo.
Las esferas de Costa Rica ponen de manifiesto la misma febril y pertinaz
obsesión por el estudio de la esfera en todos sus aspectos y
aplicaciones, tanto para explicar lo que está arriba (cronología basada
en el heliocentrismo) como lo que está abajo, la agricultura, la
construcción, el pensamiento, la ciencia del espacio y el tiempo, la
cosmología, los aspectos de la Naturaleza que luego los conquistadores
llamaron dioses...
Si la historia oficial no es capaz de reconocer que las logias de Grecia
son la consecuencia del expolio de Egipto, cómo van a plantear que
idénticos conocimientos, o más bien tan superiores que asombran a las
tecnicas de medición actuales pudieran ser pretéritos a Grecia, la
datación es totalmente fortuita para no arrebatar a Grecia lo que se
sabe que fue arrebatado de Egipto, y lo peor de todo es que se sabe que
el conocimiento atlántico (americano) es anterior a Egipto, pues los
restos materiales indican que es contemporaneo a Siria.
El problema es que se sigue buscando oro, y retener el oro robado, no se busca la verdad.
Historia del descubrimiento de las bolas de Costa Rica
Al igual que casi toda la historia de la conquista europea, es una
historia de horror y destrucción sistemática. Las masacres se esconden
siempre tras la palabra de dios, palabra que se escribe siempre con
sangre y hollín.
Cuando
en 1516 los conquistadores Hernán Ponce y Bartolomé Hurtado pisaron
Costa Rica debió deslumbrarles tanto el oro y las joyas de los indígenas
que ni repararon en megalitos ni construcciones ancestrales, solo
vieron metal y mujeres que "coger" para divertirse. Nada bolas ni de
escritos filosóficos, estos seres no conocían la rueda y sí la geometría
del Unicverso, la magia de las esferas.
Los escritos que los sustentaban debieron dar muy buen sabor a la carne,
porque sí sabemos de grandes parrilladas que hicieron con ellos por la
gracia de dios.
Luego pasó por allí Francisco Pizarro en 1547, quien dejó escrito en Los Anales Sur-Americanos, lo siguiente: "Escuché
que los altos señores de este imperio (Perú) se reunían cada cuatro
años en el País de las Bolas (Costa Rica), donde, al parecer, recibían
consejos de grandes sabios".
En corroboración a esta descripción la arqueología costarricense ha
recuperado infinidad de objetos de influencias artesanales tanto de
aztecas, mayas, olmecas (los imperios del norte en todas sus épocas)
como de chibchas, quechuas e incas (los imperios del sur). Se sabe
además que existió una escuela de sukías llamada Guayabo, ubicada en
Turrialba de Cartago, que debió ser la homóloga en Atlán (América) a la
Biblioteca de Alejandría, que corrió la misma suerte 1.200 años antes a
manos de los primeros cristianos.
No hay más referencias a estas bolas en los demás informes de los
conquistadores. Parece que se las tragó la selva hasta que en 1939 la
compañía bananera estadounidense Standard Fruit Company las "descubrió"
mientras desforestaba la el país para cultivar el banano. Ya entonces se
supusieron un misterio y se desencadenó un enorme tráfico de
arqueología con el material que rondaba a las grandes bolas, y con las
propias bolas de menor tamaño que fueron rápidamente dispersadas por
museos y colecciones privadas.
Los madereros estadounidenses dinamitaron algunas de las bolas más
grandes con la esperanza en encontrar oro en su interior, algo que se
llebaba haciendo desde la llegada de los españoles con pirámides y otras
construcciones, y que sirvió a la iglesia para obtener material de
construcción de primera calidad y sólidos cimientos incluidos,
disponibles por arte de magia para sus prolíficas catedrales en todo el
continente, nuevo para ellos, y que servirían a los salvages
domesticados, como aún hoy afirman descaradamente, para ganarse el
perdón de dios y la vida eterna.
Las bolas y sus escenarios no le importaron a nadie, el mundo se
convulsionaba en una guerra mundial y tan sólo un investigador, cuyo
nombre podría ser un pseudónimo (Doris Stone) ya que significa "piedra
dorada", se atrevió a divulgar uno más de los grandes misterios ocultos
de Atlán, escribiendo un pequeño artículo arqueológico de publicado en
1943 en la revista American Antiquity, que cinco años más tarde atrajo
la atención de Samuel Kirkland Lothrop, conservador del Peabody Museum y
catedrático de Harvard, cuyas investigaciones sobre las bolas de Costa
Rica dieron como resultado en 1963 el libro Archeology of the Diquís Delta.
Debido al reconocimiento que tuvo este libro por parte de la comunidad científica internacional, en 1970 las autoridades costarricenses protegen las esferas y los yacimientos, han tratado de recomponer las que fueron dinamitadas y han creado un parque para ubicar las que fueron recuperando y devolviendo de manos privadas, y cuyo emplazamiento original se perdido. Incluso los estudiantes y vecinos de Palmar Norte bloquearon las calles para impedir la salida de los camiones que intentaban robarlas.
En 2010 se tramitó su protección oficial mediante su declaración de
patrimonio de la humanidad por la UNESCO, petición que aún no se visto
satisfecha.
La cultura y el mito
Su presencia ha sido siempre una piedra (valga la redundancia) en el
zapato de la historia oficial. La literatura oportunista ha hecho
también su agosto debido a la distribución de estos megalitos, que
parecen seguir patrones estelares a escala, lo cual además de las
típicas fantasías de trasnochados románticos y ufólogos que ni afirmo ni
desmiento, lo que han planteado sobre todo son preguntas, preguntas que
no tienen una respuesta oficial todavía porque la repuesta que emerge
espontáneamente a la luz de los restos, es que las poblaciones autócnas
mesoamericanas, cuyos supervivientes son denominados aún hoy
abiertamente como "salvajes", poseían un conocimiento de la astronomía
tan asombroso que sólo ha sido posible comprobar científicamente en la
década pasada gracias a la invención del telescopio nuclear y la
recepción de la información procedente de la sonda Hubble.
La cronología que subyace bajo este conocimiento del cosmos es la que
podemos leer en los calendarios olmecas, mayas y aztecas de cuenta
larga, calendarios que reflejan escrupulosamente ciclos de 26.000 años y
eras de 5.125 años como la que se inición el mismo año de la coronación
del primer faraón de la primera dinastía (Namer), el mismo año en que
los vedas dan comienzo a la era denominada Kali Yuga, aunque los hebreos
dan origen a los tiempos 657 años antes y los chinos lo inician en
torno al 1.300 ac, coincidiendo con la desaparición de los ahmósidas en
el Mediterráneo y la aparición de los olmecas en Mesoamérica.
Meses con periodos lunares, como las menstruaciones humanas, días de
festividad que permitían ajustar los ciclos lunares, solares, y los de
los planetas, etc. era demasiado complicado para las civilizaciones
postptolemaicas en oriente y postcolombinas en occidente, obligaban a
mirar demasiado al cielo y a la Tierra, y a prestar demasiada atención
al pasado y también al futuro, por lo que el calendario cuadriculado
gregoriano se impuso desde los orígenes del cristianismo y es este el
que perdura, el que no quiere saber de avisos y de re-ligamiento con la
Naturaleza, la Phisis, lo que siempre fue el significado de "religión".
Pero religioso es hoy y siempre aquel que ama la Naturaleza y vive
integrado con ella de forma sostenible y respetuosa. Lo que hoy se
entiende por religión es precísamente su antítesis.
Todo esto hace pupa, mucha pupa, hay demasiado dinero, poder y orgullo
que podría tambalearse si la humanidad comenzase a admirar a las
poblaciones indígenas del mundo, y si los buscadores de la Verdad
acudiesen a los laboratorios y a los talleres de arte en lugar de a las
iglesias, las mezquitas y las sinagogas.
Esto es muy difícil, creo que nos extinguiremos con el último árbol
conduciendo todoterrenos e intoxicando el aire, el agua y los medios de
comunicación, pues somos tan necios que recibiríamos a los
extraterrestres o a los ángeles cuya venida esperamos, a cañonazos,
antes dejarnos doblegar.
Han surgido muchos mitos orbitando a las esferas de Costa Rica, lo que
yo opino es que servían para ajustar el calendario, el grande, el de
cuenta larga. Y que acudían a ajustarlo las naciones de toda la Tierra
desde tiempos inmemoriales, aunque el indígena actual al que más
recuerda es al peruano, al colombiano y al mexicano, que es la
fotografía que nos hizo Pizarro.
Estos congresos internacionales de sabios astrónomos de la más remota
antigüedad es una afirmación catalogada de imposible, pero real y
dolorosa para muchos.
Se ha afirmado de mil modos diferentes que lestas bolas fueron
construidas por descendentes de la Atlántida, pero no de la epopeya que
se flambeó con la biblioteca de Alejandría, sino del continente que
sabemos que se describía en ella gracias a los discursos de Sócrates, y
que originaron la obstinación de los sabios griegos por las esferas y su
geometría.
De qué manera conocían la peregrinación de los astros con semejante
exactitud es otro misterio que obliga a evocar a los extraterrestres.
Hoy contamos con documentos desclasificados y material grafico de
evidencias extraterrestres como para para un tren, tenemos sobrados
testimonios de personas del máximo prestigio que darían para muchos
libros enumerar y examinar en detalle sus experiencias ufológicas, y sin
embargo se nos obliga a creer en ángeles bíblicos que nadie vivo ha
visto, y negar las manifestaciones actuales o bien caer en la
discriminación intelectual y el ostracismo, la excomunión científica y
por supuesto la otra.
La única explicación racional que se me ocurre para semejante
conocimiento astronómico, quizás es que he discurrido poco, es la
extraterrestre, a menos que otros hominidos anteriores a nosotros
hubieran desarrallado telescopios y sondas del sistema solar similares a
las nuestras, no lo sé. Lo que sí es evidente es la existencia del
calendario de cuenta larga que gracias a la selva escapó a la damnatio
española, y la de estas piedras, cuya perfección en la talla y cuya
distribución (la de las pocas que no han sido removidas de su ubicación
original) permite asegurar una finalidad geométrica en el ajuste del
menionado calendario. Esto es una evidencia irrefutable, y si supone
reescribir la historia pues habrá que ponerse a trabajar, caiga quien
caiga.
Otras piedras similares
Existen otras piedras que podrían ser similares, no lo sé pues no las he
visto más que por fotografías en Internet, en lugares tan dispersos
como Cuba, Nueva Zelanda, Isla de Pascua, Cartago y Bosnia. Cuya
existencia se ha considerado desde natural, hasta como instrumentos de
balística. El razonamiento es obviado en todos los casos ¿en que casos
la naturaleza produce esferas perfectas? ¿para propulsar un proyectil es
necesaria la perfección que muestran estas piedras? El nihilismo
detesta razonar porque supone mucho esfuerzo.
Lopez de Gomara, describe las bolas de la isla de Cuba, apenas
de pasada, en su Historia General escrita en el siglo XVI, como balas de
las primeras escopetas fabricadas en Europa: “Hay una cantera de piedras redondísimas, que sin repararlas más de cómo las sacan, tiran con ellas arcabuces y lombardas”.
Fernández de Oviedo, en su Historia general y natural de las Indias, islas y tierra firme del mar océano, Libro primero, Capítulo VI, añade: "De las pelotas redondas, como piedras de lombardas, que natura produce e se hallan en la isla de Cuba o Fernandina".
Al menos éste se extiende un poco más: "Hay un valle en la isla de
Cuba que dura cuasi tres leguas entre dos sierras o montes, el cual está
lleno de piedras redondas, como de lombardas, guijeñas, e de género de
piedra muy fuerte, e redondísimas en tanta manera, que con ningún
artificio se podrían hacer más iguales e redondas, cada una en el ser
que tiene. E hay de ellas desde tamañas o menores que pelotas de
escopetas; e de ahí adelante, de más en más grosor creciendo, las hay
tan gruesas como las quisieran para cualquier artillería, aunque sea
para tiros que las pidan de un quintal, e de dos e mayores, o de la
groseza que las quisieran. E hállanse de aquestas piedras en todo aquel
valle, como minero de ellas, e cavando, las sacan según que las quieren o
han menester".
Parece que los indios mostraron mayor obsesión en esconder de los
invasores españoles este tipo de piedras que el oro y las joyas ¿porqué?
un buen comienzo para la meditación trascendental. En mi profana
opinión las que pudieron transportar en canoas fueron llevadas a Cuba
para ser enterradas allí.
En Nueva Zeilán o Nueva Zelanda existen unas piedras llamadas “Moeraki
Rolling Stones” cuyo misterio debió embargar de tal manera a Mike y
Yaguer y sus satánicos amigos, que así llamaron a su famoso grupo de
rock and roll, quizás la propia denominación de este tipo de musuca se
debe a estos cantos rodados.
Sea como fuere, estas piedras fueron sagradas para los Moeraki desde la
antigüedad más remota y hoy en día son una atracción turística que se
erosiona y se hunde para siempre en las arenas de la playa. Da la
impresión de que en este caso las quisieron ocultar para siempre.
Se quiere suponer son formaciones rocosas generadas en el fondo del mar,
a partir de un núcleo calcáreo lo que pone de manifiesto un absoluto
desconocimiento de los procesos sedimentarios.
La esfericidad es casi perfecta y los tamaños son muy similares a los de Costa Rica, es decir, hasta 2 metros de diámetro.
La esfericidad es casi perfecta y los tamaños son muy similares a los de Costa Rica, es decir, hasta 2 metros de diámetro.
Algunas están quebradas supuestamente por la por la erosión, pero eso es
también un desprecio por los estudios que se tienen de los procesos de
erosión, por lo que es más plausible la acción de cuñas en diaclasas o
dinamita gringa.
Los aborígenes neozelandeses aseguran que son obra de los pobladores originales de la Isla que vinieron del cielo.
En “Ahu te pito kura”, al norte de la Isla, junto a un enorme moai caído
de más de once metros de largo y 80 toneladas de peso (uno de los mas
grandes) se encuentran los “Ahu”, una especie de castros en cuyo
interior hay un grupo de esferas de piedra que se le atribuye fines
ceremoniales de fertilización y enterramiento.
Se cree que allí se hacía culto a los primeros ancestros, y se afirma
que algunos presentan orientaciones astronómicas relacionadas con los
solsticios y equinoccios.
Una de las cosas que más llama la atención es el lenguaje. Pito signidica piedra redonta tanto en Pascua como en demótico (egipcio antiguo), pita es pan redondeo en árabe, y Pitágoras, se piensa (bueno, sólo yo lo pienso) que no es el nombre de un señor con turbante, sino el pseudónimo de una escuela de pensamiento que aglutinaba cuatro términos jeroglíficos: pi (la razón entre la longitud y el diametro de la circunferencia), ptah (la razón entre el cielo y la tierra en sus cuatro puntos cardinales), gon (fertilidad en alquimia y ángulo en geometría) y ra (el Sol y el heliocentrismo).
Una de las cosas que más llama la atención es el lenguaje. Pito signidica piedra redonta tanto en Pascua como en demótico (egipcio antiguo), pita es pan redondeo en árabe, y Pitágoras, se piensa (bueno, sólo yo lo pienso) que no es el nombre de un señor con turbante, sino el pseudónimo de una escuela de pensamiento que aglutinaba cuatro términos jeroglíficos: pi (la razón entre la longitud y el diametro de la circunferencia), ptah (la razón entre el cielo y la tierra en sus cuatro puntos cardinales), gon (fertilidad en alquimia y ángulo en geometría) y ra (el Sol y el heliocentrismo).
Conjeturas propias aparte, en méxico, al menos en nauatl y en maya, la
palabra pito tiene atribuciones geométricas con el círculo y con la
piedra, y, en la gran tenochtitlan había un territorio con este nombre
que hoy es un barrio marginal del D.F. Hay quien adora las casualidades
para explicar este tipo de cosas, yo adoro este tipo de piedras.
El
pito de Pascua probablemente fuera un recuerdo de 'te pito' o 'te
henua' en Hiva. Existe una leyenda que cuenta que las esferas de piedra
fueron traídas por un rey antiguo llamado Hotu Matua desde su tierra
natal Hiva (no se sabe dónde se encuentra este lugar) y se dice que
desde su interior irradia el poder espiritual de aquellos primeros
pobladores conocedores del Universo y de las rutas del mar, porque hay
que reconocer que esferas y moais aparte, la sola presencia humana en la
isla de Pascua es un tremendo problema para la ciencia y para la
historia que aún no se ha resuelto.
Lo que sí nos cuenta la mitología pascuense es, que allí se reunían los
sabios (maories), los médicos (taotes), y los guerreros (matatoas) para
elgir de entre los posibles candidatos a los relevos generacionales.
Detallan que quien labantara la piedra seria maori y quien sólo la
moviera seria matatoa. Hoy se cree que la mujer que se sienta de día en
la piedra quedará preñada de dioses y que el hombre que se sienta en
ella de noche recuperará su fertilidad. También se cree que se paran los
reloges que se colocan encima y que las brújulas se desorientan, pero,
como dije antes, no he tenido el placer de comprobarlo.
En Bosnia-Herzegovina se han declarado virias colinas cubiertas de
bosque como pirámides artificiales. Se han iniciado en 2005 excavaciones
que han piesto de manifisto la existencia de túneles y estructuras
arquitectónicas que así lo demuestran, aunque es muy posible que la
parte artificial de dicahs estructuras disten mucho de la complejidad
que ofrecen otras pirámides como las egipcias o las atlánticas.
Semir Osmanagic es el director de dichas excavaciones y ha sido muy
criticado por la comunidad científica por utilizar la arqueología para
promover conceptos tan heréticos como asociar el sitio de Bosnia con las
pirámides mayas y mitos como el de la Atlántida o Lemuria, así como por
datar el conjunto en torno al 12.000 ac.
Al menos le dejan excavar y su petición a la UNESCO de declarión de patrimonio de la humanidad ha sido admitida a trámite.
Además el merchandising "bioenergético" que se ha montado es
comprensiblesi lo que pretende es financiación para continuar las
excavaciones después del reciente genocidio que ha padecido el país y la
presente crisis que ha cerrado el grifo a la cultura en toda Europa.
En
medio de todo este escenario, un riachuelo aparentemente tranquilo, que
se había desbordado en 1938 socavando una profunda barranca en una zona
donde los materiales se encontraban más sueltos de lo normal en la
zona, pusieron de manifiesto unas esferas de piedra perfectamente
talladas aunque algunas muy deterioradas por agentes erosivos naturales y
también humanos.
El tamaño de estas esferas es tan variado como en Costa Rica aunque
infimamente numeroso, y al igual que en Costa Rica la mayoría han sido
trasladadas a jardines privados como exóticos elementos ornamentales,
aunque no hay tal cantidad de ellas como para adornar las entradas de
instituciones, paseos y plazas públicas, como en el citado país
latinoamericano.
En las ruinas de la mítica capital fenicia a la que los romanos
denominaron Cartago cuando sus ancestrales enemigos grandes maestros de
la construcción la reconstruyeron de la nocehe a la mañana, se han
encontrado, entre otras muchas casualidades inexplicables, almacenes
enteros de esferas perfectamente redondeadas.
En este caso se parecen a las de Cuba pues son de tamaño generalmente
pequeño (no llegan a un metro de diámetro), pero son muchísimas y de una
esfericidad que raya la perfección.
Como
en la mayoría de los casos de difícil explicación se prefiere aplazar
el razonamiento para tiempos de menor sensibilidad político-religiosa y
se hace oficial la absurda hipótesis de que son proyectiles de
artillería... ¿Para qué bolas de cañón o de catapulta tan perfectas?
Creo que cualquier concejal de urbanismo, obispo, cardenal, imán o ayatolah nos lo podrá explicar oficial y eficientemente.
miércoles, 20 de julio de 2011
Olmecas, triple problema sin resolver
Los
olmecas fueron un pueblo que apareció de manera súbita en torno al
1.300 a.c. en Mesoamérica (raíces culturales y antropológicas de
Centroamérica y de parte de México) y que supusieron un cambio drástico
en el sistema de vida paleo-indio.
La aparición de los olmecas en el continente supuso para los pueblos nativos de aquellas regiones un salto prácticamente de la edad de piedra a la sociedad agrícola, citadina, ganadera e industrial capaz de trabajar el hierro, el oro, la plata, la obsidiana y la piedra de una manera tan formidable que sólo pudo ser igualada por los mayas muchos siglos después.
Uno de los grandes problemas de la arqueología olmeca es averiguar de dónde salieron estos adoradores del jaguar, el águila y la serpiente, cuya irrupción en la historia supuso para los pueblos aborígenes de Veracruz en México que se saltaran varias edades de la evolución humana, como son el neolítico y la edad del bronce, si no es que la del hierro también.
Las primeras especulaciones sobre este problema partieron, como es lógico, de las culturas andinas, que como se sabe ya sin ninguna duda, llevaban por aquel tiempo del primer olmeca, muchos milenios organizados en ciudades espectacularmente construidas en lo que podríamos calificar de "el techo del mundo suramericano".
Sin embargo, la fisionomía de los pueblos andinos no tiene el menor parecido con la del olmeca.
A quién se parecen los rasgos faciales, la indumentaria, el porte e incluso el arte, es un problema aún más inquietante y difícil, ya no de explicar sino de aceptar por parte de la comunidad antropológica, el problema de que una parte son negroides, por no decir negros como los masai, dogón o nubios africanos.
Para poner peor las cosas, hay otra parte de las fisionomías olmecas que son, además sin lugar a dudas, claramente asiáticas pues el arte del olmeca es lo suficientemente realista como poner en graves aprietos a todas aquellas teorías pseudo-darwinistas relativas al aislamiento del continente americano.
Por si con esto no tuviéramos bastante, podemos añadir a este maremagnum de cosmopolitismo olmeca, el olmeca barbudo, el olmeca de rascos europeos al que le han crecido las barbas, y para rizar el rizo, aquel otro olmeca que tiene rasgos orientales y además luce exhuberantes barbas en un gesto que se parece bastante a una mezcla entre la postura del loto y el héroe bueno del teatro chásico mandarín.
Pero no acaba aquí el problema. Hoy está de moda todo aquello relacionado con los mayas porque precisamente ahora, en apenas año y medio se termina un ciclo cronológico de 5.125 años, ciclo que se conoce como calendario de cuenta larga o de la precesión de los equinoccios. Un ciclo que se ha demostrado científicamente exacto hasta cotas que no dejan de asombrar a los expertos, y que se encuentra simbolizado en una serie de cronogramas de piedra cuidadosamente tallados que se conocen vulgarmente como "calendarios mayas de cuenta larga".
Los más entendidos explican que cada vieja ciudad maya o anterior (olmeca) albergaba su propio calendario en el que figuraban las peculiaridades y totemizaciones de cada una de las comunidades que se veían identificadas en uno de los núcleos urbanos, diferencias en la forma que no en el fondo que es la forma de medir el tiempo y los signos de cada umbral, y esto es extensible también a los calendarios aztecas.
Pues a tenor de que las excavaciones, a medida que se profundizan y se abren nuevos estratos en los yacimientos, se pone de manifiesto que no alguna de las ciudades aztecas y mayas tuvieron un origen olmeca, sino que lo tienen la mayoría de ellas, lo cual parece dar la razón a aquellos que apostaron por que el calendario maya y azteca, con sus diferencias lógicas crónicas y diacrónicas, son en realidad variantes o derivaciones del que se debería calificar como calendario olmeca.
Y esta afirmación supone otro problema más a añadir a la arrogante bofetada que supone para la razón y la ciencia actuales, la presencia olmeca.
Así pues, si se saltaron varios peldaños en las edades del hombre ¿de dónde sacaron el tiempo que se necesita para observar el cielo de manera tan precisa como para comprender un ciclo que dura más de 5.000 años con todo lujo de detalles, como expresan los citados calendarios de cuenta larga?
El problema olmeca es por tanto una triple incógnita que mantiene en perpetua controversia a los expertos, un misterio al que si no solución una navegación mucho más desarrollada de la que se ha previsto, tendremos que recurrir a Mulder y Scully para que nos la resuelvan.
En arqueología e historia, no hay nada escrito (valga la contradicción) y hablar de los olmecas, los antepasados más directos que tienen los mayas es borrar todo lo que se ha escrito de ellos, porque suponen un misterio que escapa a toda lógica y que únicamente entraría dentro de lo posible si se aceptara de una vez de manera oficial la posibilidad de la conexión transatlántica entre los continentes americano y africano, y la transpacífica entre Asia y America, o incluso la circunnavegación global.
Sea como fuere, y las últimas investigaciones parecen confirmarlo, deberíamos empezar a transformar la idea generalizada de que Europa es la cuna de las culturas y el adalid del desarrollo tecnológico y las comunicaciones, por otra idea un tanto más controvertida, y durante el pasado siglo descabellada, que indica lo contrario. Parece que Europa ha sufrido precisamente un aislamiento cultural y tecnológico global durante el último milenio del que sólo ha empezado a salir desde que Cristóbal Colón y Marco Polo se arrojaron al escabroso mar en buscade lo ignoto, como ya lo habían hecho una legión de héroes desconocidos y aventureros de todo el mundo, muchos milenos antes.
Cuesta digerir tales afirmaciones, es comprensible. Y las pruebas de todo esto hay que buscarlas en los continentes porque el océano se ha tragado todo lo demás y ha corroído todo posible resto arqueológico. Pero la lucha hacia la verdad y la luz del conocimiento continúa por más que se esfuercen los cánones de la vieja escuela, y no tardaremos en recibir sorprendentes conclusiones como está y nuevas hipótesis que siquiera imaginamos de la mano de la intuición y de la ciencia, corceles bravíos e indomables que tiran del carro de la humanidad con más brío que nunca.
La vieja discusión de los arqueólogos del "qué pintarán aquí estos objetos tan raros", y la terquedad del historiador que se aferra al "no puede ser porque aquí lo pone", se abre en esta segunda década del siglo XXI con más fuerza que nunca.
La polémica esta servida sobre la mesa y echa humo, soplen con cuidad no se vayan a quemar... y buen provecho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario