jueves, 31 de enero de 2013

JOAQUÍN DICENTA

Margarita Xirgu




133. JOAQUÍN DICENTA hijo

Joaquín Dicenta Alonso nació en Madrid, en 1893, fue poeta, novelista y dramaturgo.
Era hijo de Joaquín Dicenta Benedicto, el conocido periodista, ateo, utopista, republicano, anticlerical, poeta y dramaturgo. Era hijo de aquel Joaquín Dicenta que escribió "Juan José" buscando el drama de amor para encontrar los antecedentes del teatro social.

Retrato de Joaquín Dicenta padre.
Foto Robertoro

Su hermano fue el conocido actor Manuel Dicenta.


Retrato de Manuel Dicenta, hermano de Joaquín.
Foto Photobucket

Joaquín Dicenta hijo, fue uno de los más jóvenes representantes de la bohemia de principio de siglo, junto a Villaespesa, Emilio Carrere, Pedro Luis de Gálvez, ... En 1912 publicó la colección de poesías "El libro de mis quimeras" con prólogo de Francisco Villaespesa y comenzó su carrera dramática con la tragedia en tres actos y en verso titulada "El bufón", que se estrenó en 1913 en Madrid. Este mismo año publicó también el libro de poesías "Lisonjas y lamentaciones" y la novela corta "El baile de panaderos" que incluyó un artículo de J. Bueno y dibujos de Robledano. En 1915 Joaquín Dicenta estrenó en Madrid el poema dramático en un acto "La leyenda del yermo".

Retrato de Joaquín Dicenta hijo.
Foto Vandel

En 1920 estrenó el drama en tres actos "Gente de honor" y en 1921 publicó la novela "El espectro". Ya en 1922 estrenó el capricho carnavalesco, en un prólogo en verso y dos actos "El carnaval de los viejos" y el disparate cómico en tres actos "El cuarto de gallina" en colaboración con Antonio Paso hijo. Joaquín Dicenta estrenó en 1923 el juguete cómico en tres actos "Simón y Manuela", de nuevo en colaboración con Antonio Paso hijo. Este mismo año Dicenta estrenó el drama "El héroe", identificándose con el héroe de su drama para condenar los vicios de la sociedad, y el juguete cómico en tres actos "La casa de salud" en colaboración con Antonio Paso hijo.
Joaquín Dicenta estrenó, el 23 de diciembre de 1924 en el Teatro Reina Victoria de Madrid, el juguete cómico "El tenedor", en colaboración de nuevo con Antonio Paso hijo i con Margarita Xirgu como protagonista. El 5 de febrero de 1925 estrenó, en el Teatro Maravillas, el juguete cómico en tres actos "Mi tía Javiera" en colaboración de nuevo con Antonio Paso hijo y que llegó a alcanzar las 117 representaciones. El 22 de abril del mismo año estrenó, en el Teatro Apolo, la comedia "Tutankamen, rey de Egipto o La momia de Tutankamen" en colaboración con Antonio Paso Díaz. Dicenta, como Benavente, Lope de Vega y Tirso de Molina, había nacido en Madrid. Por eso tenía la gracia fluida y dialogante de los naturales de la villa y le interesaban los episodios históricos que tuvieron, en otra época, el marco matritense. Así, inspirado en la triste y misteriosa muerte del conde de Villamediana, estrenó en Madrid en 1925 el drama en cuatro actos y un epílogo en verso "Son mis amores reales", que obtuvo el premio de la Real Academia Española. También en 1925 se estrenó la refundición drámatica de la zarzuela de Joaquín Dicenta y Manuel Paso "Rosario la cortijera" y la comedia en tres actos "La reina patosa" escrita por Dicenta en colaboración con Antonio Paso hijo. En 1925 se publicó la traducción de la obra popular catalana de Amichatis y Mantua "Marieta (Baixant de la Font del Gat)" en colaboración con Manuel Carballeda. También en 1925 Joaquín Dicenta estrenó el disparate en tres actos "La casa del señor cura" en colaboración con Antonio Paso hijo.

Portada de "El tenedor" de la colección "La Novela Teatral"
Centro de Investigación y Documentación, festival de Mérida

En 1927 estrenó, en el Teatro Español de Madrid, el pasatiempo o fantasía bufo-lírico-bailable en un acto "Los cuernos del diablo" escrita en colaboración con Antonio Paso hijo y con música de Ernesto Rosillo. En 1928 Joaquín Dicenta estrenó la zarzuela en tres actos "Contrabandista valiente" y en 1929 el disgusto conyugal "La mujer de bandera" en colaboración con Alfonso Paso Díaz. En 1931 estrenó en Madrid el drama en verso "Pluma en el viento" y en 1932 publicó la novela "Héroes".


Retrato de Joaquín Dicenta hijo.
Foto Uniliber

En enero de 1933, la obra de Joaquín Dicenta, "Leonor de Aquitania", fue galardonada, entre las 27 obras presentadas, con el último Premio Lope de Vega antes de la Guerra Civil, convocado por el Ayuntamiento de Madrid en 1932 y destinado a seleccionar un drama escrito en verso castellano, en tres o más actos. Como en el caso de "La sirena varada" de Alejandro Casona, una de las bases del concurso incluyó el compromiso de estrenar el texto ganador en el escenario del Teatro Español y representarla con la compañía titular, en aquel caso la empresa Xirgu-Borràs, dirigida por Cipriano de Rivas Cherif. La fascinación del autor por la personalidad de Leonor de Aquitania, llevó a Joaquín Dicenta a recrear teatralmente este personaje controvertido por su agitada vida amorosa y su trayectoria histórica, primero como Reina de Francia, al contraer matrimonio con Luis VII, y Reina de Inglaterra después, como esposa de Enrique II. Es en esta segunda época, en Inglaterra, en la que se desarrolla la acción, que describe las luchas fratricidas por el trono, la prisión de la Reina durante 15 años, la relación de Leonor con sus hijos, especialmente la estrecha unión con su preferido, Ricardo Corazón de León, y la eterna rivalidad de éste con su hermano Juan sin Tierra. Leonor (1122-1204) fue una mujer poderosa, inteligente y libre; Reina del Amor Cortés y Reina de los Trovadores cuando la poesía de amor nacía en Occidente... Leonor fue descendiente de Carlomagno, Duquesa de Aquitania y Condesa de Poitou; Reina de Francia (durante quince años), Regente de Normandía y Reina de Inglaterra (durante medio siglo). Madre de reyes y reinas: Ricardo Corazón de León y Juan sin Tierra, Reyes de Inglaterra; Joanna, Reina de Sicilia; y Leonor, Reina de Castilla. Abuela, asimismo, de al menos cuatro ilustres reinas españolas: Berenguela de Castilla, Reina de León; Leonor de Castilla, Reina de Aragón; Urraca de Castilla, Reina de Portugal; y Blanca de Castilla, Reina de Francia. En fin, bisabuela, sobre todo, de dos famosísimos reyes santos: San Fernando de Castilla y León y San Luis de Francia. Leonor de Aquitania está en el centro de todos los caminos del medievo. Leonor, era nieta del gran trovador Guillermo de Aquitania y estuvo casada con el meditabundo Rey de Francia, Luis VII, al que aportó casi tanto territorio como el que el Capeto poseía. Después de un tiempo en el que su influencia era ley en la corte de París, se sintió anulada por consejeros y clérigos (<<estoy casada con un monje>>). Entonces fue capaz de urdir la anulación de su matrimonio con Luis VII, para casarse, sólo un par de meses después, con su adversario y vasallo, Duque de Normandía y Rey de Inglaterra, Enrique II Plantagenet... llevándose consigo medio reino a la corona contraria, desde Aquitania y el Poitou. Entre ambos soberanos, Enrique y Leonor, levantaron un reino poderoso, temido y envidiado, con el Canal de la Mancha en medio. Navegaron entre tempestades, en un mundo en el que ser rey y reina suponía estar siempre en activo, administrando justicia o planeando alianzas, imponiendo vasallajes y plantando sitios. Formaban un gran equipo. Una vida que no fue pura novela, Enrique la traicionó, con Rosamunda, por tanto aquel pacto regio acabó. Y desde entonces, Leonor puso su temible talento al servicio de la intriga de sus hijos contra el padre, para heredar el reino (para lo cual les inspiró alianzas de vuelta una y otra vez con el rey Capeto). ¡Y qué hijos! Enrique el Joven, Ricardo Corazón de León, Juan sin Tierra... a todos sobrevivió, a todos impulsó, los vio ascender, alguno componer poemas, como Ricardo, ir a las Cruzadas (había ido ella misma, en vísperas de su divorcio) y ser raptado; y luego caer, en unos tiempos peligrosos como pocos, a la vuelta de una intriga, un accidente o una herida. Hasta Enrique II, puede decirse, murió del disgusto de ver a su hijo favorito, Juan sin Tierra, pasarse a las filas de su madre, en el momento que él lo iba a coronar. Vida fue, y en sus cartas deslumbra Leonor a sus contemporáneos y a los nuestros. En sus hechos está la pulsión que atraviesa el medievo, la luz de la voluntad para ejercer el poder y la piedad, para crear una corte delicada y culta y al mismo tiempo, arriesgada y caballeresca. Política (feudal), amores (a veces no tan corteses), engaños y martirios; hacen la trama trepidante. Incluso leemos con fruición la lista de la compra de la Reina. Cuando Leonor atravesó el Canal de la Mancha con Enrique en medio de la tempestad, arriesgó su vida para encontrar un reino húmedo y frío. Y encargó aceite para desterrar el sebo de las lámparas, y perfumes y lienzos para cubrir humedades, y vino y frutas del mediodía. Una mujer inigualable, libre de un modo que parece imposible -hoy como en el siglo XII-, una Reina de dos mundos, cuyo mayor don fue sin duda el de inspirar a los demás, fueran reyes o poetas. Por eso aún da mucho que hablar. Por otro lado, dicen que fue tan bella...
La trama del drama en verso, en cinco actos, los tres últimos divididos en cinco cuadros y un epílogo "Leonor de Aquitania" de Joaquín Dicenta, está dividida en:
Acto I. Las Cortes de Amor: En este acto hay todo un acopio de sentimientos, de amores y de celos. El amor de Rimbaldo, escudero de la Reina, descendiente de una noble familia del sur, que confiesa el gran amor que desde la infancia siente por Leonor. Los celos de Leonor hacia Rosamunda de Clifford, que es una dama de la Reina de la que se enamora perdídamente Enrique II. Leonor le pide que abandone su Corte de Amor, en la que ella recita unos versos de Rimbaldo y se representa una "tensión" entre Rimbaldo y Blondel, el trovador, a la pregunta de Leonor: <<¿Es el amor pecado, o es virtud el amor?>>. Como en todas las Cortes de Amor se nombra una Reina de la Fiesta, y Enrique II proclama como tal a Rosamunda, para que todos le rindan vasallaje. Este ultraje desborda los celos de Leonor que, vertiendo el veneno del anillo de Saladino en una copa, se la ofrece a Rosamunda, la cual no tarda en morir envenenada. Enrique II quiere apresar a Leonor por lo ocurrido, pero la defiende su hijo Ricardo, enfrentándose a su padre; y con gran altivez abandonan Leonor y Ricardo la sala.
Acto II. La prisionera: Leonor hace 15 años que está prisionera en la torre de Salisbury. Todos los hijos están enfrentados a su padre menos Juan, que es el gran traidor, ya que simula estar de parte de su madre, obteniendo así toda la información que necesita en su favor. Pero Enrique II ha firmado la paz con Felipe Augusto a condición de saber quién le ha traicionado. Ricardo entra en la torre disfrazado de monje confesor y en la conversación con su madre, se dirige a ella como "Águila de Aquitania" -como la llamaron en su época- recordando una profecía de Merlín que la representa como un águila que extiende sus alas sobre Inglaterra y Francia. Entra en la sala Juan y se enfrenta a su hermano Ricardo, una vez más por el reino de Inglaterra. Ricardo sale victorioso, arropado por los nobles que llegan a su encuentro, y es nombrado Rey. Promete partir para la Cruzada y queda Leonor liberada y Juan prisionero.
Acto III. El peregrino: En el Cuadro I se presenta a Ricardo muerto en una tormenta en el mar, al regresar de la Cruzada. En el Cuadro II Leonor no puede soportar la idea de que su hijo más amado haya muerto. Aparece Blondel, el trovador, como un peregrino, y le cuenta que Ricardo sigue vivo, prisionero en Alemania. Leonor decide presentarse en el Concilio que iba a nombrar Rey de Inglaterra a Juan, para anunciar que el verdadero Rey sigue vivo. Y en el Cuadro III Leonor irrumpe en la catedral y detiene el acto de coronación de Juan. Los alemanes piden un rescate por Ricardo que los nobles no están dispuestos a conceder, por lo que Leonor decide ir a su ducado de Aquitania para pedirlo, puerta a puerta.
Acto IV. El monje de Montierneuf: En el Cuadro I Juan hace que los aquitanos confundan a su madre con una bruja, con una impostora y quieren matarla. Pero llega en su ayuda el monje del monasterio al que todos respetan, y la muestra como la verdadera Duquesa de Aquitania. Todo el pueblo está dispuesto a pagar los ciento cincuenta mil marcos de plata para la liberación de Ricardo. El misterioso monje no es otro que Rimbaldo, el eterno enamorado de Leonor. En el Cuadro II, Ricardo aparece haciendo gala de su apodo "Corazón de León", pues no deja de guerrear y pelear contra todos los que no quisieron colaborar en su liberación, entre los que se encontraba la Orden de los Templarios. Avisado por un monje de que la Reina Leonor ha sido hecha prisionera y trasladada a Limoges, Ricardo monta en cólera una vez más y va presto en su búsqueda.
Acto V. La batalla: Beltrán es el carcelero de Leonor. Su objetivo es poder matar a Ricardo, para vengar así la muerte de su padre, que fue a su vez carcelero de Leonor en Salisbury, y que Ricardo lo había mandado ahorcar por ello. Destaca la altivez de Leonor, ante su vasallo. En la batalla cae herido de muerte Ricardo, que consigue no obstante llegar a los brazos de su madre y entregar por ella la corona de Inglaterra a su hermano Juan, que a su vez le pide perdón.
Epílogo: Cuatro años después, Leonor ha enloquecido de tanto dolor, y espera con pasión la llegada de la muerte. Viene a confesarla el monje misterioso, Rimbaldo. Pero Leonor no piensa más que en reunirse con su hijo Ricardo, y finalmente muere.

"Leonor de Aquitania" de Joaquín Dicenta es, en resumen, un drama que no tiene más pretensión ideológica que la de escenificar, con más idealismo que objetividad, unos acontecimientos históricos utilizando como eje principal la singular figura de su protagonista. La obra fue estrenada el 15 de marzo de 1933 en el Teatro Español, interpretada por un larguísimo reparto de la Compañía Xirgu-Borràs: Margarita Xirgu (Leonor de Aquitania), Enrique Borràs (Ricardo Corazón de León viejo), Laura Bové (Ricardo Corazón de León joven), Enrique Guitart (Juan sin Tierra), Alberto Contreras padre (Enrique II), Alberto Contreras hijo (Hugo de Nonan), Enrique Álvarez Diosdado (Beltrán de Gourdón), Miguel Ortín (Blondel de Neele), Blanca Alonso de los Ríos (Rosamunda de Clifford), Pedro López Lagar (Rimbaldo), Luis Torner (Ranulfo), María Arias (Adelaida), Fernando Porredón (Gancelmo), José Cañizares (Fortunato de Gourdón y un hombre de pueblo), Ricardo Merino (guerrero 1º), Gustavo Bertot (guerrero 2º), Fernando Aguirre (un correo), Rosario Ruíz París (mozo del mesón), José Luengas (un arriero y un noble), Amanda Nalda (una mujer), Amalia Arisa (otra), Francisco Alonso (un templario) y Isabel Plaza (un paje y un pastor).
Trás el estreno, la prensa acogió con gran desigualdad el nuevo montaje del Teatro Español. Mientras algunos críticos alabaron el valor poético del drama, otros, como Fernando Almagro de "El Sol" o Juan Chabás de "Luz", consideraron poco novedoso tanto el tema como la técnica elegida por el autor, superada en el siglo XIX con el teatro histórico en verso. Percibieron, además defectos dramatúrgicos graves, entre ellos, una pretendida grandilocuencia poética, lentitud en la concepción de las escenas y falta de una firme arquitectura dramática; aspectos que influían negativamente en el movimiento escénico, la recitación y el ritmo de la acción. En este sentido, elogiaron los mismos cronistas la eficaz labor desempeñada por Rivas Cherif, quien logró dirigir, a pesar de estas dificultades, un excelente conjunto de actores, ofreciendo unas intervenciones personales muy bien estudiadas y medidas. Sin mayores aportaciones escénicas que las propias de los conocidos dramas históricos en verso, tal y como reconoció el propio Rivas Cherif, que llegó a calificar la obra de "trasnochadísima", pero con cierta aceptación del público, "Leonor de Aquitania" permaneció en cartel hasta el 7 de abril, superando las 35 representaciones. Otras críticas al contrario fueron muy favorables, como la aparecida en el diario "ABC" el jueves 16 de marzo de 1933 en la sección de espectáculos: <<Vuelve en buen hora Joaquín Dicenta a reconquistar su puesto en el teatro dramático, del que había desertado, y del que nos dio tan evidente prueba al escribir "Son mis amores reales", galana producción de su ingenio. "Leonor de Aquitania" es un drama escrito en su mocedad literaria, que por diversas razones que no son del caso permaneció inédito hasta hoy, que al ser galardonado con el primer premio del concurso del Ayuntamiento explende sus luces en la escena del Español. Es obra de juventud, de pujanza, de nervio. Lo dicen su arrebatado brío y el estruendo poético de que se acompaña. Su arpada versificación no es aquí simplemente atavío o ropaje, decorativas galas externas, sino instrumento, vehículo muy directo que se acompasa con exactitud al ritmo de la acción dramática. Y estos difíciles acordes entre el poeta y el autor dramático tienen, a mi entender, en el drama de Dicenta un perfecto encaje. Un extenso panorama histórico otea la mirada del autor, que se sitúa en la Inglaterra del siglo XII, y con permitida licitud poética escribe su obra idealizando la figura de doña Leonor. Son hechos muy notorios, de las que fuimos muchas veces espectadores, se confunden y tergiversan al ser interpretadas por los comentaristas, ¿qué podremos fiar de lo acaecido en remotas edades? La misma Historia abona esta opinión, pues con mucha frecuencia se ve rectificada por eruditos investigadores. Circunscribiéndonos a la época que Joaquín Dicenta ha evocado para escenario de su drama, la disparidad de juicios más profunda y contrapuesta. Se ha dicho ya todo en unos y otros extremos sobre aquel período obscuro y turbulento de la historia de Inglaterra, no desprendido todavía de las injerencias autoritarias del feudalismo, en que reinaron Enrique II y Leonor de Aquitania, y a la muerte del primero su tercer hijo, Ricardo, Corazón de León. Ambiciones, concitados odios, inmoderados apetitos para apoderarse del trono, fratricidas luchas, desenfrenadas pasiones, ruinosas alianzas, instigaciones de rebeldía, alentadas por la Reina en sus hijos para alzarse contra su padre y señor, obra implacable de sus furiosos celos, tal aparece en el lienzo de la Historia el aprobioso reinado, que nos presenta a la que fue Reina de Francia y después esposa de Enrique II, como mujer placentera y disoluta, sensible a los efluvios madrigalescos y a las insinuaciones galantes, y a Ricardo, Corazón de León, cual monstruo de tiranía y crueldad. Empero, estos condenatorios dictados tienen por contrapeso otras favorables opiniones y así se nos muestra a Leonor de Aquitania, protectora augusta de los ingenios de su corte, modelo de discreción y cordura, y al armipotente Ricardo, Corazón de León, cuyo valor indomable le da eterno fuero entre los más esforzados paladines, espejo de hidalguía, generosidad y diplomático de astutas artes. Joaquín Dicenta, poeta al fin, reivindica noblemente la empañada fama de sus dramáticas personas y las enaltece vinculándolas en un mismo afán y sentimiento: el exaltado y heroico amor maternal, que funde hasta la muerte las vidas de doña Leonor y su hijo, que al guerrear contra su padre muévele más que la codicia del poder el desquite, la reparación de los públicos agravios inferidos a la Reina y a la mujer. Para la consecución de tan alto propósito Joaquín Dicenta se ha ceñido el coturno, y, prestas sus armas, ha penetrado en las silentes capillas donde yacen entre el polvo de los siglos doña Leonor de Aquitania y Ricardo Corazón de León. Y al conjuro de su rotundo verbo hemos visto fulgir la flamígera tizona de Ricardo I de Inglaterra, que abrió paso a su esforzado pecho en descomunales batallas y asistido a las tribulaciones y opresoras inquietudes de doña Leonor. Joaquín Dicenta escribe su espectacular drama en tono mayor, con acentos de lírica efusión y palpitantes trémolos románticos. Pueden citarse como ejemplo, en el primer acto, los agudos conceptos acerca del amor en la ingeniosa "tensión" a propuesta de la Reina, tema sobre el que discurren sus leales vasallos Rimbaldo y Blondel. Este y otros bellos pasajes de caudalosa riqueza narrativa esmaltan y señorean el drama de Dicenta. Si algunas voces desmaya el interés por lo prolijo de la acción, que comprende desde la adolescencia de Ricardo I hasta su muerte, pronto se recobra y vuelve al receptor del público la perdida onda. El éxito por todo extremo favorable y entusiasta en muchos momentos, se inició ya en el primer acto al decir Margarita Xirgu, de modo magistral la bellísima relación de...>>


Caricatura de Ugalde de Margarita Xirgu y Enrique Borràs protagonizando "Leonor de Aquitania" de Joaquín Dicenta en 1933.
Foto ABC
Margarida Xirgu y Enric Borràs protagonitzando "Leonor de Aquitania".
Foto ABC Sevilla

Lo que no dejó Dicenta de escribir nunca, fue poesía y así en 1933 publicó el libro de poemas del recuerdo "El corazón viajero", con análoga estructura a "La divina comedia" de Dante, con un prólogo y 98 cantos estructurados en estrofas de versos endecasílabos.
En 1935 se estrenó la película de costumbres aragonesas, dirigida por Florián Rey, "Nobleza baturra" basada en la obra homónima en tres actos, de 1929, de Joaquín Dicenta. Fue uno de los mayores éxitos comerciales del cine de la II República, la clave de su popularidad se contuvo en la combinación de drama y comedia (encarnada esta última en el personaje de Perico, interpretado por Miguel Ligero) todo ello aderezado con una clásica representación del folklore aragonés con clásicas jotas, interpretadas por la máxima estrella del momento, Imperio Argentina, a la sazón esposa del director. Se trataba de la segunda y más famosa de las tres versiones que se rodaron sobre la misma obra. Los intérpretes fueron: Imperio Argentina, Miguel Ligero, Juan de Orduña, José Calle, Manuel Luna, Carmen de Lucio, Pilar Muñoz, Juan Espantaleón, Blanca Pozas y Rafaela Aparicio. La música era de Rafael Martínez, el sonido de León Lucas de la Peña, la fotografía de Enrique Guerner, el montaje de Eduardo García Maroto, la escenografía de José María Torres y en el guión participó también el mismo Florián Rey. El argumento está ambientado en el Aragón de principios del siglo XX y narra la historia de María del Pilar (Imperio Argentina), una muchacha honesta, cuyo buen nombre se ve mancillado cuando un antiguo pretendiente rechazado, por despecho, la acusa de haber mantenido relaciones sexuales fuera del matrimonio. La calumnia pronto se extiende por toda la comarca.

Cartel de "Nobleza baturra" de 1935.
Foto Cartelmania

Durante la Guerra Civil, Joaquín Dicenta ejerció de manera interina la presidencia de la Sociedad General de Autores. Al finalizar ésta, pasó varios años en la cárcel. Se cuenta que el día en el que iba a realizar su ingreso en ella, el director de la prisión, en deferencia hacia él, la hizo adecentar previamente como si fuera a ser visitada por alguno de los altos cargos del nuevo régimen. En cualquier caso, a partir de entonces, sus obras fueron retiradas de todos los escenarios nacionales.
En 1945 Joaquín Dicenta estrenó, en el Teatro Alcázar, el poema escénico "Madre Paz", que encontró una adecuada interpretación en Ana Adamuz, Rafael Alonso, Josefina Robeda, Carlos Lemos y Ena Sedeño, entre otros. El 21 de febrero de 1947 la Compañía Lope de Vega, dirigida por Tamayo, estrenó el poema dramático "Cuento de cuentos", de Dicenta y posteriormente la representó en gira por casi toda España. Este mismo año Alejandro Ulloa estrenó en Barcelona la trilogía dramática "Hernán Cortés" de Joaquín Dicenta, que ya había sido premiada por la Real Academia Española.
El 5 de julio de 1955 se estrenó, en el Teatro Lara, la comedia de Joaquín Dicenta y Ernesto Vellvé "El hogar en la calle" y en 1956 Dicenta junto con José Cobos estrenó el poema dramático "La zarza sin espinas. Vida y milagros de San Francisco Solano", con una sola representación, en Montilla, con ocasión de las fiestas centenarias de los santos que la inspiraron. Dicenta igual que Moreto escribió vidas de santos para el teatro, escribiendo dramáticamente las ejemplares existencias de San Francisco Solano y Santa Rosa de Lima.
Aunque ya había escuchado alertadoras llamadas de la enfermedad que había de arrebatarle la vida, Joaquín Dicenta no dejó de escribir. Inédita dejó una tragedia titulada "Tulia", una obra de hondo aliento, largo alcance y del mayor esfuerzo trágico. Joaquín Dicenta se hallaba en posesión de numerosos premios, entre los que se contaban: el "Piquer", el "Lope de Vega", el "Álvarez Quintero" y había lanzado su pluma al viento -como el título de una de sus obras-. Unas veces, la vio subir y otras contempló cómo el aire serenado la dejaba reposar.
El sábado 21 de octubre de 1967, a las tres de la tarde, Joaquín Dicenta murió en su domicilio de Madrid, a los setenta y cuatro años de edad, a causa de un derrame o trombosis cerebral. Solamente hacía tres meses que se encontraba en la capital de España, después de haber permanecido durante algún tiempo en Asturias reponiéndose de un amago de parálisis. Hacía tan sólo un mes y medio que un nuevo ataque le paralizó el lado izquierdo del cuerpo.
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