sábado, 30 de octubre de 2010
Centenario de Miguel Hernández
Hoy
es el día en que se conmemora el centenario del nacimiento de Miguel
Hernández, al que hemos traído ya en varias ocasiones a este blog. No se
puede esconder, por tanto, que es un autor por el que siento una
auténtica debilidad. Miguel es un poeta del dolor, ya quedó dicho en
otro momento, y quizá por eso despierta muchas simpatías entre las
gentes. Al poeta le duele la vida, porque nada en sus circunstancias
personales le es amable. Tuvo la mala suerte de nacer en la época en la
que le tocó vivir, o mejor sería decir malvivir.
Me gustaría repetir aquí hoy las palabras de Pablo Neruda, uno de sus protectores:
Recordar a Miguel Hernández que desapareció en la oscuridad y recordarlo a plena luz, es un deber de España, un deber de amor. Pocos poetas tan generosos y luminosos como el muchachón de Orihuela cuya estatua se levantará algún día entre los azahares de su dormida tierra. No tenía Miguel la luz cenital del Sur como los poetas rectilíneos de Andalucía sino una luz de tierra, de mañana pedregosa, luz espesa de panal despertando. Con esta materia dura como el oro, viva como la sangre, trazó su poesía duradera. ¡Y éste fue el hombre que aquel momento de España desterró a la sombra! ¡Nos toca ahora y siempre sacarlo de su cárcel mortal, iluminarlo con su valentía y su martirio, enseñarlo como ejemplo de corazón purísimo! ¡Darle la luz! ¡Dársela a golpes de recuerdo, a paletadas de claridad que lo revelen, arcángel de una gloria terrestre que cayó en la noche armado con la espada de la luz!
A lo largo de este año les he puesto voz a algunos de sus poemas. Sirvan como tributo sonoro:
El niño yuntero
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