miércoles, 20 de febrero de 2013

BUENO PUES AQUI ESTA

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  1. Resumen del libro
  2. Capítulos 1-8
  3. Capítulos 9-17
  4. Capítulos 18-26
  5. Capítulos 27-34
  6. Capítulos 35-43
  7. Capítulos 44-52
  8. Capítulos 53-61
  9. Capítulos 62-70
  10. Capítulos 71-74

Resumen del libro

Uno de los cuadrilleros traía una orden de arresto contra don Quijote de la santa hermandad, por haber liberado a los presos, y a Ginés de Pasamonte. Al final el oidor lo arreglo, y no se lo llevaron.
Después de todo este jaleo, deciden que han de trasladar a don Quijote a su aldea para que se mejore de su loquería. Lo ataron, mientras que estaba durmiendo, y ellos iban enmascarados, lo metieron en una jaula, y se lo llevaron, cuando ya iban a más de dos leguas de la venta, se pararon a descansar y a dar de comer a los bueyes (los habían alquilado para la ocasión, con un carro). Llegaron unos señores a caballo, y preguntaron la causa de llevar a este señor allí metido, y ellos no les respondieron, pero don Quijote, les dio una charla inolvidable. Después vieron a una cabra, salir de los matorrales, y detrás de ella a un cabrero, este mantuvo una charla en la que contó su vida, y poco a poco, se fue calentando el tema hasta el punto, en el que el Quijote, se puso, en cólera, y le atacó, este se defendió, y Sancho le atacó, al cabrero, le llenaron la cara de sangre. Pasado este suceso, se acercaba una procesión de disciplinados, con una imagen de la virgen, la que vio don Quijote, y penso que era una cautiva. Le atacó pero salió mal parado. Le curaron en un hombro, y le llevaron a su casa, la gente al verlo entrar en la aldea, se agolpaba, para verle, y Sancho, fue a ver a su mujer Juana Panza. Esta lo primero que le pregunto fue por le burro, y él le dijo que estaba mejor que el amo, y ella dio gracias a dios. El cura, dijo a la sobrina de don Quijote, que le cuidara, y así acaba la primera parte del Quijote de la mancha. Este se puso todo furioso, y se enfrento a don Quijote, para que se la devolviera, y don Q, decía que esto no era una bacía sino el yelmo de Manbrino, todos se pusieron de acuerdo, para atacar al barbero, y dejarlo mal u de paso reírse un poco, y dijeron que era un yelmo. Al poco entraron unos cuatro cuadrilleros, que acabaron de armarla. El caso es que a vas e de hablar acabaron a palos, y al final, todos pensaron que era por el encantamiento, del que hablaba don Quijote.

Capítulos 1-8

Habla de un señor llama do Alonso Quijano que era relativamente pobre, era un buen hombre que era madrugador, le gustaba la caza y era de una anatomía recia. Era un gran amante de las novelas Caballería su escritor más buscado o favorito era Feliciano de Silva. Estaba tan obsesionado con aquellos libros de caballería que decidió dedicarse a la Caballería. Un nombre para su caballo: Le puso Rocinante ya que el caballo no se encontraba en unos de sus mejores momentos, una mujer a la cual dedicarle todos sus triunfos y victorias elige por dama a: Dulcinea De Toboso.
En el segundo Capitulo podemos ver que se narra la primera salida de Don quijote solo antes del amanecer, y la necesidad que tenia de ser armado caballero ya que no tenía ningún arma blanca como los demás caballeros de sus novelas, aunque duró un gran tiempo pensando ganó su locura a la cordura   y siguió con su idea de que él era el caballero ideal. Don Quijote hablaba le dio risa a las dos mujeres, y como no se daban aludidas por los piropos.Don Quijote se estaba enervando, y en ese momento apareció el dueño del lugar para darle la comida, y un lugar donde quedarse.
Después de la cena, don Quijote va a la caballeriza y se pone de rodillas ante el ventero y le pide que le dé la orden de caballería y permiso para velar sus armas en la capilla. Con la sospecha de que don Quijote ha perdido el juicio, el ventero le sigue el juego y le dice que también tuvo sus propias aventuras de caballero cuando era más joven y que puede velar sus armas en el patio del "castillo", ya que la capilla está en obras. Para poner fin al conflicto, el ventero le dice a don Quijote que no es necesario velar las armas durante toda la noche y que ya hecho más que suficiente. Luego le hace una pequeña ceremonia para darle la orden de caballería. Don Quijote sale de la venta y el ventero no le cobra el alojamiento.
Feliz por haber recibido la orden de caballería, don Quijote se dirige a su aldea para recoger los víveres que le recomendó el ventero y para reclutar a un labrador vecino para ser su escudero. En el camino, don Quijote escucha voces que vienen del bosque y se imagina que son de personas que necesitan su ayuda. En el bosque halla a un labrador dándole azotes a un joven de unos 15 años que se llama Andrés.  A don Quijote se le hace difícil levantarse por el peso de sus armas y los mercaderes huyen. Un mozo quien había observado todo el incidente rompe la lanza de don Quijote y usa un pedazo para darle palos. Pese a lo sucedido, don Quijote sigue feliz porque le parece una desgracia propia de los caballeros.
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Don quijote una vez es apaleado por el mozo que andaba con los mercaderes, una vez así se tiende sobre el suelo y recita romances del Márques de Mantua que le vienen a la mente tras los hechos que ah acontecido: "Oh noble marques de Mantua mi tío y señor carnal". Con esta breve cita Don quijote se confunde al mismo con un Héroe Romancero.

Capítulos 9-17

Así pues estaban peleando ambos caballeros con las espadas levantadas y con rostros impasibles, el vizcaíno ataca hierendole en una oreja y rompiéndole la armadura a la altura del hombro. Don Quijote enfurecido ataca tirándole del caballo e hiriendole la cara al vizcaíno. Don Quijote se baja del caballo para rematarle a menos que fuera a dar sus honores a su amada Dulcinea del Toboso. El vizcaíno acepta y Don Quijote le deja marchar para que valle a presentar sus respetos a la amada del buen Don Quijote.
Don quijote y Sancho Dialogan sobre las caballerías y Don quijote promete a su escudero enseñarle muchos secretos como el bálsamo de Fierabras contra las heridas que causan, Don quijote se percata de que su celdada está rota y jura no descansar hasta encontrar otra, el yelmo de Mambrino. Le cuenta también a Sancho las comidas de los caballeros andantes.
Durante todo este camino Don Quijote les confirma su falta de cordura por que les dice que el motivo por el cual el anda armado incluso en las tierras pacificas era que la profesión que la práctica no le permite andar sin su arma agregándole a estoque el reposo y el buen paso era para los blandos y que el trabajo, la inquietud y las armas se hicieron para los caballeros andantes. Como ellos ya sabían o pensaban que el Quijote estaba loco ahora querían saber qué tipo de locura era la suya, continuaron haciéndole preguntas como que significado tenia caballero andante y así poder analizar la respuesta del Hidalgo y saber qué tipo de locura padecía y así se mantuvo todo el camino vivaldo haciéndole varias preguntas a Don Quijote mientras los demás escuchaban todo y sacaban sus conclusiones.
Al acabar este cantar apareció Marcela diciendo que ella no tenía culpa de la muerte de Crisónomo ya que si tuviera que corresponder todos los amores que le han declarado no acabaría nunca. También añadió que él era libre y que el amor también debía serlo siendo de esta manera un amor voluntario y en ningún caso forzado. Además comento que ella vivía en las montañas para no molestar a nadie y para vivir sola, qué culpa tenía ella de que Crisónomo se hiciera ilusiones sin darle ella ninguna esperanza.
Don Quijote se despidió de todas las personas que se encontraban en el entierro y se marchó. Durante un par de horas intentó seguir a Marcela pero al cabo de ese tiempo se paró en un claro para dormir un rato. Rocinante que vio una yeguas salió detrás de ellas, tanto las yeguas como los dueños de ellas comenzaron a golpear al pobre Rocinante, Don Quijote al verlo fue a luchar contra las personas que estaban golpeando a su caballo, pero al ser más de 20 tanto Don Quijote como Sancho resultaron apaleados. 
 Don Quijote y Sancho en cuando notaron la tranquilidad comenzaron a preguntarse mutuamente que tal se encontraban. Don Quijote comenzó a hablar sobre lo que había ocurrido creyéndose que era la hermosa hija del ventero la que se había acercado a él. Posteriormente se acercó el cuadrillero y le pregunto a Don Quijote que tal se encontraba al responderle.

Capítulos 18-26

Don quijote y Sancho reflexionaron mutuamente sobre los sucesos ocurridos en la vente de Palomeque y culpan de ellos a los encantadores, siguen por el camino y cuando Don quijote ve dos rebaños de ovejas los confunden con dos ejércitos y con personajes de libro. Pese a las advertencias de su noble escudero, el caballero se pone de parte de uno de lo que venía del ejército y arremete el uno con el otro, entretanto llegan los pastores y apalean a Don quijote por defender a las ovejas.
Don quijote, quien lucha por ir a cumplir con su aventura y ayudar a menesteroso que hace ruidos tras la caída de agua. Sancho panza, quien se aferra a su amo no le permite que continúe con su aventura.
No le pareció mal al barbero la invención del cura, sino tan bien, que luego la pusieron por obra. Pidiéronle a la ventera una saya y unas tocas, dejándole en prendas una sotana nueva del cura. El barbero hizo una gran barba de una cola rucia o roja de buey, donde el ventero tenía colgado el peine. Pregúntales la ventera que para qué le pedían aquellas cosas. El cura le contó en breves razones la locura de don Quijote, y cómo convenía aquel disfraz para sacarle de la montaña, donde a la sazón estaba. Cayeron luego el ventero y la ventera en que el loco era su huésped, el del bálsamo, y el amo del manteado escudero, y contaron al cura todo lo que con él les había pasado, sin callar lo que tanto callaba Sancho.
En esto le vino al pensamiento cómo le haría, y fue que rasgó una gran tira de las faldas de la camisa, que andaban colgando, y dile once ñudos, el uno más gordo que los demás, y esto le sirvió de rosario el tiempo que allí estuvo, donde rezó un millón de avemarías. Y lo que le fatigaba mucho era no hallar por allí otro ermitaño que le confesase y con quien consolarse. Y así, se entretenía paseándose por el padrecillo, escribiendo y grabando por las cortezas de los árboles y por la menuda arena muchos versos, todos acomodados a su tristeza, y algunos en alabanza de Dulcinea. Y será bien dejarle, envuelto entre sus suspiros y versos, por contar lo que le avino a Sancho Panza en su mandadera. Y fue que, en saliendo al camino real, se puso en busca del Toboso, y otro día llegó a la venta donde le había sucedido la desgracia de la manta; y no la hubo bien visto, cuando le pareció que otra vez andaba en los aires, y no quiso entrar dentro, aunque llegó a hora que lo pudiera y debiera hacer, por ser la del comer y llevar en deseo de gustar algo caliente; que había grandes días que todo era fiambre. 
En resolución, la ventera vistió al cura de modo que no había más que ver: púsole una saya de paño, llena de fajas de terciopelo negro de un palmo en ancho, todas acuchilladas, y unos corpiños de terciopelo verde, guarnecidos con unos ribetes de raso blanco, que se debieron de hacer, ellos y la saya, en tiempo del rey Wamba. No consintió el cura que le tocasen, sino púsose en la cabeza un birretillo de lienzo colchado que llevaba para dormir de noche.

Capítulos 27-34

Comienza a llover por lo que un barbero utiliza su vasija para cubrirse la cabeza. No obstante, Don quijote la confunde con el yelmo de Mambrino y acomete contra el barbero y le quite su vasija y Sancho el aparejo del asno del barbero. Continúan su camino y don Quijote cuenta para ilustrar a Sancho una novela caballeresca protagonizada y realizada por el caballero del Sol. Al final de su historia Don Quijote reflexiona sobre las dos tipos de clases de linaje que existen en el mundo.
Una vez llegaron a la vente Don Quijote no paró hasta encontrar al hombre que había visto antes, ya que estaba impaciente por que le contraria la historia de que llevaba esas armas. Una vez lo encontró y le comenzó a contar las anécdotas. En ese momento entro en la venta un hombre que se hacía Llamar Maese Pedro que explico que era titritero que representaba en su pequeño escenario diversas historias y que además en su repertorio tenía un mono que le adivinaba todo lo pasado y lo presente.
Durante la actuación de Maese Pedro Don Quijote estuvo interviniendo constantemente para explicar lo que en la obra estaba sucediendo como si de pura realidad se tratara. Don Quijote en otro arrebato de locura desenvainó la espada destruyendo todos los muñecos de Maese Pedro ya que eran unos moros que perseguían a los "buenos" de la obra y Don Quijote como buen caballero quería ayudarlos a escapar. Don Quijote viendo lo que había hecho achacó su error a los encantadores que le habían embaucado.A la mañana siguiente Maese Pedro se marchó muy pronto ya que no quería encontrarse con Don Quijote por sí le hacia otra de las suyas.
En realidad Maese Pedro era Ginés de Pasamonte uno de los galeotes a los que Don Quijote había liberado en anteriores aventuras. Ginés se había hecho titiritero y se ganaba la vida yendo por los pueblos, pero antes de entrar en cada pueblo se enteraba de cosas recientes que habían pasado y así fingía que el mono era adivino. Antes de entrar en la venta había reconocido a Don Quijote y así se pudo ganar la confianza de los que se encontraban en la venta.Cuando Don Quijote se marchó de la venta se encontró al escuadrón del rebuzno que iba armado en busca de sus burladores.
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Don Quijote para evitar una tonta batalla les dijo a los del rebuzno que en este mundo solo había cuatro razones por las cuales había que coger las armas para pelear y se las nombró como estas: en defensa de la fe católica; en defensa de su propia vida; en defensa de la honra, la familia y la hacienda; o en servicio de su rey.Ya estaban totalmente convencidos de dejar las armas cuando Sancho dijo que tampoco se debían enfadar tato por un rebuzno ya que él cuando era pequeño rebuznaba tan bien que todos los asnos de su pueblo le respondían.

Capítulos 35-43

Don Quijote, quien con sus sueños destruye la venta de Sancho Panza, quien acude a su amo y cae en su locura Ventero, quien consumido en su furia esta por el desastre que es se venta. Cura quien ayuda y consuela a todos mientras pasa la trama, Hija del Veterano, quien al igual que su padre se encuentra Dorotea, quien ayuda e interviene en el caos. Lotario, quien muere en una batalla tras escapar de su noble amigo Anselmo, quien termina suicidándose como consecuencias de todos sus actos.
Tras haber calmado la situación el cura quiso terminar de leer la historia y así tomaron asiendo y estuvieron en silencio para ver como finalizo el episodio de Camila y sus amores. De esta manera cuenta el cura aselmo despertó un día y no encontró a Leonela La Mosa quien le había jurado contarle algo de gran importancia luego fue a informarle a Camila su desaparición y de casualidad esta tampoco estaba.
Escrito y cerrado este papel, aguardé dos días a que estuviese el baño solo, como solía, y luego salí al paso acostumbrado del terradillo, por ver si la caña parecía, que no tardó mucho en asomar. Así como la vi, aunque no podía ver quién la ponía, mostré el papel, como dando a entender que pusiesen el hilo, pero ya venía puesto en la caña, al cual até el papel, y de allí a poco tornó a parecer nuestra estrella, con la blanca bandera de paz del atadillo. Dejándola caer, y alcé yo, y hallé en el paño, en toda suerte de moneda de plata y de oro, más de cincuenta escudos, los cuales cincuenta veces más doblaron nuestro contento y confirmaron la esperanza de tener libertad
La hija de la ventera y Maritormes decidieron gastarle a Don Quijote una broma y desde un agujero del pajar llamaron a Don Quijote, que se encontraba velando por la Seguridad de sus amigos. Don quijote miro por el agujero que era, según una ventana con rejas de oro y pensando que era la hija de señor del castillo la persona que estaba al otro lado declarándole su amor a Don quijote que era la hija del señor del castillo la quisiese menos corresponderle su amor. Maritormes le pidió a Don Quijote que le diese la mano para que así pudiese desahogar todo el deseo que sentía hacia el, Don quijote acepto darle la mano diciendo que esa mano había sido usada para combatir en grandes batallas. Mientras Don Quijote se subía a la silla de Sancho Maritormes le ataba la mano con el cerrojo de la puerta del pajar.
En resolución, viéndose don Quijote atado, y que ya las damas se habían ido, se dio a imaginar que todo aquello se hacía por vía de encantamiento, como la vez pasada, cuando en aquel mismo castillo le molió aquel moro encantado del arriero; y maldecía entre sí su poca discreción y discurso, pues, habiendo salido tan mal la vez primera de aquel castillo, se había aventurado a entrar en él la segunda, siendo advertimiento de caballeros andantes que, cuando han probado una aventura y no salido bien con ella, es señal que no está para ellos guardada, sino para otros; y así, no tienen necesidad de probarla segunda vez.
Con todo esto, tiraba de su brazo, por ver si podía soltarse; mas él estaba tan bien asido, que todas sus pruebas fueron en vano. Bien es verdad que tiraba con tiento, porque Rocinante no se moviese; y, aunque él quisiera sentarse y ponerse en la silla, no podía sino estar en pie, o arrancarse la mano. 

Capítulos 44-52

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Pronto se dio fin a esto con palabras sabias del Quijote "Porque Por Dios Todopoderoso que es gran bellaquería que tanta gente principal aquí estamos se mate por causas tan livianas, una vez todo se calmo se acordó con Don Fernando de llevar a Don Luis a Andalucía para que se hiciera lo necesario con él para el casamiento, pero aun así tras la riña un pobre cuadrillero que fue pateado por Don Fernando de llevar a Don Luis a Andalucía para que se hiciera lo necesario con él para el casamiento, pero aun así tras la riña un pobre cuadrillero que fue pareado por Don Fernando saco a la verdad un papel de cárcel para Don Quijote por haber liberado a los Galeotes.
Don Quijote se torna con una furia nunca antes vista por el diciendo que nunca un caballero ándate debe ser sometido a la ley. Sus compañeros lo defienden con el argumento de que verdaderamente estaba loco, y así sin darse cuenta lo ayudan a salir de este conflicto. Don quijote aun así sorprendido de tales razones que deja temerosos a todos diciendo de tal modo, Que caballeros ándate ha habido hay ni habrá en el mundo que no tenga bríos para dar cuatrocientos palos"
Además estaba mohíno y melancólico el mal feriado don Quijote, vendado el rostro y señalado, no por la mano de Dios, sino por las uñas de un gato, desdichas anejas a la andante caballería. Seis días estuvo sin salir en público, en una noche de las cuales, estando despierto y desvelado, pensando en sus desgracias y en el perseguimiento de Alisadora, sintió que con una llave abrían la puerta de su aposento, y luego imaginó que la enamorada doncella venía para sobresaltar su honestidad y ponerle en condición de faltar a la fe que guardar debía a su señora Dulcinea del Toboso. 
Apenas acabó don Quijote de decir esta razón, cuando con un gran golpe abrieron las puertas del aposento, y del sobresalto del golpe se le cayó a doña Rodríguez la vela de la mano, y quedó la estancia como boca de lobo, como suele decirse. Luego sintió la pobre dueña que la asían de la garganta con dos manos, tan fuertemente que no la dejaban gañir, y que otra persona, con mucha presteza, sin hablar palabra, le alzaba las faldas, y con una, al parecer, chinela, le comenzó a dar tantos azotes, que era una compasión; y, aunque don Quijote se la tenía, no se meneaba del lecho, y no sabía qué podía ser aquello, y está base quedo y callando, y aun temiendo no viniese por él la tanda y tunda azotesca.
Y no fue vano su temor, porque, en dejando molida a la dueña los callados verdugos (la cual no osaba quejarse), acudieron a don Quijote, y, desenvolviéndole de la sábana y de la colcha, le pellizcaron tan a menudo y tan reciamente, que no pudo dejar de defenderse a puñadas, y todo esto en silencio admirable.
Duró la batalla casi media hora; saliendo las fantasmas, recogió doña Rodríguez sus faldas, y, gimiendo su desgracia, se salió por la puerta afuera, sin decir palabra a don Quijote, el cual, doloroso y pellizcado, confuso y pensativo, se quedó solo.

Capítulos 53-61

El caballero de la Triste Figura se deshace en elogios para con los libros de caballerías y los caballeros andantes.
Mientras, el canónigo escucha a don Quijote, que se ve interrumpido por su escudero Sancho Panza cuando su amo lo menta en su monólogo.
La aparición de un cabrero y la curiosidad de aquellos por un cuento que les promete, supone el fin de la conversación entre don Quijote y el canónigo.
Dice Cide Hamete, puntualísimo escudriñador de los átomos desde esta verdadera historia, que al tiempo que doña Rodríguez salió de su aposento para ir a la estancia de don Quijote, otra dueña que con ella dormía lo sintió, y que, como todas las dueñas son amigas de saber, entender y oler, se fue tras ella, con tanto silencio, que la buena Rodríguez no lo echó de ver; y, así como la dueña la vio entrar en la estancia de don Quijote, porque no faltase en ella la general costumbre que todas las dueñas tienen de ser chismosas, al momento lo fue a poner en pico a su señora la duquesa, de cómo doña Rodríguez quedaba en el aposento de don Quijote. 
El bachiller se ofreció de escribir las cartas a Teresa de la respuesta, pero ella no quiso que el bachiller se metiese en sus cosas, que le tenía por algo burlón; y así, dio un bollo y dos huevos a un monacillo que sabía escribir, el cual le escribió dos cartas, una para su marido y otra para la duquesa, notadas de su mismo caletre, que no son las peores que en esta grande historia se ponen, como se verá adelante.
No quedaron arrepentidos los duques de la burla hecha a Sancho Panza del gobierno que le dieron; y más, que aquel mismo día vino su mayordomo, y les contó punto por punto, todas casi, las palabras y acciones que Sancho había dicho y hecho en aquellos días, y finalmente les encareció el asalto de la ínsula, y el miedo de Sancho, y su salida, de que no pequeño gusto recibieron.  Después de esto, cuenta la historia que se llegó el día de la batalla aplazada, y, habiendo el duque una y muy muchas veces advertido a su lacayo Tosilos cómo se había de avenir con don Quijote para vencerle sin matarle ni herirle, ordenó que se quitasen los hierros a las lanzas, diciendo a don Quijote que no permitía la cristiandad, de que él se preciaba, que aquella batalla fuese con tanto riesgo y peligro de las vidas, y que se contentase con que le daba campo franco en su tierra, puesto que iba contra el decreto del Santo Concilio, que prohíbe los tales desafíos, y no quisiese llevar por todo rigor aquel trance tan fuerte. 
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Capítulos 62-70

Tres días y tres noches estuvo don Quijote con Roque, y si estuviera trescientos años, no le faltara qué mirar y admirar en el modo de su vida: aquí amanecían, acalla comían; unas veces huían, sin saber de quién, y otras esperaban, sin saber a quién. Dormían en pie, interrumpiendo el sueño, mudándose de un lugar a otro. Todo era poner espías, escuchar centinelas, soplar las cuerdas de los arcabuces, aunque traían pocos, porque todos se servían de pedreñales. Roque pasaba las noches apartado de los suyos, en partes y lugares donde ellos no pudiesen saber dónde estaba; porque los muchos bandos que el visor rey de Barcelona había echado sobre su vida le traían inquieto y temeroso, y no se osaba fiar de ninguno, temiendo que los mismos suyos, o le habían de matar, o entregar a la justicia: vida, por cierto, miserable y enfadosa.  
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En fin, por caminos desusados, por atajos y sendas encubiertas, partieron Roque, don Quijote y Sancho con otros seis escuderos a Barcelona. Llegaron a su playa la víspera de San Juan en la noche, y, abrazando Roque a don Quijote y a Sancho, a quien dio los diez escudos prometidos, que hasta entonces no se los había dado, los dejó, con mil ofrecimientos que de la una a la otra parte se hicieron.  Siguió don Antonio Moreno al Caballero de la Blanca Luna, y siguiéndole también, y aun persiguiéndole, muchos muchachos, hasta que le cerraron en un mesón dentro de la ciudad. Entró el don Antonio con deseo de conocerle; salió un escudero a recibirle y a desarmarle; encerrase en una sala baja, y con él don Antonio, que no se le cocía el pan hasta saber quién fuese. Viendo, pues, el de la Blanca Luna que aquel caballero no le dejaba.
Durmió Sancho aquella noche en una carriola, en el mismo aposento de don Quijote, cosa que él quisiera excusarla, si pudiera, porque bien sabía que su amo no le había de dejar dormir a preguntas y a respuestas, y no se hallaba en disposición de hablar mucho, porque los dolores de los martirios pasados los tenía presentes, y no le dejaban libre la lengua, y venirle más a cuento dormir en una choza solo, que no en aquella rica estancia acompañado. Salirle su temor tan verdadero y su sospecha tan cierta, que, apenas hubo entrado su señor en el lecho
Durmiéndose los dos, y en este tiempo quiso escribir y dar cuenta Cide Hamete, autor de esta grande historia, qué les movió a los duques a levantar el edificio de la máquina referida. Y dice que, no habiéndosele olvidado al bachiller Sansón Carrasco cuando el Caballero de los Espejos fue vencido y derribado por don Quijote, cuyo vencimiento y caída borró y deshizo todos sus designios, quiso volver a probar la mano, esperando mejor suceso que el pasado; y así, informándose del paje que llevó la carta y presente a Teresa Panza, mujer de Sancho, adónde don Quijote quedaba, buscó nuevas armas y caballo, y puso en el escudo la blanca luna, llevándolo todo sobre un macho, a quien guiaba un labrador, y no Tomé Cecial, su antiguo escudero, porque no fuese conocido de Sancho ni de don Quijote. 

Capítulos 71-74

Iba el vencido y asendereado don Quijote pensativo además por una parte, y muy alegre por otra. Causaba su tristeza el vencimiento; y la alegría, el considerar en la virtud de Sancho, como lo había mostrado en la resurrección de Altisidora, aunque con algún escrúpulo se persuadía a que la enamorada doncella fuese muerta de veras. No iba nada Sancho alegre, porque le entristecía ver que Altisidora no le había cumplido la palabra de darle las camisas; 
Don Quijote, sin guardar términos ni horas, en aquel mismo punto se apartó a solas con el bachiller y el cura, y en breves razones les contó su vencimiento, y la obligación en que había quedado de no salir de su aldea en un año, la cual pensaba guardar al pie de la letra, sin traspasarla en un átomo, bien así como caballero andante, obligado por la puntualidad y orden de la andante caballería, y que tenía pensado de hacerse aquel año pastor, y entretenerse en la soledad de los campos, donde a rienda suelta podía dar vado a sus amorosos pensamientos, ejercitándose en el pastoral y virtuoso ejercicio;
Y que les suplicaba, si no tenían mucho que hacer y no estaban impedidos en negocios más importantes, quisiesen ser sus compañeros; que él compraría ovejas y ganado suficiente que les diese nombre de pastores; y que les hacía saber que lo más principal de aquel negocio estaba hecho, porque les tenía puestos los nombres, que les vendrían como de molde. Dígale el cura que los dijese. Respondió don Quijote que él se había de llamar el pastor Quijotiz; y el bachiller, el pastor Carrascón; y el cura, el pastor Curambro; y Sancho Panza, el pastor Pancino.
Para mí sola nació don Quijote, y yo para él; él supo obrar y yo escribir; solos los dos somos para en uno, a despecho y pesar del escritor fingido y tordesillesco que se atrevió, o se ha de atrever, a escribir con pluma de avestruz grosera y mal deliñada las hazañas de mi valeroso caballero, porque no es carga de sus hombros ni asunto de su resfriado ingenio; a quien advertirás, si acaso llegas a conocerle, que deje reposar en la sepultura los cansados y ya podridos huesos de don Quijote, y no le quiera llevar, contra todos los fueros de la muerte, a Castilla la Vieja, haciéndole salir de la fuera donde real y verdaderamente yace tendido de largo a largo, imposibilitado de hacer tercera jornada y salida nueva; que, para hacer burla de tantas como hicieron tantos andantes caballeros, bastan las dos que él hizo, tan a gusto y beneplácito de las gentes a cuya noticia llegaron, así en éstos como en los extraños reinos''.
Y con esto cumplirás con tu cristiana profesión, aconsejando bien a quien mal te quiere, y yo quedaré satisfecho y ufano de haber sido el primero que gozó el fruto de sus escritos enteramente, como deseaba, pues no ha sido otro mi deseo que poner en aborrecimiento de los hombres las fingidas y disparatadas historias de los libros de caballerías, que, por las de mi verdadero don Quijote, van ya tropezando, y han de caer del todo, sin duda alguna. Vale.  
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