Lesther Thurow
Civilización China
Imperio Otomano
Europa
¿Y qué sucedió? Tanto el gran Imperio chino como el otomano entrarían en un periodo de 500 años de estancamiento tecnológico, mientras Europa iniciaría una dedicación sin precedentes a la ciencia y la tecnología.
La respuesta a la pregunta ¿Qué sucedió? Es clara. Sucedió que la ciencia y la tecnología emergieron.
La ciencia y la tecnología son los motores de la prosperidad. Por supuesto, el ser humano es libre de optar por ignorar la ciencia y la tecnología, pero sabiendo a que se arriesga. El mundo no se detiene porque nos pongamos a leer un texto religioso. Quien no domine el último grito en ciencia y tecnología tiene que saber que sus competidores lo harán.
Las cuatro fases de la tecnología
La combinación de unas condiciones sociales cambiantes y el dominio de las cuatro fuerzas impulso a Europa a la vanguardia de las naciones. Ahora bien, las tecnologias son dinámicas, están cambiando continuamente. Nacen, evolucionan, ascienden y caen. Para ver cómo van a cambiar unas tecnologias determinadas en un futuro cercano, es útil ver como las tecnologias obedecen ciertas leyes de la evolución.
Las tecnologias de uso generalizado suelen evolucionar en cuatro fases básicas. Esto se puede ver en la evolución del papel, el agua corriente, la electricidad y los ordenadores. En la fase 1 los productos de la tecnología en cuestión son tan valiosos que se guardan celosamente.
El papel, que se inventó en forma de papiro en el antiguo Egipto y luego en China hace mil años, era algo tan valioso que un gran número de sacerdotes guardaban celosamente cualquier rollo de papiro. Esta humilde tecnología contribuyo a poner en marcha las civilizaciones antiguas.
Papiros y planta de papiro
El papel entro en su fase II hacia 1450, cuando Gutenberg invento la imprenta de tipos móviles. Este invento hizo posible la existencia del libro “personal”, de tal manera que una persona podía poseer un libro que contenía todo el conocimiento escrito en cientos de papiros. Antes de Gutenberg solo había unos 30000 libros en toda Europa.
En 1500, había 9 millones de libros, lo cual avivo un intenso fermento intelectual y estimulo la llegada de la era conocida como Renacimiento.
Gutemberg y su imprenta
Pero hacia 1930, el papel llego a la fase III, cuando su precio cayó a un céntimo la hoja. Esto hizo posible la existencia de la biblioteca personal, con lo que una persona podía poseer cientos de libros. El papel se convirtió en un objeto corriente de consumo que se vendía por toneladas. El papel está en todas partes y en ninguna, es invisible y ubicuo.
Actualmente nos encontramos en la fase IV, en la que el papel es un artículo de moda. Decoramos nuestro mundo con papel de todos los colores, formas y tamaños. La mayor fuente de basura urbana es el papel. Por lo tanto, el papel ha evolucionado desde ser un bien guardado celosamente hasta convertirse en basura.
Lo mismo puede decirse del agua corriente.
En tiempos remotos, en la fase I el agua era un bien tan preciado que un solo pozo tenía que ser compartido por todo un pueblo. Esto fue así durante miles de años, hasta principios del siglo XX, cuando las cañerías personales fueron introduciéndose gradualmente y conseguimos entrar en la fase II.
Después de la Segunda Guerra Mundial entro en la fase III y se convirtió en algo barato y accesible para una clase media en expansión. Hoy en dia, el agua corriente se encuentra en la fase IV y es un medio de expresión estética que aparece con distintas formas, tamaños y aplicaciones. Decoramos nuestro mundo con agua, usándola en fuentes decorativas y exhibiciones diversas.
También la electricidad paso por estas mismas fases. Con los trabajos pioneros de Edison y otros, en la fase I una fábrica disponía de una sola bombilla y un motor eléctrico, que tenían que ser compartidos. Después de la Primer Guerra Mundial, se pasó a la fase II, en la que la bombilla y el motor pasaron a ser de uso personal. Hoy en dia, la electricidad ha desaparecido; está en todas partes y en ninguna.
Incluso la palabra “electricidad” ha desaparecido del lenguaje. En navidad utilizamos cientos de luces intermitentes para decorar nuestros hogares. Suponemos que la electricidad está escondida en los muros, por doquier. La electricidad es un medio de expresión estética que ilumina calles, publicidades y marquesinas de teatros. Decora nuestro mundo.
En la fase IV, tanto la electricidad como el agua corriente se han convertido en servicios públicos. Son tan baratos y los consumimos en cantidades tan grandes que es preciso medir la electricidad y el agua que se utilizan en los hogares.
Los ordenadores siguen la misma pauta. Las empresas que lo han entendido crecen y prosperan. Las que no lo entendieron se vieron casi en quiebra. IBM fue dominante en la fase I al crear su procesador central en la década de 1950. Un procesador central era algo tan valioso que fue compartido por 100 científicos e ingenieros.
Sin embargo la dirección de IBM no valoro debidamente la ley de Moore, por lo que casi fueron a la quiebra cuando se entró en la fase II, en la década de 1980, con la llegada de los ordenadores personales. Pero incluso los fabricantes de ordenadores personales se confiaron demasiado. Previeron un mundo de ordenadores independientes, cada uno sobre una mesa, aislado de los demás.
Los agarro con la guardia baja la llegada de la fase III, la de los ordenadores conectados a internet, mediante los cuales una persona podía interactuar con millones de ordenadores. Actualmente, el único lugar donde podemos encontrar un ordenador aislado es en un museo. Así pues el futuro del ordenador es entrar finalmente en la fase IV, donde desaparece para resucitar como medio de expresión estética. Decoraremos nuestro mundo con ordenadores.
La propia palabra “ordenador” ira desapareciendo gradualmente del lenguaje. En el futuro, lo que más abunde en la basura urbana no será el papel, sino los chips. El futuro del ordenador es desaparecer y convertirse en un servicio público, que se venderá como la electricidad y el agua. Los chips informáticos irán desapareciendo poco a poco, a medida que el procesamiento informático se haga “en la nube”, es decir, mediante la “informática en nube” o cloud computing.
Hay que señalar que no todas las tecnologias llegan a la fases III y IV. Por ejemplo pensemos en la locomotora. El transporte mecánico entro en la fase I a principios del siglo XIX, con la llegada de la locomotora a vapor. Un centenar de personas compartían la misma locomotora. Se entró en la fase II a principios del siglo XX, con la introducción de la locomotora personal, más conocida como “automóvil”, no ha cambiado mucho durante las últimas décadas. Los cambios introducidos son meros perfeccionamientos, tales como motores más potentes y eficientes, así como inteligencia.
Hoy en dia, después de la gran recesión de 2008, se oyen algunas voces que afirman que todo este progreso ha sido una ilusión, que hemos de volver a los días en que todo era más sencillo, que el sistema tiene algo que está agrietando su base.
Si se observa la historia con una larga perspectiva del tiempo, es fácil encontrar lo inesperado, burbujas y quiebras de dimensiones colosales que parecen surgir de ninguna parte. Da la sensación de que son aleatorias, un producto secundario de la volubilidad del destino y de la locura humana. Hay historiadores y economistas que han escrito voluminosos libros sobre la quiebra de 2008, intentando explicarla a partir de una amplia diversidad de causas, tales como la naturaleza humana, la codicia, la corrupción, la falta de regulaciones, debilidad de controles, etc.
Sin embargo, yo veo la gran recesión de una manera diferente, a través de la lente de la ciencia. A largo plazo, la ciencia es el motor de la prosperidad. Sin ciencia, retrocederíamos milenios hasta el pasado remoto. Pero la ciencia no es uniforme, se presenta en oleadas. Un avance fundamental, por ejemplo el transistor, ocasiona a menudo una avalancha de inventos secundarios que crean innovación y progreso. Dado que generan grandes cantidades de riqueza, estas oleadas se reflejan en la economía.
A principios del siglo XIX, gran parte del exceso de riqueza generado por la energía a vapor y la revolución industrial fue a parar a los valores ferroviarios de la Bolsa de Londres. De hecho, al aparecer numerosas compañías ferroviarias en el parque londinense empezó a formarse una burbuja.
Virginia Postrel, que escribe sobre el mundo de los negocios para el New York Times, señalaba en un artículo: “Hace un siglo, las compañías ferroviarias constituían la mitad de los valores que cotizaban en la Bolsa de Nueva York”. Teniendo en cuenta que el ferrocarril estaba todavía dando sus primeros pasos, esta burbuja era insostenible y acabo por estallar, dando lugar al crac de 1850, uno de los grandes colapsos de la historia del capitalismo. Esta quiebra fue seguida por una serie de miniquiebras que se produjeron casi en cada década, causadas por exceso de riqueza generado por la revolución industrial.
Aquí hay una paradoja: el auge del ferrocarril llegaría en las décadas de 1880 y 1890. En consecuencia, el crac de 1850 fue debido a la fiebre especulativa y a la riqueza creada por la ciencia, pero la tarea real de establecer líneas ferroviarias por el mundo tardaría muchas más décadas en dar sus frutos.
Thomas Friedman escribe: “En el siglo XIX, EE.UU. experimento un auge del ferrocarril, una burbuja y una quiebra…. Pero aunque la burbuja estallo, dejo a EE.UU. con una infraestructura ferroviaria que hizo los viajes y el transporte transcontinental mucho más cómodo y barato que nunca”.
Se podría pensar que a raíz de esto, el capitalismo habría aprendido la lección, pero, en vez de eso, empezó a repetirse el mismo ciclo poco después. Se produjo una segunda oleada tecnológica importante, impulsada por las revoluciones de la electricidad y la automoción de Edison y Ford.
La electrificación de las fábricas y los hogares, así como la proliferación del Ford T, generaron una vez más riquezas fabulosas. Como siempre el exceso de riqueza tenía que ir a algún sitio. En este caso fue a la Bolsa estadounidense en forma de una burbuja en los valores de servicios públicos y del sector del automóvil. Los inversores ignoraron la lección del crac de 1850, porque este se había producido 80 años atrás, es decir, en un pasado lejano. Desde 1900 hasta 1925, el número de empresas automovilísticas llego a 3000, una cifra que el mercado obviamente no podía aguantar.
Una vez más, la burbuja era insostenible. Por esta y otras razones estallo en 1929, dando lugar a la Gran Depresión.
Pero aquí la paradoja es que la pavimentación y la electrificación de EE.UU. y Europa no tendría lugar hasta bastante después del crac, durante las décadas de 1950 y 1960.
Más recientemente hemos tenido la tercera gran oleada de la ciencia: la llegada de la alta tecnología, en forma de ordenadores, láseres, satélites, internet y la electrónica. La fabulosa riqueza creada por la alta tecnología tenía que ir a para a algún lugar, en este caso fue al negocio inmobiliario, creando una enorme burbuja.
Cuando el valor de los bienes inmuebles subió por las nubes, la gente empezó a pedir préstamos sobre el valor de la viviendas, utilizándolas como huchas, lo cual acelero el crecimiento de la burbuja. Los banqueros carentes de escrúpulos inflaron esta burbuja concediendo hipotecas a manos llenas. Una vez más, la gente ignoro la lección de las quiebras de 1850 y 1929, que se produjeron hace 160 y 80 años respectivamente.
En definitiva, esta burbuja no pudo sostenerse, y hemos sufrido el crac de 2008 y la gran recesión, tropezamos con la misma piedra por tercera vez….
Thomas Friedman escribe: “A principios del siglo XXI, en torno a los servicios financieros, se produjo un auge, una burbuja y ahora una quiebra. Pero me temo que todo lo que esto va a dejar tras de sí será un puñado de apartamentos vacíos en Florida que nunca debieron construirse, unos aviones privados usados que los ricos ya no pueden permitirse y los obsoletos contratos de derivados que nadie comprende”.
Sin embargo, a pesar de toda la estupidez que ha acompañado a esta última quiebra, la paradoja es que el tendido de cables y el establecimiento de redes en todo el mundo se realizarían después del crac de 2008. El apogeo de la revolución de la información está todavía por llegar.
Esto nos lleva a la pregunta siguiente: ¿Cuál es la cuarta oleada? Nadie puede saberlo con seguridad. Podría ser una combinación de inteligencia artificial, nanotecnología, telecomunicaciones y biotecnología. Como en los ciclos previos, puede que tengan que pasar unos 80 años para que estas tecnologias creen una marejada de fabulosa riqueza. Queda la esperanza de que en 2090 la gente no ignore la lección de los 80 años anteriores.
Ganadores y perdedores: los empleos
Las tecnologias, a medida que evolucionan, van produciendo en la economía abruptos cambios que a veces desembocan en desequilibrios sociales. En toda revolución hay ganadores y perdedores. Esto se hará más evidente a mediados de siglo. Ya no tendremos herreros y constructores de carretas en todos los pueblos.
Además tampoco lamentaremos la desaparición de muchos de estos oficios. Pero la pregunta es:¿Qué oficios surgirán a mediados de siglo? Con la evolución de la tecnología, ¿Cómo cambiara el modo en que trabajamos?.
Podemos determinar en parte la respuesta planteándonos una simple pregunta: ¿Cuáles son las limitaciones de los robots? Como ya hemos visto, en cuanto a inteligencia artificial, hay al menos dos bloques básicos que suponen sendos obstáculos: la facultad de reconocer patrones y el sentido común. (Ver mi post El futuro de la inteligencia artificial).
Por consiguiente, los empleos que sobrevivirán en el futuro serán, ante todo, aquellos cuyas tareas no pueda realizar un robot, como, por ejemplo las que requieren las dos facultades antes mencionadas.
Entre los trabajadores manuales, los perdedores serán aquellos que realizan tareas meramente repetitivas (como los trabajadores de la cadena de montaje de autos), porque para esto los robots son excelentes.
Sorprendentemente hay una amplia clase de trabajos manuales que sobrevivirán a la revolución informática e incluso conocerán tiempos mejores. Los ganadores serán aquellos que realizan trabajos no repetitivos que requieren reconocimiento de patrones. Los basureros, los policías, los trabajadores de la construcción, los jardineros y los plomeros tendrán siempre trabajo en el futuro.
Entre los trabajadores de oficina, los perdedores serán aquellos que realizan trabajos de intermediarios, haciendo inventarios y recuentos. Esto significa que los representantes, corredores, dependientes, contables, etc. Serán despedidos gradualmente a medida que sus puestos de trabajo vayan desapareciendo. Estos empleos se encuadran en lo que se llama “ la fricción del capitalismo” Ahora mismo ya es posible comprar un boleto de avión buscando en la web los mejores precios, prescindiendo del agente de viajes.
Merrill Lynch, por ejemplo, afirmo que nunca recurriría a negociar valores bursátiles en línea. Siempre haría las operaciones al modo tradicional. John Steffens, jefe de corretaje de Merrill dijo: “ el modelo de inversión “sírvase usted mismo”, centrado en las operaciones por internet, ha de ser considerado como una seria amenaza para la vida financiera de EE.UU.” Por consiguiente sufrió una humillación cuando finalmente en 1999, se vio obligado por las fuerzas del mercado a sumarse a las operaciones en línea. “Rara vez en la historia se ha visto obligado el líder de un sector industrial a dar su brazo a torcer y prácticamente de la noche a la mañana, adoptar lo que es un nuevo modelo de negocios” escribió Charles Gasparino, de ZDNet.
Los ganadores entre los trabajos no manuales, serán aquellos que aportan sentido común que resulte útil. Se trata de trabajadores capaces de ofrecer creatividad, trabajo artístico, actuación, humor, programadores informáticos, liderazgo, análisis, ciencia en definitiva cualidades que nos “hacen humanos”.
El futuro del ocio
¿Qué ocurre con las industrias del ocio que llegan tarde a la tecnología o peor aún intentan imponerle reglas? Respuesta: Fracasan. La industria discográfica ignoro las predicciones de los científicos, que preveían el dia en que la música se enviaría fácilmente por internet, como un correo electrónico.
La industria en vez de establecer mecanismos para ganar dinero en la web, intentaron demandar a las empresas advenedizas que ofrecían música por una parte del precio de un CD. Esto es equivalente a ponerle puertas a un campo. Esta negligencia es la causa del desastre que sufre ahora la industria discográfica.
Los periódicos enfrentan una situación similar, esperemos que reaccionen en la forma adecuada.
Del capitalismo de mercancías al capitalismo intelectual
En los días Adam Smith la riqueza se media en mercancías o productos. Lo que está sustituyendo el capitalismo de mercancías es el capitalismo intelectual. El capitalismo intelectual incluye precisamente lo que los robots y la IA no pueden proporcionar aun, es decir, el reconocimiento de patrones y el sentido común.
Como ha dicho Lester Thurow, economista del MIT: “actualmente, el conocimiento y las destrezas son las únicas fuentes de beneficio comparativo. Silicon Valley y Route 128 están donde están simplemente porque ahí es donde se encuentra la capacidad intelectual. No hay ninguna otra razón”.
Desafortunadamente, muchos países no comprenden este hecho fundamental y no preparan a sus ciudadanos para el futuro, sino que confían principalmente en sus productos.
Esto significa que los países que son ricos en recursos naturales y no comprenden este principio podrán hundirse en la pobreza en los tiempos venideros.
Como ha dicho Lester Thurow: “ el éxito o el fracaso dependen de si un país está logrando o no realizar transición hacia las industrias futuras, que requerirán la capacidad intelectual desarrollada por el hombre, y no dependerán del tamaño de ningún sector en particular”.
EXTRAIDO DEL LIBRO "LA FISICA DEL FUTURO"
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